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Prólogo 《Lejos...》(Editando)

Más allá de las estrellas que alguna vez nuestra civilización ha visto y llegado a estudiar, en medio de este vacío, silencioso pero caótico paisaje al que llamamos universo, que un evento marcará el futuro de todo lo que se conoce hasta ahora, ya sea para bien o para mal. Y el origen de estos sucesos, lentamente se gestaría en un peculiar lugar, dentro de un sistema solar compuesto de una pequeña estrella, una enana roja, del cual orbitaban siete planetas, en lo más lejano de la galaxia.

Entre estos planetas, al borde de la nada misma, uno destacaba de los demás, se trataba de los más cercanos a la estrella y de un tamaño mediano, familiar para nosotros hasta cierto punto. Este a primera vista podía ser confundido con nuestro hogar: La Tierra, por la viva y abundante geografía que se lograba ver en su interior, pero al mismo tiempo, era diferente, ya que alrededor del planeta giraban enormes anillos planetarios al igual que varias lunas de distintos volúmenes. Siendo, aunque familiar, un mundo totalmente distinto y desconocido, cómo si fuese una copia inexacta de aquello a lo que llamamos hogar.

Sería cercano a los anillos que giraban alrededor del planeta, un cuerpo extraño y de origen misterioso que flotaba sin dirección alguna, y parecía acercarse a los anillos del planeta por la fuerza gravitacional de estas, lo que encendieron las alarmas de aquellos que se encontraban cerca y decidirían investigar.

Entonces, un conjunto de naves que rondaban el espacio, compuestos de tecnología y características nunca antes vistas propias de pertenecer a otro mundo, patrullaban los exteriores del planeta, como de costumbre en caso de alguna amenaza, hasta que una de estas se separó del resto y decidió acercarse para investigar aquél misterioso cuerpo, respondiendo a la preocupación de qué podría ser eso. Por lo que buscaron aquel objeto misterioso y una vez que lo encontraron, lo atraparon sin mucho esfuerzo y procedieron a llevarlo al interior de su nave para ser inspeccionado, debido a su extraño tamaño y peso que despertó verdaderas dudas en los tripulantes de la nave.

Estando dentro sería trasladado a la zona de almacenamiento de la nave, donde con las herramientas que allí dispondrían comenzarían a indagar en lo qué era esa cosa, notándose que aquello parecía estar envuelto de una tela plástica muy resistente que protegía lo que tuviera en el interior.

—¿Tienen alguna idea de lo que pueda ser esto? — Preguntó preocupado uno de los tripulantes, que se encontraba ayudando a abrir ese extraño cuerpo espacial.

—No realmente, es bastante pesado y grande de lo usual, pero está cubierto de esta tela dura que parece ser un aislante. — Contestó otro de los tripulantes, quien se estaba encargando de romper aquella extraña tela que envolvía el objeto.

—¿Cómo es posible que algo así esté tan cerca del planeta? ¿Tal vez se trate de los restos de algo? — Comenzó a preguntar el tripulante mientras realizaba más esfuerzos en romper la tela.

De pronto y tras tantos intentos, aquellos tripulantes lograrían romper la gruesa tela, viendo por fin lo que se encontraba el interior, quedando sorprendidos al igual que horrorizados.

—¡Llama al general, tiene que ver esto! — Grita uno de los tripulantes al otro, pálido de lo que acababan de ver.

El otro tripulante haría caso a lo dicho por su compañero y de inmediato iría a buscar a aquel que se encontraba al mando en esa nave, por lo que, al cabo de unos minutos se harían presentes más de los tripulantes acompañados de aquel que parecía ser la autoridad allí.

Él se acercaría rápidamente para ver de qué se trataba la misteriosa cosa que vieron, y al verlo quedaría en shock. Se trataba de lo que parecía ser una persona, y cuando los demás tripulantes lo vieron gritarían del pánico, lo que haría que aquello despierte.

El terror de todos los presentes se volvería mayor al ver como aquella persona pareció volver a la vida y lograba con esfuerzo salir de lo que quedaba de aquella tela que lo envolvía, revelando que no era una persona de carne y hueso, sino un ser sintético similar a ellos. Viéndose que su interior estaba compuesto de cables y placas metálicas, los cuales realizaban un ruido chirriante debido a los esfuerzos de aquel ser.

