Capítulo 5 《Propósito》
Se escuchan unos pasos acelerados haciendo eco en los pasillos desolados y destruidos del lugar. Una pequeña silueta femenina de cabellera blanca busca en cada puerta que se encuentra algo, pero que desafortunadamente no logra hallar.
Entonces, en uno de los múltiples pasillos, al abrir una de las puertas, se encontraría con lo que estaba buscando desde un principio.
Encima de una camilla, totalmente destruido y con personas a su alrededor intentando arreglar sus partes rotas, Copernicio yacía allí, Victorioso, pero también Derrotado del ataque que no llevaba mucho tiempo de haber ocurrido.
Las personas al notar aquella presencia dejarían la habitación para que ésta estuviera a solas con el destruido robot, quién veía impactada la escena.
“Ca 20”, quién veía con horror la escena, comenzaría a tener una cascada de emociones encontradas que no comprendía.
Un nudo en la garganta se le formaría, al igual que un sentimiento de terror, todo mientras se acercaba lentamente a cuerpo del robot. Ya había experimentado estos sentimientos antes.
Repentinamente, múltiples pasos se escucharían tras la chica, quién mantenía la mirada baja, para que seguidamente una mano se posará encima de su hombro.
Al alzar la vista y ver a su costado vería a una mujer con ropajes extravagantes, expresando seriedad en su rostro mientras miraba fijamente a la joven. La chica ya sabía quién era pero aún así se sorprendería al notar la facilidad con la que la encontraron nuevamente.
- Lo sentimos mucho por esto... *Dice la Sacerdotisa a la chica, mostrando pesar en sus palabras*
- Al menos tú estarás bien. *Agrega la Sacerdotisa a lo que dijo*
- Mientras tanto acompáñanos, este no es un lugar muy seguro para ti. *Menciona la Sacerdotisa a la chica, quién se extrañaría por este pedido*
- ¿Porqué? *Pregunta confundida la chica, a quién se le pondría el rostro pálido*
Luego de decir aquella frase, la joven tendría un hemorragia en la nariz para luego terminar cayendo al suelo sin fuerzas.
Pero antes de tocar el piso, despertaría de aquello de manera repentina como si se tratara de un sueño. Aunque lo que ahora presenciaba sería algo confuso para la joven.
Ahora se encontraba parada en medio de un camino asfaltado, mientras varias maquinarias que parecían de transporte iban de un lugar a otro alrededor de ella. No sabía en dónde se encontraba ahora, ni reconocía el lugar de alguna forma.
Aunque lo que más la confundiría sería el ver su reflejo en un charco de agua cercano, notando que aquél cabello blanco y largo sería cambiado por uno castaño oscuro y muy corto al igual que despeinado, incluyendo el detalle de que la ropa que llevaba era otra.
Ella sentiría terror en aquél momento, no sabía quién era exactamente, qué hacía allí y qué pasó antes de terminar allí. Estando todos sus recuerdos extrañamente borrosos.
Entonces unas voces jóvenes se escucharían a lo lejos, quiénes llamaban a alguien que de alguna forma la chica dedujo ser su nombre.
- ¡Letha! *Exclama una voz en la lejanía, pero no había forma de ubicar el origen del mismo*
- ¡Letha! ¡Por aquí! *Exclama otra voz, el cuál, similar al anterior, tenía un origen misterioso*
- ¡Despierta! *Gritan ambas voces al mismo tiempo, lo que causa que todo el entorno se corrompiera y forzará a la joven a despertar*
Con lo dicho al final, la joven despertaría nuevamente, ahora encontrándose en la realidad, muy asustada por lo que acababa de presenciar y sintiéndose muy confundida por todo lo que está pasando.
Al mirar a su alrededor más relajadamente se encontraría nuevamente en la enfermería, específicamente acostada en una camilla, con un atuendo diferente al que recordaba la última vez.
Alrededor de ella se encontraban algunas personas en bata que preparaban algunos papeles, medicamentos y otras cosas, estando muy ocupados para notar el despertar de la joven.
Cuando mira en uno de sus costados, se encuentra con una pequeña cortina de aislamiento, el cuál al mirar lo que se encontraba detrás vería un montón de camillas ocupadas por otras personas, que eran atendidas y se encontraban en muy mal estado.
La joven se sentía muy extraña con la situación, se sentía perdida y no sabía qué hacer en ese momento, creciendo poco a poco una duda en su interior.
Entonces de manera repentina, una persona en bata notaría que la chica ya se encontraba despierta, a lo que rápidamente fue a atenderla cómo se debe.
