CAPÍTULO DOS.
Capítulo dos: PODERÍO.
Génesis frunció su ceño al sentir un fuerte dolor palpitante en su cabeza, soltó una leve queja para luego masajear su sien derecha en busca de calmarlo. Suspiro dando un paso y abriendo sus ojos.
—Mierda— soltó haciendo equilibrio al borde de la cornisa, donde rápidamente se estabilizó y observo con atención a su al rededor.
La nieve agitaba sus cabellos y la hacia titiritar del frío al borde de un gran abismo que rodeaba lo que parecía el Templo del Caos.
No había nada, solo nieve, piedras y montañas, no tenía idea que tan lejos de su hogar estaba. La Bruja Escarlata se había negado en que Génesis las transporte hacia el Templo, por lo que tomó el control y la abandonó frente a él.
—¿Dónde demonios estamos?— pregunto en voz alta llevando su mirada hacia el Templo.
—Montaña Wundagore. He aquí el Templo del Caos— la voz de la bruja escarlata se filtró por su mente respondiendo sus preguntas.
El Templo del Caos estaba ubicado en el pico mas alto de la montaña, siendo rodeado por metros y metros de abismo, tanto de profundidad como de cercanía. Por lo que Génesis apreciaba desde su posición, el Templo era gigante, tenía una latitud en la que ningún hombre mortal podía acceder, y estaba segura que las criaturas sobrenaturales no eran la excepción.
—Bienvenida a casa, Génesis.
Los pelos se le pusieron de punta al escuchar a la bruja escarlata.
Casa.
Su casa estaba con Hayley y Hope en esa grana abandonada que convirtieron en un hogar, estaba segura que no era un Templo demonizado.
Génesis suspiró antes de elevarse lentamente hacia la estructura.
Tenía un cuerpo recto y en su cima un medio círculo hacia arriba, Génesis pudo apreciar mientras subía levitando con la magia del caos, cómo sus paredes estaban talladas con la misma piedra de la montaña, la cual no parecía ni siquiera desgastada.
Llego a la cima, donde aterrizo lentamente apreciando el Templo que la rodeaba.
El lugar estaba destruido pero era completamente hermoso.
Estatuas y columnas talladas a mano, los escombros estaban esparcidos por los suelos del Templo del Caos, el polvo se acentuaba en cada parte del lugar y para su sorpresa, era cálido, casi como una caricia al corazón dejando todo el frio y nieve detrás de ella.
En su centro yacía una superficie en forma hexagonal de aproximadamente un metro de alto, llena de símbolos tanto arriba como sus costados. Habían símbolos, letras e idiomas que Génesis no entendía, causando muchísima más confusión en ella.
La energía que emanaba cada rincón la asfixiaba, la oscuridad y la magia del caos se movían entre ella causando escalofríos al percibirlo.
—¿Qué ocurrió aquí?— inquirió Génesis adentrándose a paso lento al templo, deteniéndose en la estatua más cercana a ella, la cual estaba tallada a mano en una de las columnas que sostenían el templo.
—Yo nací— escuchó la lenta voz de la bruja escarlata en su mente con el característico eco. —Para ese tiempo me gustaba el drama— bromeó ante el desastre que apreciaba Génesis, quien ni siquiera se inmuto.
La muchacha se acercó a lo que parecía un altar de sacrificios.
—El Hex— murmuro Génesis acariciando la superficie rocosa, recordando las veces que Hope llamaba a sus ilusiones hexagonales.
—Para contactar con Chthon, debes entrar en un estado crítico de meditación...— explico en su cabeza la bruja escarlata, pero la conexión entre ellas cayo cuando Génesis volteo asustada ante el estruendo de un escombro moviéndose.
Sus manos rápidamente se iluminaron en los tonos rojizos que la caracterizaba ante la amenaza. Lentamente camino hacia una de las esquinas cercanas a la cornisa del abismo, concentrada completamente en no ser sorprendida ni atacada por la espalda, pero no iba a mentirles. Génesis estaba muerta del miedo.
Volvió a voltear con sus brazos estirados y manos a la altura de su pecho al escuchar otro escombro siendo movido a sus espaldas. La adrenalina que sentía en ese momento causaba pequeñas palpitaciones en su cabeza, jugándole una mala pasada imaginando como las pequeñas grietas cerca de ella se movían.
Miró hacia el altar y lanzó estelas rojizas hacia las antorchas gigantes que se acentuaban a su alrededor, encendiéndolas en fogosas llamas rojas para iluminar aquellos lugares llenos de oscuridad.
