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Capítulo XI

Irusu

{Las luces están encendidas, pero no hay nadie en casa}


Kakashi miraba a su amiga irse después de aquel abrazo. "Gracias por ser mí amigo", le dijo. Y si corazón se llenó de orgullo al oírla. Quizás, después de todo no estaba tan mal dejar de lado el pasado y asumir que era momento de tener nuevas amistades.

Si, tenía de amigo a Maito. Pero era completamente diferente el vínculo que tenía con este que con Hoshi. Había cosas de las que podía hablar con uno y no con el otro, y viceversa.

Con Hoshi cenaba los martes, o los jueves. Con Guy a veces coincidían en un bar. Kakashi recordaba con exactitud el cumpleaños de Hoshi, ¿Guy cumplía años?

—Kakashi—lo llamó alguien. Y cuando el aludido volteo pudo darse cuenta de que se trataba de Ibiki—¿Puedo hablar contigo un momento?

Era extraño que Morino acudiera a Kakashi en un momento cómo ese. Si bien en sus días de juventud se había desempeñado en las huestes deANBU, hacía tiempo que había cortado con toda la relación.

Kakashi creyó que Ibiki lo llamaría para hablar sobre el entrenamiento de algún escuadrón, o la estrategia de alguna misión. Cada tanto Kakashi orientaba a los monitores o allá ninja tokubetsu con sus tareas, pero eso no ocurría tan seguido como antes.

Ambos caminaron hacia el cuartel, dónde se llevaban a cabo las investigaciones e interrogatorios. Ibiki lo hizo pasar a su oficina, dónde también estaba Anko, pero ocupada en su propio escritorio. Llevaba un buen tiempo ayudando a Ibiki en algunas cosas, especialmente después del conflicto en los exámenes Chunnin.

—Llevaremos a cabo la firma de la neutralidad en las aldeas del País de los Campos de Arroz—comenzó a decir Ibiki, sin darle tiempo a Kakashi de que siquiera tomara asiento. Kakashi lo miro sorprendido, él había oído hablar de eso al Tercero en su momento, pero creyó que todo se había suspendido después de su muerte—. Enviaremos a un equipo en los próximos días, para que organice la firma con cada líder de los pueblos.

Kakashi todavía no entendía cómo podía colaborar con eso.

—Redactamos los documentos, y teníamos pensado enviar a Momoki Inuzuka, Tāo Ikari, y Himara Hoshi—Kakashi pestañeó solemne. Estaba seguro de que a Hoshi le encantaría ir a aquella misión—. Debo serte sincero, Kakashi—comenzó a decir—. Hoshi es la mejor ninja que tenemos en el escuadrón cuando de relaciones internacionales se trata, ella es una muchacha muy estudiosa, aplicada, y si bien no es la mejor en batalla sabe defenderse y convence...que es, justamente, lo que buscamos en esta misión. Que logre convencer a todos de que firmen el tratado—El copia ninja se cruzó de brazos esperando por el motivo de su llamado—. Tu fuiste quien recomendó a Hoshi para ANBU, recuerdo el día que viniste a hablar personalmente. ¿Tú lo recuerdas?

Kakashi jamás podría olvidar el día en que dejó de lado su orgullo para beneficiar a quien hoy era su más grande amiga. Asintió.

—Ahora necesito un favor de tu parte—dijo Ibiki—. Hoshi ha presentado su renuncia al escuadrón, y es de suma importancia tenerla en esta misión. Lamentablemente la muchachita es terca, y si se le metió en la cabeza renunciar no podremos convencerla de lo contrario—explicó, entrelazando sus dedos distraídamente sobre el escritorio—. Necesitamos que haga una última misión con nosotros, ya que es la más preparada para llevarla a cabo. Y voy a pecar de entrometido, pero quizás tu puedas interceder y hablar con ella para que haga está última misión y luego renuncie.

Kakashi estaba sorprendido por aquel pedido. No sabía si aquello estaba bien o mal. No podía entrometerse en las decisiones de Hoshi, y aquello que le estaba pidiendo Ibiki rozaba lo manipulador.

—Ibiki san—empezó a decir educadamente—. Si Hoshi ha tomado su decisión no creo que pueda hacer mucho.

—Hoshi ha estado muy dispersa últimamente, su ímpetu por la organización no es la misma que al principio—Ibiki casi que ignoró lo que le dijo Kakashi—. Entiendo que el ataque de Orochimaru, la muerte de Hayate y otras internas en el escuadrón pudieron debilitar su espíritu, o sus ideales...Y como dije, está perfecto que ella decida irse. Al fin y al cabo, si su corazón no está hecho para esto, no podremos obligarla a que se quede. La situación es que su liderazgo, y su inteligencia emocional la convierten en una persona influyente y seguida. Es muy fácil conmoverse con sus discursos de superación, y justicia—Movió sus manos con desdén. Aquello para ANBU no era importante—. Por eso creemos que es la mejor para trazar las relaciones con un País tan complicado como el Arroz.

—Mmm—Kakashi rascó su cabeza—. Aún no veo cómo puedo lograr que ella vaya a esa misión.

—Convéncela, Kakashi—Ahora Ibiki fue mucho más directo—. Anko ha hablado con ella, yo mismo le he dicho, pero su cabeza ha tomado una decisión que no quiere cambiar—suspiró, y le entregó una carpeta con el itinerario de la misión. Kakashi lo tomó y lo ojeó por encima—. Sabes que me dedico a analizar la mente de las personas, a manipularlas—Aquello para cualquiera hubiese dado miedo—. Y Hoshi es fuerte y obstinada...Pero tiene una debilidad.

El peli plata lo miró expectante.

—Tú.

Kakashi no se esperaba oír aquello. Él podría haber nombrado otras diez debilidades de su amiga. Que era terca, orgullosa, perfeccionista, insegura, impaciente, hasta a veces intolerante y otras más, pero jamás hubiera creído que él era una de ellas. ¿Qué era eso? ¿Un cumplido? ¿Una ofensa? Ser la debilidad de alguien era un arma de doble filo. Ser la debilidad de Hoshi, la ponía automáticamente en una situación de peligro inminente.

—Bueno—Comenzó a decir Kakashi, intentando sonar despreocupado, como siempre—. No creo ser su debilidad...De todas formas sí reconozco que puedo influenciarla en algunas decisiones que tome, pero no porque la vuelva débil sino porque la conozco y sé que decirle y como tratarla—"Kakashi, eso sonó a que eres un vil manipulador" pensó para sus adentros—. Aun así, Ibiki san, me parece que si su decisión es la de renunciar no hay más que aceptarlo, Hoshi tiene muy claras sus ideas. Si quiere irse de ANBU ahora, debe tener sus razones.

—Kakashi, te seré directo—refunfuñó, algo hastiado por la constante negativa del shinobi—. Por un lado, tú eres la persona que más claro tiene la tarea de un ninja, y por el otro, estás muy al tanto de la situación que tenemos con Orochimaru. Si logramos firmar la neutralidad con esas zonas, achicaremos el rango de acción del enemigo—Kakashi lo miraba a los ojos, pero no podía evitar desviar de vez en cuando la mirada a la cicatriz que cruzaba el rostro del tokubetsu—. Para mí Hoshi es una kunoichi reemplazable, y para nada indispensable en mis filas. Puedo salir mañana mismo a reclutar y estoy seguro de que conseguiré una persona mejor que ella. Pero ahora la necesito, y no tengo el apoyo de un líder para obligarla. Así que recurro a ti para que me ayudes con esto, a como dé lugar.

—¿Me está pidiendo que use un genjutsu con Hoshi?

—Como dé lugar—repitió, tajante. Kakashi abrió sus ojos y pestañeó. Cerró la carpeta y la dejó caer en el escritorio para después golpear sus rodillas e incorporarse del asiento.