- ¡Buenos días, jovencita! ¿Cómo has amanecido? *Saluda amablemente aquella persona en bata*
- No sé si realmente bien... Me siento tan extraña... *Contesta sintiéndose fuera de lo normal la chica*
- ¿Qué fue lo que me pasó? *Pregunta la chica curiosa de cómo llegó allí*
- Ayer, luego del ataque, terminaste desmayándote nuevamente. *Explica de manera simplificada la persona en bata*
- ¿Ayer? No sabía que ya había pasado un día entero. *Contesta impactada la chica al escuchar ese dato*
- Tranquila, es normal sentirse algo desorientada. *Menciona la persona, quién comienza a anotar algo en su libreta*
- ¿Qué hay de Copernicio, el guardian? *Pregunta intrigada la chica, al no saber de la situación de él*
- ¿El guardian? No se sabe nada de él. *Contesta extrañada la persona en bata*
- ¿Puedo ir a verlo? *Pregunta la chica, sonando preocupada*
- Lo siento, pero eso va en contra de nuestras reglas. *Explica la persona en bata, impidiendo que ella saliera de su camilla*
- Pero es importante para mi ir a verlo. *Intenta por su parte explicar la chica, intentando convencer a la persona con bata*
- Tal vez más tarde, pero ahora no puedes por tu estado débil. *Dice la persona con bata luego de mucho insistir*
- Además, debo darte tu dosis diaria para que no vuelvas a tener desmayos. *Agrega la persona en bata y de encima de una mesa agarra una jeringa con aguja*
- Está bien. *Contesta la chica, al ver que debe estar allí más tiempo*
Luego hablar, la persona en bata revisaría el brazo de la joven para seguidamente inyectarle una jeringa.
- Veremos si esto logra ayudarte. *Menciona la persona en bata luego de retirar la aguja de la jeringa del brazo de la joven*
- ¿A qué te refieres? *Pregunta extrañada la chica ante tal frase*
- Esta inyección es experimental, veremos si funciona con los sangrados repentinos que tienes. *Explica la persona en bata*
- ¿Qué posee la inyección? *Pregunta interesada la chica*
- Es una pequeña dosis de plasma. Aunque es usada entre nosotros para casos de hemorragias como los tuyos, no sabríamos con certeza si será efectivo en ti. *Menciona la persona en bata*
- Pero ¿Porqué se originan estos sangrados? *Pregunta la joven en busca de resolver una duda*
- Desafortunadamente no lo sabemos, pero por lo que podemos sospechar es algo que se encuentra en tu "interior", algo con lo que has nacido. *Explica la persona en bata*
- Tal vez sea algo malo en tu ADN, algo que heredaste de tus progenitores o algo que tu cuerpo creo de manera autoinmune. *Agrega a su explicación la persona en bata*
- ¿Para eso eran los exámenes y pruebas de ADN que me hacían? *Pregunta curiosa la chica al escuchar aquello*
- Exactamente. *Contesta la persona en bata*
- Pero cuando lleguemos a la estación espacial Bortz podremos saber con certeza lo que te pasa. *Menciona la persona en bata para aclarar*
- ¿Llegar? *Pregunta nuevamente la chica*
- Si, cómo lo escuchaste. La estación está en movimiento hacía su siguiente destino. *Aclara la persona con bata*
- Por la seguridad de todos se decidió hacer esto, y pronto llegaremos. *Agrega la persona a lo aclarado*
Inesperadamente, la charla es interrumpida por la llegada de un grupo de personas a la enfermería, los cuales crean un pequeño alboroto con su presencia.
Aquél grupo se acerca a la camilla en dónde se encuentra la chica y debido a esto, la persona con bata se retira rápidamente.
Cuando "Ca 20" vio de quiénes se trataban, los reconocería, eran los Sacerdotes.
- Buenos días "Ca 20", nos alegra que estés mejor. *Saluda amablemente una Sacerdotisa*
- Sacerdotisa Ametrina... *Dice la chica al reconocerla, impactada, al tratarse de la Sacerdotisa principal*
- Si, esa soy yo. *Contesta de manera amable la Sacerdotisa*
- ¿Porqué están aquí? ¿Qué es lo que quieren? *Cuestiona extrañada la chica*
- Sólo vinimos para verificar cómo estás luego de todo lo que pasó. *Responde la Sacerdotisa tranquilamente a la pregunta de la chica*
- ¿Te has sentido mejor últimamente? *Pregunta intrigada la Sacerdotisa a la chica por su salud*
- No lo sé realmente... *Contesta la chica de manera insatisfactoria*
De pronto , recuerdos fugaces de aquél extraño sueño vienen a la mente de la joven “Ca 20”, quién se encuentra muy confundida por el significado de aquello que vio.
- ¿Está todo realmente bien, "Ca 20"? *Pregunta la Sacerdotisa principal al ver que la joven no parece estar del todo normal*
- Sólo que... *Intenta decir la chica, pero se detiene casi al instante*
- ¿Cómo está Copernicio? *Decide preguntar la chica con algo de esfuerzo*
- Está siendo reparado, no debes preocuparte de eso. *Contesta de manera directa la Sacerdotisa, intentando tranquilizar a la joven*
- ¿Porqué te preocupa tanto ese robot? *Pregunta uno de los Sacerdotes que acompañaba a la Sacerdotisa principal*
- No es algo muy simple de explicar... *Contesta de manera ambigua la chica*
- Él es lo único que me queda. *Agrega la joven a lo dicho, siendo para algunos una respuesta insatisfactoria*
De pronto, uno de los Sacerdotes hace una seña a los demás, a lo que la Sacerdotisa principal al notarlo decide cambiar el tema de la conversación.
