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«★💜†»|| Pogostabo ||«★❤️☻»

Sinopsis: básicamente Pogo y Gustabo asesinos, y se quieren, o algo así.

Universo alternativo - no sigue la historia de SpainRP.
Advertencias: sangre, descripciones de asesinatos, y una pizca -muy- pequeña de smut. Si no estás comódo/a con ninguna de esas cosas, entonces no lo leas <3

◇◆◇

Todos tienen un pequeño ángel en un hombro y un diablillo en el otro. Dan consejos, ayudan a guiar a su ser humano por la vida. Tentan, escuchan, ofrecen ayuda. Todos tienen uno de cada uno. Todos excepto Gustabo.

Comienza cuando Julia, su madre, muere.

El diablillo de Gustabo siempre ha sido fuerte. No es el típico demonio malvado, no como son descritos los demonios bíblicos, al menos no hacia Gustabo. Lo anima a meterse en problemas, a divertirse, pero nunca comprometiendo su bienestar. Otros, sí, pero el ángel y el diablillo de Gustabo están de acuerdo solo en una cosa y esa es mantener a Gustabo a salvo.

El ángel de Gustabo siempre ha parecido frustrado. Se esfuerza por recordarle a Gustabo que sea paciente, que tenga cuidado. Pero Gustabo no quiere ser paciente ni cuidadoso, y su diablillo lo sabe. Su diablo se aprovecha de eso. El ángel lucha por recordarle a su humano que haga lo correcto cuando Gustabo y el diablillo están de acuerdo en que no siempre hay una 'cosa correcta', que lo 'correcto' a menudo es lo incorrecto y que las cosas no son en blanco y negro.

Discuten, su ángel y su diablo, todo el tiempo, con palabras afiladas y uñas aún más cortantes. Nunca dejan de contradecirse y disputar, excepto un día cuando Gustabo tiene ocho años. Ambos guardan silencio cuando Julia muere. Se mantienen en silencio mientras Gustabo se lamenta y llora. Están en silencio mientras el sheriff aún no llega. Se quedan callados hasta que Gustabo les habla, porque una cosa que ambos entienden es la pérdida.

Esa noche, después de que el sheriff finalmente lleva a Gustabo a casa, y procede a ahogarse en una botella de alcohol, el ángel se cuela sobre los hombros de Gustabo hasta donde el diablo yace durmiendo. Es lo mejor, se dice el ángel. El diablo causará más dolor, llevará a Gustabo por un camino del que no podrá regresar. Es para salvar a Gustabo. El ángel abre la boca de par en par, los dientes se alargan en una monstruosa sonrisa, y se lanza, devorando al diablo por completo.

Gustabo se despierta con el alboroto en su hombro derecho. Asustado y confundido, trata de alejar lo que sea que tiene ahí, pero por supuesto, los ángeles y los demonios son incorpóreos excepto el uno para el otro, así que su mano los atraviesa. Para cuando se da cuenta de lo que está pasando, ya ha terminado. El diablillo se ha ido, consumido por el ángel. Pero algo malo le pasa. Está chillando y temblando, transformándose en una cosa de aspecto retorcido, todo enojado y quemado. Se llama a sí mismo Pogo.

Gustabo no conoce a nadie más que tenga a alguien, algo, como Pogo. El sheriff no sabe qué hacer con él y tiene mayores problemas con el funeral de su esposa, así que lo ignora. Le dice a Gustabo que todo estará bien. Los niños lo evitan en la escuela, temerosos del monstruo sentado en el hombro de Gustabo. Pogo le susurra sobre lo bonitos que se verían con un ojo morado. Los padres susurran sobre cómo debe ser un niño perturbado y peligroso. No se equivocan.

El sheriff no sabe cómo lidiar con Gustabo, por lo que en su mayoría lo ignora. Si saca buenas calificaciones y no se mete en demasiados problemas, el sheriff no tiene que lidiar con él. Gustabo y Pogo aprenden esto rápidamente. Tienen cuidado de hacer lo suficiente en la escuela para pasar desapercibidos y causar la cantidad adecuada de estragos para que no sean castigados.

Pogo es el único amigo de Gustabo. Todos los padres se aseguran de que sus hijos no interactúen con él. No es invitado a ninguna fiesta de cumpleaños, nunca tiene un compañero en las excursiones escolares, siempre queda emparejado con el maestro. Pobre sheriff, susurra la gente. Una esposa muerta y un hijo defectuoso. Gustabo finge que no los escucha, pero Pogo les maldice, susurrando amenazas que solo sus ángeles y demonios pueden oír.

