Capítulo 2 ["El misterio del maletín" : Funeral Caballo G8 a F6]
El día era azul claro, había pocas nubes pero no paraba de llover. Las pequeñas y frías gotas de agua caían sobre su pelo, mejillas y hombros. Como si estuvieran intentando reconfortarlo; sin embargo, solo lograban irritarlo más. Cada gota se sentía pesada, y de su cabeza no salían ni el sonido de los disparos ni la imagen del líquido corrosivo. Si algo podía odiar Erick eran los funerales, primero porque le recordaban que no podía hacer nada contra la muerte y segundo, porque se creaba una atmósfera deprimente, de color negro y llena de llantos.
Por eso mismo, no usaba traje oscuro ni lo había hecho en los funerales de su madre ni de Nicolle. De pequeño le llamaba la atención, la razón por la cual todas las personas tenían que vestir de negro. Miraba con fascinación películas y series, y pronto saco su propia conclusión: a las personas les gusta ahogarse en pena con la partida de sus seres queridos. Algo entendible, pero lamentable. Por esta misma razón vestía un traje, camisa, zapatos y corbatín de color blanco.
Resaltaba entre la multitud de familiares, amigos, compañeros y entrometidos (Los medios de comunicación, políticos y demás chismosos). Era la primera vez que asistía a un funeral múltiple, se estaban enterrando a las víctimas de la explosión en Prodigy. Se llevo acabo una ceremonia religiosa, la mayoría de los familiares de las víctimas pertenecían a los Mansos y aunque estas ceremonias le molestaban de sobremanera las aguantó con paciencia, cerrando sus puños y dejando que la lluvia calmara su frustración.
Chin-Mae no había muerto en una explosión en Prodigy, lo habían asesinado, y él lo había presenciado. Lo más posible era que los estudiantes y profesores que estaban enterrando tuvieran que ver con el misterio del maletín. Y aunque parecía ilógico, también podrían ser simples víctimas para hacer más creíble la explicación de la explosión y evitar que la atención se centrara solo en Chin-Mae. Pero ¿Cómo podría averiguar esto?
Necesitaba el ¿Por qué?, y el ¿Quiénes?
A su cabeza llegaban razones de todo tipo; y como principales sospechosos, las empresas Biogeo-Industriales. Fue entonces cuando noto una gran falla en la coartada de la explosión. Ninguno de los difuntos trabajaba en esa época en los laboratorios, había algo bastante extraño en todo el complot que se había armado para encubrir el misterio del maletín. Los culpables eran muy poderosos, pero todo era demasiado complicado, habían montado un complejo escenario en el cual incluso habían llegado a borrarle la memoria a unas 5 mil personas.
Fuera lo que fuera el misterio del maletín, los culpables habían pasado por muchas molestias para cubrirlo. Erick entonces recordó sus gafas de laboratorio agrietadas…
―Oremos hermanos, para que las almas de nuestros familiares y amigos lleguen en paz al Éter ― Grito el Cardo principal que llevaba la ceremonia.
El súbito grito del anciano asusto a Erick, que se encontraba ensimismado pensando en como podría resolver el caso sin terminar asesinado.
Los cinco ataúdes descendieron con la ayuda de unas maquinas especializadas y luego con pequeñas palas, unos hombres vestidos con overoles grises los sepultaron. Los familiares de los difuntos lanzaron rosas en los huecos mientras los hombres de overol continuaban su labor. Un silencio acompañado de llanto recorría el lugar al son de la lluvia.
La ceremonia término y todos, con excepción de a los que en verdad les importaban los muertos, y Erick dejaron el lugar para dirigirse al funeral masivo de los 13 muertos del ataque radical de los Mansos. El lugar quedo casi vacío. Erick se acercó a los padres de Chin-Mae, los abrazo con fuerza y les susurro unas cuantas palabras que parecieron aliviarlos; luego, se agacho y beso en la mejilla a la pequeña hermana de su difunto compañero de cuarto.
―Vas a estar bien, eres una mujer muy fuerte ― le sonrió y la besó en la mejilla. La niña de 12 años se secó las lágrimas, sus ojos se encontraban rojos, y le devolvió una sonrisa tal que molesto a Erick. El no necesitaba que lo reconfortaran, y mucho menos que una mocosa lo hiciera, pero se limito a sonreír de vuelta y salir del lugar. Los procedimientos funerarios lo sacaban de quicio.
Se levantó y empezó a caminar hacia el parqueadero, llego a donde se encontraba su carro. Un Audi de color negro, la compañía había sido fundada por una corporación industrial junto a varias otras usando los nombres de las compañías más prestigiosas de la época de la niñez. Erick entro al vehículo, prendió la calefacción y el radio, lo estaban vigilando. ¿Quiénes podrían ser? ¿Se habían enterado de que él era testigo de lo ocurrido con Chin-Mae?