—Intentaré convencerla de una manera más—expresó, con las manos en los bolsillos—...humanamente aceptable, sin afectar su autonomía. Veré qué puedo hacer.

—Confío en que lo harás.

Kakashi salió de la oficina un tanto molesto por aquella charla. Le parecía absurda la tarea que Ibiki le había asignado. Él era un Jōnin, ya bastante tenía con su equipo, o lo que quedaba de él como para tener que andar siguiendo los pasos de una niña.

Pero después estaba la otra parte, el deber. El mismo deber que había matado a su padre, y el mismo deber también que lo había obligado a ser como era. Su deber era servirle a Konoha, por algo había elegido ser ninja. Por lo tanto, asegurarse que Orochimaru no volviera a atacar tenía que estar entre sus prioridades, y si eso conllevaba persuadir a Hoshi que cumpliera su última tarea en ANBU, lo haría justamente, por el deber.

E Ibiki tenía razón al confiarle a Kakashi la tarea de influenciar a la muchacha a que hiciera aquella última misión. Porque cuando la mañana de ese día de invierno ambos se encontraron para desayunar, el peli plata se encargó muy cuidadosamente de asesorarla y decirle en líneas generales qué solo ella era la indicada para realizar tal proeza y así, endulzándole el oído, la castaña termino por cavar su propia fosa.

Y por eso esa noche, después del fatídico encuentro con su más querida amiga (O examiga) Kakashi despertó sobresaltado, después de una de las peores crisis de pesadillas que había tenido en años. No solo eran Óbito y Rin quienes aparecían en sus sueños, ahora Hoshi se había sumado a su ritual nocturno. Una Hoshi con cara de promesas rotas, y quizás tan muerta como la Nohara, o peor aún, porque tampoco estaba viva. Y no hay peor circunstancia que aquel que está no muerto.

Podía lavarse las manos con aguarrás, con soda cáustica, con ácido incluso y de nada serviría. No podía limpiar la sangre de su amiga de la adolescencia, menos podría limpiar la culpa de haberle causado lo que le causó a su amiga de la juventud.

Por qué Kakashi era tan culpable o más que sus violadores.

Por qué Kakashi había cedido ante el deber ser, y había sucumbido nuevamente a la necesidad de pertenecer a aquella aldea en la que había nacido, a costa de la dignidad y el bienestar de alguien tan importante en su vida como lo era Himara Hoshi.

Y esa noche también, la necesidad de llorar se juntó golpeando las cavidades de su pecho. Pero su orgullo era tan grande que no le permitió salir. ¿Por qué lloraría? Si no era él el herido, más bien el victimario. ¿Por qué lloraría? ¿Por la culpa? Si, por la culpa. Pero debería haberlo pensado mejor antes de hacer lo que hizo, tal vez, si por unos minutos se hubiera puesto a pensar en el otro y no en su ego el no estaría allí, con tanto dolor en su alma herida.

Pensó que sería bueno tener la costumbre de fumar como Asuma. Quizás eso calmaría sus nervios. Pero como no fumaba no le quedó otra que vestirse nuevamente, y salir de su departamento a buscar aire fresco que, al fin y al cabo, jamás conseguiría conviviendo consigo mismo. Por qué después de todo, era un monstruo. Y quizás, el destino de su padre era lo que mejor le sentaba a él también.

***

¿Cuántos días podía estar una persona sin comer?

La muerte por inanición era ahora la mejor opción para Hoshi, quien yacía acostada en su cama por séptimo día consecutivo.

Había bebido agua, y había tomado cada tanto un poco de yogurt. En siete días había bajado los últimos kilos sanos que le quedaban encima.

No había ido a terapia, no les hablaba a sus padres. No habría las cortinas, ni prendía la luz.

No se había bañado.

Y su cabello era un nido sucio y enmarañado.

Ella había visto en las películas que la depresión era mucho más atractiva. Que escuchabas música, comías helado, mirabas películas tristes, hablabas con amigas.

Pero eran eso. Películas.

La depresión en realidad eran uñas débiles, cabello opaco y quebradizo. No tener apetito, o tenerlo en exceso y querer vomitar. Era no querer bañarse, ni siquiera abrir los ojos. Era dolor de cabeza después de oír siquiera algún sonido. Era tener ganas de arrancarse el corazón con cucharita.

Eran, sobre todo...ganas de morir.

Pero no porque quisiera realmente morirse, no. Hoshi no quería morirse, solo que veía a la muerte como la única alternativa para sanar aquel dolor.

Su madre había buscado a un psiquiatra dos días después de la pelea con su amigo. Y este le había suministrado una dosis y receta de citalopram. El efecto lo iba a ver en tres meses, con suerte en dos. Para ese entonces, Hoshi probablemente se habría suicidado, como el padre de Kakashi, y hasta con el mismo objetivo: Salvar la poca dignidad que le quedaba.

Un toc toc sonó en el vidrio de su ventana. Hoshi abrió los ojos, pensando en que sería su padre que estaba en el patio dedicándole tiempo a sus plantas. Takeru solía hacer eso los domingos en la mañana, cuando Hoshi era pequeña y no quería levantarse.

La castaña simplemente ignoró el sonido, y se acurrucó aún más entre sus sábanas y frazadas, pero su padre insistió en reiteradas ocasiones, sin lograr ninguna respuesta. Finalmente, la ventana se abrió, y entre medio de las cortinas entró un rayo de sol que cruzó la habitación dejando ver dentro de la línea dorada

las pelusas y tierra flotando en el ambiente.

—Papá, no quiero ver a nadie hoy —masculló sin molestarse en voltear—. Por favor, déjame dormir.

Pero al parecer su padre hizo caso omiso y como si adentrarse sin pedir permiso fuera poco, abrió de par en par las cortinas iluminando toda la habitación, la cuál era un completo desastre.

—¡Papá! —exclamó Hoshi y volteó en dirección a la ventana para observarlo indignada por qué no le estaba haciendo caso.

—Me encantaría que me llamaras papi, pero—dijo alguien que claramente no era el Himara—...en otras circunstancias, por supuesto. —Era Jiraiya.

Hoshi lo miró sorprendida, mientras que este se llevaba las manos a la cintura y examinaba la habitación de la muchacha. Dio unos pasos, curioso y se acercó a tomar del respaldo la silla que acompañaba el escritorio.

—¿Qué haces aquí? Quiero estar sola —en el fondo, se alegraba de verlo. Con sus ojos hinchados por tanto dormir (y llorar) lo siguió al ver qué se acercaba a su lado y tomaba asiento en aquella silla de Pino que había acercado hasta allí.

—¿Que ha sucedido contigo? —preguntó, ignorando por completo su pedido de soledad—. La última vez que te vi pensé que estarías mejor.

—Hay días y días, Jiraiya sama—rezongó la castaña y volvió a recostarse, dándole la espalda.

No le contaría sobre su encuentro con Kakashi, revivir aquel momento solo avivaba su dolor.

—Vaya que has de estar mal—comentó con su voz característica—. Nunca me has llamado Sama—llevó sus manos detrás de su nuca, mostrando una actitud relajada y hasta soberbia—. Con que así se siente que te respeten ¿Eh? Jiraiya Sama, suena bien, Buenas tardes Jiraiya Sama—el sabio hablaba consigo mismo, mirando al techo—...definitivamente suena muy bien. Ya quisiera que Naruto estuviera aquí para aprender modales, el sólo sabe llamarme viejo pervertido—Hoshi solo lo escuchaba, no tenía ánimos para responderle nada—. Pero, en fin, no vine aquí por mí ¿Eh?

Sólo recibió silencio como respuesta.

Jiraiya pasó de tener una mirada divertida, a verla con tristeza. Chasqueó su lengua, y negó con lentitud.