- "Ca 20", ¿Ya estás completamente recuperada para poder caminar? *Pregunta la Sacerdotisa principal a la chica*
- Creo que si, ¿Porqué quieren saber? *Contesta extrañada la joven*
- Necesitamos que nos acompañes un momento, es algo importante. *Responde la Sacerdotisa a la pregunta de la chica*
- Pero ¿Y las personas en bata? ¿Qué dirán si...? *Cuestiona la joven, pero es interrumpida por la Sacerdotisa principal*
- Tranquila, ya hemos pedido permiso para eso y podemos llevarte. *Contesta rápidamente la Sacerdotisa*
Al escuchar eso, “Ca 20” por un segundo dudaría, pero las insistentes e incesantes miradas de los Sacerdotes harían que tomará la decisión rápidamente.
- Está bien, intentaré creer en lo que dicen. *Contesta la joven, quién duda de las palabras que salen de su propia boca*
- No debes preocuparte, no te haremos nada malo. *Aclara la Sacerdotisa principal a la chica en un intento de tranquilizarla*
- Lo sé, pero eso no es lo que me preocupa realmente. *Menciona la chica acerca de lo dicho por la Sacerdotisa*
- ¿Entonces qué? *Pregunta extrañada la Sacerdotisa*
- No lo entenderían… *Responde de manera ambigua la chica*
Entonces, luego de hablar, la joven se levanta de su camilla y se coloca sus zapatos para ir con los Sacerdotes, pareciéndole extraña aquella petición por parte de ellos, pero incapaz de rechazar debido a un terror que sentía con la presencia de los Sacerdotes.
Al estar lista, fue junto a los Sacerdotes, quiénes la acompañarían en todo momento y la sacarían de aquella enfermería en dónde se encontraba.
Caminarían y avanzarían por múltiples pasillos, "Ca 20" no podía reconocer ningún lugar en el cuál pasaban sintiéndose desorientada.
Mientras avanzaban por aquellos pasillos, la Sacerdotisa, quién se encontraba al costado de la chica, decidiría hablar con la joven para "aclarar" algunas cosas.
- Estos días fueron muy duros para todos, no esperábamos que algo así sucediera tan pronto. No estábamos preparados. *Empieza a decir la Sacerdotisa*
- Lamentamos mucho que hayas tenido que vivir todo esto. *Pide perdón la Sacerdotisa mientras avanzan por los pasillos*
- No sé qué decir... *Contesta de manera extraña la chica*
- Han pasado tantas cosas, ni siquiera entiendo porqué pasa todo esto. *Agrega la chica a lo dicho, mostrándose bastante extraña y desorientada por todo lo que ha pasado hasta ahora*
- ¿Porqué los Hélix me buscan? ¿Qué quieren de mi? *Pregunta la joven, buscando aclarar sus dudas de una vez por todas*
- No es tan simple de explicar, para alguien como tú. Has sido creada con un propósito y aquél propósito es algo que puede definir el destino de todo el universo. *Contesta de manera simple la Sacerdotisa principal*
- Por eso eres tan importante para nosotros. *Menciona la Sacerdotisa*
- ¿Cuál es mi propósito? *Pregunta curiosa la chica al escuchar lo dicho por la Sacerdotisa*
- Ya te dije, no es simple de explicar. *Contesta nuevamente la Sacerdotisa, con una respuesta inconclusa*
- Sólo puedo decirte que eres una pieza importante para un rompecabezas. *Agrega a lo dicho para dejar claro su punto*
- Por eso me mantienen viva... *Deduce la joven al escuchar aquella respuesta por la Sacerdotisa*
- Pronto todo te será revelado, joven "Ca 20" *Menciona la Sacerdotisa a la chica*
Mientras hablaban llegarían al lugar destinado, una gran habitación que se encontraba al final de un largo pasillo, resguardado por puertas igual de grandes.
Cuando las puertas se abren y dejan al descubierto el interior de aquella habitación, la joven reconoce algunas caras familiares reunidas en el centro de aquél lugar.
Sentados en lo que parecía ser una sala de estar dentro de la habitación, tres personas se encontraban esperando pacientemente a que todos los Sacerdotes llegarán, rápidamente sorprendiéndose al ver a la chica entre los muchos Sacerdotes que entraban al lugar.
Cuando todos entraron, la gran puerta se cerraría tras ellos, dejándolos sin la posibilidad de irse de aquél lugar.
