
♡ [6] Un corazón vacío y uno desaparecido.
[ Cupido/Eros ]
Ya volviendo —En Uber— hasta la tierra, al final fui obligado por Zeus a traer a Apolo y Anteros conmigo y, por si ese no fuera un castigo lo suficientemente atroz, me vi obligado a ofrecerles alojamiento en mi propia casa para que se adapten rápidamente al mundo humano.
—¿Les importa si pongo música? — Preguntó el conductor mientras colocaba un casete de Luis Miguel y subía el volumen. Fue suerte y casualidad que el señor que me trajo hasta el Olimpo fuera el que se ofreció a llevarnos de vuelta en cuanto llamamos un Uber, después de todo, ya conocía el camino.
Aunque disfruté el hecho de que dejamos a Apolo, tan anticuado, varado en medio del limbo durante 15 minutos, esperando que pasara un "Taxi", según sus tercas palabras. ¡Qué idiota! Hace años que ya no trabajan de ese modo por aquí, o los llamas o no pasan por ti, así de simple.
Me hubiese gustado dejarlo allí y volver solo con el callado de mi hermano, pero bueno, al final solo dimos una vuelta para recogerlo. Ya habíamos tardado bastante en hacer subir a mi hermano al auto con esas enormes alas de mariposa, así que la tardanza hasta la tierra debía ser la más mínima posible.
Anteros, quien solo se limitó a mirar por la ventana un buen rato desde la parte trasera, parecía haber reconocido el tema que comenzó a sonar:
—Si tú me hubieras dicho siempre la verdad, si hubieras respondido cuando te llamé —Comenzó a tararear la canción.
El de mayor edad se sorprendió:
—¡Así que sabes de buenos temas!
—¿Y conoce algún tema sobre acelerar, abuelo? —Inquirió el de cabellos castaños, fastidiado.
—¡Apolo! —Le llamó la atención Anteros mientras el dios de las artes arrugaba el rostro en una mueca de disgusto por el trayecto.
—Sólo estoy harto de ese ruido sin sentido, además de que me estoy sofocando en esta porquería.
—Qué raro que estés harto, dios de la música —Me burlé desde el asiento de copiloto mientras lo miraba por el retrovisor, divertido por su sufrimiento. Me uní al tarareo en conjunto a Anteros y al conductor:
—Si-no-supiste-amaaar, ¡Ahora-te-puedes-marchaaar!
Luego de una media hora de viaje, entre una plática agradable de mi hermano y el conductor, y la escena dramática del castaño atrás, debo confesar —Aunque me sorprenda— que me he divertido un poco.
Gracias a Zeus, llegamos de noche.
Aunque no entiendo por qué hay tanta gente en la calle a estas horas. ¡Son la 1 de la mañana! Ya vimos tres camiones de ambulancia pasar y cinco patrullas tras ellos. ¿Los humanos no suelen dormir temprano para levantarse también temprano y trabajar? Me pregunto por qué hay tanta gente afuera. ¿Estará pasando algo grave?
Bueno, no creo que sea algo que me relacione directamente, ya me enteraré mañana en las noticias.
Otra cosa que no entiendo es el hecho de que nos miran demasiado, sobre todo, ese grupo de jóvenes que está en la plaza por la que vamos a pasar recién...
AY NO, ¿Será qué piensan en robarnos? No, no, no. Yo no voy a permitir que nos roben hoy. ¡Ya el día fue demasiado caótico como para que termine así!
Pero tampoco es que nos veamos fuera de lugar como para correr el riesgo de ser robados... A ver: Yo estoy con un polerón¹, el pantalón y las zapatillas; Apolo lleva una manta de seda que cubre su túnica y Anteros...
Mierda.
—¡T-tus...! ¡TUS ALAS! ¡¿No sabes esconderlas?! —Pregunté alarmado mientras trataba de cubrir lo máximo posible las alas de mariposa con mis brazos. Él sin inmutarse ni un poquito comenzó a esconderlas lentamente mientras me devolvía la mirada con serenidad.
