Capítulo IX
Falaz
{Persona que miente o engaña, de forma encubierta}
─¿Y si mejor te pones este?
Hoshi se volteó a mirar a su madre, quien sonriendo sostenía en sus manos un pequeño vestido amarillo. La castaña sacó la lengua jugando sobre su labio inferior, y se llevó sus manos a la cintura.
─Ese me gusta─ dijo finalmente, y Yokino sintió una ola de alivio invadiendo su ser. En veinte minutos debían estar en casa de su hermana para celebrar el cumpleaños de su sobrino, y llevaba dos horas rabiando con su hijita sobre la ropa con la que iría.
Hoshi quería ir en pijamas y con las pantuflas de su padre. Y Yokino había estado intentando convencerla de que aquel atuendo no era el más adecuado, pero la niña de cinco años había metido en su cabeza la idea de querer ir así.
Finalmente, Yokino pudo disuadirla con un adorable vestido amarillo que ambas habían elegido mucho tiempo atrás. Su madre sabía que no era muy usual comprar ropa nueva para ellos, ya que sus ingresos no les permitían tener ciertos lujos, sin embargo, al menos una vez al año, intentaba regalarle algo bonito a su pequeña y única hija.
Su mano tibia recorrió el cabello castaño mientras recordaba con añoranza aquellos primeros años siendo mamá. No pudo evitar recordar a la niña juguetona y alegre correr alrededor de la mesa o bailar sin vergüenza alguna durante las cenas familiares, y sentir como su corazón se llenaba de un dolor inaguantable al verla en ese momento sobre aquella cama de hospital con un rostro casi irreconocible. Hacía cinco días que habían traído a su hija, o lo que quedaba de ella, a Konoha. Desde su llegada la habían inducido al coma debido a las múltiples heridas que tenía y esa mañana la habían sacado de este para ver su evolución.
Fue recién después de varias horas que los ojos de Hoshi comenzaron a moverse lentamente por debajo de los párpados intentando abrirse. Yokino lo notó, y mientras esperaba ansiosa su despertar, la doctora que estaba encargada del estado de Hoshi ingresó a la habitación para chequear la evolución de su paciente.
─Buenas tardes señora Nara─ la saludó la profesional mientras se acercaba a ella y colocaba una de sus manos en el hombro izquierdo de Yokino─. Sus pulmones han estado saturando correctamente luego de sacar su intubación─ sonrió, intentando llevarle tranquilidad a la afligida madre─. La hemorragia interna finalmente fue controlada, y la operación de su matriz salió sumamente exitosa, eso era lo que mas importaba.
─¿Qué hay de su ojo?─preguntó Yokino sin dejar de mirar a su hija. Sus ojos estaban completamente morados, y aunque se habían desinflamado un poco todavía quedaban grandes vestigios de los golpes.
Ame, la doctora, suspiró.
─No sabemos si podrá ver, pero los jutsus médicos que utilizamos pudieron salvarle ambos.
Yokino tuvo que ahogar un gemido de dolor que anunciaba una nueva catarata de llanto, pero logró contenerse gracias al agarre fuerte de la doctora. Ya había llorado mucho, pero ningún llanto era suficiente después de ver el estado en el que le habían devuelto su hija.
Ella había despedido semanas atrás a una muchacha feliz y sana, y le habían traído de regreso lo que parecía ser un viejo trapo de piso. Hoshi había sufrido una fuerte conmoción cerebral producto de los golpes, ambos ojos estaban comprometidos, y las fracturas se repartían entre las costillas, los dedos de ambas manos y su brazo derecho. La cara interna de sus muslos estaba cubierta de excoriaciones y un surco de ahorcadura decoraba su delicado cuello. Internamente el panorama era mucho peor; había sufrido un desgarro vaginal y su matriz se había desprendido provocándole un prolapso uterino a causa de la violencia sexual que habían ejercido sobre ella. A esto debía sumarse el hecho de que había contraído clamidia, y que habría tenido altas posibilidades de sufrir un embarazo no deseado de no ser porque le habían suministrado la dosis justa de acetato de ulipristal evitando así un casi seguro proceso de gestación.
La mano de la castaña se movió débilmente y ambas mujeres estuvieron atentas a que esta se despertara.
─M-mamá─dijo en un susurro, inaudible, casi insonoro. Pero Yokino logró oírla y se acercó mas a ella aguantando sus lágrimas.
─Aquí estoy cariño─Yokino se moría de ganas de abrazarla, pero sabía que esto solo le causaría dolor. Con mucha delicadeza se inclinó sobre su hija y le depositó un suave beso en su frente.
Los cortados y secos labios de la joven hicieron una mueca que intentó ser sonrisa, pero no tuvo fuerzas para lograrlo y simplemente se volvió a dormir. Yokino miró desesperada a la doctora, buscando una explicación.
─Tranquila, dormirá todo el día, pero diríamos que ya está fuera de peligro.
Las primeras setenta y dos horas habían sido determinantes para la ANBU. Y todo un equipo médico se había estado encargando responsablemente y a diestra y siniestra de su bienestar.
Jiraiya informó que dos ancianos la habían encontrado en sus campos en el momento indicado, ya que de haberlo hecho horas mas tarde probablemente el destino de Hoshi habría sido el peor de todos.