- Será mejor que tomes asiento junto a los de allá, ya iré en un momento. *Dice la Sacerdotisa a la chica, apuntando a los asientos en la sala de estar*
- ¿Porqué ellos también están aquí? *Pregunta extrañada la joven acerca de aquellos que se encontraban en la sala también*
- Ya les explicaré pronto, por ahora ve a sentarte. *Contesta la Sacerdotisa y manda a sentarse a la chica*
"Ca 20", obedeciendo lo dicho por la Sacerdotisa, se acercaría hacía dónde se encontraban las personas sentadas, reconociéndolos de inmediato. Aquellas personas eran aquél general de los marineros espaciales, que había conocido en su primer día en la estación y los sirvientes del templo que se parecían entre ellos, que habían "ayudado" a Copernicio.
- ¡General! *Exclama la joven sorprendida al reconocer al general Corindón*
- ¡Señorita! ¡Está usted bien! *Menciona el general Corindón al ver a la chica luego de tanto*
- Si, lo estoy... *Contesta la joven al escuchar lo dicho por el general*
- Es sorprendente que hayas sobrevivido al ataque. *Menciona la chica acerca del general*
- Es una larga historia la que pasó, pero al fin y al cabo estoy aquí. *Contesta a lo mencionado por la joven el general*
Mientras hablaba con el general Corindón se daría cuenta que al lado de él se encontraban otras dos caras familiares y muy similares, quiénes no parecían muy alegres por la presencia de la joven “Ca 20”.
- ¡Crisocol y Aventurin! ¡Ustedes también están bien! *Exclama alegre y sorprendida al ver a los dos chicos allí*
En cambio de lo esperado, los dos hermanos desviarían su vista de la chica, ignorándola, como si tuviesen vergüenza de verla, lo que la extrañaría.
Entonces notaría que aquellos jóvenes tenían muchos moretones en la cara, lo que sorprendería de mala manera a “Ca 20” y preocupada se acercaría más a ellos.
- ¿Qué les pasó en sus caras? ¿Están bien? *Pregunta nerviosa la chica a los dos jóvenes*
- No es nada, no debes preocuparte. *Contesta el chico con ropa azul*
- Claro que debo preocuparme, están heridos. *Menciona la joven a lo dicho por uno de los chicos*
-Aún así, nos merecíamos esto. *Dice el chico vestido de verde*
- Pero lo de ustedes… Nadie merece esto. *Contesta a lo dicho por uno de los jóvenes nuevamente la chica*
- No tiene caso que te preocupes por nosotros, de todas formas ni siquiera nos conoces. *Argumenta el chico vestido de azul*
Entonces con aquello dicho, “Ca 20” se quedaría en silencio, pensando que tal vez lo que él había dicho era cierto. Pues ella realmente solo los conoció una vez y ni siquiera por su cuenta.
Aunque tenía un deseo de seguir hablando con aquellos chicos, ella decidiría tragarse sus palabras y dejarlos en paz, para seguidamente sentarse en uno de los asientos de aquél lugar para no molestar más.
Luego de tomar asiento en uno de los sillones que habían allí, vería como la Sacerdotisa hablaba con los demás Sacerdotes de algo que no lograba escuchar. Lo único que podía destacar de aquella charla que tenía era la expresión de preocupación constante.
Entonces, luego de que la Sacerdotisa hablará con los demás Sacerdotes, al fin se acercaría hacía la sala de estar, dónde se encontraban ellos, preparada para hablarles.
- Ahora que al fin estamos reunidos, es lo más apropiado comenzar a hablar sobre lo que nos compete. *Empieza a hablar la Sacerdotisa a todos los presentes*
-De seguro se estarán preguntando ¿Porqué ustedes en especifico están hoy aquí y ahora? Pues la respuesta es simple y compleja a la vez. *Menciona la Sacerdotisa*
- Todos ustedes, han tenido alguna conexión con el guardian “Copernicio”, aunque en especial el haberlo ayudado a llegar hasta aquí. *Explica la Sacerdotisa principal a todos*
- Y de seguro estarán extrañados que en este punto varios de ustedes no están encarcelados o haber perdido sus puestos de autoridades, pero la razón es que hice un trato y lo estoy cumpliendo como me lo pidieron. *Menciona la Sacerdotisa*
- Y debido a todo lo que acaba de suceder, hemos decidido hacer algunos cambios drásticos para poder asegurar la supervivencia de alguien en especifico. *Agrega la Sacerdotisa principal a lo dicho*
- ¿Ese “Alguien” se trata de mi? *Pregunta la chica a la Sacerdotisa*
-Si, y es que creo apropiado explicar ahora el porqué eres tan valiosa para nosotros. *Contesta la Sacerdotisa la pregunta*
- ¿Cuál es la razón exacta? *Pregunta la chica a la Sacerdotisa de manera directa*
-Empecemos por lo simple y notable. No eres un humano común y corriente, o al menos uno que hayamos conocido en todo nuestro tiempo en el espacio. *Comienza a explicar de manera sería la Sacerdotisa*