Un monstruo de piedra salió de las sombras dando un fuerte rugido de guerra dirigido hacia ella, quien de un salto liberó energía aterrizando sobre el altar lista para atacar. Pero así como se dio a revelar uno, se mostraron tres más causando miedo y desesperación en Génesis.
—¿Y qué hago con ellos? ¿Los mato?— grito alarmada al aire esperando que la bruja escarlata le dé órdenes.
—¡No! ¡Definitivamente no!
—¿Y qué se supone que haga? ¿Bailo con ellos?— la voz de Génesis temblaba levemente del miedo al ver como los monstruos de varios metros la rodeaban dejándola sin escapatoria.
Sin obtener respuesta, Génesis le disparó una estela de energía al monstruo de ojos escarlatas que mas cerca estaba de ella, estampándolo contra la pared y dejándolo fuera de juego.
—¡No!— resonó la voz de la bruja escarlata tomando el control por unos segundos y asustando a Génesis por el repentino movimiento de bajar la guardia.
La portadora aguantó la respiración al ver como aquel que derribó se reponía y se acercaba a ella junto a sus demás amigables compañeros. La Bruja Escarlata aún no le permitía movimiento de su cuerpo, mantenía una posición erguida con sus manos alzadas a la altura de su estómago con estelas rojizas bailando entre sus dedos.
Los monstruos miraron a la mujer escarlata aún sobre el altar y también detrás de ella, donde rápidamente se colocaron de rodillas con su mano derecha ubicada a la altura de su corazón. Las manos escarlatas de Génesis lentamente se fueron apaciguando al igual que su miedo.
—Esto no es un ataque... esto es...— Génesis giró su cabeza con clara confusión hacia donde las criaturas mantuvieron su mirada.
La estatua de la bruja escarlata yacía en la pared diferenciándose de todas las demás ante su altura y grandeza. La magia del caos era un claro símbolo de la fuerza que tenía sobre ellos.
La imagen de una mujer con sus cabellos moviéndose ante la energía y sus manos en la típica posición que Génesis utilizaba, demostrando el poderío que rescindía en las portadoras del caos.
—Esto es un trono.
Génesis giró nuevamente hacia las criaturas, iluminando sus manos en tonos escarlatas y posicionándose de la misma forma que la estatua indicaba.
Se sentía poderosa. Una clara imagen de lo que muchos quieren y nadie tiene, una forma de demostración que la magia del caos, por más que lo intenten una y otra vez, antes de ser asesinada debían arrancarlo de raíz.
La magia del caos siempre volvía.
—Ellos son los Guardianes del Caos. Reconocen la fuerza caótica que posees.
Los guardianes levantaron sus cabezas para observarla aún rindiéndole tributo, como si escucharan a la mujer caótica de sus pensamientos.
—Fueron mis primeras creaciones.
Génesis lentamente bajo la guardia por completo, eliminando los rastros de miedo que los guardianes le habían impuesto, permaneciendo ahora en un estado de paz y tranquilidad ante la protección del caos.
—¡Hijos míos! ¡Levántense de su sueño eterno y conozcan a su creadora!— la voz distorsionada de Génesis mezclada con la Bruja Escarlata resonó en todo el Templo. La portadora iluminó sus manos en tonos escarlatas y con un simple movimiento encendió todas las velas ubicadas al rededor del altar.
Que dramática, pensó Génesis ante las palabras de la bruja escarlata.
—Mi nombre es Génesis y soy la portadora de la magia del caos— se presentó ante las criaturas de roca. —Estoy aquí para contactarme con el Dios que me otorgó la existencia, Chthon— observó cómo los guardianes se miraron entre ellos, causando confusión en la muchacha. —¿Qué ocurre?— consultó en voz baja para la bruja escarlata.
—No creen que seas capaz de contactarlo por tu cuenta.
—¿Por mi cuenta?— repitió Génesis frunciendo su ceño. —¿Y cómo se supone que haga eso?
—Lo sabes. En lo profundo de ti. Sabes que hacer— le respondió la mujer con su voz desvaneciéndose en su mente.
—¿Escarlata? ¡Hey! No puedes traerme aquí y dejarme a mi suerte— se quejó la portadora en voz alta sin obtener registro de la magia del caos.
Genesis bajo un suspiro se sentó en el medio del altar, en donde miro mal a los guardianes del caos, quienes la juzgaban con sus ojos escarlatas y cuerpo de piedra.