El Sannin siguió meticulosamente las órdenes de Tsunade para proteger a la familia Himara. Como habían organizado, este visitó el hogar de Yokino y junto a ella y su esposo buscaron el resto de los documentos que Hoshi había guardado. Sólo hallaron hojas sueltas, y un par de recortes fotocopiados, pero por ningún lado había copias de la información que los ninjas enemigos le habían arrebatado. Revolvieron los placares, la cama, su caja de recuerdos, los pergaminos y libros que tenía en su habitación. Nada. Y el no encontrar nada significaba que solo Hoshi sabía donde guardaba las copias de la denuncia, y eso correspondía retrasar las cosas un poco al menos hasta que la castaña tuviera la conciencia y la fuerza para poder hablar.
Tsunade juntó a Ibiki, Shizune y Jiraiya en una reunión que les permitiría establecer los pasos a seguir en la investigación. Posteriormente llamaron a los Jōnin de la aldea y ahí fue cuando todos se enteraron de la "desgracia de la Himara". Estaba más que claro que había un infiltrado y la tarea primordial sería hallar a esta persona. Pero la tarea mas representativa e importante la tenía Kakashi, a quien Tsunade le había ordenado ir tras los pasos que había dado Hoshi con su equipo en los campos del arroz y traer toda la información que le fuera posible recolectar.
El plan de la rubia era inteligente y funcional. Para salvar a la familia de Hoshi debía de mantener alejado a Danzo, y la única forma de hacerlo era mantenerlo alejado de todo eso. Ella había captado muy bien el mensaje, sabía que, con el ataque de la kunoichi, él líder de Raíz intentaba demostrar que cualquier movimiento que Konoha hiciera en contra de él, alguien saldría perjudicado. Era entonces allí cuando Tsunade se encontraba bajo la espada de Damocles. SI ignoraba el accionar criminal de Danzo significaba que estaría perpetuando lo que Hoshi intentaba destruir, pero si ordenaba su captura la familia de Hoshi terminaría muerta.
Esto podría haber ofuscado a cualquiera. Pero Tsunade no era cualquiera, y no por nada la había nombrado Hokage.
Entonces ahí entraba en juego Kakashi. Sí este lograba encontrar a los culpables del ataque de Hoshi o al menos un hilo conductor entre la violación y el asesinato de los demás ANBU, Tsunade podría ordenar una investigación interjurisdiccional, y por lo tanto sería el País de los Campos de Arroz quienes se encargarían de solicitar el pedido de captura de los delincuentes y de Danzo, por conspirar en terrenos extranjeros junto a residentes perjudicando a ninjas de Konoha, que luego de haber firmado los acuerdos de neutralidad, se habían convertido en aliados.
Teniendo a los Campos de Arroz como responsables de la captura y denuncia de Danzo, Tsunade se libraría de la responsabilidad de declararlo delincuente, y este tendría que huir obligatoriamente de Konoha a menos que quisiera que el vecino País lo capturara. De esta forma, la investigación de Hoshi perjudicando al Shimura y a Orochimaru se volvería ajena a la situación porque estaría mas que claro que no fue Tsunade quien inició la búsqueda del sujeto, sino que fue otro país quién se encargó de hacerlo y por la simple razón de haber llevado a cabo un crimen doloso.
Un día después que Hoshi recuperó su conciencia, Ibiki se presentó en el hospital para continuar con los procedimientos correspondientes a la situación de la muchacha. Takeru y Yokino rodeaban la cama de su hija intentando no mostrarle el sufrimiento que sentían dentro, y alzaron la mirada cuando la doctora apareció en la sala presentando al sensor Morino.
Hoshi levemente movió su cabeza para verlos ingresar y los siguió con la mirada hasta que la mujer estuvo a los pies de su cama.
─Familia, perdonen que los moleste─Takeru la miro, pero Yokino se mantuvo con los ojos en la mano que sostenía de su hija─...Ibiki san ha venido a continuar con el procedimiento, y a tomarle las declaraciones a Hoshi.
─¿No cree que aun es muy pronto?─preguntó el Himara, intercalando su mirada entre la doctora y el recién llegado. Este aclaró su garganta y suspiró.
─Antes que nada vengo a traerles mis mas sinceras disculpas─comenzó a decir, manteniéndose bajo el umbral de la puerta. Una imagen muy parecida a aquél día en que fue a buscar a Hoshi para darle la noticia de que se volvería ANBU─. Pero es de suma importancia que hagamos esto cuanto antes, así podemos continuar con la investigación procesal. Mientras mas días nos demoremos, mas tardaremos en hallar a los culpables.
Takeru no dijo nada, supuso que el ninja tenía razón. Él realmente no sabía mucho sobre todos esos temas, a decir verdad el no sabía mucho de nada, simplemente conocía las cosas que necesitaba de su negocio, por eso se enorgullecía ver que su mujer y su hija eran tan inteligentes como él deseaba haberlo sido. Yokino miró a su esposo y asintió.
─Esta bien─dijo el padre de Hoshi─. Si eso es lo correcto.
Ibiki movió su cabeza y se adentró a la sala acercándose a la doctora. Está lo miro con seriedad extendiéndole una serie de hojas.
─Señor Morino, aquí se encuentran los resultados del cultivo endocervical, y los análisis de sangre basales. Y en esta carpeta se encuentra la copia de los registros en el Libro de Guardia─La doctora acomodó su largo cabello detrás de su oreja y miró a los padres de la víctima─. A partir de ahora no sólo seré su médica de cabecera, sino que actuaré como legista, ya que comenzaremos con el proceso de la denuncia.
─Hoshi─dijo Ibiki colocándose al lado de Takeru. La muchacha lo miró débilmente─. ¿Estás en condiciones de prestarnos tu declaración de los hechos?