-Fuiste creada, algo que sabes, pero la razón es porque provienes de una especie humana que actualmente se encuentra extinta. *Menciona la Sacerdotisa a su explicación*
- Si bien, eres un fósil viviente, eso no explica del todo el porqué tienes tanto valor para todos. *Agrega nuevamente a su explicación*
-¿Acaso hay otras razones? *Pregunta la chica ante lo mencionado por la Sacerdotisa*
- Si. Y eso es lo que tienes dentro de tu cabeza. *Contesta directamente la Sacerdotisa*
- ¿Qué? ¿A qué te refieres? *Pregunta extrañada por lo contestado*
- Algo que sólo los de tu especie tiene, y es valioso para casi cualquier otra especie humana en el universo. *Aclara la Sacerdotisa principal*
- Pero ¿Qué es? *Pregunta nuevamente, aún sin estar realmente entendiendo lo que dice la Sacerdotisa*
- Simplificando todo, allí dentro hay información, una muy valiosa, un conocimiento totalmente antiguo. *Explica la Sacerdotisa de manera resumida*
-Pero aquella información está de alguna manera comprimida y sin alguna forma natural de que sea activada o recuperada. *Detalla en su explicación*
-¿Con natural te refieres a que…? *Pregunta la chica pero antes de terminar la oración la Sacerdotisa interviene*
- Tu cuerpo es incapaz de realizar ese trabajo. Por ende los métodos que habrían que aplicar serían bastantes delicados. *Aclara nuevamente la Sacerdotisa*
- ¿Cómo cuales exactamente? *Pregunta intrigada la chica y algo preocuoada*
- Un ejemplo sería una cirugía. Sería lo menos arriesgado, pero sigue siendo peligroso. *Ejemplifica la Sacerdotisa sobre aquello*
- Pero, ¿Porqué tengo esto dentro de mi cabeza? *Pregunta nuevamente la chica, incapaz de comprender lo que la Sacerdotisa explica*
- Es algo heredado, todos los humanos de tu especie tienen esa capacidad. Tal vez tu ancestro fue alguien bastante importante. *Contesta la Sacerdotisa, intentando explicar a lo que se refiere*
- Todo esto, lo que me dices… No lo comprendo, sigo sin comprender… *Reacciona la chica al escuchar todo lo dicho por la Sacerdotisa*
- Pronto lo entenderás, sólo que ahora no tenemos tanto tiempo para explicarlo. *Aclara la Sacerdotisa*
- ¿Pero acaso hay más razones por las que soy tan importante? *Sigue preguntando la chica para aclarar dudas*
- Bueno, algunas cosas minúsculas, pero que no vienen al tema ahora. *Contesta de manera ambigua e insatisfactoria*
- Al menos ya te he explicado el porqué te denominamos muy importante y valioso. *Menciona la Sacerdotisa *
- Aunque, ¿Porqué ellos están aquí? ¿Qué tienen que ver conmigo fuera de lo de Copernicio? *Pregunta confundida la chica*
- Ahora explicaré eso. *Responde la Sacerdotisa, y comienza a buscar en sus bolsillos algo*
Entonces la Sacerdotisa saca de los bolsillos de su vestido dos pequeñas medallas, y con ellas en mano se acerca a los hermanos.
- Aunque ya no son sirvientes, ahora tendrán un nuevo propósito. *Dice la Sacerdotisa a ambos chicos mientras les muestra a ambos las medallas*
- ¿Cuál es, señora santa? *Preguntan ambos hermanos bastante impresionados por lo que la Sacerdotisa acaba de decirles*
- Ahora les otorgaré el deber de guardaespaldas de la joven “Ca 20”. *Contesta la Sacerdotisa a la pregunta de los hermanos*
- ¿Guardaespaldas de ella? ¿Porqué? *Preguntan extrañados e impactados los chicos*
- Necesitábamos a gente que esté dispuesta a proteger nuestra valiosa y especial chica, y ustedes pueden ser los indicados. *Explica la Sacerdotisa a los hermanos*
- Pero, señora santa, no sabemos nada de combate como para protegerla. *Menciona el chico vestido de azul, preocupado por él y su hermano*
- Eso no será problema, pues para eso el general Corindón está dispuesto a entrenarlos. *Contesta a aquello la Sacerdotisa, mencionando al general*
- ¿Yo? *Pregunta el general, extrañado al escuchar su nombre*
- Si, aunque aún no explico cuál es tu rol aún. *Explica brevemente la Sacerdotisa a el general para tranquilizarlo*
- Ese es el nuevo deber de ustedes dos, e incluso podrían recuperar sus antiguos puestos de sirvientes. *Agrega la Sacerdotisa a lo que decía sobre los chicos*
- ¿En serio? *Preguntan intrigados ambos hermanos al escuchar aquello dicho*
- Si, pero sólo si hacen un buen trabajo. *Responde la Sacerdotisa, poniéndoles ese acuerdo a los chicos*
- Entendido señora santa. *Dicen los dos chicos, emocionados por su nuevo rol*
- Perfecto. *Reacciona la Sacerdotisa al ver la opinión final de los hermanos*
Así la Sacerdotisa entrega las dos pequeñas medallas a los dos jóvenes, quiénes se notan fascinados con aquella oferta.
