Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❥︎ꨄ︎ C. 000 ☀︎︎

En su hogar, luego de una agotadora jornada laboral, con su pijama, listo para irse a la cama junto a su princesa que no paraba de saltar de un lado a otro tras decirle a JungKook sobre lo bonito que era su maestro.

El alfa Jeon solo podía escucharla con una sonrisa, de vez en cuando desviando su atención del trabajo por petición de su niña.

-¡Papi, pon atención a lo que te digo! -Reclamó la cachorra a su progenitor cuando lo vio no concentrado en lo que decía.

EunYeong se acercó a su padre, quitándole los documentos que sostenía en manos, apagando la computadora con indignación entre pucheritos.

JungKook sonrió, cediendo a las peticiones de su cachorra, supuestamente molesta, pero realmente se veía muy tierna con su pijama de Stitch.

-Bien, de acuerdo. Continuaré más tarde -sonrió para tranquilizarla, apartando sus manos del ordenador en cuanto su hija puso una mano encima del mismo para quitárselo.

-No se puede confiar en los adictos al trabajo, mucho menos si son alfas -murmuró en reproche saliendo del colchón para acomodar todo en la mesita de noche en el lado izquierdo.

JungKook soltó una risita, negando con la cabeza. Esta hija suya, era todo un caso. Estaba seguro que esas palabras las había escuchado y aprendido de su tío.

-¿De cuándo aquí sabes sobre alfas y adictos al trabajo, mmh? -Cuestionó en cuanto ella regresó a su lado, cruzando sus brazos en espera de la respuesta.

EunYeong rodó los ojos a su progenitor, regresando a su lado luego de haber dejado el ordenador en la mesita de noche.

-El tío Gigi regañaba a mi tío Chim por no darle atención -se encogió de hombros con inocencia.

JungKook suspiró profundamente, iba a matarlo.

-Bueno, pasando a otro tema, ¿qué era taaan importante que debía dejar mi trabajo para escucharte? -Cuestionó, restando importancia, después se encargaría de su hermano mala influencia para su cachorra y sus propios hijos.

La cachorra se lanzó a los brazos de su padre, siendo atrapada en un cálido abrazo con muchos besitos en su mejillita.

-¡Al maestro Tae le encantó el postre! -Exclamó eufóricamente, con una sonrisa tan dulce que al mayor se le hizo inevitable no acogerla en sus brazos para luego darle muchísimos besitos en sus mejillas-. ¡Papi!, detente, no más besos -soltó entre pequeñas risitas, retorciéndose en brazos de su progenitor por las cosquillas que le ocasionaba sus besos al azar por su pequeño rostro.

-¡Eres tan adorable! Mi linda cachorrita -arrulló con un chillido.

La niña sonrió luchando por alejarse de su padre, ella era demasiado pequeña para soportar tantos apretones con excesivo amor, le ocasionaba ataques de risa incontenible, al punto en que después le dolía su pancita.

JungKook se detuvo cuando su nena pidió piedad por las cosquillas con besitos simultáneos en su carita de bebé, la dejó respirar en paz, riéndose de lo roja que se encontraba ante el exceso de emoción.

-Volviendo al tema de tu maestro, cachorrita intrépida, ¿por qué dices que le encantó? -preguntó para traer de vuelta a su nena a la realidad.

La pequeña Jeon se levantó de la cama, acomodando sus mechones de cabellos para ver al alfa.

-Comí con él en el descanso, su sonrisa era muy bonita; además, cada que comía un bocado hacía soniditos como tú cuando algo te gusta demasiado -recordó con un puchero, aventándole la almohada, sin fuerza alguna, a su progenitor.

JungKook se la quitó e inesperadamente, sonriendo ante los detalles de su hija.

¿Cómo olvidar que luego de un largo, muy largo tiempo, volvía a saber de él? Los sucesos de la mañana estaban grabados en su mente sin querer.

Él, tan lindo como siempre lo fue, con su presencia cautivadora, orbes bellos y su aroma, el cual jamás ni por un mísero instante podría olvidar.

Tantos recuerdos llegaban a su mente, tantos momentos, aquellos donde ambos eran la pareja ideal de cualquiera que los viera.

La cachorra seguía parloteando sin parar, contando cada suceso con armonía, pero JungKook, él revivía cada recuerdo grabado en su mente.