Yokino apretó con fuerza la mano de su hija y esta la miró. Demoró varios segundos en responder, pero finalmente abrió la boca para hacerlo.
─Si─dijo.
─Me sentaré aquí si no te molesta─comentó el Morino, mucho más amable de lo que nunca había sido. Hoshi no dijo nada, apenas podía realizar un movimiento de cabeza. Por dentro se sentía destrozada, como si un fuego la estuviera carcomiendo─.¿Podemos comenzar?
Hoshi lo miró, y luego recorrió con sus ojos las figuras tristes de su padre y de su madre. Su mente se vio invadida por aquellos recuerdos tan recientes, y su corazón se estrujó al pensar el dolor que le causaría a sus padres oír aquella historia.
─ ¿Pueden...irse? ─preguntó, causando la sorpresa de ambos.
─ ¿Estás segura Hoshi? Somos tus padres, estamos aquí para darte apoyo cariño ─habló Takeru, captando su atención. Hoshi asintió segura.
─Por favor─suplicó, y los ojos de su madre se llenaron de lágrimas. La doctora se acercó a la mujer, y apoyó sus manos en su espalda.
─Señora Himara─dijo suavemente─...Tranquila, yo estaré aquí para supervisar el interrogatorio, nada le pasará a su hija.
A Takeru y a Yokino les costó tomar la decisión de salir, pero sabían que era necesario para que su hija pudiera declarar con total tranquilidad. Ya bastante sufrimiento tenía con tener que recordar todo aquello, y delante de dos completos desconocidos.
Ibiki comenzó el procedimiento preguntándole por el nombre de sus dos compañeros fallecidos, y continuó con el relato completo de sus días de misión. Había detalles que Hoshi no recordaba, pero si pudo decir los cambios de cláusulas que hizo en los acuerdos, y el orden de las visitas a los pueblos y aldeas. La muchacha hablaba con mucha lentitud, arrastrando las palabras y con disfonía. Sobre su cuello tenía las pinceladas de violentas manos que días atrás se habían enredado a este con fuerza. Ibiki por su parte, grababa todo lo que la muchacha estaba contando. Después llegó a la parte del ataque, Hoshi recordaba haber visto morir a Momoki, pero no a Tao, después la escena se volvió negra y soló recuerda haber despertado con alguien arriba y a varios hombres detrás de este. Lo demás, parecía habérsele borrado, pero ella sabía en su interior lo que había sucedido.
El Morino se fue del lugar después de unas tres horas con prolongadas pausas en las que la Himara debió hacer un esfuerzo sobrehumano para revivir aquél día. Había hecho anotaciones, grabado cintas, y la doctora también se había encargado de tomar nota; todo aquello serviría para las futuras acusaciones.
La familia Himara creía que esa vez sería suficiente para que Konoha continuara con el proceso, sin embargo no contaba con que ese interrogatorio sería el primero de cuarenta declaraciones.
Cuarenta declaraciones que obligaron a revivir su sufrimiento.
Cuarenta veces que a Hoshi la revictimizaron.
Cuarenta veces que no le permitieron sanar.
Primero porque no había sido clara, segundo porque no coincidían ciertos datos, tercero porque se había olvidado de dar detalles. Para la décima declaración Hoshi ya no distinguía entre lo que realmente había sucedido y lo que Ibiki y su equipo suponían que en verdad había pasado. Las primeras veces le preguntaron como se sentía, las últimas veces llegaron a preguntarle sobre su vida sexual en Konoha previo al ataque. Esto ultimo fue lo que obligó a Takeru y Yokino a prohibir el paso a la sala de cualquier persona que no fueran ellos mismos, los doctores o, a pedido exclusivo de Hoshi, Kakashi. Por que sí, Hoshi preguntaba todos los días por su amigo y miraba ansiosa la puerta esperando verlo llegar, pero el nunca aparecía.
Una mañana luego de dejar correr el agua del inodoro, sus pies la llevaron lentamente al lavamanos. Allí había un espejito pequeño, roto en una de sus esquinas. Hoshi odiaba las cosas rotas, y más aún los espejos. No porque fuera agorera o supersticiosa, sino porque era fiel creyente de que las cosas rotas solo atraían cosas rotas.
En su ojo derecho todavía tenía unas pequeñas manchas enrojecidas de sangre producto de los derrames a causa de los golpes. Había perdido el setenta por ciento de la visión lateral de este, pero no le importaba mucho ya que estaba agradecida de que sus doctores hubieran podido salvarle ambos. Prefería ver mal de uno, antes que perderlos ambos.
La doctora la estaba esperando sentada a los pies de la cama, con su carpeta entre los brazos. Estaba platicando amenamente con su madre. Ambas coincidían en que la profesional era sumamente amable para con ellas, y durante esos casi veinte días que había estado internada se había mostrado empática y compasiva.
—Buenos días, doc—dijo Hoshi cerrando la puerta del baño tras de sí. Por suerte la habían dejado en una habitación privada, hubiera odiado tener que compartir el baño con alguien más. Aunque la vista era bastante mala, la ventana daba a un paredón de un edificio contiguo—. ¿Cómo está?
La mujer sonrió.
—Buenos días, Hoshi—le respondió—. Con mucho trabajo hoy ¿Tu cómo estás?
La castaña se encogió de hombros. ¿Que respondía ante esa pregunta? Ya no significaba tanto como antes.