Una vez que termina de hablar con los hermanos, la Sacerdotisa se acerca al general, quién se ve confundido sobre a lo qué quiere llegar la Sacerdotisa.
- Ahora es tu turno. *Es lo primero que dice la Sacerdotisa a el general, de manera muy directa*
- ¿Cuál es mi deber dentro de esto? *Pregunta sin rodeos el general Corindón*
- Si bien no perderás tu puesto de general, ni a tus marineros, ya no serás un marinero espacial, ahora serás uno bajo nuestra tutela. *Explica la Sacerdotisa al general*
- ¿A qué quieres llegar con esto? *Pregunta para llegar al punto de las razones de la Sacerdotisa*
- Si bien, podrás transportar a quién quieras en tu nave, incluso al mismísimo guardian, ahora será bajo nuestro órdenes. *Aclara la Sacerdotisa al general, dejando claras sus intenciones*
- Así podrás tener una utilidad en nuestro gran plan y no perderás tu gran puesto de general. Que sé que te costó mucho adquirir. *Agrega la Sacerdotisa a lo dicho anteriormente*
- ¿Y si me opongo? *Pregunta en tono de burla el general*
- Perderás tu puesto y obviamente serás desterrado. *Contesta directamente la Sacerdotisa, lo que deja callado al general*
- ¿Aceptas o rechazas la oferta que te ofrezco? *Pregunta la Sacerdotisa intrigada por la respuesta del general*
- Está bien, acepto. *Contesta de manera forzada, mostrando cierta agresividad en aquellas palabras*
- Buena elección general. *Menciona al respecto la Sacerdotisa*
- Además de eso, ahora cuidarás y entrenarás a la joven “Ca 20” y a los gemelos Crisocol y Aventurin. *Agrega a lo dicho la Sacerdotisa respecto al rol del general, sonando burlesca*
- Entendido, señora santa… *Responde el general sobre lo dicho por la Sacerdotisa, costandole decir aquellas palabras, cómo si fuese obligado*
Entonces la Sacerdotisa se acerca más al general Corindón y en voz baja decide decirle algo:
- Al menos no perdiste tus modales. *Susurra la Sacerdotisa al oído del general, en un tono amenazante*
De pronto, un aviso suena en toda la estación desde los parlantes en todo el complejo. Un aviso bastante esperado por todos en general.
- Aquí les hablan desde la sala de controles de la estación espacial Dia a todos los pasajeros, nos aproximamos a la estación espacial Bortz, prepárense para la evacuación a la siguiente estación. *Dice aquél aviso desde los parlantes*
Aquellas palabras alegran a todos los Sacerdotes en la habitación, incluyendo a la Sacerdotisa principal, aunque “Ca 20” no sabría si definir aquello como una buena noticia.
Tal como se dijo en aquél aviso, todos comenzarían a prepararse para la evacuación rápidamente. Y aprovechando este momento “Ca 20”, al igual que los gemelos, junto a algunos Sacerdotes, se retirarían de la habitación para prepararse para la tan dichosa evacuación.
Mientras tanto, el general sería el único que se quedaría en aquella habitación, junto a la Sacerdotisa principal y los demás Sacerdotes que se encontraban allí, en medio de un ambiente ahora silencioso.
- Bien, al fin ya estaremos en una zona más segura. ¿No lo crees general? *Menciona aquello la Sacerdotisa en un tono extraño al general*
- ¿Qué es lo que realmente quieres? *Pregunta directo el general*
- Me conoces bastante, nunca puedo disimular que necesito que me hagas un favor. *Contesta la Sacerdotisa, evadiendo la pregunta*
- Dilo de una vez. *Exige el general a la Sacerdotisa*
- Bien, cómo tú quieras señor... *Contesta a aquello la Sacerdotisa a regañadientes*
- Necesito que, una vez lleguemos a la estación espacial Bortz, tu gente y tú vayan a buscar a la persona que rearmo desde el inicio al robot. *Explica la Sacerdotisa de una vez por todas sus intenciones*
- ¿Te refieres a esa doctora, no es así? *Cuestiona el general a la Sacerdotisa*
- Si. *Contesta sin rodeos la Sacerdotisa*
- Nos será de mucha ayuda tratando con ese gigantesco guardian. *Aclara la Sacerdotisa el porqué de la petición*
- ¿Acaso no había ingenieros de último nivel aquí? ¿Porqué recurrirías a una doctora? *Pregunta extrañado el general por aquél pedido*
- ¿Sabes lo que podría pasar si me contradices, verdad? *Contrarresta la Sacerdotisa de manera agresiva a las preguntas del general*
- Claro que lo sé. *Contesta, sabiendiendo a lo que se refiere, el general*
- Entonces, simplemente haz lo que te pido. *Ordena la Sacerdotisa a el general con imponente voz*
- Estás abusando de tu propio poder ¿Sabes? *Cuestiona el general a la Sacerdotisa*
- ¡No me digas! Cómo si fuera que tú no lo hiciste también. *Contesta de manera más agresiva la Sacerdotisa, fingiendo estar sorprendida*
- Ninguno de los dos somos realmente santos y lo sabes… ¿O quieres que te recuerde el porqué te convertiste en general? *Menciona la Sacerdotisa al general*
- No toques ese tema. *Contesta de manera defensiva el general, furioso de que se mencione aquello*
- Si no quieres que lo haga, ve haz tu trabajo. *Extorsiona la Sacerdotisa al general, de manera agresiva y manipuladora*
- Después de todo, sigues siendo un soldado. *Es lo último que dice la Sacerdotisa al general en su discusión*
Luego de dicho eso, el general se retiraría de la habitación sin decir nada y a paso acelerado, esto haciéndole gracia a la Sacerdotisa principal.