-¡Papi! No estás prestando atención -reclamó la menor al verlo suspirando y sonriendo como tonto.

JungKook se rió ante los reproches, ah, cuánto ansiaba que su cachorra creciera para contarle sobre su gran amor de la fraternidad. Era el tipo de historia que a muchos les encantaría escuchar, eso lo admitía sin siquiera dudarlo.

-Por supuesto que sí. Te escucho perfectamente, mi cielo -respondió fugazmente para que su cachorra no armara un berrinche.

No tuvo la oportunidad de hablarle fuera de su profesionalismo, mas ansiaba hacerlo, y lo haría, pero necesitaba tiempo para hacerlo, ambos siempre fueron unos conversadores enérgicos.

Eran dos espléndidos charladores, como también, un dúo de tímidos, introvertidos aburridísimos para un ajeno de su círculo social.

Una pareja bien entretejida por los hilos de la luna, lo cual les hacía ver envidiables de su sincronía.

Aquella mujercita que tenía por hija prosiguió con su habladuría entorno al omega que alborotaba el lobo interior de su padre, rememoraba con lujosos detalles sus espléndidas aventuras como estudiantes en su momento. Dos chiquillos enamorados hasta los huesos, eso fueron.

Luego de una larguísima charla, hasta que la hermosa cachorrita quedó rendida, Koo pudo seguir con su trabajo mientras velaba el sueño de su nena, soltando su aroma cada vez que la veía hacer muecas o buscar sus brazos para ser cobijada.

Estaba pensando el hecho de dar clases en la UNS, pero el Presidente del Paradise, Kim NamJoon, le había mencionado que su turno sería mixto y únicamente los sábados.

Su lobo estaba en desacuerdo con dejar a su cachorra al cuidado ajeno, llevarla a su trabajo no era un ambiente adecuado. Dejarla con su hermano, tampoco; pues era la peor influencia del mundo. Sus padres no podían viajar debido al restaurante que habían abierto tres años atrás.

Por un momento, se le pasó por la mente contratar una niñera o dejarla al cuidado del mayordomo y sus empleados, pero tampoco era una idea que le agradara. Sus empleados estaban asignados a otras tareas que no correspondían al cuidado de su cachorra, mas indirectamente se incluía.

«Omeguita quizá pueda.»

JungKook sonrió, sabiendo exactamente a quién se refería su lobo.

«¿Es una de tus excusas para verlo de nuevo?» Inquirió.

Koo sabía que su lobo amaba con locura al de su pareja de la fraternidad. Tanto así, que en uno de sus celos, casi, casi lo marca para tenerlo a su lado. Pero no solo fue en uno de sus celos que lo intentó, también en otras ocasiones.

Su lobo jamás aceptó a la madre de su cachorra, durante su matrimonio, ninguna de las veces logró pasar su celo con ella porque tiraba a morderla; pero no para marcarla como su pareja. La veía como un rival al ser igual de dominante que ella, pero él siendo superior al tener un linaje de pureza por su padre.

«Quizás. » Respondió luego de unos minutos.

Jeon sonrió para sí mismo. Pensaría en la propuesta de su lobo, no era como que él tampoco no quisiera verlo de nuevo. Pero esa excusa de su lobo superaba sus expectativas. Porque en primer lugar, Kim tendría que estar en su hogar, por lo que ello conllevaba a que dejara la esencia de su presencia rondando por su casa.

Las dos de la mañana habían llegado en ese lapso de meditación, mientras leía acerca de un caso que debía asesorar por la mañana de ese día, nada complejo, pero se trataba de un empresario al que su esposo había demandado para obtener la mitad de sus bienes. Su cliente era la víctima, el omega a decir verdad.

Por alfas como el futuro exesposo de ese omega, los que eran sensatos, pagaban las consecuencias. Díganselo a él que estuvo casado con uno de los de su clase.

Apagó el ordenador tan pronto como organizó la información que sería necesaria para que su cliente tuviera todas las de ganar, de por medio, una buena remuneración ante los daños que ocasionó la contraparte.

Quitó sus lentes redondos del puente de su nariz, dejándolos en la mesita de noche al igual que la computadora. Masajeando su sien, se dirigió al baño a lavarse las manos e ir por un vaso de agua.