Ese ser se percata de la presencia de los tripulantes e intentó acercarse a ellos, pero cayó al suelo sin éxito debido a los múltiples daños que presentaba su cuerpo, incapaz de poder permanecer en pie, mientras que los tripulantes y su general quedaban petrificados por lo que estaban viendo.

—¿Qué es eso? — Preguntó un tripulante a su general, mientras ve con terror lo que tienen frente suyo.

—Un guardián... — Respondió en voz baja el general, en shock al ver a tal ser y parecía conocer qué era.

Aún con lo aterrados que se encontraban todos los tripulantes presentes, el general decidió acercarse al ser, lo que impresionó a todos. Aunque lo que los dejaría aún más impresionados sería lo que sucedió después.

Aquel ser, se movía con algo de esfuerzo lo más cerca que pudiera del general y levantaría su mirada para, con una voz robótica pero dañada, decir: —Lléveme con los sacerdotes de Dorana, tengo una muy importante noticia para ellos. — Escuchándose como con esfuerzo intentaba hablar debido a los daños que presentaba.

Al escuchar eso, el general se dirigió nuevamente con los tripulantes y estos quedarían asombrados ante la interacción de él y el ser.

—Arréglenlo lo mejor que puedan, debemos volver de inmediato a Aureol. — Dice el general a sus tripulantes, quienes quedaron impactados ante tales órdenes.

—¿Qué pasa general? — Decide preguntar aquél que es segundo al mando, extrañado por la repentina reacción de su general.

—No tienes idea de lo malo que significa todo esto, por eso hay que volver a Aureol de inmediato y dirigirnos a la ciudad de Dorana lo más pronto posible. — Contesta de manera seria el general, mostrando estar preocupado por la situación, lo que incomodó a los tripulantes al ver por primera vez a su general de esta manera.

Sin decir nada más y dejando muchas dudas, los tripulantes aun así obedecieron a las órdenes del general, mientras él y otros de los tripulantes volverían a la sala de controles de la nave, ya que debían apurarse, por lo que significaba todo esto.

Así la nave comenzó nuevamente su rumbo, dirigiéndose esta vez al interior del planeta. Mientras que en el interior de la nave los tripulantes que se quedaron con aquel ser, intentarían arreglar su dañado cuerpo cómo podían y lo que tenían.

Debido a la velocidad, el viaje sería tumultuoso al cruzar la densa atmosfera de aquel planeta, llena de gruesas nubes que dificultaban la vista. Pero aún con ese percance el cruce fue exitoso y lograron sobrevolar lo que son los cielos anaranjados del interior del planeta.

Debajo de ellos pudo observarse la curiosa naturaleza que componía a este lugar, que, aunque verdes varias de las plantas que llenaban cada rincón de las praderas o bosque que cruzaban, estos poseían formas peculiares, viéndose constantemente cómo los tallos y troncos se deformaban en curvas perfectas, mientras que las hojas poseían formas espirales y circulares.

A pesar de las bellas vistas que representaba que representaba aquellas zonas naturales, pronto se comenzarían a ver civilización a lo lejos. Ciudades enormes, compuestos de edificios que se alzaban a los cielos, pero componían de una estructura menos avanzada tecnológicamente, asemejándose a estructuras cómo los que alguna vez fueron para nosotros jardines colgantes que algunas vez existieron.

Se podía ver, como a pesar de la tecnología, las civilizaciones parecían haberse quedado estancadas en una época diferente pero impresionantes al mismo tiempo. ¿Cómo era posible que esa gente logrará vivir de esta manera?

Fuera de las impresionantes vistas, el viaje continúo, sobrevolando diferentes mega ciudades que compartían estas características hasta que llegarían al borde del mar, donde un gran edificio en medio de todo resaltaba por su majestuosidad.
Fue allí que, en una zona libre de los jardines de aquel lugar, que la nave aterrizaría sin problemas, lo que impresionó a aquellos que se encontraban fuera del edificio por tal visita inesperada.

Con apuro, la compuerta de la nave se abrió y los tripulantes y el general ayudarían al ser mecánico a salir de la nave para llevarlo al interior del edificio, siendo recibido por dos niños que parecían trabajar allí.