—¡No dejes que las vean! Te recuerdo que aquí soy alguien muy conocido y podrían descubrir nuestra identidad si te relacionan con mi imagen. —Me coloqué la capucha, aún con pánico, oyendo al grupo de adolescentes reírse y aplaudir hacia nuestra dirección.
Apolo se comenzó a abanicar con las manos mientras subíamos calle arriba hasta la casa:
—Te viniste a alojar en el país más cálido que pudiste hallar, ¿No crees? —En cuanto vio que nos quedamos solos en la vía, se quitó el manto de seda con brusquedad. Sonreí malicioso.
—Si quieres le pedimos a Zeus que te deje ir a un lugar más fresquito... ¿La India te apetece? —Sugerí. Tampoco aguantaba el calor, pero ya faltaba poco para que comenzara la época de frío.
Lo bueno de Santiago es que es tranquilo.
—MALDITO CUPIDO NOS CAGASTE EL SAN VALENTÍN HUEÓN. —Gritaron desde uno de los edificios a la par del mío, cuando me estaba preparando para sacar las llaves.
Apolo se partió en carcajadas y, ante el silencio abismal de parte del azabache, supuse que Anteros se habría limitado a solo voltear en búsqueda de la voz. No tuve el valor suficiente para decir o hacer algo, preferí el silencio y la derrota ante este fatídico San Valentín, y seguir buscando las llaves.
—Si aquí en la tierra se dedican a maldecirte cada que pueden, entonces mi estadía será larga. —Amenazó el castaño entrando tras de mí al pasillo de la residencia. La palabra "amenaza" para mí es tener a Apolo mucho más tiempo en la tierra. —Por fin los mortales y yo tenemos algo en común. —Añadió.
Y eso que aún no ha conocido Twitter y las "Maravillas" que dicen sobre mí en estas fechas. —Pensé mientras subíamos en el ascensor.
No pude evitar prestar atención en las reacciones de ambos en cuanto entraron a mi "Lujoso" departamento (No lo digo yo, lo dice la renta) Que si bien no fueron las típicas caras de admiración que suelo recibir cuando la gente pasa a mi hogar recibí comentarios que recordaré:
—No te creo... —Apolo sorprendido corrió hasta mi sofá —¡¡Hasta los cojines son corazones!!
—Cliché. —Murmuró ¿Anteros?
—Y la pared es rosa... —Habló para sí mismo Apolo.
—Y el centro de mesa tiene bombones.
—¿Eso de ahí es la estatua de venus?
—JAJA ANTEROS, MIRA ESTO —Gritó eufórico Apolo mientras señalaba una pintura donde aparecía cuando era un querubín, el azabache sonrió tratando de no reírse escandalosamente junto al castaño.
—¡EY! —Los llamé mientras me ponía de pie frente al cuadro —¿No les enseñaron que husmear en casa ajena es de mala educación? —El dúo se carcajeó en cuanto hicieron una comparativa a mi yo actual con la pintura, harto de la situación los senté en el sofá... Ese... El de cojines con corazones.
—Tu casa es como un San Valentín eterno. —Comentó mi gemelo sin mirarme, apreciando con sus ojos grisáceos la temática romántica de la sala. Me apoyé de una columna frente a ellos y me crucé de brazos.
—Si no queremos que nos descubran hay reglas que tenemos que cumplir entre los tres, ¿Están claros? —Guardaron silencio. —La primera es no mostrar las alas. —Miré al pelinegro recordándole la escena en la calle.
—Soy inocente de cualquier acusación. —Levantó sus manos Apolo.
—Claro, se me olvidaba que eras el trillizo sin alas. —Sonreí sarcástico y Apolo me enseñó el dedo del medio. Ignorándolo continué: —Tenemos que cambiar sus nombres y tener papeles legales que certifiquen que se llaman así.
Anteros se giró a verme.
—¿Qué pasa con mi nombre?
—No te sirve. —Tomé asiento de igual forma frente a ellos —Es mejor que pases desapercibido con un nuevo nombre de pila.
Apolo se alteró. —¿Qué? Ni creas que me voy a colocar un nuevo nombre. ¡Además, tu nombre es el mismo! ¡¡No es justo!!