Miró a su niña dormitando plácidamente, y con una sonrisa tierna, salió de la habitación, yendo a la planta baja en busca de agua.

El año estaba avanzando demasiado rápido. Recuerda que hace tan solo tres meses atrás había adoptado tres cachorros -que no incluían a un ser humano-.

Su hija había pedido tener mascotas en casa, así que tuvieron que ir en busca de un compañero del agrado de su nena, pero que como Eun era un amante de los animales, había escogido tres, de manera que sorprendió a JungKook.

Un Doberman, un Gran Danés y un Rottweiler que a la pequeña Jeon le causó ternura e hizo un berrinche porque su padre dijera que sí cuando ya había elegido dos. A Jeon padre no le quedó de otra más que aceptar porque había un cachorro Golden retriever cerca y sabía que los de esa raza eran sensibles al excesivo ruido.

Aunque siendo honestos, el Doberman no lo eligió la hija, lo eligió JungKook. Él había deseado tener uno cuando era un niño.

Volviendo al tema principal de la adopción de mascotas, debía ir por sus queridos cachorros al campo donde las tres razas habían sido enviadas para que pudieran convivir y compartir espacio, teniendo en cuenta el temperamento de los tres; además de que, no solo serían los amigos de juego como compañía de su hija. Lo más probable es que los caninos serían quienes cuidaran de su niña y debían recibir un poco de entrenamiento para cuando estuvieran en la mansión, así nadie tendría que preocuparse por dejar a una niña de cuatro añitos con tres caninos imponentes como dulces juguetones.

Su nena iba a estar muy feliz, pues contaba los días para tener a ese trío de desastrosos caninos por el hogar. De solo pensarlo, sus labios se curvaron con amor, bebiendo su vaso de agua y consiguiendo una manzana de la nevera.

Sacó su vibrante móvil del pantalón holgado para luego atender la llamada de su hermano mayor.

-Es de madrugada. ¿Qué quieres? -Preguntó directamente, recordando que por su culpa su niña ahora tenía una mala imagen de los de su casta, que por supuesto, lo merecían pero le generaba molestia que generalizaran.

-Pero ese humor, querido hermano. Ni un "hola, ¿cómo estás, Gigi?" -Soltó YoonGi con intenciones de fastidiar a su menor.

El pelinegro rodó los ojos de camino a su dormitorio, mordiendo la manzana a su paso, diciendo una incoherencia al estar masticando.

-No sé qué estás comiendo, pero lo probare por la mañana -avisó a su hermanito.

Koo detuvo su andar por el pasillo, cuatro habitaciones antes de llegar a la principal.

-¿Cómo que "por la mañana"? Dijiste que vendrías hasta el sábado -comentó Kook, pues habían quedado que su hermano lo visitaría en compañía de sus sobrinos para que su hija conviviera con sus primos.

-No tienen clases y pidieron ir mañana por la tarde... -dijo sin problema alguno-. Así que, nos tendrás a primera hora en tu casa -finalizó.

-Pues, espero que YeonJun y JungWon hayan dejado atrás el temor a los perros -mencionó, su hermano chilló ante la implicación.

JungKook sonrió botando el resto de la manzana a un cesto orgánico justo fuera de su habitación, sabía que su hermano era un fanático de los caninos, pero sus hijos eran temerosos a los mismos y no podía adoptar ni comprar un cachorro.

-¿Mañana irás por ellos? -Preguntó entusiasmado.

-Así es, la llevaré justo después de sus clases -agregó ingresando al dormitorio, viendo a EunYeong en la orilla de la cama a pesar de que era extensa y difícilmente podía caer.

La conversación prosiguió unos cuantos minutos hasta que JungKook le dijo a su hermano que debía dormir porque seguramente su hija estaría despierta dos horas antes de irse a la escuela, aunque fue YoonGi quien replicó su intento de regaño al no haberle atendido las primeras siete llamadas.

JungKook pudo descansar en la comodidad de su cama finalmente, atrayendo a su cachorra para rodearla con sus brazos, besando su cabello y frente. Como también, soltando su dulce esencia para que se relajara en sus sueños.

Las mañanas de cierto castaño jamás habían sido menos dulces que otras, pues su esposo y cachorro hacían sus días tan encantadores al despertarlo entre besos con pequeñas risitas.