—Ay querida—empezó a hablar. Hoshi no supo si fue el tono de voz que uso, o la manera en la que lo hizo que sus ojos se llenaron de lágrimas automáticamente—. Se que no hay nada que pueda hacer para que te sientas mejor. Y no entiendo por lo que estás pasando, así que no puedo hacerme siquiera una idea de lo que sucede dentro tuyo, pero déjame decirte que estás en todo tu derecho de transitar por este dolor, y voy a respetar tu espacio.

La castaña se volteó lentamente a verlo. Tenía la punta de la nariz enrojecida por el llanto contenido, le sonrió casi en un puchero y estiró su débil mano haciéndola aparecer por debajo de las sábanas. Jiraiya la tomó con la suya, dándole un suave apretón.

—Gracias—murmuró Hoshi.

El Sannin le dio un tierno beso en la mano que sostenía como si fuera algo frágil, y también le sonrió. Hoshi se sentía afortunada de conocer esa parte de aquel hombre que tenía fama de pervertido.

—He venido a contarte algo, Hoshi.

La aludida lo miró arqueando sus cejas. A juzgar por el silencio siguiente de parte de Jiraiya, se trataba de algo sumamente serio. Juntando todas sus fuerzas se incorporó lentamente después de soltar a Jiraiya y apoyó su espalda en la pared. No había sido operada recientemente ni nada, pero sentía como si a su cuerpo lo hubieran molido a golpes. Le dolían hasta los huesos.

—¿Que ocurre? —preguntó.

—Hay novedades sobre tu caso.

La piel de Hoshi se erizó.

—Quise ser el primero en decirte, por qué sé que lo haré como corresponde. No confío en que Ibiki tenga el tacto para decirlo—Hoshi volvió a sonreír, agradecida—. Tus agresores han declarado, no todos ellos, al menos tres.

—Lo sé—afirmó, mirando sus sábanas—. Han negado todo y los han dejado libre.

Jiraiya sacudió su cabeza negativamente.

—Han declarado nuevamente, se han entregado Hoshi.

Aquella última frase quedó demasiado grande para los oídos y mente perturbada de la kunoichi. ¿Se habían entregado? ¿De qué rayos estaban hablando? Lo último que sus padres sabían era que los violadores habían quedado absueltos. Y ahora venía Jiraiya con este dato cambiando toda la historia.

—No puede ser—dijo dudando aun—. Mi padre me ha dicho que los habían dejado libres, es más, ambos pensaban viajar al País de los Campos para solicitar ayuda y apelar nuevamente.

—Ha sido esta mañana Hoshi, los tres se entregaron en las manos de Ibiki, por voluntad propia—La sonrisa que se había dibujado en el rostro del hombre era absolutamente gigante, pero la muchacha todavía no podía dar crédito a lo que decía.

—¿Cómo es posible? Ellos trabajan para Danzō ¿Cómo es que se entregaron sabiendo de sus represalias? —sus cejas entornadas endurecían su rostro flacucho. Su voz todavía era débil como su espíritu. No había rastros de alegría en sus ojos.

—No se mucho más que eso, van a estar viniendo a buscarte y muy pronto—acotó, cruzándose de brazos— ¿No crees que es una buena noticia?

Hoshi sonrió apesumbrada. Q pesar de sus diecisiete años, parecía tener cuarenta.

—¿Te das cuenta Jiraiya? —dijo, y su mirada paso del hombre a sus dedos, los cuales jugaban con un extremo de sus sábanas—. Solo hay justicia cuando los agresores declaran—suspiró, y peino su cabello enredado hacía atrás—... cuándo en realidad, es a la víctima a quien deben creerle.

Jiraiya borró la pizca de felicidad ajena que tenía en su rostro, y se mantuvo en silencio.

—Me alegra que vengas a contarme esto, porque termina de comprobar lo que siempre pensé—continuó, y guio sus orbes a los del sabio—...Que este sistema está hecho por y para los hombres.

—Pero Hoshi—replicó, y se arrodilló a su lado, apoyando los codos en la cama—... ¡Mira la oportunidad de todo esto! Puedes hablar, té oirán. Puedes continuar con tus ideas de cambiar el mundo muchacha. Absorbe las energías, nútrete de tus viejos ideales y se la niña que conocí hace meses atrás. Esa niña que tenía en sus ojos las ansias de revolución.

Los ojos de Hoshi se empañaron. Pero no quedaban lágrimas para soltar.

—Gracias por venir a decirme esto—dijo poniendo un punto final a aquella conversación. Volvió a recostarse y se cubrió con las sábanas hasta el mentón—. Ahora me gustaría que me dejaras sola.

Jiraiya se incorporó del suelo. Y se quedó observándola con sumo cuidado y preocupación.

—Te han lastimado mucho Hoshi—habló. Era tan alto que el techo de aquella habitación le quedaba muy cerca—. Y puedo imaginar que ese dolor que te causaron es tan grande que no te deja ni mover. Pero piensa en todas las mujeres que pasan por lo mismo que tú, y no tienen voz para hacerse oír. Espero que puedas sobreponerte—suavizó su tono, y pareció querer decir algo más, pero se arrepintió al último momento. Volvió a dejar la silla donde estaba y se acercó a la ventana por dónde había ingresado.

Su movimiento provocó que las cortinas se ondearan y la luz del sol se meciera de un lado al otro.

Hoshi observó esos rayos, pensando en lo que Jiraiya acababa de decirle. Cualquiera querría justicia, ella lo quería. Pero le dolía qué solo recién cuando los agresores declararon y confesaron haber cometido aquel acto de abuso tuvieron en cuenta la palabra de quién había sufrido los atropellos hacía su persona.

La justicia era falocentrica, como la política. La última palabra la tenían los hombres. Y así lo había hecho notar Tsunade, que a pesar de ser la primera mujer Hokage en la historia de Konoha, había cedido ante la manipulación del miedo hacia Danzō y su organizador de ruines asesinos.

Entrenamiento duro. Durante horas y horas. Una prueba ANBU que casi la mata, el peligro inminente de cada misión. Las semanas lejos de sus padres. Los llantos, el sufrimiento, el dolor.

Por todo eso había pasado para llegar a dónde estaba, y solo lo entendían quienes habían sido testigos de su esfuerzo. Y ahora, por culpa de unos rencores políticos ella estaba pagando centavo por centavo con su propia vida. Siempre decían que el alma pesa veintiún gramos. En Hoshi, solo pesaba uno, el resto se había ido a cuenta de su desgracia.

Se giró sobre sí misma, y miro hacia el techo de madera.

¡Que privilegio tenía de poder dormir en una cama, y bajo un techo! Afuera había cientos de miles de personas que siquiera tenían para comer. Afuera había miles de mujeres que día tras día eran sometidas a constantes vejaciones sobre su persona, y otras tantas jefas de hogar que en cuestión de años iban a ocupar el mayor porcentaje dentro del grupo de pobreza.

Porque eso eran las mujeres, un grupo de individuos casi sin derechos, o con derechos que eran fácilmente opacados por los del hombre.

Que sueños que tenía Hoshi. Esos de lucha y rebelión. Ella quería cambiarlas cosas, luchar por una infancia sana, por oportunidades idénticas para todos, ella realmente quería ser ninja para hacer un bien a la sociedad. Pero al final, la sociedad a ella solo le había causado daño.

Suspiró, y recordó las palabras del encuentro anterior con Jiraiya. Él le dijo que todos tenían dolor dentro, estaba en ella moldearlo y sacarle provecho.

Suspiró, otra vez, y juntó fuerzas para incorporarse de la cama. Su remeron gigante que le servía como pijama dejaba mucho que desear. Camino hacia la puerta de su habitación, y la abrió sintiendo como una brisa de aire fresco golpeaba su cara dándose cuenta recién ahí lo viciado que estaba el aire allí dentro.