—Supongo que mejor que ayer—Yokino al oírla sonrió compungida, en todos los días que había estado a su lado jamás la había escuchado quejarse, ni llorar. Y eso a pesar de que demostraba que era una muchacha fuerte, le preocupaba ya que para cualquier ser humano era sumamente necesario hacer un duelo—. Gracias
Había bajado más de siete kilos, y sus clavículas sobresalían por el escote de la bata que a pesar de ser talle único le quedaba gigante. Su rostro estaba chupado, y los pómulos le resaltaban más. Hasta incluso su cabello se veía más oscuro de lo normal, pero esto era porque debido a la medicación había perdido el brillo que lo caracterizaba. Había envejecido, en quince días, casi diez años.
—¿Cómo estuvo la micción hoy? —consulto la médica sacándole la punta a su lapicera retráctil para poder anotarla respuesta de la muchacha en su planilla.
Hoshi se mordió el labio mientras se sentaba en la cama.
—Casi normal, apenas un poco de ardor.
—¿Sangre? —Hoshi negó—. Eso es bueno Hoshi, significa que ya no hay daños en las paredes.
De todas las consecuencias de su agresión, orinar con sangre era lo más insignificante.
—¿Cuándo me darán el alta? —preguntó cambiando el tema por completo. Se sentó en el sillón al lado de su cama, cruzando una de sus piernas encima de la otra. Apoyo el codo derecho en el brazo del sofá, y distraídamente mordió sus uñas—. Dijeron que solo estaría quince días aquí, y vamos casi por los veinte. ─Ya estaba bastante harta de comer pollo hervido.
La doctora suspiró y esbozó una mueca extraña. Dejo la lapicera y las carpetas a un lado dedicando toda su atención a aquella charla.
—Queremos estar seguros de dejarte ir en las mejores condiciones, se paciente Hoshi, venimos bien—La castaña se rio, y pensó en decir algo sarcástico, pero no tenía ganas de ofender a aquella buena mujer—. Pudimos tratar la clamidia, las fracturas múltiples, y cada vez estás mejor de tus heridas internas, pero no podemos dejar de decir que estas en un estado post traumático, y aunque quieras evitar hablar del tema tenemos que prevenir cualquier tipo de conducta que puedas tener luego del ataque. Por esto me gustaría recomendar unos días más para que comiences terapia con una de nuestras psicólogas, y una vez que lo hagas y descartemos con los próximos estudios que estás en óptimas condiciones podrás volver a tu hogar.
Hoshi venía evitando la idea de comenzar con la terapia. Las únicas personas con las que se había cruzado en esos días eran con sus padres, la doctora, algunas enfermeras, Ibiki y dos ANBUS, y Jiraiya, que de vez en cuándo se aparecía a saludarla en su ventana ya que incluso él tenía prohibido el paso. Pensar en tener que contarle nuevamente todo lo vivido a una persona que no conocía, y hacer lo mismo en cada sesión la aterraba, no solo por lo que había sucedido sino porque había comenzado a temerle al juicio personal. ¿Qué pensaría su terapeuta de todo aquello? ¿La interrogaría cuarenta veces como el equipo de Ibiki lo había hecho?
Lo único que necesitaba Hoshi en ese momento era estar en su casa, en su cama, pero entendía la preocupación de la doctora por comenzar con aquello.
─Todavía no estoy lista ─dijo suspirando─. No quiero ver a nadie, no tengo ganas de conocer a una persona nueva y tener que contarle todo lo que me pasó, no quiero tener que ver en sus ojos esa pena con la que me mira usted, o con la que me mira mi mamá.
Yokino se mordió su labio inferior avergonzada. Su hija tenía razón, pero le era inevitable no sentir aquello por su chiquita.
─Está bien ─Ame sonrió─. No te preocupes, hablaremos de eso luego─la mujer se apresuró a cambiar de tema─. En un rato vendrán a sacarte sangre y luego podrás desayunar.
Hoshi asintió, y la doctora aun sonriendo se despidió de la muchacha y su madre. Yokino se acercó a su hija quien permanecía sentada en el sillón y le depositó un beso en su frente.
—Ah, doctora ─la llamó la castaña antes que pudiera irse─. ¿Hoy ha venido Kakashi?
La doctora se dio vuelta antes de salir de la sala. Negó con la cabeza, Yokino pensó que había cierta pena en su rostro.
—Lo lamento—dijo.
Hoshi sonrió
—Está bien, seguramente está ocupado. Gracias de todas formas—la doctora asintió y cerró la puerta luego de salir.
Yokino y su hija se quedaron en silencio, pero fue la primera quién lo rompió queriendo hacer un comentario en base al amigo de Hoshi.
—Debe estar ultimando los detalles del entrenamiento de sus alumnos ¿No crees? —Yokino intento no darle mucha importancia al asunto ya que sabía que a su hija perturbaba no haberlo visto en todo ese tiempo—. Seguramente vendes apenas pueda—Sus manos acariciaron maternalmente el cabello de la castaña.
—Si, seguramente. O quizás vino y no lo dejaron pasar. ¿Estás segura de que dijiste que el era el único que podía visitarme?
La Nara suspiró.
─Si, fui muy clara al ordenarles eso ─se rascó su nariz y se fue a sentar al sillón de enfrente─. ¿Quieres que lo vaya a buscar?
─No mami─dijo presurosamente la muchacha con sus ojos abiertos de par en par─. Claro que no, Kakashi es un tipo ocupado, probablemente no haya tenido tiempo o conociéndolo, no ha querido molestarme.