Su esposo era un dulce, tanto con él como con su pequeño y único hijo. El amor era genuinamente mutuo. Tae se enamoró de EunWoo cuando menos lo esperó.

Desde su noviazgo hasta su matrimonio, nada había cambiado a su parecer. Era feliz al lado del hombre que acompañaba cada uno de sus días desde hace cuatro años y meses atrás.

Un matrimonio perfecto, un cachorro de casi cuatro años, un hogar propio y trabajos estables. Había cumplido cada meta que se propuso cuando solo era un omega adolescente.

-Buen día, mi corazón. Hemos hecho el desayuno por ti, querido. Despierta.

La voz de su cónyuge le besó las mejillas, a la par, su cachorro intentando apartar a su padre alfa por captar toda la atención de su mami.

-Papá no hizo nada, no lo beses -negó el pequeñín alejando a su padre para atraer la carita adormilada de TaeHyung sonriente por su hijo.

-Díganme que al menos ordenaron la cocina -comentó con voz ronca, pero dulce para ambos, aunque con una nota de advertencia.

Cha rió con un poco de diversión. Era costumbre que armaran un desastre al intentar cocinar y dejaran al revés cada utensilio que tenía su lugar especificado por el omega.

-Puede que una que otra cosita olvidáramos, pero lo hicimos lo mejor que pudimos, ¿verdad, bebé? -Intentó apaciguar el futuro disgusto de su pareja con el apoyo del cachorro.

Tae alejó a su esposo e hijo al casi ser aplastado, riendo cuando su niño se aventó, sin mucha fuerza, sobre su cuerpo en un abrazo de oso.

-SeokMin, puedes lastimar a mami si haces eso con mucha fuerza -reprendió el alfa levantándose de la cama, arreglando los pocos pliegues en su ropa.

-Jamás lastimaría a mami, papá -espetó mirando a su progenitor con el entrecejo fruncido.

El pelinegro alfa sonrió.

-Lo sé, bebé. Pero los accidentes siempre ocurren -añadió-. Ahora, deja que mami salga de la cama para tomar el desayuno y espéranos en la sala, por favor.

El cachorrito con hebras rubias asintió, besó las mejillas de su mami y a su padre le dio una mirada escrutadora, haciendo a ambos adultos reír bajito.

Cuando el cachorro salió de la vista de ambos, Woo ayudó a su esposo a ponerse de pie, besando sus labios de forma casta.

-¿A qué se debe tanto amor y dulce el día de hoy? -Interrogó el castaño, alejando a su marido de su cuerpo para ir en dirección al baño.

Woo le sonrió antes de que fuera al baño, su esposo era demasiado perspicaz que estaba seguro ni su madre o abuelo llegaban a tal punto.

-¡Solo queríamos consentirte! -Avisó cuando su esposo se perdió detrás de la puerta del cuartito de servicio.

El omega Kim se dispuso a asearse, luego de responderle a su cónyuge con un sonido onomatopéyico, dispuesto a iniciar un nuevo día. Estaba más feliz que de costumbre. Tenía una pequeña alumna de nuevo ingreso en su grupo, era muy adorable.

Sus labios estaban curvados al cielo, aunque no era el único motivo de su felicidad; pues su lobo luego de tanto tiempo apagado, en silencio, bajo el mando del humano, nuevamente salía a flote.

Era extraño, sus feromonas habían incrementado apenas el día anterior al presente, incluso su esposo e hijo lo notaron cuando estuvieron en casa. El lobo omega rara vez hacía acto de presencia fuera de su rut. Por ende, su aroma pocas veces solía ser escandaloso.

Aunque, quizá podía intuir un poco de la euforia de su lobo. Él estaba de vuelta. Al omega le fascinaba aquella presencia que tantas noches sufrió, a pesar de entender las razones del porqué se fue. La nena que llevaba consigo, estaba seguro que era su cachorra, JungKook jamás podría negarlo; es más, él no era esa clase de alfa y hombre.

La niña era un deífico epítome entre Jeon, como quien sea que fuera la progenitora; aunque, resaltaban muchísimo más las encantadoras facciones que Kim, en retrospectiva, pudo admirar de cerca.