―Están celosos, ―le dice Pogo a Gustabo.

―No, no lo están, ―dice Gustabo con tristeza. ―No quieren ser un fenómeno como yo.

Pogo no se lo toma como algo personal. Él nunca lo hace.

―Pues deberían, ―dice Pogo con altivez. ―Somos mucho más inteligentes que ellos.

El problema es que Pogo tiene razón. La escuela sugiere que Gustabo tenga su coeficiente intelectual examinado y resulta que está muy cerca del rango de genio. El sheriff se muestra orgulloso durante cinco segundos antes de volver al trabajo y a la botella, los únicos dos amores que le quedaron después de que su esposa falleciera.

Cuando comienza la escuela secundaria, Gustabo tiene un problema de bullying. Es solo un niño, un mocoso de mierda llamado Xavier Brown que le gusta empujar a Gustabo y burlarse de él por tener una madre muerta. Pogo lo odia y también odia a su ángel y diablillo. Le dice a Gustabo que son arrogantes, que les gusta herir a la gente porque les hace sentir mejor consigo mismos.

Así que Gustabo lo lleva hacia el bosque. Es asquerosamente fácil, todo lo que tiene que hacer es decir en voz alta que se va a ir caminando solo a casa y Brown lo sigue. Es simple de ahí en adelante. Golpea a Brown con una piedra y lo deja allí para que se desangre, asegurándose de que no se pueda encontrar la piedra. Pogo devora al ángel y al diablo de Brown. El sheriff llega a casa tarde esa noche, diciendo que un corredor en el bosque encontró a un niño muerto de la escuela de Gustabo. Gustabo se hace el tonto, pregunta quién es.

―Su nombre es Xavier Brown, ¿lo conoces? ―pregunta el sheriff.

―Era un bully, ―dice Gustabo encogiéndose de hombros.

Pogo le murmura acelerado que debe parecer más arrepentido, actuar sorprendido y triste. El sheriff le da una mirada extrañada y lo observa por unos momentos antes de ir al gabinete de licor y servirse un trago. Gustabo y Pogo no creen que sospeche de ellos, pero tendrán que tener cuidado la próxima vez.

Porque habrá una próxima vez. Lo que Pogo no había mencionado es lo bien que se sentiría. Gustabo se sintió bien al ver como Brown se desangraba lentamente, mientras dejaba de respirar. Gustabo se sintió fuerte, poderoso en ese momento, de una manera que nunca se sintió. Gustabo no siente nada cuando ve las súplicas desconsoladas de la madre de Brown en las noticias pidiendo información. No se siente conmovido cuando sus profesores tienen un momento de silencio para Brown. Todo lo que siente es el deseo de volver a hacerlo.

Gustabo espera. Es hijo de un policía e incluso con doce años sabe cosas. No quiere que la policía siga un patrón si mata a alguien más tan pronto. Necesita asegurarse de no ser descuidado, que no haya forma de que lo encuentren. Fue descuidado esa primera vez, él y Pogo se vieron consumidos por las posibilidades de lo que podían hacer. Incluso Pogo está de acuerdo en que deben tener cuidado y planificar. Gustabo ni siquiera está seguro de a quién perseguiría ahora que su problema de bullying está resuelto. No hasta que el padre de Gustabo llega a casa una noche cuando Gustabo tiene trece años e inmediatamente le dice a Gustabo que de ahora en adelante, él debe volver a casa directamente después de la escuela y cerrar con llave las puertas.

―Vale, ―dice Gustabo, confundido.

―Lo digo en serio. Nada de perder el tiempo o salir con amigos, ―dice el sheriff.

―¿Por qué? ―Pregunta Gustabo.

―Un prisionero escapó hoy, ―dice el alguacil. Se sienta pesadamente en la mesa y Gustabo le trae su whisky, como de costumbre. ―Violó a tres personas y escapó disparando a un oficial.

―¿Qué oficial? ―pregunta Gustabo.

―Perez, ―dice el sheriff.