─ ¿Y a ti te molestaría su visita?
La muchacha se quedó pensativa, deseaba de todo corazón ver a su amigo entrar a saludarla. Negó con lentitud, y por dentro pensó que nunca había tenido tantas ganas de verlo.
Los resultados de sangre de Hoshi dieron maravillosamente bien, o dentro de los parámetros que se esperaban que dieran. Finalmente, el equipo médico decidió darle de alta y a principios de Noviembre la muchacha junto a su familia estaban regresando a las comodidades de su hogar.
─Jiraiya vino a buscar unos papeles que dijo que tu tenías─ explicó su madre cuándo Hoshi le preguntó porque habían cambiado las cosas de lugar dentro de su cuarto─. Pero no lo encontramos, hizo referencia a unos pergaminos ¿Tu recuerdas dónde los guardaste?
Hoshi asintió, y se quedó calculando en la razón por la que el Sannin había ido a por ellos sin haberle dicho nada. Después recordó que, en una de sus visitas nocturnas, Jiraiya le había contado que Tsunade necesitaba guardar las copias para quedarse más segura que ella y sus padres estarían a salvo de Danzo.
─Luego se los llevaré.
Esa misma tarde que regresó a su hogar, un equipo ANBU la citó personalmente a concurrir a los cuarteles a fin de realizar una última revisión de sus declaraciones y contarle sobre el avance de los procesos. Fue Yokino quien la acompañó, ya que su padre se encontraba trabajando y Hoshi después de aquella noche se negaba a estar sola siquiera un momento.
Ibiki, junto a Tsunade y otros dos ninjas las estaban esperando en una de las oscuras oficinas del lugar. La Hokage se levantó para recibirlas con una sonrisa y les indicó que tomaran asiento. Era la segunda vez en todo ese tiempo que Hoshi veía su líder.
─ ¿Cómo te encuentras Hoshi? ─preguntó con su imponente voz, para luego beber un trago del agua de aquel vaso de vidrio que le habían preparado. Hoshi miró el líquido y pensó que ella preferiría estar tomando un té, pero nadie le había ofrecido nada.
─Bien, supongo ─Ese monosílabo ya no tenía sentido.
─Antes que nada déjame decirte que lamento muchísimo lo sucedido, y que si te citamos aquí es para hablar contigo sobre los avances de tu caso─Hoshi asintió, mientras su madre tomaba su mano─. Luego de que llegaste a la aldea, pusimos a trabajar a todos nuestros ninjas en la búsqueda de algo que nos llevara a los agresores. Kakashi Hatake fue enviado de misión al País del Arroz─Al oír su nombre el corazón de Hoshi dio un brinco─, y dio con un grupo de personas que quedaban con el perfil de los criminales. Ibiki pudo apresar a tres de ellos, y con esto comprobamos que evidentemente el ataque a ti y a tu grupo fue perpetuado por Raíz.
─Que desgraciados─dijo por lo bajo Yokino, mostrándose indignada. Tsunade la miro, y con una mueca asintió dándole la razón.
─Uno de estos que apresamos, murió antes de declarar ya que tenía el sello maldito. Pero los dos sobrevivientes confesaron que ellos siguieron de cerca sus movimientos y finalmente informaron de todo esto a Shimura─Tsunade suspiró, y miró la madera de la mesa a la que estaban sentados. Hoshi observó su largo cabello recogido en dos coletas, aquel peinado la hacía ver joven, pero no era tan joven como se pensaba─. El País de los Campos de Arroz se encargó de iniciar una demanda contra Danzo y su organización por conspiración, y desacato a la autoridad extranjera, él ya tiene una orden de captura por eso.
─ ¿Y por la muerte de mis compañeros?─preguntó la castaña bajo un raro intercambio de miradas entre Ibiki y Tsunade.
─No hay pruebas de que sus hombres los hayan asesinado─habló Ibiki antes que la Quinta.
─ ¿Cómo que no hay pruebas?─dijo la ANBU comenzando a alterarse─...¿Ustedes recuperaron sus cuerpos, cierto?─expresó confundida, y los presentes confirmaron esa pregunta─...Entonces deben de haber visto que tienen signos de una muerte violenta, eso no podrían haberlo hecho otras personas que no fueran ninjas, yo estaba ahí, yo los ví...Primero Momoki murió y luego Tao...
─ ¿Pero a Tao lo viste morir?─la interrogó Ibiki. Hoshi negó.
─No, pero lo vi peleando con unos cuantos ninjas y luego simplemente nos separaron y les perdí el rastro─replicó─. Además, usted Tsunade está diciendo que confirma que Raíz es el responsable del ataque, esa es razón más que suficiente para culparlos de la muerte de mis compañeros también.
Tsunade negó, y mordió su labio inferior.
─Raíz organizó la emboscada, sí─comenzó a decir─. Pero no tenemos ningún testigo que acredite que fueron ellos mismos quienes mataron a los ANBUs.
Hoshi se rio y golpeó las piernas con sus manos en signo de indignación, mientras se dejaba caer en el respaldo de su silla.
─No puedo creerlo, ¿Cómo que no hay testigos?─preguntó─. Yo estoy diciendo que los ví, los vi con mis propios ojos.
─Viste personas Hoshi, simplemente ninjas, no sabemos si fueron de raíz, si fueron de Otogakure, no tenemos idea...No podemos culpar a Danzo de la muerte de dos personas, pero si lo podemos hacer autor responsable del crimen.