- ¿Señora santa, está segura de que hará caso a lo que le dijo? *Pregunta uno de los Sacerdotes que estaban presentes allí*
- Créeme, lo hará. *Contesta confiada la Sacerdotisa*
- Mientras, preparémonos para la evacuación. Tenemos aún mucho trabajo que hacer. *Ordena la Sacerdotisa a todos los Sacerdotes presentes hacer*
Así, los Sacerdotes y la Sacerdotisa abandonan la habitación, dejando el lugar totalmente vacío y silencioso.
A la par que sucedía eso, en otro lugar, específicamente en una enfermería, todas las personas se encontraban preparando para la evacuación de la estación, de manera apurada y desenfrenada.
Las personas en bata agarraban todo lo que veían necesario llevar de la enfermería, mientras los pacientes preparaban sus pertenencias que estaban dispuestos a transportar en la siguiente estación.
Entre esa gente se encontraba “Ca 20” y los hermanos, quiénes también se preparaban, aunque en el caso de ellos, por un sentimiento de obligación.
La joven “Ca 20” organizaría las pocas cosas que ella tiene para llevar, haciendo esto con una mirada perdida y sin emoción alguna, estando gran parte del tiempo callada.
Quién notaría aquél comportamiento sería uno de los hermanos, que ayudaban a las demás personas con sus cosas, al ellos no tener realmente algo para llevar, siendo en éste caso “Crisocol” el joven vestido de azul, quién se preocuparía por el comportamiento de la chica.
Éste se acercaría a ella de manera amable, sintiendo culpa y preocupación por el estado de la joven, sintiendo que las palabras que le había dicho a ella cuando estaban reunidos fueron muy hirientes.
Cuando él estaba en uno de sus costados ella lo miró con una expresión de pena sin decir nada hacía él. Debido a esto, Crisocol, decidiría hablar con ella un rato.
- Perdón por como te trate allá. No medí mis palabras. *Pide disculpas el joven Crisocol bastante nervioso*
- Por eso estás triste ¿Verdad? *Pregunta Crisocol para aclarar sus dudas*
- No. *Responde directa la chica*
- ¿No? ¿Porqué? *Pregunta nuevamente Crisocol, extrañado con la respuesta de la chica*
- No tengo rencor contigo ni con tu hermano, después de todo fui muy molesta con ustedes en ese momento. *Aclara sus respuestas la chica*
- No fuiste molesta, perdón por hacerte pensar eso. *Dice al respecto Crisocol, sintiéndose culpable*
- No hay porqué debes disculparte, yo me merecía eso. *Menciona la chica, quién rechaza los perdones de Crisocol*
- No, nadie merece eso. Tú también me dijiste eso. *Contesta Crisocol acerca de aquello, intentando recordar las palabras de la chica anteriormente*
- ¿En serio? Entonces podría denominarme una hipócrita. *Dice la chica al escuchar aquello, sintiéndose de manera muy negativa*
- No digas eso, no has hecho nada malo. *Menciona Crisocol en un intento de hacerla sentir mejor*
- Tú tampoco. *Responde a lo dicho la chica, lo que impresiona a Crisocol*
- ¿Eso crees? *Pregunta, dudoso de lo que ella dijo*
- Si, eso es lo que yo creo. *Contesta la chica a la pregunta, segura de lo que dice*
- Yo pienso que... creo lo contrario. *Menciona Crisocol, dudoso de sus propias palabras*
Repentinamente, “Ca 20” se quedaría en silencio en medio de la conversación, esto extrañando a Crisocol, quién vería que ella nuevamente inexpresiva e inmersa en sus propios pensamientos.
