Capítulo 3 ["Fuegos artificiales" : Peón C2 A C4}
La iluminación eléctrica era tenue, lo que le otorgaba un tono lúgubre a la inmensa mansión Prime. En la fría noche una leve llovizna resonaba sobre el tejado. En una de las pocas habitaciones iluminadas de la enorme mansión un apuesto joven se arreglaba su camisa blanca; mientras por la puerta, salía a hurtadillas una de las sirvientas.
Cinco minutos después; el alumno de Prodigy caminaba por los anchos pasillos de la mansión, adornados con antiquísimas reliquias de la época de la niñez. Los sensores de movimiento y reconocimiento facial prendían y apagaban las luces a medida que el joven avanzaba.
Luego de una larga caminata, llego a su destino.
Una enorme puerta de madera, con decoraciones en oro y adornada con telares, se abrió ante él dándole entrada al comedor. Un gran salón impecable, con decoración tecnológica y antigua, una enorme mesa de 52 puestos en el centro y donde un retrato de la familia, de 20 metros de ancho por 10 de altura, lucia imponente en la pared principal.
En el comedor lo esperaban sus hermanos: Blaise, Eithan y Nathalie; acompañados de varios sirvientes.
― Gracias por esperarme― Dijo Alexander un poco apenado, su importante tarea había durado 15 minutos más de lo esperado.
―Siéntate rápido que se va a enfriar― Respondió Blaise con gracia, el hermano mayor.
Quien con tan solo 23 años había conseguido la presidencia de la empresa que su familia había fundado; la cual varios accionistas querían reclamar luego de que sus padres fallecieran en un accidente aéreo. Ya 7 años de eso, pues ahora con mas edad y eliminados sus opositores, contaba con el completo apoyo de la junta directiva.
El primer hijo de la familia Prime al ver a su hermano entrar en el comedor se entristeció, pues lo consideraba demasiado ingenuo e inocente; y a pesar, de ser a quien mas amaba, pues fue el quien lo crio. No podía compartir con su hermanito, lo que él y Eithan conocían, su noble naturaleza no podría soportar la dura realidad.
Eithan por su lado, espero impaciente a que Alexander se sentara y apenas lo hizo, se lanzo sobre la comida. Codorniz asada, con vegetales y especias; acompañado de un vino reliquia, botellas de la edad de la niñez, cuyo sabor añejado la Mija 2.0 no podía replicar.
Este, el segundo hijo de la familia Prime, ya se había dado por vencido con su idealista hermano. Se había asegurado, junto con Blaise, de que experimentara los placeres de la vida y sus inclementes desigualdades. El proceso fue todo un fracaso ya que su hermano no había hecho uso de “todos los medios posibles” para cumplir ciertas tareas, lo que confirmo su naturaleza noble y débil. Lo único que consiguieron fue volver a su hermano en todo un mujeriego, cosa que les daba igual; siempre y cuando solo se casara con quien ellos aprobaran, o en otras palabras, con quien le arreglaran un matrimonio.
― ¿Como van tus estudios Nathalie? ― pregunto Blaise, cortando el silencio que se había formado cuando todos empezaron a comer.
Nathalie agarro una servilleta bordada y se limpio la boca antes de responder.
― Todo perfecto ― sonrió la joven.
Nathalie se encontraba en el último grade de colegio, ya pronto ingresaría a Prodigy para potenciar mas aun su increíble intelecto. Blaise ya lo veía, con Nathalie entre sus científicos la compañía ganaría millones.
―Que alegría ― contesto su hermano mayor.
― Si, esperemos que este nuevo año no haya niños con depresión ―interfirió Eithan, mirando fijamente a su hermana.
Los tres varones la sobreprotegían rosando la obsesión, pues era la menor de todos. Se asemejaba a su difunta madre tanto en belleza e inteligencia, pero sin lugar a dudas la superaba en ambas cuestiones. Para Alexander resultaba natural el cuidar de su hermanita, ya que ese es el deber de todo hermano mayor y al ser tan hermosa necesitaba más protección de lo convencional.