—Por eso mismo. Sería extraño ver a Eros alias "El Dios Cupido" caminar junto a Apolo y Anteros por allí. Si no cambié mi nombre fue debido a que... Bueno... —Desvié mi mirada con algo de vergüenza, —Comercialicé con mi nombre.
Los dos se intercambiaron miradas dudosas ya que no comprendían la situación.
—Estoy fingiendo ser Cupido.
—Pero eso no tiene sentido... —El castaño hizo una mueca de confusión —¡¡Tú eres Cupido!!
Llevé una mano a mi rostro: —¡Lo sé! Pero aquí los mortales no saben eso... Osea, ¿Sí? Pero yo solo soy un personaje para ellos.
Tanto el azabache como el castaño arquearon una ceja, todavía no estaban captando.
—¡Para ellos soy un mortal que se personificó como Cupido y se abrió una empresa! —Y vociferaron un "Ahhh" en conjunto.
—En fin... —suspiré. —Anteros, tú te llamarás Ángel ¿De acuerdo? —Asintió.
—Y tú Apolo... Te diremos Lolo.
—¿¡QUÉ!? NADIE ME LLAMARÁ CON ESE NOMBRE TAN RIDÍCULO —Protestó, pero ya era tarde, ese nombre había pasado como una broma por mi cabeza, pero me divertí tanto con su reacción que, ¿Por qué no? Bautizado como Lolo será.
—Ángel suena bien. —Musitó mi hermano mientras que el dios a su lado lo tomó de la túnica y lo comenzó a jalar.
—¡LOLO! —Se quejó. —¿¡TE SUENA BIEN "LOLO"!? REACCIONA, TENEMOS NOMBRES DE PAYASO.
—Bien, bienvenidos a la tierra: Ángel y Lolo Amoris. —Sonreí forzadamente, —"Hermanos" del grande, exitoso, y guapísimo empresario Eros Amoris.
Apolo —O "Lolo"— palideció y se levantó en busca de la puerta;
—ME NIEGO, ME NIEGO.
Calmadamente fui tras él, la puerta solo podía ser abierta con mi tarjeta, ni por más que él intente forzarla va a poder abrirla.
—¿Quieres un té para relajarte, "Lolo"? —Lo tomé del brazo para que dejara de forzar mi puerta, él lo quitó de un tirón y se dio la vuelta con evidente enojo.
—¡Basta de burlarte de mí! Siempre me haces la vida imposible. —Soltó mirándome con rabia, sin alterarme me acerqué y cuando estuve cara a cara le dije algo que siempre quise decir:
—¿Eso no debería decírtelo yo a ti? Recapacita.
Me di la vuelta para dirigirme al interior junto con Anteros, pero no contaba con que Apolo me empujaría levemente.
—¡No sabes cuánto te detesto!
Algo en mi interior se revolvió, pero no me mostraría vulnerable ante alguien como él.
—¿No fuiste tú... —Me di la vuelta para observarlo directamente— Quién me hacía la vida imposible cuando vivía en el Olimpo? —Apreté mis puños, sintiendo mis latidos más presentes que nunca. —Te recuerdo que la razón por la que escapé fue por los tipos como t-
Apolo golpeó la pared.
—Tú lo has dicho: escapaste. Escapaste y creaste una nueva vida —Murmuró con las manos en la pared. —Ni siquiera Zeus pudo quitarme la maldición que me echaste encima... Maldito... ¡MALDITO! —Comenzó a gritar —¡¡POR TUS CAPRICHOS ME JODISTE LA VIDA!! ¡¿CÓMO ESCAPO YO DE ESO?! ¡¿AH?! Y AHORA MÁS ENCIMA VENGO A REPARAR TUS CONFLICTOS. —Ahora él me había tomado del polerón¹ y me tiró contra la pared dejándome con un cúmulo de emociones a punto de estallar y gritarle cuanto pudiese, no fue hasta que Anteros se interpuso que ambos nos separamos.