Su lobo ronroneó armoniosamente, eso le asustó. No debía involucrarse con emociones del pasado; mas, el animal estaba totalmente en desacuerdo. No entendía la causa, porque estaba seguro que su lobo amaba al de Woo.

Sintiéndose inesperadamente confundido por los sentires del lobo, Tae se dirigió a la cocina para visualizar un poco de suciedad detrás de la estufa, algunos frascos desordenados en la alacena, varios trastos en el lavaplatos.

Suspiró con pesar, regresó su vista al comedor donde su unigénito, con ayuda de su esposo, había acomodado sus "platillos" ordenadamente, que posiblemente era más carbón que comida.

Sabía que ellos estaban fisgoneando su reacción a escondidas, sentía sus miradas en su espalda cada que se movía de un lado a otro, ordenando, limpiando y corroborando que la cocina estuviera pulcra.

-Salgan de dónde sea que estén, los dos -mencionó neutralmente, revisando la hora en su reloj de mano.

El pequeño niño corrió a abrazar la pierna de su mami, restregando su mejilla con amor; mientras tanto, su esposo apareció para rodear su cintura y depositar besitos en su barbilla.

El castaño sonrió soltando un poco de feromonas para ambos, no podía enfadarse con ellos. Nunca, su esposo y cachorro eran su luz.

Luego de aquel momento, la pequeña familia ingirió la primera comida del día, dividiéndose en el de orbes lila junto al cachorro para irse al preescolar, mientras el alfa se quedaba en casa, teniendo un descanso deseado luego de grandes hazañas en la estación de policía.

La vida del trío de personas no era exactamente algo monótono, por el contrario, era demasiado enérgica al tener un cachorro en crecimiento. El hogar Cha-Kim podría decirse que era un avasallante patio de juegos cuando los integrantes lo llevaban a hechos.

Tal como lo era en la casa del omega, la misma enérgica forma residía en la mansión del juicioso abogado padre soltero; la armonía de cada mañana era la misma, mas aquella euforia en esa nueva mañana era inmedible al tener a dos cachorros extras correteando con su prima de un lado a otro.

JungKook sonreía al verlos juguetear entre ellos. El menor de los hermanos Park era el perseguido al ser un completo "amargado", según la cachorrita Jeon y el hermano mayor del niño.

-EunYeong, salimos dentro de unos minutos -avisó el abogado-. Si quieren algo, en la nevera hay alimentos, puedes cocinar o pedirle al mayordomo hacerlo -se dirigió a su hermano.

-Descuida, tendremos todo bajo control. A todo esto, utilizaremos la piscina, ¿me prestas flotadores? -Pidió acomodando malteadas en la mochila de su sobrina.

JungKook asintió buscando su billetera, sacando de ella una tarjeta negra y entregándosela a su hermano, sosteniéndola con firmeza cuando el omega sostuvo el lado adverso al que él tenía.

-¿De qué te asombras? Tienes la de JiMin, pero... -mencionó con simpleza, suspirando, ocupaba algunos ingredientes de repostería junto a otros que consumirían entre ellos-. Necesito que busques ingredientes en Pâtisserie. También busca una cantidad extra de carnes, invitare a alguien -finalizó dándose la vuelta para llamar a los empleados con un timbre justo en una de las paredes de la cocina integral.

-Espera, espera. ¿A quién invitaras y para qué más ingredientes de repostería? -Le habló Yoon con latente curiosidad ante el cambio repentino de planes que tenían.

JungKook le pidió que esperara en lo que daba instrucciones a los empleados, pidiendo que dos acompañaran a su hermano de compras, recordándoles los tipos y cantidades de ingredientes que debían traer, al igual que el cómo deberían ordenarlas en cuanto regresaran.

El hermano mayor se mareó por excesivas instrucciones que escuchaba a su hermanito recitar, al igual que enumerar. ¡Estaba siendo un completo exagerado!

-Ahora sí. ¿Qué decías? Sé rápido que no puedo llevarla demasiado tarde, como llegar tarde al trabajo -regresó la atención a su familiar.

-Mírate -masculló hastiado, justo lo que odiaba de los alfas-. ¿En serio eres mi hermano? Todo un adicto al control del tiempo... en fin. Responde a lo que pregunté, sé que me escuchaste claramente -amenazó señalándolo con su índice.