Sus pies la llevaron al baño, y allí se encerró.

Los azulejos continuaban empañados después del baño que se había dado su madre. El espejo frente a ella le devolvía una de las peores imágenes que había visto.

Frente a ella aparecía Jomei, ese jovencito inepto que intento propasarse. También Mizuki, quien la manipuló para que se acostara con él. Aparecían los rostros de todos los hombres grandes con los que había estado después buscando llenar ese vacío luego de sentir que Mizuki le había arrebatado algo que no recuperaría. Después aparecieron sus violadores, cada uno de ellos. Con sus miradas gélidas, tan reales que hasta podía creer que estaban frente a ella.

El sonido chillante de aquella cama con resortes en donde la habían acostado. Los rasguños y laceraciones que le quedaban en sus muslos internos. El horrendo dolor durante semanas al hacer sus necesidades. Las mordidas en su cuello. Los golpes en su rostro. Los magullones en sus pechos. Las manos gigantes jalando violentamente de su largo y antes inmaculado cabello.

Su mentón tembló, pero aguantó las ganas de llorar. Con rabia abrió el botiquín, y buscó torpemente las tijeras que su mamá guardaba.

Abrió el agua de la ducha, y la puso tan pero tan caliente que hubiera dejado en carne viva a cualquiera. Poco a poco el vapor inundó nuevamente el lugar.

Miró por última vez a Hoshi.

Estaba decidida a enterrarla.

***

Sukea llevaba un buen rato parado frente a los arrozales. El viento agitaba las plantaciones. ¿Era ahí donde la habían encontrado? Con las manos en los bolsillos decidió continuar con su paso. La cámara colgaba de su pecho como de costumbre. Le sentaba bien ser fotógrafo, le sentaba muy bien esa doble vida.

Recordó fácilmente el camino. Cuando Tsunade lo envío a investigar el atentado al equipo ANBU, Kakashi había memorizado cada metro recorrido, por qué se había jurado jamás volver a pisarlo.

Sin embargo, allí estaba nuevamente.

Llegó al bar poco antes de que comenzara la hora dorada. Sus ojeras se marcaban bajo sus ojos ya que llevaba varias horas sin poder dormir y tal vez, así llevaría toda la vida. Se sentó en la misma mesa que había ocupado la última vez que estuvo allí y pidió un té cuando la empleada vino a consultarle que deseaba.

Las manecillas del reloj marcaron las siete cuando por la puerta ingresó un ruidoso grupo de hombres. El más grandote de todos, su líder, ingresó último, y ese día parecía particularmente muy feliz. Eran seis o siete, y todos juntos agruparon unas mesas y se sentaron allí llamando a gritos a la pobre empleada que sabía perfectamente lo que esa noche tendría que soportar.

Sukea empuño sus manos y respiró profundo. Su mente recordó automáticamente la imagen de Hoshi en el hospital, destruida e irreconocible. La vio mirarlo con odio y voltearse dándole la espalda para siempre. Y esperó.

Espero a que pasaran las horas. Se pidió varios tés y más café, incluso cuando supuso que si corazón no soportaría más cafeína continuó bebiendo aquella infusión. A lo mejor le vendría bien sufrir un paro y morir, se lo merecía.

Cuando el grupo de hombres decidieron irse era poco más de las tres de la mañana. Habían bebido una cantidad inconcebible de sake y ron. Había vasos, platos y uno de ellos fue abandonado en la mesa ya que no podían levantarlo de lo borracho que estaba.

Sukea dejó que salieran, y se acercó a las mesas que habían ocupado. El muchacho que yacía dormido no tenía más de quince años. El periodista suspiró indignado y negó con la cabeza. Saco de su bolsillo su billetera y dejo una cantidad considerable de propina, la cual señaló a la loza antes de retirarse de allí. Él no había consumido tanto como ellos, ni cerca estaba de hacerlo, pero después de haber soportado tanto maltrato la camarera se merecía un reconocimiento.

Las calles estaban completamente desiertas. Ese bar debería de haber cerrado mucho antes de no ser por aquellos tipos que se creían dueños y señores de todo. Con sus remeras sucias, sus manos rústicas. No había ninguno que tuviera cara de gente decente. Y por eso Kakashi estaba allí.

Los siguió por muchas cuadras, a una distancia prudente cantaban y gritaban sin importarle los aldeanos que dormían a esas horas. Todavía algunos llevaban botellas casi llenas en sus manos, y las sacudían dejando caer parte de su contenido casa vez que vitoreaban algún chiste del líder de aquel grupo.

Comenzaron a bajar por una pendiente y las casas se hicieron más esporádicas. Había más árboles, mostrando una zona más rural. Incluso los focos de luz eran escasos. Kakashi decidió acercarse un poco más.

Así transcurrieron otros minutos. Unos quince según la mente de Sukea, pero a la madrugada y con tanta falta de sueño la mente podía engañar y quizás era mucho más tiempo el que llevaban caminando.

—Donguri korokoro, yorokonde. Shibaraku issho ni asonda ga—comenzó a cantar uno y los otros le siguieron a los gritos—. Yappari oyama ga koishi to. Naite wa dojō o komaraseta—Aquella canción de cuna daba asco cuando la cantaban esos tipos.

Uno de ellos se dio vuelta y se percató de Sukea. Estaba tan borracho que tambaleó un poco cuando intento señalarlo.

—¡Oigan! ¿Quién es ese?

Otros voltearon, y rieron al verlo. Dijeron cosas inentendibles y lo llamaron con señas. Kakashi siguió caminando con pausa. El que lo señaló camino hacia él, y los demás se detuvieron a esperarlo

—¡Eh, amigo! ¿Vienes por alcohol? ¿Porque no te unes? —estaba a un metro, pero aun así podía oler el aliento etílico que salía de su boca.

Sukea sonrió amablemente, pero se mantuvo en silencio.

—Oye—habló Taxi y lo señaló con su horrible y gordo dedo índice—. Yo te conozco, tú eres el periodista de la otra vez.

Kakashi se sorprendió de que ese pequeño cerebro que tenía lo recordara. Los demás empezaron a asentir murmurando que sí, que efectivamente era él.

—Nos mentiste, dijiste que saldríamos en una revista y hasta ahora no hemos visto nada—Al oírlo Sukea quiso reírse, no podía creer que se habían creído esa patraña. Se acercó acortando la distancia con el grupo, y se detuvo frente a ellos. Solo los alumbraba la luz del foco que tenían a la derecha. A lo lejos cantaba un grillo.

—¿No han salido? —se mofó Kakashi—. Debe ser un problema del editor—dijo con sarcasmo—. De todas formas, ahora que los encuentro me gustaría tomarles una fotografía, ya que no lo hice la última vez—expresó y algunos hombres sonrieron orgullosos—. Pero antes me gustaría que me digan cual de esta foto les gusta más.

De su carrera marrón saco un par de fotos de no más de diez centímetros cada una. Las miró con cierta nostalgia antes de exhibirlas una a una frente al grupo.

—¿Esta? —dijo alzando una foto en la que Hoshi salía sonriente, con su largo cabello a ambos costados de su rostro—¿O esta? —mostro la segunda foto, en la que Hoshi yacía acostada, con sus ojos cerrados y su rostro desfigurado por los golpes.

Tazu frunció el ceño y se acercó a Kakashi para poder mirar bien aquellas fotografías. Estuvo varios segundos mirándolas hasta descifrar de que se trataba.

—Vaya, pero si es aquella muchachita de la otra vez—exclamó con cierto goce y miro a sus hombres para que se acercarán a verla.

—Ah, ¿La conocen? —pregunto despreocupado.