—Esto es... ¿Un templo de la espiral? — Diría uno de los tripulantes al reconocer aquel enorme edificio.

Rápidamente, las puertas del lugar fueron abiertas dejándolos entrar, hasta que lograron llegar a la sala principal: Una enorme sala llena de pinturas y dibujos de lo que parecían ser deidades y otros seres, a los cuales veneraban.

Fue en medio de la habitación que se encontraron un grupo de personas con ropas extravagantes y a la mitad de lo que parecía ser una meditación, pero su momento de tranquilidad fue interrumpida por la llegada de la inesperada visita.

—¡¿Cómo se atreven a interrumpir nuestro momento de medita-?! — Intentaría decir una mujer, quién era la mayor autoridad allí, pero quedó atónita al ver quienes eran los que los visitaban.

Vio con asombro y terror al ser que se encontraba con las personas, reconociendo lo que era al instante. Y debido a esto, las demás personas presentes con ella comenzaron a susurrar entre ellos.

—¿Es un guardián? ¿Qué fue lo que le pasó? — Preguntó uno de las personas.

—¿Va traernos malas noticias? — Pregunta otro, igual de indignado que los demás.

Aún así, la mujer impresionada se acercó al ser extrañada al mismo tiempo de aquel suceso.

—¿Cómo fue que llegaste hasta aquí? ¿Y tus compañeros? — Comenzó a preguntar la mujer al ser, pero este parecía no poder responderle correctamente.

— ¿Qué fue lo pasó? — Decidió pregunta nuevamente la mujer al ser.

—Todos han muerto, lograron liberarla. Y ahora ya no nos queda mucho antes de que venga y acabe con todo. — Contestó con gran esfuerzo el ser, entregándole a aquella mujer un rollo que tenía en su interior algo —Hemos fallado, perdimos a todos los objetos y ahora ella está libre.

—Este será el último mensaje de los guardianes a ustedes, los sacerdotes...

—Pronto, moriremos todos...— Dijo al final el ser, quien se desplomaría en el suelo, una vez que cumplió su propósito.

Ante esto, la mujer pidió a sus sirvientes que todos los visitantes se retiren de la sala, pero al ser, por petición de esta, sería llevado a un lugar diferente. Y una vez hecho eso y que la sala volviera estar vacía de visitantes, la mujer leyó aquél rollo dado, tornándose su rostro de terror, y las demás personas como ella se percataron de esto, quienes seguían impactados de lo que acababa de pasar.

—La reina vendrá por nosotros, estamos condenados. — Diría en pánico una de las personas allí, lo que incomodó a los demás.

—¿Qué es lo que deberíamos hacer? — Preguntó otra de las personas, dirigiéndose a la mujer, quien seguía en shock por lo que acababa de oír.

—No nos queda de otra que prepararnos y afrontar a esa cosa. Si nosotros lo creamos es nuestra responsabilidad acabar con eso de una buena vez. — Dijo decidida la mujer, lo que no calmó la situación entre los demás.

—¿Y qué hay de las personas? ¿Deberíamos decir algo? — Cuestionó otra persona, viéndose nerviosa por lo que significaba la situación.

—Si se enteran, habrá un caos, sucederá lo mismo que cuando hubo la guerra.

—¿Entonces? — Volvió a cuestionar.

—Lo mejor es tener oculto por ahora, aún es muy pronto. — Contestó la mujer, y continúo con un: —Aún es muy pronto, debemos esperar un poco más...

—¿Y por qué hay que esperar? ¡Un terrible peligro se acerca a nosotros! — Exclama otra de las personas allí, extrañada ante lo dicho por la mujer.

—Es por los objetos, eran primordiales, pero ahora ya no tenemos ni uno. — Contesta la mujer — Aunque... Aún nos queda alguien que nos pueda servir...

—¿A quién te refieres? — Preguntan todos los presentes al mismo tiempo, confundidos sobre a quien se refería ella.

—Él sabe algo, sólo hay que esperar a que pueda hablar... — Contesta nuevamente la mujer, pero de una manera muy ambigua para todos.

—Sólo nos queda esperar...

Y así, un silencioso pánico comenzó a crecer dentro de la sala, pues todo estaba a punto de cambiar y no de una buena manera. Por lo que sólo quedaba una última salvación para ellos.

Fin del prólogo.

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