Sin embargo, Blaise y Eithan no protegían tanto a su hermana por su belleza, lo que les interesaba a estos era su increíble intelecto. Nathalie a los 6 años había hackeado la seguridad de la compañía a nivel mundial, desde el computador de la recepcionista de una de las plantas de producción; a los 12, descubrió un compuesto que eliminaba varios efectos secundarios de las costosas pero muy lucrativas medicinas contra el virus Iudicium, que aunque no lo curaban prolongaban la vida del paciente por varios meses; a los 16, encontró el patógeno que permitió a varios renombrados científicos explicar las mutaciones que recibieron algunos humanos, los cuales refugiados en las cavernas recibieron grandes dosis de radiación a diferencia de aquellos refugiaron en búnkeres; entre muchos otros logros que abarcaron todos los campos científicos.
Y debido a su increíble don, sus hermanos se empeñaban en que nadie accediera a ella fácilmente. Lo que resultaba relativamente fácil, pues la hermosa joven era educada y disciplinada, jamás les desobedecía.
― Más importante aun, Eithan ¿como te fue con las negociaciones de energía? ― pregunto Alexander tomando un sorbo de vino.
― Como siempre son duros de roer ― respondió Eithan molesto ― de no haber firmado el tratado de materias primas, esos pequeños negocios ya serian nuestros.
― Eithan, las negociaciones siempre son así, ambos lados quieren que se cumplan sus intereses― respondió Blaise con su cálida voz.
―Pues esos intereses son muy poco realistas, ¿Leíste el informe?
―Si, y si piden tanto; es porque no tienen los conocimientos adecuados, no recibieron una formación como la tuya, a ellos nos toca mostrarles el panorama completo― con el tenedor cogió un pedazo de codorniz y se lo llevo a la boca. Cuando se lo pasó, continuo ―trátalos como niños, así es más fácil. Acuérdate que lo más importante en una negociación es conocer a la otra parte.
Eithan respondió con desganas, los consejos de su hermano mayor siempre eran útiles pero el tono con el que hablaba le molestaba de sobremanera. Ya sabía que su hermano se consideraba superior a todos, pero le irritaba que lo tratara como inferior. De pronto, agacho la cabeza y le hizo señas a su hermana para que cambiara de tema. Su hermana, servicial como siempre, toco el tema que mas le interesaba al mayor de todos.
― ¿Cómo se encuentra Anastasia?
La pregunta tomo por sorpresa a Blaise, pero con cierto agrado respondió.
― Bien, al parecer ya escogió su vestido.
―6 meses para un vestido, ¿Sabe que hay mas cosas que decidir para la boda? ― interrumpió Eithan, apresurado a que cambiaran de tema.
Rieron, casi todos en la mesa sabían que Anastasia no era la mujer más inteligente del planeta. Pero su padre era el general al mando de las fuerzas unidas, lo que hacia de su hermosa y rica prometida todo un trofeo. Todos menos Alexander, ya que el siempre soñador joven pensaba que la relación de su hermano mayor se debía a amor a primera vista; escusa que Blaise había usado para explicar la repentina decisión de casarse.
― ¿Y tu Eithan? ― pregunto Alexander, animado por el buen humor que percibía.
― ¿Cuándo vas a pedir la mano de Emilia?
Eithan bostezó con fastidio, aparto los platos y cubiertos, y se recostó sobre la meza. La última persona de la que quería hablar era Emilia, la súper orgullosa y parlanchina princesa, única heredera al trono de Inglaterra. Emparejamiento planeado por su hermano y del cual no estaba totalmente convencido.
*
A la mañana siguiente Alexander caminaba orgulloso por los pasillos de Prodigy. Como siempre las mujeres los miraban con lujuria y los hombres con admiración; sus maestros lo estimaban y él se esforzaba por tratar a todos con la mayor amabilidad posible. Pero de pronto, al mismo tiempo en que una nube dejaba de tapar el sol y la luz iluminaba el pasillo, se encontró de frente con Erick.
Una sonrisa falsa se le dibujo en el rostro. Erick era extremadamente carismático, educado, inteligente y atlético; de seguro sus hermanos lo querían en la compañía. Pero por más que se esforzaba por simpatizar con él, no lo lograba. Algo en su interior le suscitaba desconfianza y no era el hecho de que Erick fuera el único estudiante que lo sobrepasaba en todos los aspectos, pues incluso las mujeres fácilmente lo ignoraban para admirar al joven de ojos verdes. Alexander aceptaba eso con docilidad, pues hacia su mayor esfuerzo en los estudios y en el deporte por lo que se sentía seguro.