Eso enfurece a Gustabo. No tiene mucha gente que le guste, pero Horacio es una de ellas. Él siempre se muestra amistoso y alegre, incluso con él. Nunca lo trató de manera diferente, ni cuando su madre murió ni cuando recibió a Pogo. Las violaciones por sí solas harían que Gustabo lo considerara su próximo objetivo, pero el hecho de que le disparó a Horacio lo solidifica.

―¿Cómo se llama? ―Gustabo pregunta casualmente.

―Wilson Buratti.

Wilson Buratti.

Gustabo investiga todo lo que puede sobre Wilson Buratti. Revisa los archivos del caso de su padre, busca en línea, todo. Se entera de que Wilson Buratti va tras familias y tal vez la policía lo detuvo por tres violaciones, pero Gustabo está bastante seguro de que está detrás de al menos doce más, todas ellas familias. Nada de eso ayuda a Gustabo a descubrir cómo encontrarlo. En todo caso, lo más lógico es que Wilson se haya ido de El Pueblo ya, pero Gustabo tiene la sensación de que no es así. Así que busca por el bosque.

Gustabo y Pogo estudian los mapas toda la noche, descartan las zonas ya recorridas por la policía, calculan el tiempo y las direcciones que ha tomado para haber podido pasar desapercibido hasta el momento, hasta que llegan a una aproximación en el medio de la reserva.

―Hay cabañas de caza por ahí, ―reflexiona Gustabo y Pogo revisa la ubicación. ―Podría estar escondido en una.

―Probablemente, ―dice Pogo. ―Ahora la pregunta es, ¿cómo quieres hacerlo?

―Apuñalar parece la mejor opción, ―dice Gustabo. ―Si le disparamos, tendríamos que conseguir un arma y asegurarnos de que no esté registrada por mi padre o esté vinculada a la policía. Una complicación innecesaria.

―De todos modos, se merece una muerte lenta, ―dice Pogo. A Pogo siempre le agradó Horacio, porque hacía feliz a Gustabo.

Se escabullen a las cabañas de caza por la noche, Gustabo con guantes y armado con un cuchillo que le quitó a un niño mayor en la escuela. La cabaña es fácil de encontrar una vez que sabe dónde buscar.

―Está adentro, ―dice Pogo. ―Él no sabe que estamos aquí.

Gustabo dejó de preguntarse hace mucho tiempo cómo Pogo sabe estas cosas; Hay muchas cosas que Pogo no debería poder hacer y que hace. Gustabo asume que tiene algo que ver con cómo cambió cuando consumió al diablo.

―Vale, ―dice Gustabo.

Es fácil colarse dentro. Wilson está desmayado en su cama, su ángel y diablo con él, una botella de vodka en su mano inerte. Gustabo suspira para sí mismo. Es casi demasiado simple. No le cuesta nada a Gustabo hundir el cuchillo profundamente en el cuello de Wilson. Salta hacia atrás y observa, fascinado por cómo Wilson se atraganta con su propia sangre, ahogándose y tratando de alcanzar a Gustabo. Su ángel y su diablo luchan por respirar, muriendo como muere su humano. Pogo salta del hombro de Gustabo, otra cosa que no debería poder hacer, y abre la mandíbula de forma inhumana, mostrando dientes afilados y harapientos. Devora al ángel y luego al diablo antes de que Wilson deje de luchar y muera a los pies de Gustabo.

Gustabo saca el cuchillo y lo pone con cuidado en una bolsa de plástico para que no quede rastro de sangre cuando se vaya. Caminan hacia un lago profundo a unos pocos kilómetros de distancia y Gustabo se lava las minúsculas manchas de sangre en sus manos. Coloca piedras en la bolsa y las arroja al medio del lago para que el cuchillo se hunda más rápido hasta el fondo. Pogo parece aún más fuerte ahora, como lo hizo después de consumir al demonio y al ángel de Brown. Gustabo le dice esto a Pogo, quien flexiona sus manos con garras.

―Pogo se siente mejor, ―admite Pogo. ―Más poderoso.

―Yo también, ―dice Gustabo.

Nadie lamenta la pérdida de Wilson Buratti y el departamento de policía no investiga demasiado su asesinato.