—Claro que si—dijo otro—. De hecho, la conocimos muy bien, aunque a decir verdad personalmente no es tan linda como en la fotografía, y se hizo bastante de rogar.

—Es verdad, la muy desgraciada me enfrentó en el bar—dijo un tercero mirando a Sukea—. Pero finalmente le dimos su merecido.

—¿Ah sí? —les siguió el juego el Hatake—...Entonces ustedes la dejaron así ¿Verdad? —les acercó aún más la foto en la que Hoshi salía herida.

Tazu se rio, y su risa fue repulsiva y nauseabunda.

—Como le dejamos la cara es lo que menos importa, créeme—confesó, orgulloso de aquello que ellos creían una proeza—. Yo me encargue de darle tan duro, que nunca más se olvidará de esta—dijo y ante esto último se agarró su miembro por encima de su pantalón—. Oiga, no me digas que eres su hombre y vienes a vengarte o algo.

Todos estallaron en carcajadas.

—¿Su novio? —pregunto otro—. Después de lo que le hicimos nosotros —señaló a Tazu, él y otro mas, dejando de lado al resto—...no va a querer volver a tocarte si sabe lo que es bueno.

Sukea río y negó rápidamente guardando las fotos nuevamente.

—No no, por supuesto que no soy su novio—comentó y miró  su mano derecha, la cual estiraba y empuñaba sus dedos—. Pero si soy alguien que jamás permitirá que la vuelvan a tocar.

Tazu arqueó sus cejas sorprendido y estuvo a punto de decir algo, pero un puñetazo estallo de lleno en su rostro haciendo que cayera para atrás. Sus secuaces miraron sorprendidos la situación, entre tanto alcohol sus sentidos no estaban despiertos, pero como pudieron se abalanzaron contra Kakashi en grupo.

Sukea estiró su pierna asestando una excelente patada en uno de los delincuentes obligando a los otros tres a ponerse en guardia y atacarlo, esperando a poder vencerlo por superarlo en número. Lo que no sabían era que no estaban luchando con un fotógrafo aficionado, estaban enfrentándose nada más y nada menos que a Kakashi Hatake.

Y para el Hatake fue muy fácil derrotarlos. Apenas le bastaron unos minutos para quebrarles las manos a todos, y dejarlos indefensos en el piso mientras se quejaban de dolor.

Con lentitud se acercó a Tazu, y se inclinó sobre el tomándolo del cuello de la remera.

—Ya entendimos, por favor...—suplicó y Kakashi pensó que se veía patético.

—Vaya, me estás pidiendo piedad—observo el peli plata mientras lo miraba con sus ojos cargados de desprecio—. ¿Por qué habría de tenerla? Si tu no tuviste piedad con ella—los quejidos de dolor de los otros decoraban el fondo de la escena—. Confiesen, o el destino que tendrán será mucho peor que el que les espera con Danzō.

Antes de que Tazu pudiera decir algo, Tres puñetazos limpios cayeron de lleno en la cara del hombre, quebrándole su nariz y haciéndole perder la consciencia. Cayó al piso con su cara ensangrentada.

Sukea sacudió su mano intentando socavar el dolor de sus nudillos y se levantó mirándose el líquido carmesí que tenía sobre su mano.

—Hijo de puta—le gritó otro de los sujetos quien se abalanzó sobre el para intentar arrojarlo al suelo. Pero Kakashi rápidamente lo esquivo y lo arrojo contra el árbol más próximo dónde se estrelló contra el tronco y rebotó en el suelo.

El Hatake jamás se había comportado tan sanguinariamente como aquella noche. El solía tener piedad, y nunca peleaba contra personas más débiles que él. Pero en ese caso, considerando lo que le habían hecho a Hoshi, Kakashi fácilmente podría haberlos asesinado, pero recordó con respeto la negativa que tenía su amiga hacia la muerte de cualquier persona por justicia. Por qué sí, él era capaz de matar por ella.

***

─Por favor Shizune, envía la nota lo más antes posible, necesito la aprobación de esos impuestos para poder continuar con la remodelación del anfiteatro.

La joven kunoichi asintió y posteriormente se alejó de la rubia quien ingresó a su oficina. Suspiró agobiada cerrando la puerta tras de sí, y cuándo volteó se detuvo en seco al ver que alguien más estaba allí y había entrado sin permiso.

─ ¿Qué haces tú aquí? ─espetó, sintiéndose amenazada. Con todo lo que sucedía en el mundo ninja no podía darse el lujo de confiar en cualquiera. Aquella persona yacía sentada en el sillón tras su escritorio, dándole la espalda a la entrada y mirando por el ventanal.

Tsunade había notado su presencia porque el sol estaba a la derecha y proyectaba su sombra sobre el piso.

El extrañó se incorporó de a poco, mostrando primero su cabello corto y luego dejando ver el resto de su cuerpo, cuando se volteó Tsunade abrió sus ojos sorprendida.

─Hoshi, vaya, no te había reconocido.

Y no podía culparla, nadie lo haría. La Himara se había desecho de todo su pelo, cortándolo al ras. Tan al ras que el cuero cabelludo se traslucía. Era impactante para cualquiera, sobre todo para aquel que la había conocido antes de eso.

Pero esto no era todo, lucía puesto su chaleco táctico y una calza negra que finalizaban en sus botas de oficio. La bandana de Konoha había vuelto, y esta vez la había colocado en el muslo derecho.

Sonrió, pero no era su sonrisa de siempre. Era dura, vacía, hasta sus dientes se habían opacado.

─No quise asustarla, Tsunade Sama ─dijo, acercándose a ella lentamente─. Me tomé el atrevimiento de venir sin cita, no podía arriesgarme a que me digan que estaba ocupada.

La mujer negó con la cabeza y se encaminó a su asiento donde descansó─No no, por supuesto que eso no pasaría─le sonrió, y le hizo un gesto con la cabeza─. Bonito cambio de estilo, me agrada.

Hoshi se rio entre dientes y tomó asiento frente a ella sin esperar a que la Quinta se lo ofrecería. Se cruzó de piernas y entrelazó sus manos en su rodilla.

─Debía hacerlo─acotó. Tsunade se la quedó mirando, había algo en ella que había cambiado y no era solo su corte de cabello.

─Y veo que llevas el chaleco táctico─observó y Hoshi cerró los ojos con solemnidad─. Supongo que has venido por algo relacionado a ello. ¿No es verdad?

Los labios de la muchacha se curvaron en una sonrisa fría.

─Si, ciertamente─Los ojos cafés de la Himara miraron por la ventana. Involuntariamente alzó una de sus manos para tocar su cabello, pero se dio cuenta que este ya no estaba─. Me he enterado de que mis agresores han confesado─ladeó su cabeza, para poder encontrarse con los orbes de la Hokage.

Tsunade masculló algo por lo bajó, de lo que solo se alcanzó a oír el nombre de Jiraiya.

─Si, Hoshi─habló─. Ha sido así, pero no quería decirles a ti o a tu familia hasta que la investigación de Ibiki hubiera terminado.

─ ¿Ah sí? ─resopló, y negó con la cabeza─. No puedo creer que todavía tengan que investigarlos, incluso cuando ellos mismos se están declarando culpables.

─Entiende que debe

─Ya lo sé, no me venga a hablar de cuáles son sus protocolos─la interrumpió con violencia, y a Tsunade aquello no le gustó nada─. Es mi caso, no el de fulano. De todas formas, no quiero hablar sobre ese tema, me parece maravilloso que mis violadores se declaren culpables, ahora solo espero que ustedes le den la pena que corresponde ─Tsunade abrió la boca, pero Hoshi volvió a interrumpirla─. Jiraiya me ha contado todo, se por qué hizo lo que hizo. Entiendo que su intención era proteger a mi familia de Danzo, y lo agradezco. Agradezco que haya pensado en mis padres, pero no era la forma.