Sin embargo, el emotivo saludo de Erick lo sintió tan frío y seco, como si un robot sínico le estuviese hablando. Blaise ya le había dicho que era normal sentir celos, que debía dejar pasar esos sentimientos o se amargaría el resto de la vida universitario; pero era imposible y muy dentro de si, sabia que no eran celos, se trataba de algo más.
Alexander saludo y entro rápidamente al salón. Erick al ver a su “amigo” aprovecho para despedirse de los demás estudiantes de primer año que lo acosaban en el pasillo. Se sentó junto a él y se relajo. Le encantaba estar junto a Alexander, ya que cuando se encontraban juntos nadie se atrevía a molestarlo. Las mujeres se limitaban a contemplarlos y los hombres se sentían intimidados.
Además, Alexander lo entendía mejor que nadie pues aunque era muy conversador, cuando se encontraban juntos siempre se callaba y se dedicaba a lo suyo. Sin molestar, ni alagar, Erick lo veía como casi como un igual, de no ser porque no lo podía vencer en una sola cosa; pero siempre quedaba cerca. Y eso le encantaba a Erick, sentir que alguien podía llegar a presentarle oposición, por lo que siempre buscaba maneras de enfrentarse a su amigo de ojos azules, sin parecer retador y sobre potente.
Mañana salían a una inspección de campo y hay volvería a retarlo disimuladamente.
*
Ya estaba bastante entrada la noche, los arboles y pájaros electrónicos iluminaban las calles de la urbanización con sus colores estándar, Azul y verde. Una moto negra, con llantas que desprendían luz neón verde atravesó la hermosa urbanización con rapidez hasta llegar a una gran casa en sus afueras.
La bulla se alcanzaban a escuchar, la casa se encontraba iluminada por luces de distintos colores que se movían y cambiaban al son de la música. Frenó en seco entre varios carros, todos estacionados sin orden aparente, y bajó de su llamativa moto. Erick se quito el casco con un suspiro de fastidio, no podía imaginar utilidad alguna para una de las excéntricas fiestas de Francesco.
Se quito el casco y lo colgó en el timón de su moto. La cual de inmediato cambio de forma como mecanismo de seguridad, sonó una alarma y quedo quieta. Erick empezó a caminar entre los lujosos vehículos, las botellas de distintos tipos de alcohol y los borrachos precoces. Mientras caminaba sacó de entre su bolsillo un pequeño y hermoso antifaz; antes de llegar a la puerta principal se lo coloco en el rostro.
Un pequeño velo holográfico le envolvió la cabeza, cambiándole el color de cabello, ojos y el tono de su voz. El exclusivo y particular antifaz había sido diseñado por Francesco con la intensión de que sus amigos pudiesen disfrutar de sus eventos sin cohibirse; ya que cuando se esta en el estrato social mas alto, hay muchos ojos juzgando.
Erick ya sabia lo que tenía que hacer, rodeo la casa observando todos los detalles posibles; luego se dispuso a entrar, observar el lugar y retirarse, pues ya tendría información para predecir lo que sucedería en la fiesta y podría hablar con sus “amigos” como si hubiese festejado toda la noche.
En la puerta de la casa se encontraba recostado un alumno borracho, con buzo y gorra de color rojo. Erick simplemente lo empujo al suelo con brusquedad y paso < lo único bueno de estas fiestas son estos incómodos antifaces> pensó mientras se acomodaba el antifaz.
La sala principal se encontraba sin muebles, entre toda la gente que se encontraba bailando, besando, tomando o drogando solo habían dos mesas: la primera, un mini bar que tenía todo el trago y en donde un hombre musculoso vigilaba mientras dos hermosas jóvenes lo vendían; y en la segunda, un carísimo equipo de sonido, de ultima tecnología que era capas de percibir el ambiente y colocar la mejor canción para el momento.
