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Kafli O1

Faltaban menos de quince minutos para que la estruendosa campana del pequeño pueblo de Gwangcheon, al norte de Corea del Sur, anunciara el comienzo de año nuevo.

Gwangcheon es un pueblo bastante tranquilo, cerca de una de las ciudades más conocidas: Daegu.

Nada pasaba en Gwangcheon.
Muy rara vez había delincuencia, y nada muy escandaloso. Un pequeño robo a alguna gasolinera o una pelea estudiantil.

Nada se escondía en Gwangcheon.
Todos sabían las desgracias y dichas del de al lado, no había quién no se enterara de lo que pasaba en ese pueblo... Hasta la persona más asocial podía describir perfectamente los cotilleos de todas las ancianas del pueblo.

Y por sobre todo...

Nada ni nadie salía de Gwangcheon.
No es que hubiera un tipo de muro o rejilla que no permitiera salir a sus habitantes de ese pueblo.
Pero... Algo había, algo más allá de lo visible y tangente que no te permitía irte. Como un imán atrayendo todo lo metálico a su paso.

Nadie quería irse ni enfrentar el ruido de las grandes ciudades, preferían la tranquilidad y sinceridad de su pequeño y simple pueblo.

Menos HaMin, quien quería salir al fin de ese silencioso y oscuro lugar.

Odiaba ser la única que pensaba de manera diferente y que por eso se le discriminara... ¿Pero qué podía hacer contra ello? Sus pensamientos no eran como todos querían que fueran.
Ella no quería seguir el negocio de su padre como sastres de Gwangcheon ni apoyar el negocio automotriz de su hermano mayor.

No... Ella quería algo más que eso.
Quería algo más alocado y mágico.
Algo "inútil", como lo llamaría su familia.

Ella quería estudiar mitología. De todos los tipos y culturas.

Su pasión por esas historias nació al ver películas tan famosas como Narnia, El señor de los anillos, La Trilogía del Hobbit y demás...
Anhelaba poder profundizar en esos temas... Mas no podía, pues en la biblioteca del pueblo no habían libros ni revistas que hablaran de ese tema, como si solo fueran palabrerías sin sentido.

Pero si la gente cree en que venimos del mono... O que un Dios Todopoderoso nos creó...

¿Por qué no creer en Hadas, Alfas y Omegas, Faunos y Elfos?

Dicen que es demasiado descabellado e irreal... ¿Pero venir del mono no lo es?

—¡Hey, HaMin! — Gritó SeokJin, su amigo más allegado, mientras corría hacia ella. — Con los chicos vamos a ir al bosque a ver los fuegos artificiales, ¿vienes?

HaMin miró por sobre el hombro de su amigo, notando seis chicos y una chica, quienes conocía perfectamente... Los amigos de Jin.

Los amigos de SeokJin variaban de muy idiotas a muy locos.