-Uh. Eun quiere regalarle un postre a sus amigos, dice que se les antojó el que le dio a su maestro -respondió, sopesando si contarle o no lo restante, dudaba mucho al conocer lo boca-floja que era ese hombrecito.

El primogénito Jeon frunció las cejas con más curiosidad todavía. Pero antes de que abriera la boca, su hermano se fue sin más para evitar que hiciera alguna pregunta.

Si algo caracterizaba a Jeon mayor, era su tenacidad. Era un dulce, como podría volverse un fuerte contrincante cuando se lo proponía; por eso, cuando Koo llamó a su cachorra, se aseguró de ignorar los llamados de Gigi sin piedad.

Al menos hasta que su niña habló por él en respuesta a la pregunta de su hermano sobre el contenido de la caja que la pelinegra corrió a traer de las manos de un empleado.

-¡Es para mi maestro Tae! -La niña exclamó felizmente, subiendo al asiento trasero del auto con ayuda de su progenitor al sostener la puerta abierta.

A Jeon YoonGi casi se le salen los ojos por la repentina información. La sorpresa estaba pintada en su cara, no podía creerlo; mas antes de sacar conclusiones precipitadas, debía asegurarse de saber si era o no quien pensaba que era.

Cuando sus orbes celestes se encontraron con el de su hermano, pudo confirmarlo todo al verlo desviar la mirada fugazmente, indispuesto a charlarlo con él. No buscó más respuesta de la que recibió con esa mirada; quizás, luego trataría de indagar, de momento, su hermanito estaba indispuesto. Y solo quizás, merecía aquel trato silencioso respecto al tema.

En el auto, saliendo del estacionamiento, JungKook se mantenía neutral ante la revelación de sus actos. Sabía que su hermano era distinto a hace casi diez años, pero simplemente, de los errores se aprende.

-Papi Koo -llamó Yeong al alfa.

-¿Qué ocurre, princesa? -Preguntó dándole una sonrisa a través del retrovisor.

-¿Estás enfadado con el tío Gi? -Cuestionó jugueteando con su mochila de conejo.

-No, corazón. No estoy enfadado con el tío Gigi -respondió sin importancia.

-¿Estás molesto conmigo? -Preguntó de nuevo, sus ojitos adoptaron una percepción encantadora, como cuando intentaba convencerlo de algo.

La voz de su niña era tan dócil, no entendió hasta que sintió su nariz escocer por su esencia agridulce, la cual se hacía más agria con el pasar de segundos.

Respiró profundamente, deteniendo el auto una esquina antes de llegar a la salida del fraccionamiento privado. Se quitó el cinturón de seguridad, girando un poco su torso para ver a su cachorra, sintiendo nervios ante el miedo de que algo que haya hecho le hubiera disgustado.

«¿Puedes al menos dejar de producir feromonas de disgusto para la niña, estúpido? »

Su pregunta ofendió al lobo, pero volviéndolo consciente de su actuar frente a su cachorrita, quien nunca presenció alguna clase de enfado o irritación, de nada ni nadie.

El aroma a grosella con sándalo y pomelo cambió drásticamente, volviéndose tan dulce para que ella sonriera cómodamente, soltando un ronroneo de estar a gusto en el mismo espacio que él.

-Jamás podría molestarme contigo, amor. Eres el dulce de mi corazón, mi cachorra, mi princesa, mi nena... eres mi todo, EunYeong -confesó, elevando su mentón con delicadeza-. Simplemente mi lobo se sintió mal por unos recuerdos del pasado, no pretendía intimidarte, ¿de acuerdo? -Puntualizó acariciando su mejilla con amor. Ella asintió.

No podía abrazarla en ese instante. Así que, se estiró para llegar a ella y depositar un beso en su frentecita, para luego dejarle un esquimal en su naricita.

-Hablaremos sobre eso más tarde, ¿bien? -Acordó, la niña asintió con emoción, pues adoraba aquellos momentos donde hablaban sobre cómo se sentía el otro-. Te explicaré porqué me sentía así y tú me ayudaras a buscar una posible solución, ¿va?

-Va, papi Koo -asintió sonriente, devolviéndole el besito en la frente a su padre.

-Eso, mi amor. Ahora, en marcha a la escuela, la puntualidad es importante, ¿lo sabes, verdad? -Añadió, intentando desviar el pequeño desliz de emociones frustradas de su lobo.

