5. Casa Grove
Puede distinguir que una de las voces era de Dylan y la otra era un poco más aguda y dulce. No podía distinguir lo que qué decían, hablaban a la vez y era confuso. Las voces se detuvieron por unos segundos y luego la puerta se abrió. Una mujer alta, cabello corto-castaño y de rostro pecoso se quedó inmóvil frente a mí. Llevaba un atuendo oficinista y por encima un delantal estampado en flores.
—Mamá, ella es Kryss. Una compañera de Franklin — dijo Dylan, apareciendo a espaldas de su madre. Me hubiera gustado que se refiriera a mí de otra forma. Cómo su amiga o no lo sé su… ¿mejor amiga?
La mujer tenía una sonrisa impecable y no paraba de mirarme perpleja — Mucho gusto Kryss, soy Jazmine la madre de Dylan. Él no suele traer muchas personas a casa y mucho menos chicas — soltó una risa agradable y pude ver cómo Dylan se sonrojaba.
—Mamáaa — se quejó y yo empecé a reír junto a su madre.
—Lo siento, cariño. Sólo quería conversar. ¿Quieres algo de tomar, dulzura? — esta mujer tenían un perfil tan dulce cómo la miel. Todo lo opuesto a mi madre, ella acostumbra a ser ordinaria y simple, muy poco llamativa. ¿Me pregunto cómo se llevarían Jazmine y Caroline?
—No, gracias —respondí educadamente.
—De acuerdo — Su mirada cruzaba de Dylan a mí, aleatoriamente—Oh — aplaudió — Creo que estoy de más, iré a terminar la cena — Me dio un rápido guiño de ojo y volvió a entrar en la cocina.
—Lo siento, ella está algo emocionada de que estés aquí — despeinó su cabello acto que me hizo derretir — Ven, pasa al cuarto estudio. Iré a cambiarme. — señaló hacia un pasillo atrás de las escaleras y yo simplemente asentí.
Él subió las escaleras hasta desaparecer en el segundo piso. Seguí sus indicaciones y encontré una puerta de roble puro con unas maniguetas plateadas en el centro. Tomé ambas maniguetas y las atraje hacia mí. Un aroma a páginas y polvo llegó a mi nariz. Olía a una biblioteca antigua y también tenía el aspecto de una.
Las cuatro paredes estaban forradas con estantes y libros de todos los tamaños. En el centro de la habitación había una gran mesa de tres metros que parecía ser de madera acacia. Había un par de libros abiertos sobre la mesa, como si hubieran sido escogidos pero jamás terminados de leer. Cuatro sillas se instalaban a cada extremo de la mesa. Tomé una y me acomodé.
Mi celular empezó a vibrar desde mi bolsillo trasero. Lo saqué y miré la pantalla la cuál indicaba que tenía un mensaje de Tessy.
“¿Dnd sts, No t e visto en tdo el día” decía el mensaje.
“En csa de Dylan” realmente no tenía porque mentirle.
Inmediatamente respondió “En csa d qn?!! Dl nrd?” ya podía escucharla gritar.
“T he dcho q no le dgas así, Cual s el prblma?”
“Stas locaa. Cmo llegste aya?”
La puerta se abrió y me las arreglé para escribir un rápido “Ns vmos mañna”
Dylan entró vestido con unas bermudas hasta las rodillas color caqui, un suéter negro con el logo de Addidas en la parte superior derecha y obviamente su gafas. ¿Acaso nunca se las quita? También traía consigo la laptop y una libreta. Volví a guardar mi celular en el bolsillo y apoyé mis manos sobre mi regazo. Él se sentó frente a mí, abrió la laptop y comenzó a teclear.
—¿Desde cuándo las usas? —recosté mi espalda contra la silla.
Él dio una rápida mirada por encima de la pantalla —¿A qué te refieres? —Toqué mi tabique con el dedo índice, indicando que hablaba de las gafas — Er, hace un par de años— se encogió de hombros.
No me atreví a seguir haciéndole mi lista de preguntas, ya que no creo ser capaz de perderlo otra vez. Por unos minutos quede inmersa en un trance mientras lo admiraba.