- ¿Qué sucede? *Pregunta preocupado Crisocol por el estado de la chica*
- Nada realmente, sólo estoy pensando en algo. *Responde la chica sin darle importancia a su estado*
- ¿Y en qué piensas? *Pregunta curioso Crisocol*
- En porqué a mi. *Contesta directa y seria la chica*
- ¿Qué quieres decir? *Pregunta nuevamente Crisocol, confundido*
- De entre los muchos como yo, la que tenía que sobrevivir justamente tenía que ser yo. *Dice la chica, sonando muy triste en sus palabras*
- Perdí tanto en tan poco tiempo, ni siquiera sé qué sentir al respecto. *Agrega la chica a lo anterior*
- Tampoco sé lo que soy… No soy una humana cómo ustedes, sino algo que parece o pretende ser cómo ustedes. *Menciona la chica, sonando confundida*
- Siento que mi mera existencia es un error, algo que nadie esperaba al final. *Dice la chica sobre ella misma*
-Y para el propósito que debo cumplir sólo soy un “Objeto”. *Agrega la chica, sonando totalmente inexpresiva*
- ¿Qué pasará cuando ya haya cumplido la razón por la que me crearon? ¿Moriré o seguiré viva sin ningún propósito? *Comienza a preguntar la chica, expresando sus muchas dudas*
- Hay tantas preguntas en mi cabeza, no sé qué hacer realmente. *Termina de expresar la chica, desahogandose totalmente*
- Yo creo que no eres un error, tal vez tengas un propósito más especial de lo que parece sólo que aún no es tu tiempo. *Contesta a todo aquello Crisocol, intentando subir los ánimos de la chica*
- Todo y todos tenemos una razón para existir. *Agrega a lo dicho Crisocol, lo que le parece familiar a la chica*
- Suenas similar a alguien que conocía. *Opina la chica al respecto de lo dicho por Crisocol*
- ¿Te refieres a Copernicio? *Pregunta extrañado Crisocol*
- No, me refería a otro similar guardian, y era similar a él. *Contesta la chica, aclarando aquello*
- ¿Recuerdas quién? *Pregunta otra vez Crisocol, bastante curioso*
- Si, pero ella ya no está viva... *Contesta de manera ambigua la chica*
- Perdón por eso, no estaba enterado de eso... Creo que sería más respetuoso que no me lo menciones. *Reacciona Crisocol a lo dicho por la chica, sintiéndose avergonzada*
- Tranquilo, no debes preocuparte. *Tranquiliza la chica a Crisocol*
- Al igual que tú. *Menciona Crisocol al respecto*
- Gracias... Realmente gracias. *Agradece la chica a Crisocol, lo que lo pone nervioso*
Entonces Aventurin, el hermano de Crisocol, se acerca hacía ellos con una noticia bastante importante interrumpiendo el momento entre ellos dos.
- Hermano, ya debemos irnos. *Informa Aventurin a Crisocol*
-¿Ya está todo? *Pregunta Crisocol a su hermano Aventurin*
- Si, y nos esperan las demás personas en la puerta. *Contesta Aventurin a la pregunta de su hermano*
- Bien, vámonos. *Dice Crisocol y los tres agarran sus cosas para salir de la enfermería*
Los tres listos, salen de la enfermería, la cuál, ahora, se encontraba totalmente vacía, reuniéndose con las personas en bata que los esperaban en la entrada del lugar.
Cuando todos ya se encontraban junto al grupo, comenzaría el avance de todos, junto a otros grupos de personas, hacía la compuerta de seguridad, un pasillo que conectaría la estación Dia con la estación Bortz.
Así, caminando entre la multitud, y mirando hacía su destino, todos los sobrevivientes del ataque avanzarían hacía su posible salvación.
Entonces, un aviso en los parlantes de la estación sonaría, uno que anunciaba lo que todos esperaban.
- Atención todos, la estación espacial Dia comenzará el acoplamiento de carga con la estación espacial Bortz, todos aquellos que se encuentren cerca de la compuerta de seguridad tomen distancia. *Informa el aviso en los parlantes*
Y así cómo dijo el aviso, la gran estación, o lo que quedaba de ella, se acercaría lo suficiente a la enorme estación espacial Bortz, lo que lograría que uno de los pasillos para el acoplamiento de la estación Bortz logre conectarse con aquél de la estación Dia.
Cuando todos los mecánismos de fijamiento de ambos pasillo lograrán, con éxito anclar ambas zonas, la compuerta de seguridad del pasillo al fin se abriría.
Cuando todos vieron eso, rápidamente corrieron alegres hacía el otro lado del pasillo, siendo el otro extremo ahora un lugar más seguro.
Ahora con la compuerta abierta, todos entrarían a la estación espacial Bortz, revelando ser un complejo mucho más grande que la estación Dia.
Y junto a la entrada a la estación, muchos marineros espaciales de aquella estación comenzarían a recibir a la gente y a ayudarlas.
Si bien la pesadilla ya parece haber terminado para todos, para unos pocos aún no, quiénes con un peso encima por el temor constante de que algo así vuelva a pasar, seguía al tanto de todo.
Entre esa gente, el general, quién iba junto con sus compañeros marineros entre la multitud, aprovecharía ese momento para realizar la misión que se les había encomendado.
Ahora debían encontrar a aquella persona que podría restaurar a la única ser que puede mantener a la raya al enemigo.
Y esa persona se encuentra en el planeta dónde comenzó todo, el planeta "Aureol".
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