─ ¡Entonces inicien una investigación contra él! No dejen que otro país se encargue de algo que es su responsabilidad ─expresó enojada. Su madre la tomó del hombro para intentar calmarla─...Usted es la Hokage de la Aldea d la Hoja, tiene autoridad como para iniciar un proceso penal contra Danzo Shimura y su organización, y además, con una mano en el corazón ¿Realmente creen que no fueron ninjas de Raíz quienes asesinaron a Momoki y Tao? ─ni Ibiki ni Tsunade dijeron una apalabra, simplemente dejaron que la muchacha hablara─. Claramente no, ustedes saben algo. Tsunade, con usted hablé sobre lo mal que me hacía sentir que los gobiernos anteriores apañaran las actividades de Raíz y Orochimaru, y usted estuvo muy de acuerdo en detener eso... ¿Qué es lo que le hizo cambiar de opinión?
─Hoshi, tranquila─susurró Yokino. Su hija la miró con los ojos llenos de furia.
─Tranquila mis ovarios mamá...Quiero oír que tienen para decir sobre esto.
Ibiki se acercó a la mesa, y tomó asiento al lado de Tsunade. Acomodó su sobre todo, y se cruzó de piernas. Hoshi sabía qué hacía todo aquello para ganar suficiente tiempo que le permitiera pensar en cómo iba a decir lo que tenía para decir. Era su estrategia, desde que Hoshi lo conoció había actuado así en situaciones complicadas.
─Hoshi, no perseguiremos a Danzo ─declaró─. Por qué queremos protegerte.
La castaña sonrió achinando sus ojos y frunciendo su boca mientras ladeaba su cabeza. Negó rápidamente, confundida.
─ ¿Protegerme de que? No entiendo.
Tsunade tomó la carpeta que tenía enfrente y comenzó a buscar una hoja la cuál al hallarla la extendió a su kunoichi. Hoshi la tomó y se la acercó suficiente para compartir la lectura con su madre, quien la tomó de una de las puntas inferiores.
La hoja amarillenta tenía escrita sobre si, en letra mecanografiada la declaración de la Himara sobre los hechos. Dos carillas completas era lo que ocupaba aquella narración salida por la boca de la muchacha en aquellos días en los que Ibiki había visitado su sala de internación.
A juzgar por la cara de la madre y de la hija, algo andaba mal. Hoshi levantó la vista y su madre tomó la hoja para terminar de leerla. La joven por su parte le había bastado y sobrado lo que decía la primera carilla.
─ ¿Qué significa esto? ─preguntó, su voz temblaba de los nervios─. Esta no fue mi declaración, al menos no la verdadera.
─Hoshi, tú nos contaste que tuviste un altercado en el bar con unas personas. Casualmente─explicó Morino─...Fue uno de los hombres que capturó Kakashi. Él y su compañero declaró haber discutido contigo, pero también nos comentó que tú los invitaste a tu habitación.
─ ¿¡Que!?─exclamó sin dar crédito a sus oídos─. Eso no fue así, fue como lo conté...Ellos me increparon, yo apenas crucé unas palabras y me fui a dormir, sola. ¡Jamás dejaría que alguien desconocido entrara a mi habitación! ¡Y menos estando de misión!
Tsunade e Ibiki guardaron silencio, Hoshi chasqueó la lengua y peinó su cabello hacia atrás.
─ ¿No me creen cierto?─Hoshi miró a su madre y está le devolvió una mirada compasiva─. Ibiki, jamás he fracasado como ANBU, siempre me comporté bien ¡Usted conoce mi amor por las leyes!
─Hoshi, tus lesiones no comprueban que haya sido una violación por lo que pasaste. No te resististe, no recuerdas esa parte...Todo indica que tú los llevaste contigo─explicó pacientemente el hombre. Tsunade guardaba silencio y por alguna razón no miraba a la muchacha,
─ ¡No recuerdo nada porque me drogaron maldita sea!─gritó alterada mientras se levantaba y golpeaba con fuerza la mesa─. ¡Los ninjas que me atacaron me drogaron!
─El informe toxicológico no muestra restos de ningún tipo de droga─Los ojos de la kunoichi fusilaron a Ibiki.
─Hay un centenar de venenos y drogas que una vez pasado su efecto no dejan rastros en el cuerpo de la victima─Intervino Yokino, con fiereza, como una madre leona que defendía a su cría─. Ustedes deberían saberlo, además ¿Qué hay de las fracturas y golpes en la cabeza? Mi hija casi pierde la visión de ambos ojos.
─Esas heridas se deben a la batalla, luchaste contra ninjas expertos, criminales...Una fractura de cráneo era lo mínimo que podrían haberte dejado─Hoshi lo escuchaba y negaba con la cabeza. Su corazón se estaba ahogando en impotencia, por dentro necesitaba gritar y creer que todo aquello era una pesadilla─. Hoshi, si firmas esta declaración, que tus heridas fueron por las batallas podremos evitar que Konoha deba culparte a ti del crimen de tus compañeros.
─ ¿Qué mierda esta diciendo?─Hoshi miró a su madre, rara vez le oía decir una mala palabra─...Encima que a mi hija la violaron por culpa de ustedes, son capaces de hacerla responsable de la muerte de sus compañeros.
─Fue la única sobreviviente─explicó Morino. Nadie podía entender como era que guardaba esa tranquilidad aún.
─ ¡Pero porque le hicieron cosas peores!─gritó la mujer enfurecida, Hoshi estaba en shock. No podía creer que después de todo lo vivido todavía le echaran la culpa porque sus compañeros habían muerto y ella seguía viva.