—¿Qué? ¿Por qué me miras así? — bajé la mirada hacia mis pies y negué con la cabeza.
—Nada.
Mientras trabajábamos no podía evitar tirarle un par de miradas discretas, su rostro parecía estar totalmente concentrado en lo que estaba haciendo. Sin embargo yo no podía ni escribir teniéndolo frente a mí. Y en algunos momentos él me atrapaba mirándolo anonada. Me he vuelto una idiota en lo que se dice el disimulo. Cuando terminamos él proyecto guardamos todo y volvimos al living que ahora olía a salsa condimentada. La Sra. Jazmine salió de la cocina con una gran bandeja llena de platos y cubiertos.
—Oh, ¿ya terminaron? Es perfecto. ¿Te quedas a cenar, Kryss?
—Gracias Señora, pero mi madre debe de estar esperándome en casa. No quiero llegar tarde — me dolió negarme ya que todo olía divino.
—Lo entiendo. Y soy Jazmine para ti — me sonrió gentilmente y se retiró hacia el comedor.
—Creo que ya debo irme — señale con el pulgar hacia la puerta.
—Te acompaño — abrió y antes de salir, avisó a Jazmine — ¡Mamá! Saldré un rato.
—Ok, cariño. No demores, tu padre debe estar por llegar.
Empezamos a caminar por la acera en completo silencio. A lo lejos pude divisar el techo triangular de Franklin. Y definitivamente la casa de los Grove no estaba muy lejos de la secundaria. Él sol casi había desparecido, dejando una mezcla de violeta y naranja sobre el lienzo. Dylan caminaba con las manos dentro de sus bolsillos y la cabeza baja.
Lo miré otra de las tantas veces que lo había hecho en el día, pero esta vez noté algo diferente. En su pómulo izquierdo se había formado un pequeño moretón oscuro, que resaltaba sobre su piel pálida. Me detuve en seco y él lo notó de inmediato, también se detuvo.
—¿Qué ocurre?
—¿Porqué tienes un moretón en la cara? — coloqué una mano en mi cadera cómo en reproche.
Él se tocó la zona afectada y miró el suelo — Fue sólo un golpe. —dijo sin importancia.
— ¿Quién fue? ¿Dónde?
Él suspiró y frunció la nariz, lo cual hacía muy seguido — En clase de gimnasia. Siempre simulan que soy su saco de boxeo. Ha habido peores. No le digo a mamá, ya que seguro ira corriendo con el Director Owen y quedaré más humillado de lo que estoy. No creí que este se notara tan rápido — palpó el moretón otra vez — Mayormente se toman uno o dos días en aparecer. No muy seguido son en la cara. Otras veces es en la espalda o tórax. — él hablaba como si fuera algo común que te aporrearan en clases de gimnasia.
—¿Quiénes te hicieron esto? — me acerqué y traté de tocarlo pero él simplemente dio un paso hacia atrás guardando la distancia entre nosotros.
—Eso no tiene importancia.
—Claro que la tiene. Dímelo, prometo no decirle a nadie — Creo que tengo una pista de quién pudo haber sido.
—Los idiotas de Bratt y su clan. Theo y Matt. — Me mordí el interior de mi mejilla conteniendo las ganas de ir y golpear a Netcoke.
—¿Y no has intentado defenderte?
—Una vez lo intenté y casi termino cómo papilla. Jura no decirle a nadie, Kryss. Sé que tú y Bratt tienen algo, sólo no le digas.
—Bratt y yo no tenemos nada.
—Ese no es mi problema. — contuvo la respiración.
Caminamos unos metros más hasta que llegamos. Desactivé la alarma y abrí el auto. Tiré mi mochila dentro y me giré. Sus manos aún se enterraban en los bolsillos y su mirada estaba clavada en el suelo.
—Entonces… ¿te veo mañana? — busqué sus ojos, pero fue en vano.
—Sí… mañana —su voz se volvió apagada. Giró sobre sus talones y se retiró.
La Casa Grove en multimedia.
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