Una extraña sensación incomoda empezó a inundarlo <De considerarme un testigo ya me habrían intentado borrar la memoria> pensó el joven que empezaba a prender el carro con naturalidad.
<De haberlo intentado ya no me deberían de estar observando> infirió el joven, retrocedió para salir de donde estaba estacionado y vio de reojo a los 5 hombres que lo miraban repartidos por el cementerio. Entonces un fallo en su plan se vislumbro en su mente.
Había pasado toda la noche anterior desarrollando lentes de contacto con las mismas propiedades de sus gafas de laboratorio. Debido a las posibilidades de poder encontrarse con los culpables en el funeral se encontraba usando los lentes, y no había caído en cuenta del problema que este suponía. Los rayos Unbeta, una honda de luz situada entre las hondas visibles y las hondas ultravioleta, son capaces de generar tal impacto en el ojo que provocan una reacción en sus nervios produciendo una reacción eléctrica que llega hasta el cerebro alterando los recuerdos de un periodo corto de tiempo, no más de 30 minutos; además, su emisión genera un ruido de alta frecuencia que actúa de la misma manera con los nervios del oído.
La espeluznante arma elimina los recuerdos visuales y auditivos del cerebro generando una confusión temporal al receptor, que luego de unos minutos vuelve a la normalidad rellenando los vacíos de forma borrosa. Todo este proceso consta de tres etapas: en la primera, cuando la luz es emitida la pupila de la víctima se contrae y su cuerpo se tensa y recoge a causa del sonido; en el siguiente minuto el receptor se queda quieto por el shock generado; y finalmente, el cuello y el torso se alinean de forma erguida, por lo general la víctima mira a su alrededor para comprender lo que a pasado pero no es una constante por lo que no se cuenta como efecto de la luz.
Y si esos hombres le hubieran intentado borrar la memoria, los efectos secundarios y las reacciones de su cuerpo se habrían notado. Cualquier conocedor de esta honda de luz sabría que Erick se encontraba usando algún tipo de protección.
Erick miro a los lados disimulando que se despedía de los familiares de Chin-Mae y aprovecho para observar a los hombres que miraban a lo lejos. La hermanita de su compañero de cuarto también se despidió de él y le volvió a sonreír sonrojada, Erick lo noto y se molesto. Acelero y dejo la zona donde se encontraba.
<De haberlo intentado habría visto la luz pero ¿si no me di cuenta?> se pregunto Erick acosado por todos los pensamientos que le llegaban a la cabeza, su cerebro se encontraba analizando mas de una teoría conspiradora.
<Me van a intentar matar> freno el carro.
<Me podrían haber disparado pero no lo hicieron> se acercó a una de las casetas de la salida.
< ¡Una bomba! > freno en seco y salió del vehículo.
<No, de haberme querido matar ya lo habrían hecho. No les importó hacer una persecución en pleno distrito comercial, no les molestaría hacerlo en un desolado cementerio en medio del mal clima>
Aun le seguían observando, Erick lo noto y entro a la caseta más próxima, le sonrió a la cajera y pidió una botella de agua. La sonrojada mujer se apuró por el agua, buscó alguna que estuviera fría y de paso agarró una servilleta y escribió su número de celular. Erick pago, volvió a sonreírle y se devolvió a su carro. Cerró la puerta con fastidio y tiró, tanto el agua como la servilleta al puesto del copiloto.
< ¿Qué quieren estos cabrones? > Se pregunto agarrando el volante con enojo, pero lo suficientemente suave como para disimular a un afligido joven que acaba de perder a un conocido.
Se dirigió a la salida del cementerio y paso la maquina de tiquetes con aparente tranquilidad. Apenas salió a la autopista, acelero a 100 kilómetros por hora. Quería comprobar que ninguno de los autos que estaban saliendo, se encontraran persiguiéndolo. Atravesó la futurística ciudad por uno de los puentes principales y mientras cambiaba la emisora de la radio por comandos de voz, concluyo que no lo estaban siguiendo.
Pero para evitar sorpresas en su casa seria mejor hacer una parada en el distrito comercial ya que si solo era paranoia lo que tenia podría averiguar alguna cosa en la escena del crimen. Cogió una de las salidas del puente principal y se dirigió al distrito comercial, paso un semáforo y aparco su Audi negro al frente de una librería y salió del vehículo.
Empezó a recorrer las calles entre molesto y frustrado, por su cabeza pasaban los últimos minutos de Chin-Mae. Lo veía correr, angustiado y asustado, por las mismas calles que él estaba caminando. No le prestaba atención a las miradas de sorpresa de las mujeres que veían pasar junto a ellas a tan atractivo hombre, un hecho que por lo general le provocaba golpearlas; tampoco, le molestaba la gran multitud en la que caminaba, detestaba las multitudes. Fue lo primero que noto cuando llego a la ciudad.