─Señora Himara─habló Tsunade, y Yokino dirigió su vista hacia ella. Su pecho subía y bajaba con fuerza, mientras que sus mejillas se teñían de un color rojizo─...Si Hoshi firma esta declaración, podremos decir que ella no estaba en el momento en que Tao y Momoki murieron, y podremos alejarla de cualquier investigación y proceso doloroso. EN cambio, si te rehúsas, y continúas con tu teoría del ataque sexual, todos pensarán que tuviste que ver en la muerte de tus compañeros.
Hoshi estuvo por decir algo, pero Yokino la detuvo.
─Si suponemos que Hoshi está de acuerdo, y firma esa estupidez que redactaron ustedes. ¿Cómo se explican sus heridas? ¿Su clamidia? ¿El desgarro uterino? Supongamos que ella en verdad estaba con esos hombres en su habitación mientras ocurría la batalla contra sus compañeros, ¿Cómo es que salió tan lastimada?
─Prácticas sadomasoquistas, promiscuidad─expresó Ibiki─...Quien sabe. Pero la victima dio su consentimiento.
─ ¿Qué mierda estas diciendo? Mamá─dijo suplicante, mirando a su madre─. NO le creas, ¡No fue así!
─ ¡Claro que no fue así!─gritó la mujer tomando a su hija del brazo─.Lo que ustedes están haciendo es una total muestra de corrupción, y esta más que claro que esto llegará a los señores feudales del país del fuego. Ustedes no pueden hacerle vista gorda a un caso como este, si pasa esto con mi hija, que pasará con todas las demás chics que sufran lo mismo...Hoshi no firmará nada sin mi consentimiento─ultimó y tomó el bolso que había dejado sobre la silla. Ninguna de las dos acotó nada más y se marcharon de aquella oficina tras cerrar la puerta con violencia.
Tsunade se incorporó y se apoyó con ambas manos sobre la mesa dejando caer su cabeza, agobiada. Ibiki la miró.
─No se preocupe Tsunade sama, ella firmará─la mujer volvió a alzar la cabeza, pero esta vez miró el techo. Chasqueó la lengua.
─Si ella no firma Ibiki, si Yokino se empecina en hallar a los culpables y levantar la voz no podremos proteger a ninguno. Agradece que los Campos de arroz quisieron hacerse cargo de la búsqueda de Danzo por sus propios medios y justificantes; si por alguna razón a Hoshi la inunda las ansias de venganza y busca a diestra y siniestra a Shimura los resultados serán todavía mucho peores ─expresó consternada─. Sé que lo que estamos haciendo está sumamente mal, pero realmente quiero proteger su vida y la de su familia.
Yokino caminaba enfurecida por las calles de la Villa junto a una Hoshi que aun en estado de shock no llegaba a comprender porque Tsunade había actuado de aquella manera. Mamá e Hija estaba atravesadas por un dolor que jamás cesaría, y aquella reunión en lugar de apaciguar las aguas solo había hecho enfurecerlas.
Takeru había cerrado el negocio más temprano de lo habitual para poder esperar a su esposa e hija con una cena tranquila y regocijante. El patriarca esperaba esperanzado recibir buenas noticias, pero al ver entrar a sus mujeres supo que había algo mal, especialmente cuando al saludar a su hija esta simplemente cruzó a su habitación sin decir una palabra a nadie.
Cerró la puerta y se arrojó a su cama.
Deseo de todo corazón que ese malestar en su pecho fuera por un mal de amores, por una rabieta, por una pelea estúpida con sus padres. Pero la razón no era esa, ni mucho menos. Era algo peor, era una impotencia que precedía a las ansias de justicia. De una justicia que no iba a llegar ya que las autoridades se lo habían dejado claro: Ella no la merecía.
Maldito Mizuki. Si no hubiera sido por él, no hubiera ganado esa fama.
Maldito Asuma. SI no hubiera sido por él, jamás hubiera intentado sorprenderlo siendo alguien que no era.
Maldita ella, por haber nacido mujer.
Su madre creyó que todo lo sucedido ese día había sido suficiente para Hoshi, y prefirió dejar que descansara. Y buena fue su creencia ya que, a partir del día siguiente, las cosas comenzaron a ir de mal en peor para la muchacha,
La aldea se fue enterando de a poco lo que había sucedido, y las malas lenguas eran más rápidas que las buenas por lo tanto el chisme de que Hoshi había sido culpable estuvo prontamente en la boca de todos los aldeanos. Y eso a fin de cuentas era lo que sucedería luego de un incidente colosal como aquel.
Lugar a dónde iba, Hoshi era mirada inquisidora mente por cualquiera que se encontrara allí. Había comenzado terapia y la psicóloga, quien la veía dos veces por semana con la ayuda de un psiquiatra, la animaba a que volviera a pasear las calles de Konoha para perder el miedo cómo si aquello fuera lo que le preocupaba a la castaña.
Una de las sesiones le confesó llorando que lo que ella más temía no era que le volviera a ocurrir, sino tener que ver en cada persona que la miraba, ese dejo de rechazo, esa estúpida creencia de que se lo merecía "por andar de puta", cómo le dijo una vez una señora a su mamá.
Ni hablar del constante acoso de Ibiki y Tsunade para que firmara la declaración final.
Era fácil dos o tres veces por semana lo que visitaban a la familia Himara para recordarles que aún aquel asunto todavía no había sido finalizado, y que si no firmaban se iniciaría un proceso de investigación contra Hoshi.