Gustabo asesina dos veces cuando tiene catorce años. Uno es el padre de un chico de su escuela que Gustabo sabe que es abusado en casa. Corta profundamente las muñecas del Sr. García para que parezca un suicidio. El otro es la Srta. Escobar, una maestra que es cruel con Gustabo en la escuela, siempre haciendo comentarios sarcásticos sobre Gustabo y su padre, sobre cómo Gustabo debe ser educado mal en casa para tener algo como Pogo. No es que llame a Pogo por su nombre, nadie lo hace. Él mismo lo llama 'esa cosa'. Gustabo se complace profundamente en cortar lentamente a Escobar hasta que el dormitorio de la mujer parece como si hubieran manchado cada superficie con cubos de pintura roja.

Luego, el sheriff muere unos días después de que Gustabo cumple quince años. En una parada de tráfico, de todas las cosas. El sheriff recibe un disparo del hombre al que detuvo por correr a casi ciento sesenta kilómetros por hora en la autopista. Muere al costado de la carretera mientras el hombre escapa de la escena. Gustabo lo encuentra dos días después. Y ni siquiera es sutil al respecto. Pasa horas con él, cortando su carne, arrancando piel de hueso. El hombre grita y ruega por la muerte, pero Gustabo no se la da. Es hasta que Gustabo puede ver el corazón latiendo del hombre, que su cuerpo finalmente se da por vencido.

Gustabo pierde el control un poco. Pogo trata de calmarlo, pero Gustabo se vuelve imprudente y deja suficiente evidencia detrás que necesita salir del condado de El Pueblo por un tiempo hasta que el revuelo haya pasado. Cuando Pogo finalmente logra que Gustabo entre en razón, hay un rastro de cuerpos detrás de él que simplemente no es aceptable. Entonces él y Gustabo huyen. No les queda nada en El Pueblo, así que se van. Pogo es más grande y más fuerte ahora, su cuerpo retorcido y sus quemaduras lentamente sanan mientras consume más y más ángeles y demonios de sus víctimas. Su semblante asimilando el de un mimo que gana más color poco a poco, sin contar su sonrisa colmilluda y garras.

Es idea de Pogo localizar al brujo. Hay algunos rituales que Gustabo puede hacer por su cuenta, pero no magia mayor, no lo suficiente para darle a Pogo un cuerpo real. Encuentran a un brujo hermitaño que hace cosas turbias en las afueras de Liberty City. Él es la primera persona que Gustabo ve que tiene deidades que no son prístinas, algo similar a Pogo. Tiene un ángel y un diablo, pero ambos están encorvados y parecen débiles. Pogo le dice que les está extrayendo energía para su magia.

El brujo no lo ve venir, lo que Gustabo sospecha es la única razón por la que puede acercarse lo suficiente para dejarlo inconsciente. Lo ata y tortura durante horas, hasta que finalmente le dice lo que necesita.

―Es un hechizo simple, ―llora, con lágrimas corriendo por su rostro. ―¿Por qué no solo preguntaste?

Y esa es la pregunta, ¿no?

Gustabo y Pogo lo observan atentamente mientras hace el ritual. Gustabo tiene un arma apuntándole todo el tiempo, lista para disparar si sospecha que está haciendo algo más que hacer que Pogo sea verdaderamente corpóreo. Ha investigado el hechizo, conoce los pasos, sabrá si el brujo se desvía. Espera que sea lo suficientemente inteligente como para no hacerlo, al menos no hasta que el hechizo esté completo. El cuerpo comienza formándose sobre la mesa, transformándose lentamente en algo real y humano. El brujo cree que Gustabo se distrae con el cuerpo, que no está preparado. Se equivoca. Trata de lanzarle un maleficio, pero Gustabo lo ve venir. Le dispara entre ojo y ojo. No importa, el ritual ya está completado. El cuerpo termina de formarse y antes de que Gustabo pueda decir algo, Pogo desaparece de su hombro. Un segundo después, el cuerpo desnudo sobre la mesa de la bruja cobra vida.

El cuerpo es hermoso, libre de quemaduras y la forma retorcida que era Pogo. Si Gustabo no lo supiera mejor, diría que el ritual no funcionó, que este no es su Pogo. Pero luego los ojos se abren. Esos ojos azules y helados y una sonrisa burlona tirando de los labios, y Gustabo siente el tirón, inmediatamente sabe que este es su Pogo. Pogo es extremadamente guapo, con una mandíbula fina, cabellos pelirrojos y ondulados, piel pálida como la suya y unos centímetros más alto. Es fuerte, aunque Gustabo esperaba eso dada la dieta constante de ángeles y demonios que ha estado consumiendo.