Erick caminó por entre la multitud, la cual lo molestaba de sobremanera; lo bueno de tener escondida su identidad era que no lo interrumpía nadie y además, podía pasar con brusquedad entre las personas. Entró a la cocina, vio como un estudiante gordo, de camisa negra y pelo largo empezaba a tomarse un barril de cerveza, alentado por sus amigos y dos mujeres visiblemente mayores para la fiesta.
Salió de la cocina, caminó por un largo pasillo abriendo todas las puertas; encontró a una pareja haciendo el amor en lo que podría ser el estudio, en un baño había un joven vomitando y en el otro se encontró con una fila de cuatro estudiantes esperando entrar al baño de damas. Terminó de inspeccionar el primer piso, y se decidió a subir al segundo.
Fue a agarrar la baranda de las escaleras para subir, pero luego de pensarlo dedujo que no seria higiénico. Paso por encima de una pareja que se encontraba hablando, recostada en los primeros escalones; paso luego por un borracho y luego tuvo que esquivar a un fornido estudiante que bajo corriendo y haciendo bulla del segundo piso, se estaba divirtiendo seguido de sus amigos; hasta que se tropezó con el borracho de la escalera y callo de narices contra la pareja de mas abajo.
La música subió de volumen y Erick ignoro lo sucedido; solo un piso y podría salir de ese deprimente lugar. Abrió la primera habitación, no vio a nadie, pero estaba llena de cajas de fuegos artificiales <Serán imbéciles> se enfureció, la casa donde se encontraban era de madera y nadie adentro parecía lo suficientemente cuerdo como para disponer correctamente de la pólvora.
Empezó a caminar mas rápido, sorprendió a una pareja en el baño y a un grupo de estudiantes drogándose en otra habitación; al llegar a la ultima recamara tomó un respiro, ya casi terminaba.
Antes de abrirla escucho a dos hombres de edad media discutir con una joven.
―Ya fue suficiente señorita, volvamos a la mansión.
― ¡No!, yo decidiré cuando es suficiente.
―Si no acepta volver, le contaremos a su hermano― Contesto molesto uno de los hombres.
― ¿Y que crees que les hará si descubre que vinimos a esta fiesta?
Ambos hombres callaron al pensar en lo que el amo les haría.
― El lugar es sucio y no es para nada seguro, debemos marcharnos cuanto antes. Ya se divirtió lo suficiente.
― ¿Encerrada en esta habitación?
Ambos hombres sonaban respetuosos y sumisos; mientras la joven de unos 17 años, una menor de edad, sonaba molesta y a la vez encantada con el caos del lugar.
Erick abrió la puerta sin mas, y pues como llevaba el antifaz no se molesto en hacerlo con suavidad. La puerta golpeo con brusquedad la pared, lo que alerto a los dos hombres.
― ¡Estamos ocupados! ― replicó el más grande de los dos, un afroamericano con una cicatriz en el labio.
Erick ni se molesto se dispuso a salir, les dio la espalda agarro la chapa de la puerta y cuando la estaba cerrando la escucho gritar.
― ¡Ayuda! Quieren abusar de mí.
Una descarada mentira por parte de la fémina, la miro con cinismo.
― Por favor― pidió la joven juntando las manos en forma de suplica.
―Señorita, no meta al joven en problemas. Le podríamos partir una pierna o un brazo.
Esto si molesto a Erick ¿dos vulgares niñeras llenos de esteroides pensaban que podían con él?
―Si muchacho, es mejor que te vallas si no quieres terminar mal.
Erick lo pensó: tenía el antifaz y de entre todos los invitados ellos cuatro a estas alturas serian los únicos sin estar borrachos o drogados. Podía excederse un poco y mañana nadie sabría que fue el. Revisó que no hubiera cámaras en el lugar, sacó su celular para verificar que no hubiera micrófonos y luego, con un comando se aseguro de que ningún celular en el sector tuviera la capacidad de gravar audio o vídeo.
― Hey muchacho, que te largues ― ordeno el segundo hombre, vestía de traje y no tenía pelo.
Erick dio un paso al frente, midiendo a sus enemigos, el hombre más grande se impacientó e intento atacarlo con un puño. El cual fue esquivado con facilidad, el hombre calvo saco entonces una navaja y apunto al joven.