—¿Qué?— preguntó de mala gana la muchacha causando que las criaturas aparten la vista de ella ante su tono defensivo.
Génesis suspiró.
Bueno, no debería ser tan difícil, contactar con un dios de millones de años sería pan comido luego de haber logrado que Hayley acepte que Hope realice magia.
Cruzó sus piernas una arriba de la otra, dejando que sus manos descansen en sus rodillas, y procedió a cerrar sus ojos en busca de calmar sus pensamientos.
Según la Bruja Escarlata, debía entrar en un estado crítico de meditación, y por lo que Génesis entendía sobre eso, era equivalente a estar inconsciente.
Génesis comenzó a respirar profunda y erráticamente, lo más rápido que su sistema pulmonar le permitía, podía sentir como poco a poco sus párpados se volvían cada vez más pesados que lo normal, sus extremidades se adormecían y el hormigueo en sus dedos se extendía.
Luego de algunas respiraciones, poco a poco, Génesis comenzó a ver pequeños destellos de diferentes colores sobre sus párpados cerrados, aumentando cada vez más su ritmo cardiaco, lentamente aquellos brillos iban conformando forma, apareciendo cada vez más y uniéndose unos a los otros.
Cuando observó que aquellas acciones no la estaban llevando a nada, abrió sus ojos con decepción donde rápidamente se disipó y entró en pánico ante la imagen delante de ella. Apenas fue consciente de que lo había logrado, comenzó a caer al vacío y rápidamente sus manos se iluminaron de escarlata deteniendo la caída infinita que estaba a punto de sufrir.
Una gran figura estaba frente a frente, y cuando se refería gran, era una gran figura; literalmente ella era casi inexistente a comparación.
Los destellos escarlatas estaban por todos lados en la criatura gigante frente a ella, a su alrededor parecía un vacío eterno disfrazado de una que otra nebulosa escarlata volando por allí.
Chthon mantenía su cabeza hacia ella, un gigante en donde su cabeza mantenía tres agujeros iluminados a cada lado, parecía más que nada una máquina que tranquilamente el humano podría realizar, solo que esta edición era en tamaño XXL. No poseía ni boca ni nariz. Su torso, o al menos lo que llegaba a observar, estaba iluminado de lo que parecía lava solo que está danzaba dentro de él en colores escarlatas como todo a su alrededor.
Génesis trago saliva levemente antes de acercarse con la magia del caos iluminando sus manos. La muchacha se colocó alejada pero frente a lo que parecía ser la cabeza del dios, en donde sus ojos inconscientemente se iluminaron más al observarla.
—Santánico— escuchó la voz del dios retumbando por todo el vacío, causando una vibración en su pecho.
—No. Solo el mensajero— respondió divertida Génesis retorciéndose de los nervios y miedo.
—Lo se.
Dicho esto, Génesis observó como a su derecha movía su mano, la cual era más que el doble de su cuerpo, acercándose a ella. La muchacha permaneció dura mirando sin descaro como los dedos del dios en un suave movimiento causó un doloroso desprendimiento a Génesis, quien soltó una queja ante la incomodidad.
Mientras que la portadora trataba de recuperarse, reconociendo como una bruma escarlata se colaba entre sus piernas manteniéndola a salvo del vacío.
Dirigió su mirada a su lado izquierdo al presentir una nueva presencia.
Allí estaba ella. El ser que habitaba en ella desde que era una niña, finalmente la tenía cara a cara luego de tantos años de ser su portadora. La bruja escarlata en su manifestación astral ni siquiera giró a verla, se encontraba con sus manos iluminadas en tonos escarlatas manteniéndose fija en el aire sin ningún costo ni torpeza comparada a Génesis, quien aún la examinaba con la mirada anonadada.
Al igual que ella, mantenía el típico traje asignado luego de la convergencia, solo que pudo apreciar las diferencia claras que habían entre ellas. Génesis nunca había visto el traje de la bruja escarlata, cuando ella mantenía el control de su cuerpo era como un sueño en el que se despierta sin problemas.
—Maestro— saludó a quien había llamado Santánico, la bruja escarlata, dando una leve reverencia con su cabeza manteniéndola gacha durante unos segundos.
—Santánico Pandemónium. Mi primera creación. Mi primer alumno.
La mujer volvió a levantar su cabeza hacia el dios. —Su cuerpo no resistirá la divergencia, y mucho menos si su mente está en este plano— advirtió Santánico como si no lo supiera.
Pero Génesis no lo sabía.
—Podría morir.