―¿Cómo te sientes? ―pregunta Gustabo.

―Pogo se siente de maravilla, ―dice Pogo, estirándose lánguidamente.

―Vamos, vamos a conseguirte algo de ropa, ―dice Gustabo, pasando por encima del cadáver del brujo.

―¿Por qué? ―pregunta Pogo traviesamente. ―¿No te gusta lo que ves?

Las mejillas de Gustabo se tiñen de rosa pero no responde. Pogo lo sigue hasta el auto de todos modos y toma los joggers y la camiseta que Gustabo le arroja.

―No es realmente mi color, ¿verdad? ―Pogo pregunta, frunciendo el ceño ante el conjunto gris y negro.

―Cualquier color te queda, ―se queja Gustabo. ―Podemos ir de compras mañana. Sube al coche, tenemos que irnos.

Gustabo ahora no tiene ángel ni demonio, pero tiene un hombre mayor apegado a él. Dondequiera que vaya, Pogo va. Ahora pueden separarse durante largos períodos de tiempo, a diferencia de antes, cuando Pogo solo podía vagar unos tres metros. Pero no les gusta. Pogo no se siente cómodo con Gustabo fuera de su vista, y Gustabo necesita a Pogo cerca de él. Ha tenido a Pogo durante tanto tiempo que no puede imaginar una vida sin él. Ambos escuchan susurros cuando salen juntos y la gente los señala. Los ángeles y los demonios los miran con recelo. A vista de los demás, ambos son dos personas sin deidades sobre sus hombros. Los dedos de Pogo rozan su cuchillo en su chaqueta y le susurra a Gustabo que podrían matarlos ahora, que sería simple, fácil. Gustabo responde que no va a matar a nadie a plena luz del día, para controlarlo. Pogo refunfuña pero hace lo que le dicen.

Van de ciudad en ciudad, de estado en estado, matando sobre la marcha. Pogo no debería poder devorar a los ángeles y demonios todavía. Son incorpóreos para todos menos el uno para el otro. Al parecer, Pogo es la excepción a todo. Obtiene un aumento de poder cada vez, piensa Gustabo. Es más fuerte, más ágil. Puede oír mejor, oler mejor. Gustabo no tiene envidia, pero le preocupa. ¿Qué pasa si Pogo decide que ya no lo necesita? No parece probable, Pogo casi nunca lo pierde de vista, pero ¿y si?

Pogo termina esa línea de pensamiento tan pronto como Gustabo la expresa en voz alta. Es de noche, se están lavando la sangre de las manos en el baño de su motel, y Gustabo dice en broma que pronto Pogo ya no lo necesitará para esto. Pogo se queda quieto, el agua le corre por las manos.

―¿Es eso lo que piensas? ―Pogo pregunta lentamente. ―¿Que Pogo no te necesita?

―Bueno, ya no lo haces, ―dice Gustabo encogiéndose de hombros. ―Eres libre, ya no estás atado a mí.

―¿Crees que por eso quería un cuerpo, para deshacerme de ti? ―pregunta Pogo serio. Gustabo se encoge de hombros otra vez. Pogo se limpia las manos con la toalla de mano. ―No, gilipollas.

―Bueno, ¿por qué entonces? ―Gustabo pregunta, molesto por ser llamado así.

―Porque eres mío, ―dice Pogo, acercándose hasta que sus narices casi se rozan. Extiende la mano y pasa los dedos por la mejilla de Gustabo. ―¿Cómo podrías ser otra cosa?

Gustabo se estremece y se inclina hacia el toque de Pogo.

―No estaba seguro, ―admite Gustabo en un susurro.

―No podía protegerte estando en tu hombro, ―dice Pogo. ―No podía tenerte como quería.

La boca de Gustabo se seca. Mira los ojos azules hambrientos de Pogo.

―¿Y qué es lo que quieres?

―Ya lo sabes, ―dice Pogo.

No lo sabe, en realidad no, pero deja que Pogo acaricie su mejilla, roce su pulgar por sus labios, pase su mano por su cuello y sobre su pecho desnudo. Deja que Pogo lo acerque más, con la nariz en su sien.

―Pogo, ―susurra Gustabo.

―Dime que pare, ―dice Pogo contra su oído. ―Dime que pare y lo haré.

―No lo hagas, ―dice Gustabo. ―No pares.