-Eso demuestra mi compromiso y me ayudara a futuro -concordó con su progenitor.

-Pero, no debes enfadarte contigo si eso no sale como esperabas -finalizaron al unísono riendo porque ambos sabían que podían llegar a ser impuntuales con los abuelos Jeon y Schulze, los padres de su madre.

Ambos retomaron el camino en dirección al preescolar, JungKook había encendido la radio; así que, la batalla de canto estropeado, de parte de la niña, no fue de esperar, seguido del alfa como contrincante.

Aunque la distracción menguó la pesadez en el ambiente, Kook sabía que tenía problemas pendientes que resolver, desde su hermano, hasta consigo mismo. Mas no pudo mantener el pensamiento en cuanto llegaron a la entrada de la institución educativa.

El alfa bajó del auto, yendo en busca de la menor; mientras tanto, Eun tarareando una canción, tomó la mano disponible que el azabache le ofrecía.

La nena brincaba al escuchar los tarareos rítmicos del adulto, hasta que se soltó e hizo un bailecito, restando importancia a los padres que presenciaban la escena de los dos al estar en su propia nube de diversión.

-¡Eso, mi niña! -JungKook comenzó a cantar un pequeño fragmento de la canción pegajosa, alentando a la cachorra a seguir con su bailecito.

Los transeúntes, los niños que acudían entre rabietas se detuvieron al ver a la niña junto a su papá alentándola. Hicieron un pequeño semicírculo para verlos a ambos, siguiendo con su nube e imaginando que estaban en un escenario, dándolo todo en el concierto, supuestamente, imaginario.

Unos orbes color lila admiraban desde lejos la escena, acercándose con sigilo, sonriendo inevitablemente al reconocer a los causantes del alboroto en la entrada.

Ambos se detuvieron en cuanto los aplausos de una persona resonaron sobre la multitud, sintiéndose avergonzados cuando cayeron en cuenta de lo que habían hecho. Reverenciaron a la par buscando disculparse por provocar alboroto en público.

Chocaron puños de forma discreta, con las mejillas sonrojadas cuando las personas a su alrededor soltaban comentarios de aprobación con cumplidos llenos de alegría, en lugar de enfadarse.

Kook apegó a su cachorra a su persona cuando la vio sentirse cohibida por la multitud, ambos caminaron hasta el frente, donde se encontraba el maestro, todo fue inconsciente con tal de salir del ojo público del lugar.

-No has cambiado nada -el barítono conocido para la menor, le hizo soltarse del agarre de su padre y, a este, se le fue el aliento.

De nuevo. Estaba frente a su persona, sonriendo tan bellamente, sin esfuerzo, como solo él lo hacía, portando un mandil de color celeste pastel con ositos bordados.

-Ojalá pudiera decir lo mismo de ti, pero es la segunda vez que nos encontramos y es demasiado rápido para corroborarlo -respondió, su estómago se revolvió al su lobo agitarse. Sus feromonas volviéndose dulces, seductoras para el omega.

«¡Detente ahora mismo!» Ordenó, mas el lobo le ignoró con orgullo; pues sintió obtener respuesta, al percibir el cambio de aroma del contrario.

La tensión fue palpable, aunque así como ambos pudieron percibirlo, todo dio fin cuando el estruendoso llanto de un niño resonó, de manera intermitente, al no querer ingresar a la escuela. Ops, de nuevo. Ambos no sabían cómo actuar con el otro.



Hola, ¿qué tal? Estoy regresando poco a poco, pero no aguantaba las ganas de actualizar este fic bello. <3

Primero, hagamos unas aclaraciones al respecto sobre el uso del "mami", no, no se hace con el fin de afeminar a los omegas varones. En este caso, hago uso de tal palabra para denominar a la figura que en la vida real representa el lado maternal, quien muestra su amor de tal manera que sea único.

Segundo, tengan mucho cuidado con los huecos de información, el tiempo que se menciona, las acciones, las respuestas, etc., dado que en cada uno de estos hay, habrá y encontrarán pistas. Este fic es dulce, pero no por eso todo será rosas y chocolates.

Se me olvidó la tercera aclaración, la colocaré en el siguiente cap. Nos vemos pronto si todo sale bien. Cualquier error, será corregido a futuro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro