
Capítulo 4
Reproduci en mi mente, los flashes de lo que había sucedido. El individuo que impidió mi siesta, aún descansaba solo que ahora en la cama que yo horas antes usé, tuvo que hacer acto de presencia la bondad. La espalda me dolía porque aún que me costó, pude aún reunir el sueño que quedaba. Me reincorpore con el cuerpo doliente por dormir en una posición no muy cómoda. Le di una vistada al desconocido, la sangre que traía, ya no había rastros de ella lo cual me pareció inadecuado. Pero lo dejé pasar tenía otras cosas más importantes por las cuales preocuparme; como buscar donde vivir. Amarre los cordones de mis tenis que estaban sueltos preparándome para ir por mis pertenencias. Solté mi cabellos peinándolo con los dedos o al menos es lo que traté de hacer. Pero era una batalla pérdida. Muchas personas decían que mi cabello con rizos rubio era muy precioso y no es que mintieran, pero era muy difícil de peinar y más cuando recién me levantaba. Deje esos pensamientos de mi cabello al lado, centrándome en salir de la casa abandonada. Cerré el ciper de mi chamarra negra. Estaba lista, suspire, tendría un largo día.
La madera se movió, según el movimiento que hacía con mis pasos. Estaba por abrir lo que quedaba de puerta, cuando el quejido proveniente del intruso, hizo que me detuviera. No me gusto para nada ver como su cara estaba surcada por el dolor, siguió soltando quejidos, hasta que decidí que debía ayudarle importándome poco que fuera un desconocido. Demore unos segundos en acercarme a él, me acuclille a la altura del colchón, respiraba entrecortadamente, la frente estaba llena por gotas de sudor y mantenía sus ojos cerrados, su cabellera negra le caía en la frente. Vestía un pantalón marrón, sucio y una simple camiseta que también estaba manchada de suciedad.
— ¿Quién eres? — Cuestione para mí misma.
El abrió los ojos, asustándome, eso provoco que mi trasero se profanará un buen golpe en la tierra que estaba como piso.
— Baltazar — Pronuncio con dificultad. Sus ojos celestes me miraron con plena incertidumbre, antes de cerrarlos nuevamente.
Aún en el suelo, me quede quieta viendo como Baltazar intentaba pararse, con las pupilas medio abiertas, pero cada intento era en balde, se miraba débil. Me mantengo en mi lugar sin saber que hacer, yo no conocía nada de medicina y el en verdad se veía muy mal. Así que recapacitando, me puse de pie con una idea en mente, llevarlo a la clínica mas cercana. Mis manos se movieron instantáneamente hasta estar al alcance de tomarle de los hombros. Baltazar dio un respingo, alejándose.
Fruncí el ceño.
— Oye, no te voy hacer nada, solo quiero llevarte a un hospital. — Hable calmada.
El negó, rápidamente.
— No, no, no...un hospital no. Yo...yo no puedo ir ahí, me descubrirían. — Dijo, susurrando lo último.
No supe que pensar ante eso, así que solo supuse que estaba delirando.
— Pero es que te vez muy mal, puede pasarte algo más grave. — Inquirí tratando de convencerle.
El no respondió, solo se mantuvo cabizbajo.
Suspire, con exasperación. Estaba en un dilema, si lo dejaba así lo peor que pasaría era que podía morir y no es que yo fuera doctora, pero se notaba a simple vista lo fatal que se encontraba. Debía ayudarle, algo en mi me decía que era lo mejor que podía hacer.
— Baltazar, así te llamas ¿verdad? — Asintió —. ¿Podrías decirme donde vive tu familia? ellos sabrían que hacer contigo.
Dejarlo con algún familiar era lo correcto. Baltazar, sopeso lo que había dicho con la vista puesta en la ventana. Analice su perfil con curiosidad. Nariz recta, piel blanca, con pecas en sus mejillas. Y su pelo azabache, todo muy normal. Sin embargo, había cierta aura que lo hacía ver diferente a las personas de este mundo, no sé si eran sus ojos celestes, un celeste tan bello que nunca en mi aburrida vida he podido ver. Hasta ahora. Es decir, mis iris también son celestes pero es un celeste apagado, que a veces no parece que fuesen celestes. Deje de verle, cuando también note que él lo hacía.
— Gaelania... — Murmuro dejando de verme.
— ¿Dijiste Gaelania? — repetí con asombro. — ¿Eres de ahí?
No obtuve respuesta de su parte. Estaba absorto en sus pensamientos, contuve un grito de admiración. ¿A caso Gaelania en verdad existía? ¿Baltazar provenía de ese mundo? No me cabía más duda que si ese mundo, si existía y Baltazar provenía de ese lugar. Mi mente trabajo recordando, lo que hace unas horas leí en ese libro. "Un cuento de hadas "Y yo quería ir a ese mundo, todos los cuentos de hadas eran maravillosos. Llenos de felicidad, debía ir como sea a Gaelania.
El planeta tierra era habitado por millones de personas, pero de esos millones solo dos personas eran los que me apreciaban, no tenía nada que perder al irme. Nada. Tal vez si mis padres aun vivieran habría una posibilidad de querer estar aquí. Pero ellos se fueron hace más de diez años, para no volver. No puedo decir el número de ocasiones que he querido desaparecer y aparecer en otro sitio donde nadie me conozca, comenzar desde cero sin críticas, solo siendo yo. Divague varios minutos antes de apreciar que Baltazar dejaba la casa. Automáticamente le seguí. Sus pisadas eran lentas, cuando me pare a su lado se detuvo viéndome con una ceja alzada.
Trague grueso, la decisión estaba tomada.
— Yo...yo quiero ir a Gaelania. — Baltazar se mostró indiferente al escuchar mis palabras. — Por favor, llévame a Gaelania, por favor, por favor.
— ¿Cómo sabes que pertenezco a Gaelania? — pregunto evaluándome.
— Tu lo mencionaste hace un momento y ya obtenía información de ese mundo. — Le expliqué. Baltazar considero lo que dije desviando sus pupilas a los árboles que los rodeaban. Un carro rojo paso pitando, me aparte anticipadamente.
Dirigí mi mirada a Baltazar, estaba ido viendo por donde se perdía el auto. Carraspee, volvió sus ojos unos segundos a mi aspecto prestándome atención.
— Te voy hacer una pregunta, y quiero que me la respondas con la mayor sinceridad. — Aviso, asentí con genuino interés. — Una vez entres a este mundo, no podrás salir, ¿estas segura que quieres vivir sin amar?
Al principio no sabia que contestar a esa interrogante tan peculiar, pero mi cerebro me dio la respuesta, él lo que necesitaba saber era si yo me iba enamorar de algún habitante de Gaelania lo cual lo encontraba estúpidamente absurdo, si no me enamore de una persona de mi planeta ¿Por qué habría de suceder con un gaelano? Era imposible, además que en mis planes no incluían a el amor, lo que buscaba con ese viaje, es la felicidad y para eso no necesitaba pareja, si apenas me podía aguantar yo menos podría tolerar a otro individuo. ¿Salir?, si lo que leí me simulaba esplendoroso ¿Cómo seria capaz de querer salir de ese sitio?, otra cosa que es re-imposible.
— Lo estoy. — Objete con certeza.
Espere que el dijera algo sobre mi contestación, pero no realizo ningún comentario. Baltazar me dio la espalda comenzando a trotar nuevamente, imite su acción. No quise interrumpir sus pensamientos, por lo cual no consulte para que lugar los dirigíamos. A medida que avanzábamos me fijaba que Baltazar ya no se distinguía afectado, como hace horas, su semblante se reparaba más tranquilo, eso me dejo relajada. Caminamos por mas tiempo, con la luz del sol alumbrando en lo alto. Imagine que nunca íbamos a llegar ya que no se detenía en ninguna parte especifica. Me alegre cuando al fin se detuvo. Limpié, el sudor que se escurría por mi rostro ¡si que estaba caliente el sol! me di un poco de aire con mis manos hasta sentirme fresca. Note que estábamos enfrente de la Universidad, en donde varios estudiantes entraban y salían. Me sorprendí cuando depare que es la misma Universidad donde una vez estudie. Mire a Baltazar, buscando una explicación. Este solo me ignoro, con sus iris en una persona en especial; Catherine.
Catherine esa chica que hace unos meses me había regalado los mejores momentos. Esa joven de ojos verdes, cabello rubio con matices rojos, estatura promedia y cuerpo esbelto. Si ella, la que se encontraba parada a una distancia considerable, charlaba con uno de los tantos compañeros que en un momento también fueron mis compañeros, Catherine traía el pelo amarrado en una cola alta, con una falda roja, y una blusa sin mangas negra. Catherine estaba guapísima como siempre, por eso a menudo le decía que si fuese hombre, estaría babeando por ella como lo esta Mariano. Sonreí, ellos se tenían el uno al otro. Mariano apareció detrás de ella tapándole la cara y preguntándole el típico "¿Quién soy" él sonreía embobado, y su novia se giró besándolo apasionadamente. Mi mejor amigo le correspondió enseguida con genuino anhelo.
— Lo que hace el amor...— Comenté. Mariano y Catherine son afortunados de tenerse. No cualquiera tiene la dicha de conocer a la persona indicada.
Y es que solo tal vez algunos no nacemos para amar, ni para ser amados.
Eche un vistazo a mi acompañante Baltazar. Sus ojos no se despegaron de la apariencia de Catherine la miraba con un brillo en sus luceros y la mandíbula desencajada, como si la escena que estaba presenciando le provocara furia y tristeza. Sentí pena por él, estaba sufriendo internamente. A primera vista se observaba que Baltazar quería a Catherine, pero no es mutuo. Es lo malo de caer en las redes del amor.
Fui una expectante al ver como se despedía con las manos hecha puños. Milésimas después los pusimos en marcha. Con un simple "adiós" también me despedí de mis amigos, seria la ultima vez que los vería y en mis deseos estaba que fueran muy felices, se merecían toda la felicidad del mundo. Rodeamos el área de la Universidad hasta estar en la parte de atrás, donde se encontraba un camino que los llevaba al Bosque Samentra. Los introdujimos a el Bosque, cada pisada era un crujido de una ramita rompiéndose, apure mas el paso al oír unos aullidos. Quizás era cierto lo que decían que existía los lobos. Deambulamos, apartando algunas ramas verdes que se nos cruzaban. Debía de estar loca para perseguir a alguien que apenas acababa de conocer, pero a veces puede mas la curiosidad que la razón.
— ¿Pero qué diantres...? — Manifesté con rudeza sin podérmelo creer, después de recorrer tantos kilómetros solo obtenía un sencillo abismo que al mirar abajo, solo es vacío.
Baltazar respiro, volteando los ojos.
— Es el pasadizo a Gaelania — Respondió sin ninguna emoción.
— ¿¡Como dices!? ¡estas loco! — Alegue alterada. Ese abismo no los llevaría a Gaelania, si no a una muerte segura. Hizo oídos sordos a mi replica.
Eso me pasaba por confiar en desconocidos.
— Solum qui scire possum et in gaelanos, gratissimum erit. — Refuto en un idioma diferente, extraño.
Tras culminar de hablar un circulo rosado se abrió de la nada en el aire quedando en medio del abismo. El chico gaelano se movió, acercándose. Baltazar, me vio con intriga antes de alzar la mano ofreciéndomela. Observe desconfiada su mano y mire a mi alrededor con resignación. Di un repaso a todo y posteriormente me entregue a que me llevara a ese circulo rosado que daba vueltas. Los jalo como un imán, para después caer en lo inédito.
Latín: Solum qui scire possum et in gaelanos, gratissimum erit.
Español: Solo los que saben, pueden y son gaelanos, seran bienvenidos.
Holis, ¿que tal?, yo muy bien Gracias a Dios, espero ustedes se encuentren de lo mejor.
Las cosas cada vez están mas buenas ¿no creen?, ya verán en el siguiente capitulo...
Les quiero agradecer a todas esas personas que le han dado la oportunidad a mi obra, estoy enormemente agradecida. ¡Muchas Gracias!
Feliz noche y día. Se les quiere.
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