La estudiante dio un grito ahogado, lo matarían por sus estúpidos juegos.
Un movimiento a la izquierda le basto para evitar ser apuñalado, y por orden de prioridades Erick vio necesario deshacerse primero del negro, puesto que el arma en su cintura se veía bastante peligrosa.
El enorme hombre lo envistió, Erick se agacho, lo golpeo con toda su fuerza en la mandíbula inferior, haciendo que este levantara la cabeza por el impulso; y luego, le dio un pequeño empujón que lo hizo caer por el balcón de la habitación.
El segundo hombre al ver esto se enfureció y empezó a mover su navaja con velocidad, Erick lo miro a los ojos con diversión. Aquel hombre calvo no reconocía a un ser superior ni en sus propias narices, se preparo para golpearlo pero de pronto este cayo inconsciente en el suelo.
La asustada joven en su intento de ayudar al desafortunado estudiante al que había involucrado con sus guardaespaldas acababa de golpearlo con una lámpara en la nuca.
Erick escupió en el piso molesto ―Lo tenía controlado ― aseguró.
―Pues no lo parecía ― respondió la orgullosa mujer.
No valía la pena, una niña mimada siempre seria una niña mimada. Erick le dio la espalda y se dispuso a salir.
― ¡Ayuda! ― Gritó la joven, se había resbalado por el hueco en el balcón que dejo su guardaespaldas.
Erick la agarro de la cintura de inmediato, la miro de frente y noto que era muy hermosa <Como casi todas> pensó. La acercó contra su cuerpo con fuerza, la joven sorprendida lo abrazo por reacción.
― Si lo tenías controlado.
― Eso fue lo que dije ― respondió molesto, aun sin soltarla.
― ¿Entonces quieres reclamar tu premio? ― le dijo al oído empinándose. La joven empezaba a tomar el control.
Erick empezó a mover la mano con la que la sostenía, lo hacia lentamente, ya pronto dejaría de estar tocando su cintura. La joven se sonrojo y se puso nerviosa.
―No eres un premio digno de reclamar― Erick la aparto.
La aludida joven se molesto ¿Cómo era capaz de decirle eso? Era la primera vez en su vida que trataba con un hombre tan frío, pero eso le gustaba.
Erick decidió irse ― El calvo despertara dentro de unos minutos, es mejor que salgan de aquí cuanto antes. La habitación de al lado tiene demasiada pólvora, la manada de borrachos va a volar la casa.
―Pero… pero, ¿ni siquiera quieres besarme? ¿Tan poco atractiva soy?
La joven se veía insegura ¿Cómo era posible que una joven tan hermosa tuviera tan poca confianza?
―Eres hermosa, no deberías ser tan insegura.
El mismo Erick se sorprendió con lo que dijo, en ese momento llevaba un antifaz por lo que no tenía que actuar.
― Solo eres una malcriada fastidiosa.
La mujer se enfado pero antes de que pudiera hacer algo el apuesto joven frente a ella, la abrazo, que pasaba. Hasta hace unos momentos era frío y grosero, y de pronto la abrazaba. Era cierto que la había ayudado, de sus propios guardaespaldas, ni gran cosa que fuera eso. Además, la caída del balcón había sido apropósito para saber si en verdad tenía todo controlado.
Sintió primero la respiración del joven en su cara; luego, escucho una explosión; una ráfaga de fuego apareció por la puerta, el joven la levanto del suelo, pateo al guardaespaldas calvo y antes de saltar lo boto por el hueco del balcón.
Cayeron sobre una camioneta, Erick soltó a la joven para evitar que esta rodase junto a él. Nathalie vio entonces como el joven que la acaba de salvar de la explosión rodaba por el techo de la camioneta y caía al asfalto.
Escuchaba un pitido molesto, la explosión había sido tan fuerte que le había lastimado los oídos. Todo se empezó a mover en cámara lenta, así no debía de terminar aquella noche. El día anterior se había enterado de la fiesta a la que iba a ir su hermano Alexander y aprovechando que este tenía asuntos con sus otros dos hermanos, aprovecho para ir con su antifaz.
Ahora se encontraba caminando como en un trance, docenas de personas corrían en dirección opuesta a la casa. El joven que la había salvado se encontraba con la espalda en llamas, inconsciente; en la caída se había golpeado la cabeza.