Tsunade frunció el entrecejo luego de oír que Jiraiya le había confesado todo. La rubia hundió su cabeza entre sus manos y se restregó los ojos.

─Lo siento Hoshi, creí que era la mejor manera de mantenerte alejada de todo.

─ ¿En serio? ─preguntó─. ¿Realmente pensó que eso sucedería? Que después de sacarme la mierda entrenando día tras noche, haber sufrido el rechazo de mis compañeros hombres y soportar miles de humillaciones para lograr estar donde estoy─Su pecho se agitó con vehemencia, y se detuvo a tomar una bocanada de aire─... ¿Iba a ser tan fácil mantenerme alejada de lo que con sangre y sudor conseguí? Usted Tsunade es mujer, sabe lo difícil que es. ¡Debió haberse puesto en mis zapatos! ¡Usted más que nadie!

─ ¡Y lo hice Maldita sea! ─gritó, golpeando el escritorio con furia─. ¡Y lo hice! Intente entender el sufrimiento que pasaría por tu interior, y me sentí culpable de haberte enviado a esa porquería de lugar y que te pasara lo que te pasara. Por eso creí que si hacía lo que hice te ibas a sacar la idea de estar aquí, entre ninjas, en un mundo asqueroso─sus manos gesticulaban violentamente cada palabra que decía─. Se muy bien lo que es ser mujer en este mundo de hombres, te juro Hoshi que lo sé─se dejó caer en el respaldo del sillón, y guardó silencio ante la mirada de la chica. Llevó su dedo índice a la boca, mordiendo la cutícula de este─...Pero también soy humana carajo─acotó─...Y tomo malas decisiones. Nadie me preparó para esto, y lo lamento Hoshi. Te juro que lo lamento cada día que pasa.

Los ojos de Tsunade se empañaron a causa de las lágrimas que no dejó soltar, ya que rápidamente las limpió con el dorso de su mano. Hoshi se mordía el labio pensativa, había bajado la guardia luego de oír aquello.

─Lo lamento mucho Hoshi─se sinceró la quinta, y Hoshi tuvo que mirar al piso─. Creí que era la mejor forma para protegerte, y te lastimamos aún más.

Las dos se quedaron calladas, y solo se oía de fondo el correr de las agujas del reloj de aquel cuarto. A pesar de que ambas habían quedado trabadas en el número diez, el dispositivo seguía funcionando.

Un suspiró salió de la boca de Hoshi, y así mismo enderezó su espalda. Poco a poco fue levantando su mirada para ver el rostro de su líder.

─No podemos arreglar la forma en la que la gente me mira─comenzó a decir, y se rascó la nuca─. Ni las cosas que dicen. Usted no tuvo la culpa de lo que sucedió, la culpa es de quienes criaron a esos hijos de puta. Porque usted, yo, cualquier mujer que pise la tierra tiene el derecho de andar segura por donde sea, cuando sea, como sea. La culpa nunca es ni será de nosotras, la culpa es de los violadores, porque se sienten con el privilegio de sobreponerse a nuestra voluntad. Y lo que si está en nosotras, es la responsabilidad de luchar por que esto cambie.

Tsunade solo la escuchaba, no podía encontrar las palabras adecuadas para platicar con ella, porque ni siquiera tenía el coraje de mirarla a los ojos.

─Transfiérame a Jōnin Tokubetsu─le ordenó, con seguridad.

─ ¿A Jōnin? ─preguntó la quinta, creyendo que ese momento no era el adecuado─ ¿No crees que es mejor que aguardes unos meses antes de volver a la actividad ninja?

─ ¿Y qué? ¿Dejar que estas cosas sigan pasando? Transfiérame a Jōnin Tokubetsu─repitió, incorporándose de la silla para acercarse al escritorio y apoyar las palmas de su mano sobre este─. Quiero la especialización en leyes, y quiero encargarme de Danzo y toda la porquería que ha dejado Hashirama, Tobirama y Hiruzen.

─Si vuelves tras sus pasos Hoshi, Danzo ira a por ti y tu familia. ¿Qué sucederá con tus padres? ─Tsunade intentó persuadirla, pero no sabía que Hoshi era demasiado terca como para desistir.

La castaña golpeó con fuerza el escritorio, imitando el movimiento anterior de la Quinta, y esta se sobresaltó.

─Exilialos─susurró, arrastrando cada una de las letras de tal forma que parecía una serpiente la que estaba hablando─. Aléjalos de aquí hasta que sea seguro.

La rubia se inclinó sobre el escritorio, y apoyó los codos sobre la madera. Sus manos se entrelazaron bajo el mentón, Analizó cada una de las alternativas lo más rápido que su mente se lo permitía. Exiliarlos, era una excelente opción para mantener a la familia de Hoshi segura, pero todavía no la convencía la idea de que Hoshi partiera sola a especializarse para convertirse en Tokubetsu,

─No puedo enviar a un equipo que te acompañe en tu misión, Hoshi.

─Iré sola.

─Es arriesgado.

─ ¿Qué es lo peor que puede pasarme? ─Tenía a razón, Tsunade no se atrevió a responder ya que se sentía tonta luego de haber hecho ese comentario─. No le estoy pidiendo permiso Tsunade, fácilmente podría renegar de esta aldea de mierda e irme vaya a saber a dónde. Aun así, entiendo y comprendo perfectamente que si lo hago pierdo todo el derecho del mundo a quejarme y luchar porque las cosas cambien.

Tsunade la miró, y después de varios segundos asintió con lentitud.

─Está bien, a partir de ahora serás Jōnin.

La cara de Hoshi recuperó parte del color que había perdido al oír la afirmación de la Hokage.

─Pero haremos las cosas diferentes esta vez, planearemos todo─la mujer se incorporó del asiento y camino hacia la puerta llamando a Shizune, y pidiéndole un café para ambas una vez que apareció─. Toma asiento Hoshi, ponte cómoda─la jovencita se sentó rápidamente, y siguió con la mirada a Tsunade quien ahora regresaba a su lugar─. Si vamos a hacer esto, hay que hacerlo bien.

La Himara sonrió y movió su cabeza mostrándose de acuerdo con aquello. Definir todo eso llevaría su tiempo, pero no importaba cuanto fuera. Hoshi estaba decidida a hacerlo.

Y así como las horas transcurrieron, también pasaron los días. Y Jiraiya y Naruto se preparaban para partir a un entrenamiento que con suerte ayudaría al rubio a controlar el chakra del Kyuubi. Los demás ninjas volvían a enfocarse en rendir nuevamente los exámenes chūnin, ya que de todos solo Shikamaru había conseguido la promoción.

Mudarse, para los Himara era una tragedia. Yokino no quería saber nada de alejarse de allí, y Takeru decía que si abandonaba su negocio perdería su fuente de trabajado. Pero por suerte Tsunade había arreglado todo, y asumió la responsabilidad de cuidar física y económicamente de ellos mientras Hoshi se encontraba de misión.

La noticia de que sus agresores habían confesado había llenado de esperanza a los padres de la muchacha. Creer que aún quedaba una pequeña posibilidad de comprobar la inocencia de su hija había ayudado a aceptar que para que todo continuara viento en popa, ellos debían acatar el plan e irse de allí.

Por común acuerdo los tres decidieron que esperarían hasta el primero de enero para irse, y así poder pasar la Navidad y el Año nuevo los tres juntos. Naruto y Jiraiya, en cambio, se irían ese veintidós de diciembre porque ninguno de los dos tenía motivos para quedarse allí.

─Volveré enseguida─anunció Hoshi colocándose su abrigo mullido. Esos días estaban siendo más fríos que lo habitual, y al ser friolenta la castaña lo pasaba terriblemente mal.