Pogo gruñe y toma el rostro de Gustabo hacia él, sus bocas chocando. Pogo besa a Gustabo con avidez, como si quisiera devorarlo como devora a todos esos ángeles y demonios. Deja sus marcas de mordedura sobre la piel de Gustabo. Cuando empuja dentro de Gustabo, es feroz y rápido, follándolo bruscamente hasta que ambos gritan su finalización. Empieza ahí, en una oscura habitación de motel en Alderney City, pero no termina.

Siguen moviéndose, nunca permanecen en un lugar por mucho tiempo. Se abren camino con dinero que han robado o estafado a la gente. Gustabo nunca siente ni una pizca de remordimiento por sus víctimas. No está más que fascinado y hambriento por la próxima muerte.

Alcanzan a un asesino en serie en Oklahoma. Bueno, otro asesino en serie, técnicamente hablando. Cuando llegan a su carnicería (porque en serio, no podía faltar un cliché), ya ha terminado de cortar a su última víctima. Gustabo deja que Pogo tenga este; ha estado ansioso por usar su cuchillo y mancharse de sangre. Gustabo no puede evitar excitarse mientras mira. Pogo es despiadado y eficiente, pero tiene un don para la dramaturgia que le encanta a Gustabo. Intenta ajustarse en sus jeans mientras Pogo termina, rociando la pared con la sangre del hombre. Pogo se gira hacia él, nota el bulto en sus pantalones, y mira a Gustabo con una ceja levantada y una sonrisa burlona.

Gustabo no pierde tiempo y se lanza a los brazos de Pogo, se empina para alcanzar los labios del pelirrojo y enreda los dedos en su cabello. Pogo lo recibe enseguida, atrapando su cadera y pegando sus cuerpos lo más que puede. Intercambian besos lentos, pero profundos. Antes de perderse por completo en las caricias de Pogo, Gustabo los separa.

―Vamos, ―dice Gustabo, con una sonrisa embobada hacia Pogo. ―Vámonos de aquí.

Gustabo, a pesar de los mejores esfuerzos de Pogo, todavía tiene algo de conciencia, por más retorcida y cínica que esté, por lo que solo van tras las personas que Gustabo cree que lo merecen. En Minneapolis, Pogo cruza esa línea, le da una paliza a un corredor inocente y no deja de golpear su cabeza contra la acera hasta que su rostro es indistinguible. Gustabo se vuelve histérico. Le grita a Pogo, lo empuja. Y Pogo lo deja, hasta que Gustabo va demasiado lejos en su rabia y golpea a Pogo en la cara.

Pogo tiene sus manos alrededor de la garganta de Gustabo en un instante y lo empuja contra un árbol, la corteza raspa la espalda de Gustabo. Gustabo levanta la barbilla, desafiante.

―Hazlo, ―dice Gustabo entre dientes. Pogo gruñe. ―No puedes, ¿verdad? Porque me necesitas tanto como yo te necesito a ti.

Pogo aprieta sus manos con más fuerza, sus uñas se clavan en la piel de Gustabo, antes de soltarla abruptamente. Gustabo se atraganta y cae al suelo.

―No vuelvas a hacer eso, ―dice Pogo.

―Tú tampoco, ―responde Gustabo.

No hablan por el resto de la noche. Pero Pogo se lo folla brutalmente cuando están de vuelta en su habitación de hotel. A pesar de lo que detuvo el día, Pogo lo abraza cerca esa noche y no lo deja ir. Al día siguiente, la tensión se ha ido, ninguno siente la necesidad de tener cuidado con el otro.

―¿Hacia dónde ahora? ―pregunta Gustabo, sacando un mapa de la guantera del coche.

―Los Santos suena bien en esta época del año, ―dice Pogo en tono de conversación. ―Y escuché que hay una gran tasa de criminalidad, lo que te gusta.

Gustabo rueda los ojos, pero le agrada cómo suena.

―Los Santos, entonces.

◇◆◇

🦀 ¿Qué tal? ¿Qué les pareció? 
Agradezcanle a MVillainous500 <3 al principio no estaba segura de si publicar esta historia, pero Scorpi le dio el visto bueno y aquí estamos :D

Si quieren leer más sobre Pogo, vayan al perfil de Scorpi y revisen sus hermosos trabajos💜
También en su insta @Scorpion_LuxVil tiene espectaculares dibujos (como mi foto de perfil) :3

Bye bye 🦀

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