Jeon JungKook era idiota, pero de los buenos. Sus ojos eran adorables, muy similares a los de Bambie. Su cabello oscuro caía liso sobre su frente y una inocente sonrisa decoraba su rostro. Su cuerpo era delgado y marcado, además de alto.
Kim NamJoon era el maduro. Siendo de mayor estatura, era el que mejor se daba a respetar. Sus mejillas eran decoradas con bellos hoyuelos cuando este sonreía. Sus ojos rasgados y oscuros siempre mostraban amabilidad, mientras que su cabello oscuro le hacía ver más joven.
Jung HoSeok era uno de los locos, pero amado. Era el divertido del grupo, quien siempre sacaba sonrisas y carcajadas. Su sonrisa era amplia y hermosa, junto a una nariz respingada y delgada. Sus ojos oscuros —al igual que su cabello—  transmitían confianza y esperanza cada vez que te miraba. Siendo alto y delgado también, tenía cierta elegancia con cada paso que daba.
Min YoonGi era... Bueno... Él respiraba. Era uno de los más bajos de ahí, pero también era delgado. Su piel excesivamente blanca contrastaba con su cabello oscuro, el cual estaba ligeramente desordenado. Sus ojos rasgados y gatunos transmitían una seriedad atemorizante, mientras que sus labios —si es que tenías la oportunidad— podían darte la más hermosa sonrisa que podrías encontrar jamás.
Park JiMin era una mezcla de locura con timidez. Siendo el más bajo del grupo y de las manos más pequeñas, siempre era reconocido como una dulzura de persona, aunque su tonificado cuerpo demostraba todo lo contrario. Sus ojos oscuros eran tan confiables y a las vez tan inquisidores, que podías perderte en ellos, al igual que en sus rellenos labios.
Lee JiEun era arpía en todo sus aspectos. Además que se colaba en todo lo que incluyera a los chicos ya nombrados. Su cabello castaño corto y liso resaltaba lo blanca que era su piel. Sus ojos almendrados eran realmente adorables, cuando la chica era todo menos eso. Su sonrisa a distancia se veía sincera y real, pero si la veías de cerca podías notar que ella en su mente podría estar maldiciéndote sin remordimientos. Aún así, todos la soportaba pues su imagen era tan linda, que a nadie parecía importarle su personalidad.
Y Kim TaeHyung... Era la peor mezcla de idiotez con locura. Sus ojos, labios y nariz eran sus atractivo más resaltante, pues todo en su rostro y cara estaban perfectamente colocados. Su cabello era oscuro al igual que sus ojos, su piel era acaramelada y su voz grave como la de un hombre ya adulto. Siendo alto y delgado, llamaba mucho la atención, por su muy atractiva apariencia.
Pero Kim SeokJin no se quedaba atrás, siendo reconocido por su hermoso rostro en todo el pueblo. Su piel blanca y cabello oscuro eran la mejor combinación. Sus ojos eran comprensivos y sus labios generosamente rellenos. Su risa era estruendosa, convirtiéndose en uno de sus encantos. Sus hombros eran anchos y su estatura muy alta, siendo la imagen de novio perfecto para todas las jóvenes de Gwangcheon.

¿Cómo es que alguien tan bello como Jin tenía amigos tan... Peculiares?

—Paso. — respondió, no queriendo compartir los últimos minutos del año con gentuza como esa. Prefería quedarse en ese parque en el cual todas las familias de Gwangcheon se reunían a ver los fuegos artificiales. — Pero diviértete.

SeokJin puchereó. —Pero no será lo mismo sin ti...

—Ya, déjala. — apareció TaeHyung pasando un brazo por los anchos hombros de Jin. — A la niña le dan miedos los bosques de noche.

¿Cómo podía caber tanta estupidez en un solo cuerpo? ¿Había siquiera un humano que lo aguantara?

—Cállate Kim. — gruñó HaMin. — No pedí tu opinión.

A TaeHyung le pareció gracioso ver el ceño fruncido de la joven Ahn, así que no contuvo su sonora carcajada, provocando más rabia en sus contrarios.

—Ah... Siempre serás la cobarde HaMin, supéralo. — continuó TaeHyung.

Jin bufó y con su codo golpeó las costillas de su dongsaeng. —A veces siento que no te conozco, Tae. ¿Qué te pasa?

—¿A qué te refieres con "qué me pasa"? — rió Tae sobándose su costado. — No es mi culpa que tu amiga sea cobarde.

—¡No soy cobarde! — gruñó HaMin, harta de las burlas de ese grupito.

TaeHyung sonrió sarcástico y se acercó a la chica claramente más baja que él, haciéndolo sentir superior.

—Pues... — susurró cerca de su rostro, provocando escalofríos en ella por lo grave y profunda de su voz. —... Demuéstralo.

Siempre había razonado que "es más tonto el que responde", pero HaMin se había aburrido de ser la inteligente en esas situaciones. Estaba harta que la gente la tratara de cobarde o de niñata por sus gustos o forma de ser, ¿es que acaso les dolía el que ella fuera diferente?

Es por ellos que no dudó en aceptar la "invitación" de demostrar su falta de cobardía. No pensó en si estaba bien en dejar a su familia botada en ese parque ni en que debería pedir permiso primero, solo se dejó llevar por sus emociones primordialmente negativas.