Yokino apareció en la sala esquivando las cajas que habían desparramadas por ahí. Ya no queda prácticamente nada por guardar, y los Himara se estaban acostumbrando a vivir con lo justo y necesario. Harían la mudanza en varias etapas, por eso tenían las cosas listas de ese entonces.

─ ¿A dónde irás? ─le preguntó su madre. Hoshi abrió la puerta y una ventisca helada azotó su cara.

─Uff, está muy frio─se quejó, refregando sus manos entre sí─. Iré a despedir a Jiraiya.

La mueca de la mujer lo dijo todo. NO estaba para nada de acuerdo con aquello.

─ ¿Quieres que te acompañe? ─preguntó insegura. Hoshi negó rápidamente.

─No, estaré bien. Iré a despedirlo, y tal vez a Naruto. Volveré lo más rápido posible, sabes que no me gusta estar en la calle tanto tiempo─Aquello era cierto, su recuperación era lenta y todavía su pecho se llenaba de pánico cada vez que caminaba sola por las calles de Konoha.

Yokino asintió conformándose con esa respuesta, después de todo debía incitar a Hoshi a que vuelva a ser independiente como lo era antes.

Yokino asintió conformándose con esa respuesta, después de todo debía incitar a Hoshi a que vuelva a ser independiente como lo era antes.

─Está bien, solo cuidate─Hoshi le sonrió y se alejó de allí en dirección a la casa del sabio.

El invierno había comenzado ayer y parecía que sería uno de los más crudos de Konoha. Naturalmente, el país del Fuego gozaba de ser una nación con un clima templado mayoritariamente, pero el calentamiento global poco a poco iba pasando factura y las estaciones eran diferentes en comparación a años anteriores.

A Hoshi le gustaba mucho el invierno por no decir que era su estación favorita, y disfrutaba esas noches que dormía tapada hasta las orejas con varias frazadas y acolchados. También le gustaban las noches de películas con sus padres, preparar palomitas de maíz con manteca, y tomar una taza de té.

Una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar aquellos viejos tiempos. Cada tanto le gustaba rememorar esos momentos ya que eran como un rayito de sol ingresando en su casi muerto corazón. ¡Cómo los extrañaría!

No tenía idea de cuánto tiempo le llevaría especializarse, pero sabía que esto no sería menos de un año. Sabía que no podría ir de visita a la nueva casa de sus padres porque hacer esto sería ponerlos en peligros, así que la idea de estar tanto tiempo alejada de sus pilares le resultaba muy desalentador.

Además, no sabía si su poca estabilidad mental que había reconstruido le duraría mucho. Tal vez se derrumbaría la semana siguiente, quizás la idea de morirse volvería a su cabeza nuevamente porque Hoshi sabía muy bien que esto en realidad no se había ido, estaba en pausa. Su terapeuta se lo había advertido. Habría días hermosos, y otros tantos terribles. Porque ella jamás sería lo que era antes, y eso estaba bien. Ahora había que adaptarse.

─ ¡Hey! ¡Hoshi! ─gritó alguien y la aludida tuvo que voltear a ver de quien se trataba.

Fue grande su sorpresa al ver que eran Naruto y Jiraiya quienes la llamaban, y rápidamente se acercó a ellos.

─ ¿Ya se van? ¡Iba camino a despedirme de ustedes! ─exclamó llegando a donde estos se habían detenido para esperarla.

─ ¿Ibas a despedirte de mí? ─preguntó emocionado Naruto, y Hoshi le asintió sonriendo─. ¡Qué bueno que te encontramos Hoshi san! ─exclamó y la abrazó con fuerza.

La castaña no pudo evitar mostrar incomodidad ante esta invasión de su espacio. Desde lo sucedido, poco le gustaban los abrazos que no venían de su padre, ni de su madre.

Jiraiya lo notó, y colocó un hombro en Naruto, separándolo sutilmente.

─Deja respirar a Hosho─bromeó, y la muchacha blanqueó sus ojos─. No ves que el muchachito está muy frágil.

Desde que Hoshi se había rasurado su cabello, Jiraiya la molestaba con su nombre en masculino.

─Iba a desearte suerte, pero ahora que dices eso no creo que te la merezcas─le contesto ella, mordiéndose el labio inferior y metiendo las manos en los bolsillos del abrigo.

─ ¡No la moleste viejo pervertido! ─le espetó Naruto, defendiendo a la Himara─. Además, yo creo que le queda bien, un tanto rudo por ser un corte de hombre, pero─continuó mirándola con sus ojos achinados─...Me gusta, le da un toque.

─ ¿Corte de hombre? ─preguntó Hoshi risueña─. Neji puede utilizar el pelo largo, ¿Y yo no puedo usar el pelo corto?

─Privilegios de esta sociedad machista─se mofó Jiraiya, y Hoshi también se rio─. ¿Estás lista? ─le preguntó, y Hoshi asintió segura.

─Debo estarlo─le dijo, y Naruto pegó un grito llamando a Lee. Tanto Hoshi como Jiraiya lo vieron alejarse a buscar a su amigo y el sabio le advirtió que no se demorara mucho─. ¿Cuánto tiempo estarás fuera?

─ ¿Por qué? ¿Me extrañaras? ─jugueteó el viejo, sonriendo de manera seductora. Hoshi pestañeó lentamente, y nunca borró la sonrisa de su rostro.

─Si─confesó─. Y es por eso por lo que iba a despedirme, porque quería decirte que te extrañaré y que agradezco que hayas estado en mi peor momento.

Jiraiya a miró con ternura, y colocó una mano en su hombro izquierdo.

─Estarás bien─Aquello fue un decreto, y Hoshi se lo creyó─. Espero de todo corazón que puedas superarlo, o al menos transformarlo a tu favor─Jiraiya siempre le recalcaba la necesidad de moldear el dolor y adaptarse a la situación para que esta deje de estar en contra─Cuidate, aprende mucho─agregó, y se acercó unos centímetros más. Los suficientes como para inclinarse hacia ella y depositarle un dulce beso en la frente─...Y vuelve a buscarme cuanto cumplas dieciocho.


La castaña se mostró divertida ante este comentario. Jamás podrían caerle mal los chistes del sabio pervertido.

─Lo tendré en cuenta─le dijo.

─Me enojaré si no lo haces─advirtió en son de chiste al tiempo que retomaba su marcha hacia la entrada de Konoha y llamaba a Naruto a los gritos.

Hoshi se los quedó mirando, y pensó en todo lo que Naruto había sufrido en aquel lugar. En el poco crédito que le habían dado y en lo mucho que la gente lo había ignorado. Jiraiya también estaba solo, y se alegraba que ambos se hubieran encontrado. Ese era el destino para los dos, tenerse el uno al otro.

Suspiró, y volvió sobre sus pasos para regresar a su casa.

Los frondosos árboles en verano ahora estaban completamente pelados. "Cómo yo" se dijo a sí misma, y se rio de su propia analogía. Pero en sus ramas desnudas todavía guardaban esa esperanza de que en apenas unos meses sus hojas crecerían nuevamente y mucho más fuerte que nunca.

Tal vez eso pasaría con ella. Como las estaciones, su interior sobrellevaría el invierno y finalmente sería primavera. Y volvería a oler los lapachos, los cerezos, y el paraíso. Volvería a sentir ese aroma dulce de las flores recién abiertas. Las tardecitas más cálidas, las noches más largas. También olería a malvarrosa.

Y sobre todo olería a él.

Y ahí fue cuando empezó a odiar el aroma a los cerezos, al lapacho, al paraíso y la malvarrosa. Ahí recordó lo mucho que aborrecía la calidez de esos días, lo que duraban las noches. Ahí, justo de camino a su hogar se dio cuenta que odiaba con todo su corazón a la primavera.