—Estamos todos cansados del largo viaje. —Tomó al castaño por la espalda y me miró lleno de seriedad: —Mañana nos pondremos al pendiente. Debemos descansar.
...
No fue hasta que ellos dos pudieron dormirse, en la misma cama que la mía —Que menos mal y era grande— que pude pensar con claridad todo lo que había pasado.
Este ha sido el 14 de febrero más caótico de toda mi existencia, la pregunta aquí es, ¿Cómo lo resolveré?
Observé en la esquina la aljaba junto con el arco sintiéndome emocionado, pero también aliviado: Ahora debía encontrar la razón del por qué no funcionaron las galletas, pero también encontrar una nueva alternativa para los clientes que compraron el producto y restaurar el fallo, con mis flechas es más que pan comido esta situación y lo mejor de todo es que las personas estarán más que felices con sus amores resueltos, ¡Ahí está! Que mentecita tan brillante. Es como cuando resolví mi problemita con Apolo.
Y ahora que lo mencioné, ¿De qué maldición hablaba?
Reconozco que lo fleché hace mucho tiempo y lo condené al desamor por parte de una ninfa, ¡Pero estoy seguro de que logré revertir los efectos de ambas flechas! Entonces...
¿Qué otra cosa pasó después de eso? Porque desde allí decidí irme a la tierra y no le hablé hasta entonces.
Tampoco es como que él me haya comunicado sobre su desgracia.
Ahora que lo pienso, tal vez Anteros por eso se volvió tan unido a Apolo: Me fui de casa cuando pasaron otros incidentes dentro del Olimpo, sin oportunidad de verlo después de anular los efectos ni tampoco haberme despedido de mi hermano, que ha cambiado mucho, por cierto.
¿Tal vez encontraron apoyo en el otro durante todo este tiempo?
Volteé a verlos: Anteros dormía pacíficamente en el centro de la cama mientras que el otro estaba al borde de esta y una idea fugaz me invadió por completo.
—Morfeo² —Miré al techo, dudoso. —Por favor haz de las tuyas y dale un sueño profundo. —Recé en voz baja para luego con cuidado mover un poco la cobija encima del pecho del dios castaño y colocar con extremo cuidado mi mano por encima.
No, no estaba seguro de lo que iba a hacer. Es fácil para mí ver el corazón de un humano, tanto así que puedo hacerlo a simple vista, pero para ver el de un dios... Digamos que es un tantito más complicado:
—En este corazón solo yo mando, quito, pongo y vedo...³ —Suspiré. —Pero además de esto, observo.
Cerré mis ojos preparado para el escenario al cual fuese transportado a través de una visión, pero lo que me sorprendió fue el hecho de que no pude ver nada.
Absolutamente nada, para cuando abrí los ojos seguía en mi habitación.
No pude sentir la presencia del corazón de Apolo.
Confundido me senté e intenté hacer lo mismo con Anteros, aplicando el mismo rezo, y aunque con él si pude entrar a una visión...
—¿Qué?
Acabé por verme a mí mismo en un lugar oscuro y frío.
Más que estar en un sitio en concreto, sencillamente estaba perdido.
El corazón de Anteros estaba vacío.
Y eso terminó orillándome a salir de ese frívolo espacio y volver a la cálida pieza junto a ambos dioses que dormían plácidamente a mi lado. Miré con terror mis manos.
¿Qué estaba pasando con sus corazones?
꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦♡꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦
¹. Polerón: Suéter, sudadera, buzo.
². Morfeo: Divinidad griega del sueño, uno de los muchos hijos de Hipno. Puede dar forma y controlar los sueños.
³. "Mando, quito, pongo y vedo...": Es un pasaje extendido y adaptado para esta novela de un fragmento de Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes en donde hace aparición Cupido. El fragmento original dice así:
Yo soy el dios poderoso
en el aire y en la tierra
y en el ancho mar undoso
y en cuanto el abismo encierra
en su báratro espantoso.
Nunca conocí qué es miedo;
todo cuanto quiero puedo,
aunque quiera lo imposible,
y en todo lo que es posible
mando, quito, pongo y vedo.
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