El problema era que HaMin sí le temía a la oscuridad.
¿Cómo demostrar valentía cuando esta es inexistente en ti?

—No se vale pedirle ayuda a las hadas. — rió TaeHyung, provocando carcajadas en el resto del grupo, menos en HaMin y SeokJin, quien no dudó en golpear la nuca de Kim. — ¡Ya!

—¿Cómo que "ya", mocoso? — contra atacó SeokJin mientras abrazaba a HaMin por los hombros, guiándola por los senderos del bosque. — Detente con tus juegos, que te recuerdo que soy amigo de tu madre.

Ahora la que se reía era HaMin, ya que el rostro de Kim TaeHyung era un poema.
La madre de Tae era un amor de persona... Menos cuando se enteraba de las travesuras de su hijo. Nadie la detenía en golpearlo con cualquier tipo de calzado o de quitarle cualquier aparato electrónico.

—Hace tanto frío... — murmuró JiEun acercándose a Tae. — Oppa, abráceme.

—Ve a putear a otro lado, Lee. — habló finalmente YoonGi, quien era el único de los chicos ahí dispuesto a bajarla de su nube. — A todo esto, ¿quién demonios te invitó? Estamos entre amigos, y tú no eres nuestra amiga.

—Cierra la boca, Min. — bufó molesta JiEun, apartándose de TaeHyung. — Eres un imbécil.

JiMin levantó los brazos. —¡Ya, calma! Venimos aquí a disfrutar, ¿no? Así que dejen sus pendejadas para otro día del año.

«Disfrutar mi trasero» Pensó HaMin, quien ya se comenzaba a arrepentir por haber perdido ante los caprichos de Kim TaeHyung. ¿Por qué se habían permitido influenciar por sus jugueteos tan infantiles? ¿Por qué no pensó mejor las cosas?

—Jin... — susurró suavemente hacia su amigo. — Creo que oí algo...

SeokJin sonrió con ternura, conociendo lo asustadiza que era su amiga en cuanto a oscuridad se trataba.

—No pasa nada, es solo tu imagina-...

Sus palabras se quedaron en su boca cuando el sonido de hojas moviéndose y ramas crujir, se hicieron presentes.

—Parece que hay más personas en el bosque de lo que imaginé. — rió nervioso TaeHyung, intentando de negarse a sí mismo que esos ruidos no habían sido para nada sospechosos.

—Hyung... — habló JungKook. — ¿Y si mejor nos vamos?

—¡Hey! ¿No me digas que eres cobarde como HaMin? — se burló.

—¡Que no soy cobarde! — gritó ella. Lo gritó demasiado fuerte, alarmando a ciertas criaturas que pasaban por ahí.

Una luz cegadora rodeó a los jóvenes, provocando que todos se taparan los ojos por lo fuerte de esa luz.
Todos comenzaron a retroceder sus pasos, queriendo librarse de esas luces, mas parecía no valer la pena.

—¡Corran! — gritó NamJoon cuando un misterioso humo blanco comenzó a rodearlos también.

Los siete chicos corrieron para donde las piernas les permitió junto a JiEun, pero HaMin cayó de bruces al suelo cuando sintió como si un imán la atrajera hacia ese humo y hacia esa luz.
Gritó por ayuda, queriendo levantarse, pero sin lograrlo en su totalidad. No entendía porqué su cuerpo no respondía como quería, llenándola de pánico y terror. Se volvió a arrepentir de haber ido al bosque.

¡HaMin! ¡Vamos HaMin!

Sintió como SeokJin gritaba por ella, pero lo hacía como si estuviera bajo el agua.
Se estaba desmayando ahí, siendo atraída por esas cosas inexplicables.

En Gwangcheon nada ni nadie salía... Mas esa noche, cuando la campana del pueblo sonó avisando que era año nuevo, la luz y el humo desaparecieron... Al igual que quienes lo provocaron y quien estaba cerca de este.

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