Así los días pasaron, la Navidad, la noche del Año Viejo. La última cena familiar hasta dentro de mucho tiempo.

Yokino guardó el ultimo plato en la última caja, y los tres permanecieron parados en aquel comedor que sin nada parecía gigante. Los tres se abrazaron fuertemente, sabiendo que siempre estarían el uno para el otro.

─Gracias─murmuró Hoshi, con sus ojos cerrados─. Agradezco mucho que hagan esto por mí.

Su padre se separó de ambas, y tomó a Hoshi cálidamente de sus hombros. La miró tan fraternalmente que su hija supo que jamás encontraría esa mirada en otra persona.

─Hija, no somos buenos padres, lo sabemos─comenzó a decir, y Hoshi quiso intervenir, pero Takeru la detuvo─. Hay que reconocerlo, hemos fallado en muchas cosas. Pero nunca te olvides que creímos en ti desde un principio, y que le demostrarás a todos que estás hecha de sangre que lucha.

─Papá─solo alcanzo a decir antes que su garganta dejara salir un llantito.

Yokino también se emocionó hasta las lágrimas. Dejar partir a su hija después de lo ocurrido era sumamente difícil, pero hacerlo demostraba lo mucho que la apoyaban y cuanto ansiaban que se pusiera bien.

─Se pasará rápido─dijo la madre, besando la cabeza de Hoshi─. Volveremos a estar juntos antes de que te crezca el pelo─bromeó, jugando con ella.

Hoshi se rio, y limpió sus lágrimas. Se abrazaron una vez más, y luego, cargando la última caja que quedaba, Takeru y Yokino emprendieron la marcha hacia un pueblo lejos de Konoha, escoltados por un equipo de Jōnin.

La castaña por su parte cargó su mochila y fue la última en cerrar la puerta de su hogar. Antes de partir, pasó por casa de sus tíos a dejar la llave, y estos la despidieron con mucho cariño, pidiéndole también que se cuidaran.

Era una mañana fresca, tan fresca como ese primero de enero. Los negocios permanecerían cerrados, y no había nadie que caminara por las calles. Estaban todos encerrados en sus casas, disfrutando de ese feriado que tan merecido se lo tenían.

Las puertas de Konoha se alzaban imponentes frente a ella, quien las miraba creyendo que jamás había pensado en que así se darían las cosas. Por su mente pasaron las caras de sus violadores, quienes ahora se encontraban tras las rejas en el País de los Campos de Arroz cumpliendo una cadena perpetua. Pensó en Danzo, y en el poder que los mismos Kages le habían permitido tener, y pensó en cada una de las cosas que estaba dejando atrás.

Antes de cruzar los enormes portones, sacó de su mochila una pequeña carpeta de color mostaza, y la abrió asegurándose de tener todo lo que necesitaba. Allí dentro llevaba unos papeles, su identificación, los permisos necesarios para cruzar las fronteras y algún que otro pergamino. Pero lo más importante que había allí era lo que parecía ser una ficha arrancada de algun archivero y que con una tinta negra brillante, rezaba el kanji de Itachi Uchiha.

Sobre su espalda además colgaban sus tantos, y se había encargado de llenar hasta el tope su porta kunai. Estaba totalmente lista. Miró a su derecha, y alzó la mano saludando a Izumo y Kotetsu, quienes a pesar de ser primero, debían trabajar. Ellos le respondieron el gesto, y le regalaron una sonrisa.

Estaba a punto de dar un paso, pero se detuvo en seco porque su corazón comenzó a latir con rápida velocidad. Un nudo en la panza la había invadido, y esa sugestión de saber que algo estaba sucediendo atacó su pecho. La estaban mirando. Él la estaba mirando.

Quiso voltear a verlo, pero se contuvo antes de hacerlo. Apenas alcanzó a ver un relámpago plateado a varios metros de allí, pero fue suficiente para saber de quién se trataba.

Cerró los ojos, y respiró profundamente para poder relajarse. No era momento de paralizarse, y mucho menos de pensar en todo lo que la había lastimado. Quiso voltear y gritarle que para ella ya estaba muerto, pero con ignorarlo sería más que suficiente. 

Y Kakashi lo entendió perfectamente. Porque después de todo, era eso lo que él quería. Que Hoshi se alejase para siempre de él y que jamás volviera a tener en cuenta la idea de buscarlo. Por eso se limitó a mirarla a lo lejos, a darse el gusto de volverla a ver una ultima vez y fingir que estaba allí para despedirla como en tiempos de antaño y negarse a darle un abrazo por mas que su espíritu se lo exigiera.

Así, sin él, en su vida estaría muchísimo mejor.

Las hojas remolinearon en el piso de adoquines de la salida de Konoha.

Tenía miedo, mucho. Pero también tenía coraje, y ansias de justicia porque lo que estaba haciendo no sólo era por ella. Era por todas.

Comenzó a correr, sintiendo la brisa sobre su cara.

Estaba renaciendo con más fuerza que nunca y si habían querido callarla...

Ella ahora gritaría. 


***


YYYYYY finalmente llegó el último capitulo de GAMAN!! Ayyyy como se pasa el tiempo. Es la segunda vez que temrino un fic se los juro jajajajajjajaja no puedo creerlo. 

¿COMO ANDAAAAAN? Les extrañe mucho!!!!!

Yo he estado a mil trabajando y estudiando para ser alguien el vida jajajjajaaja


¿Que tal les pareció el capítulo? sé que han quedado muchos cabos sueltos, pero recuerdem que es una trilogía y todavia falta el tercer libro. 

Hoshi se corto el pelo que tanto amaba T_T Era necesario, era sumamente necesario para dar a entender ese corte entre la Hoshi antes de la violación y  la de después. Quiero decir que AMO AMO AMO AAAAAAAAAAAAAAMO a Jiraiya, señor porque es tan hermosooooooooooooooooooooooooooooooooo. Jajajajajajajaja pero bueno, ya veremos que sucedera en la siguiente historia. 

¿YYY? QUe onda con Kakashi??? Ahora entienden porque fue tan cruel con ella?? Lamentablemente no puede con la culpa de saber que influyo en que Hoshi tomara la decision  de hacer auqella misión, y llego a la conclusion que todo aquel que le rodea termina lastimado o muerto. Asi que por muuuuucho mucho que le cueste alejarla de su vida, era eso o lastimarla mas de lo que estaba. 

Para les que pidne venganza ?Que sucederaaaaaa?????? No puedo adelantarles nada. Pero en fin, cuenten y diganme que les parecio que opinan, que creen que pasará en el proximo libro, etc etc etc. 

Ahora, hablando de lo que les interesa (Que es cuando voy a actualizar jajajajajjaa porque me lo viven preguntando) Vamos a hacer lo siguiente. El próximo libro va a salir el mes que viene, necesito tiempo para cranear la linea de tiempo, el orden de los capitulos y que siempre siempre quede acorde a la historia de Naruto sin modificar nada del canon. 

Quiero ponerme las pilas y poner un dia de la semana oficial para subir las actualizaciones. ¿A ustedes que les parece mejor? ¿Que dia de la semana esperarian leer a mi Hosho (diria Jiraiya jajajaja)? 

Les mando un abrazo gigante a todes. Les amo con todo mi corazon, y me encanta cada comentario que me dejan. Esta historia no seria lo que es si ustedes no estuvieran aca conmigo. GRACIAS; GRACIAS, GRACIAS DE CORAZÓN.

Nos vemos en un tiempito (Les juro que se pasa rápido!).

Los abrazo con fuerza.


Estrellita.

PD: ¿Que les parecieron los dibujos? Me rompi el culo haciendolos, espero les gusten ajajjajajajajajjjaaja



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