Nathalie se apuró a quitarse el pequeño abrigo que tenia e intento sin mucho éxito apagar las llamas del joven. No habían pasado ni dos minutos cuando llegaron los bomberos y las ambulancias, un hombre con bigote le ayudo a apagar el fuego de la espalda y con ayuda de un paramédico la llevaron junto a el a una ambulancia.
― Maldita mocosa ― dijo Erick con voz tenue, no tenía fuerzas.
― ¡Estas bien! ― se alegró Nathalie, y aunque quiso lanzarse sobre el y abrazarlo. Lo mas lógico era no hacerlo, el joven se encontraba gravemente herido.
El paramédico que los acompañaba en la ambulancia, agarro un pequeño aparato de plástico blanco y le roció un líquido verde en la espalda del herido. Erick soltó un grito de dolor, el liquido ardía de sobre manera pero a los pocos segundo le calmo el dolor y se sintió bien de nuevo.
En ese momento el paramédico decidió continuar con la revisión retirándole el antifaz al joven. Erick le agarro la mano con fuerza, lo miro con ira y le prohibió que le quitara el antifaz.
― Nadie puede saber quien soy.
Nathalie se emociono, el joven también tenía que esconder su identidad. Eran muy parecidos, y él además, era atractivo, bueno peleando y se veía inteligente.
El paramédico continúo con la sanación de la cabeza de Erick, nada grave. Continuo luego con Nathalie quien agarro la mano de Erick para que este no la dejara sola en la ambulancia, como planeaba hacer.
Solo tenía unas cuantas raspaduras que desaparecieron rápidamente con el líquido verde. Pronto se vieron en la calle, donde la policía ya había llegado y se encontraba interrogando a los estudiantes. Nathalie se escondió detrás de su acompañante ― no me pueden descubrir.
Erick rió, pero su semblante se puso serio cuando se dio cuenta de que les pedían a los jóvenes sus antifaces para identificarlos. Agarro a Nathalie de la mano y se dirigió corriendo hasta su moto.
―Hey ustedes dos, necesito que me respondan unas preguntas.
Erick agarro el casco de su moto, la cual volvió a su forma original en un instante, le coloco el casco a Nathalie, se subió y esta lo siguió.
― ¡Paren! ― grito el ignorado oficial viendo como la moto arrancaba a toda velocidad.
― ¿Le tomaste el número de identificación a la moto? ― pregunto su compañero.
― ¡Mierda! ― grito el oficial al darse cuenta que se le había olvidado.
El otro oficial rió ― Esas cosa pasan― intento reconfortarlo.
*
Cuando dejaron la urbanización Erick se detuvo, bajó a su compañera, quien lo miraba como hipnotizada, sacó un casco, se lo puso y se subió de nuevo a su vehículo. Nathalie vio que tenía la intención de arrancar sin ella, por lo que se subió con rapidez.
―No soy un taxi ― dijo Erick arrancando.
Nathalie lo abrazo en silencio.
Llegaron a la ciudad a gran velocidad, subieron al puente principal, y llegaron a la terminal del metro gravitatorio.
― De aquí puedes ir a donde quiera que vivas, ahora bájate― ordeno Erick molesto de que la joven hubiera esta abrazándolo tan cariñosamente.
―Gracias ― se bajo Nathalie, pues aunque le gustara el joven no quería que lo vieran dejándola en su mansión. Quién sabe que le harían sus hermanos donde se llegaran a enterar, pues habían sido capaces de matar a algunos de los pretendientes que tenía.
― ¿No quieres tu premio? ― pregunto Nathalie con voz provocadora.
― Ya te dije que no eres ningún premio que merezca la pena.
Nathalie se molesto y le pego un punta pie a la moto.
― ¿Me puedes decir tu nombre?
― No ― la respuesta fue fría y seca.
― Pero…
No pudo decir mas, el misterioso y atractivo joven acelero su moto y se perdió entre los rascacielos de la ciudad. Aquella noche había sido la mejor noche de su vida, suspiro Nathalie con emoción. Ahora tenía que pensar en la escusa que les daría a sus hermanos.
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