26 - Beber y tristeza.
Momo hace unos meses había creído que hizo lo correcto. Había seguido esa atracción que sintió hacia la princesa de Japón, le había coqueteado hasta que se la llevó a la cama, la invitó a salir tantas veces hasta que se hicieron novias, y fue años después que pudo hacerla su esposa en una escapada a Corea.
Creyó que eso era todo, que el único problema que tendrían podría ser que el rey Akira dé lucha, pero se sintieron aliviadas de que no sucediera (por algunos años). Creyó que los problemas desaparecieron ahí, pero no.
En los próximos quince años hubo discusiones, problemas, estrés. Los problemas no acababan cuando se casaban, sino que entraban a una nueva etapa de su vida donde tendrían que pelear (tanto entre ellas, como juntas) por alcanzar esos sueños de tener un final feliz.
Pero hay una gran frase que dice 'Si es amor, no tendrá final, y si tiene final, no será feliz', entonces no tendrían ese final feliz, sino que habría una eternidad más profunda para allá.
Por voluntad.
Pero cuando era algo externo, alguien que quería separarlas, entonces sí habría el final, pero claramente no feliz.
O por lo menos no en sus perspectivas, porque en la perspectiva de Akira y Eun debe ser un gran final feliz, mientras que para ellas terminará en la trágica muerte del dolor sentimental que les causaba perder lo que más amaban.
Beber alcohol mayormente siempre es relacionado con la tristeza y los despechos, pero ella bien recuerda las noches que tomaban unas copas de ese alcohol con sabor a frutas que a Mina tanto le gustaba. Esas noches que hablaban por horas, que reían y coqueteaban, que se abrazaban y besaban (y una que otra noche la pasaban en la cama) entre palabras arrastradas por lo ebrias que se ponían.
Las veces en que Jihyo se despertaba y Mina parecía que el alcohol se le iba y se ponía a atender a su bebita, para dejarla dormida con un beso en la frente, y volver hacia su esposa.
Cuando Sauce hizo un desastre en la cocina, y Jihyo huyó de la casa por tres días enteros para no enfrentarse por su perro (Mina se terminó preocupando, pero Momo le aclaró que estaba en la casa de una de sus amigas haciendo pijamadas, y disfrutaron de su tiempo de casa sola).
Bueno, tal vez el alcohol si tenga una estrecha relación con la tristeza, pues ahora Momo estaba sollozando en la habitación de un hotel barato y mal cuidado, uno donde no la podrán encontrar y donde había comprado botellas de licor con solo el propósito de olvidar, de no querer creer que Mina ya no estaba, que sus más preciados recuerdos no se podrán repetir, porque su esposa se había disparado una bala en el corazón.
¿Cuánto había pasado en ese lugar? Tal vez ya pasó un día, pues Momo sabía que llegó en la noche, y por la ventana se veía que ahora era plena luz del día.
Había estado despierta toda la noche, pensando en los bonitos momentos que antes podía recordar con felicidad, pero que ahora son melancólicos y deprimentes porque no volverá a ese tiempo, no tendrá a Mina como en esos recuerdos.
Todo quedó en el pasado, y Momo ni siquiera podía pensar en su hija, porque el dolor parecía ser más grande que eso. Tal vez fue egoísta, pero es su decisión, no quiere soportarlo más.
Y no lo hizo.
¿Fue egoísta que se dirigiera al baño, entre tropiezos, con uno de los vidrios rotos de la botella de licor? ¿Fue egoísta tirarse al suelo con una expresión pensativa hacia ese afilado vidrio que decía 'Sabor de frutas' en la etiqueta? ¿Fue egoísta dirigirlo hacia sus venas para hacer un corte rápido? ¿Fue egoísta irse sin pensar en la pequeña que dejaba com el dolor de perder sus dos madres?
No importaba ahora, pues Momo se fue.
Y Jihyo ese día en la tarde recibía la noticia. Si la de su mami Mina no la derrumbó por completo, la de su mamá Momo la hizo casi estar segura que no se podría levantar del suelo y no podría dejar de llorar.
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