—Y entonces define el motivo de una simple humana al Templo-— la voz profunda de Chthon fue interrumpida rápidamente.
—Espera. Retrocede y pausa. Define morir— se metió en la conversación la portadora humana causando que la cabeza de la bruja escarlata se gire hacia ella dirigiéndole una clara mirada de advertencia.
—Disculpe, maestro— respondió Santánico sin quitarle los ojos de encima a la humana. —Aún la estoy adiestrando— se excusó volviendo su cabeza hacia la figura de autoridad.
Adiestrando como si fuera un perro, no pudo evitar pensar Génesis, en donde la mujer escarlata la volvió a matar con la mirada.
—Deberías cuidar tus palabras, portadora. La magia del caos puede escucharte— advirtió Chthon hacia la humana, rápidamente coloco su mente en blanco.
—Maestro, profanamos el templo y nos dirigimos a usted debido a que-— la voz de Santánico fue interrumpida por el propio dios.
—Buscan respuestas— completó causando que Génesis coloque toda su atención en el.
—Hay una niña. Hope Mikaelson— tomó la palabra Génesis colocándose a la altura de la mujer escarlata. —Necesitamos respuestas sobre su especie, hasta ahora es la única que se conoce— explicó como si fuera necesario y antes que pueda volver a hablar, el dios se le adelantó.
—¿Crees que tu reivindicación a través de Hope Mikaelson los traería de vuelta?
La pregunta confundió a Génesis ya que no tenía nada que ver con lo que estaba diciendo previamente, pero al parecer, la bruja escarlata si comprendía de que hablaba.
La mujer abandonó el puesto a su lado e inconscientemente se acercó un poco más al dios cuando escucho esto.
—¿Es posible?— escuchó la voz quebrada de la mujer al preguntar aquello.
A este punto del viaje, Génesis ya no entendía nada, muchos secretos los cuales poco a poco comenzaban a ser revelados.
—¿A quién se refiere?— cuestionó la portadora hacia la bruja escarlata. La mujer simplemente se limitó a mirarla sobre su hombro izquierdo y apretar los labios en respuesta.
Génesis rápidamente lo comprendió. —¿Es verdad? ¿Podemos traerlos de vuelta?— se acercó a la par de la bruja escarlata esperando una respuesta por parte del dios.
—Las respuestas que buscas son más complejas de lo que crees— respondió antes de quedarse unos segundos en silencio sabiendo que las mujeres no se irían. Levanto nuevamente su mano, y con un suave movimiento de dedos, la materia fue levemente integrándose y dando a revelar un libro que flotaba frente a ellas.
Aquel libro estaba completamente dañado, su tapa dura llena de símbolos y un dibujo con relieve de la bruja escarlata en su portada, se lo notaba viejo y desgastado como si hubiera sido creado hace varios milenios.
—¿Estás dispuesta a arriesgarlo todo por Hope Mikaelson?— cuestionó el dios hacia la mujer milenaria.
Santanico miró a Génesis por unos instantes, quien también le devolvió la mirada desconfiando de la respuesta que podría brindarle al Chthon.
—Si. Lo estoy.
—En ese caso... que así sea— afirmó la voz astral.
—Que así sea— contesto Genesis girando su cabeza al todopoderoso.
—Las respuestas a sus preguntas están allí. No me decepcionen.
Génesis abrió sus ojos y lo primero que sintió fue como su trasero impactaba fuertemente en el altar donde había entrado en trance, su respiración era agitada y podía sentir como su rostro y cuerpo estaba sudado ante el esfuerzo astral que hizo, al parecer, durante mucho tiempo comparando el cielo nocturno que se acentuaba en la entrada del templo.
Observó el libro oscuro frente a ella, el cual era exactamente igual en físico que en la forma astral que lo había visto.
—Darkhold— murmuró Génesis rozando sus dedos ante el relieve.
—Es el libro de los condenados. Es aquel que brinda los hechizos que oscurecen el alma y ciegan por lo que más anhelan— la voz de la bruja escarlata se escuchó en su mente. —No dejaré que arruines tu mente con aquello.
Su mano involuntariamente se levantó, sabiendo que Santánico había tomado el control de aquella extremidad, y con un simple movimiento escarlata, el libro de los condenados se disolvió absorbiéndose en la propia magia del caos.
—Es hora de ir a casa— declaró Génesis arrodillándose en el altar para asegurarse que estaba completamente bien antes de levantarse. —¿Cómo es eso que me ocultaste que te llamas Santánico? ¡Es un nombre cool!
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