En su mente solo había campo para la increíble impotencia que sentía al ver a su “amigo” ser perseguido y asesinado frente a él, sin poder hacer nada. Este sentimiento empezó a girar y a girar, y a girar por su cabeza hasta que choco con una sorprendida mujer de unos 30 años, sus reflejos fueron rápidos. La agarro de la cintura y evito que esta y sus paquetes de compras cayeran al suelo. La ayudo a levantarse, se disculpo y mientras se inclinaba levemente en muestra de arrepentimiento ante la sonrojada mujer, noto algo extraño en el suelo.
Se encontraba parado en el lugar exacto en donde habían asesinado a su amigo. Y para hacer mas perfecta tal increíble coincidencia, al inclinarse noto algo en el suelo entre los canales del anden. Se irguió y le sonrió a la mujer que apurada continuo su camino, la escena había atraído la atención de varios chismosos. Se dirigió al café que se encontraba frente a él, pidió un capuchino y se sentó a tomarse su bebida en la parte exterior del café al aire libre, el lugar que menos le gustaba.
Sin embargo, no podía quitarle la mirada de encima al objeto que había encontrado. Unas jóvenes de secundaria pararon junto a él para ligar, elogiando sus ojos pero esta vez Erick no las aparto fríamente como solía hacer siempre. El objeto lo tenía hipnotizado, las dejo sentarse a su lado para que no siguieran obstruyendo la vista. No las escuchaba, por su cabeza pasaban los nombres de distintos ácidos y bases < H2SO4, H2O2, HNO3… >
― ¡HF! ― Grito Erick emocionado al haber dado con el ácido corrosivo que habían utilizado con su compañero de cuarto.
― ¿Qué? ― pregunto extrañada una de las jóvenes que se encontraba sentada junto a él.
―Pues ácido fluorhídrico. No, no, no, eso no explicaría el maletín. Los maletines de laboratorio son hechos de plástico de laboratorio.
Las sorprendidas jóvenes no molestaron al bello joven en su apasionada caza de elementos y sin entender nada se conformaron con la atractiva pasión del joven.
― Debería ser más bien ¡ácido fluorosulfónico! No ¡óxido de azufre! NO…
Cada vez mas atención recaía sobre el hermoso hombre que se encontraba diciendo locuras en el café, su pasión y la tensión que se había armado en sus espectadores fue eliminada en un instante. Erick se levantó de improvisto y corrió hasta el objeto que había visto hace una hora. Ya había atardecido y el distrito comercial se encontraba iluminado por los pájaros y arboles electrónicos de la compañía de energía.
Erick agarro el objeto entre sus manos y lo examino arrodillado; luego, cayó en cuenta de la estupidez que había cometido, se había adentrado tanto en el ácido que habían utilizado en Chin-Mae que se le había olvidado guardar las apariencias. Cerró su puño derecho con el pequeño objeto en su mano y se levanto, guardo el objeto en su bolsillo y se limpio el polvo de las rodillas. Le sonrió a las jóvenes que habían estado hablando solas durante la última hora, y de uno de sus bolsillos saco dos baratijas que traía siempre consigo para regalarle a sus conocidas.
―Sorpresa― dijo con timidez, sacando a relucir dos pequeñas rosas de cristal. Juguetes que había creado Chin-Mae para su amor no correspondido.
Un suspiro masivo ocupo el lugar en el que se encontraban y la muchedumbre siguió caminando, Erick le entrego una rosa a cada joven y recibió un beso en la mejilla a cambio. Se volvió a sentar, miro a su alrededor, no vio nada sospechoso y saco el objeto que acababa de recoger.
― ¡Ácido fluoroantimónico! , el llavero de Chin-Mae estaba hecho de Teflón― empezó a reír el alegre hombre, las dos jóvenes lo acompañaron en su alegría.
Erick se levanto, pago lo que había pedido su mesa y se dirigió a su carro. Habían unos hombres siguiéndolo en el cementerio, pero no estaban involucrados con el asesinato no había continuado su persecución ni habían intentado matarlo, debía de tratarse de Head-hunters o caza talentos.
Se encontraba totalmente libre de enemigos en el cazo del maletín y acababa de descubrir el ácido con el que habían asesinado a su amigo. Se subió a su carro y arranco dejando atrás a las sorprendidas colegialas que imaginaban un desenlace totalmente diferente.
Llegó rápidamente a su complejo de apartamentos, y mientas parqueaba se le ilumino la mente. Estaba disfrutando del caso del maletín, y mientras contenía su risa pensaba <Si que amo la justicia, atrapare a los culpables>
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¡Por fin publique este capítulo! =)
Acuérdense que esta historia es mas compleja por lo que me demoro mucho mas escribiéndola.
Espero la hayan disfrutado y me tengan paciencia.
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