Hoshi ya tenía el alma cansada de tanto. Y si hubiera sido por ella, hubiera firmado la declaración con tal que la dejaran en paz. No había día en que no sintiera asco consigo misma, o no recordara las manos fornidas de aquellos hombros jalándola del cabello con brusquedad. No había noche, que no escuchara el jadeo repugnante de esos al oído. No había noche, sobre todo, en que no pensara en morir.
─Mira ese sweater, te vendría bien para el invierno─le decía Yokino intentando convencerla de que se comprara un tejido naranja. No lo necesitaba, pero su madre buscaba cualquier excusa para distraerla del día a día.
─ ¿No crees que tengo muchos ya?─Hoshi miraba la vidriera donde este estaba exhibido, y no se dio cuenta que las dos mujeres que estaban dentro miraban hacia afuera, justo donde madre e hija estaban paradas. Cuchicheaban entre sí, las rebajaban con la mirada. Pero ni Yokino ni Hoshi lo notaron, a lo mejor era porque se habían acostumbrado a aquello.
Una brisita jugueteó con el cabello de ambas. Las canas crecientes se asomaban en las raíces de la Nara quien, desde lo sucedido, había descuidado mucho su estética. Ambas caminaron unos metros más, y antes de detenerse frente al mercado Hoshi miró distraídamente hacia el frente. Entre todas las personas que caminaban por aquella zona pudo divisar la cabellera inconfundible de su amigo. Tuvo esa sensación en la que el corazón parece querer salirse del pecho, o lo mismo que uno siente cuando se está subido a una montaña rusa.
—Entremos aquí, hija—la llamó Yokino ingresando al mercado—. Compraré unas cosas para cenar esta noche.
Para Hoshi lo que su madre le dijo fue lo mismo que el silencio ya que estaba ignorando su entorno por completo. Cuando la visión de Kakashi estuvo limpia y ambos pares de ojos se cruzaron, la castaña sonrió, creyendo que el muchacho caminaría hacía ella, la abrazaría y le pediría disculpas por no haberla visitado, aunque siendo sincera, a Hoshi poco le interesaban sus disculpas. Ella quería verlo, y ya.
Pero no sucedió así. Kakashi simplemente miró hacia otro lado y cruzó la calle. Pero Hoshi sabía que la había visto. Sus ojos se habían cruzado, se habían mirado, y peor aún, se habían reconocido.
Pero el pelo plata la había ignorado por completo, como si fuera una extraña a la que jamás había conocido más que de vista.
La mano derecha de Hoshi sostuvo con fuerza el dije que llevaba colgando de su cadenita. Era aquella piedra qué su amigo le había regalado, y poco a poco su visión se fue nublando a causa de las lágrimas que en los orbes se le habían acumulado.
—...Hoshi—la voz de su mamá la hizo olvidarse de su dolor. La miro rápidamente, rogando que sus lágrimas no cayeran para no preocuparla—.¿Vas a entrar o te quedas?
—Oh no, si..digo si...vamos—tartamudeó y siguió a su madre dentro de aquel lugar colmado de personas. Yokino le hablaba animadamente, pero Hoshi ya no la oía.
Algo le había pasado a Kakashi.
"¿Será que el también cree que me lo busqué?"
Aquél pensamiento la llenó de terror. Pensó en la declaración todavía pendiente de firmar. Recordó las palabras exactas de aquellas hojas, que rezaban incoherentemente que "la noche del catorce de Octubre habría hecho entrar a cinco hombres a su habitación, con quiénes había tenido relaciones consentidas no habiendo así presenciado la muerte ni el ataque de su equipo en la madrugada del quince."
Eso se había esparcido como un virus imparable entre la sociedad de Konoha, llenando a sus habitantes de prejuicios contra la muchacha al creer que todo lo que había sucedido era nada mas y nada menos que un aspaviento para llamar la atención sobre su persona. Si este chisme había llegado a todos y cada uno de ellos, también habría llegado a los oídos de su amigo. Pero ¿Kakashi realmente creería aquello?
Con el antebrazo refregó sus ojos, y pestañeó rápidamente para recomponerse. Su madre le dijo algo sobre un arroz, y ella intentó seguirle el hilo de la charla, pero aquel pequeño bichito de la duda estaba comenzando a carcomer la poca cordura que tenía.
─Mamá─dijo y Yokino se volteó a verla en la fila─. Debo ir a hacer algo.
─¿Qué? ¿Sola?
Hoshi no salía sola desde lo ocurrido. Tenía miedo de que algo volviera a pasarle, pero si no averiguaba lo que pasaba con Kakashi no podría concentrarse en su recuperación. Asintió segura.
─Si mamá─afirmó─. La doctora dijo que de a poco volviera a mi vida normal, necesito hacer algo.
─Puedo acompañarte Hoshi ─La muchacha negó─. No me siento segura dejándote ir sola, ¿A dónde iras?
Hoshi se acercó a su madre para darle un beso en la mejilla y acariciar su hombro.
─Tranquila, estaré bien ─dijo─. Nos veremos en casa mas tarde.
Yokino no pudo evitar que se alejara, ni tampoco la dejó replicar su decisión de caminar sola. Pero también entendía que no podía obligar a su hija a hacer algo que no quisiera, y si Hoshi no quería que su madre la acompañe a hacer lo que iba a hacer, no insistiría. Simplemente se quedó en fila del mercado, mirando con preocupación la puerta por donde su hija había salido apresurada. Su corazón latía rápidamente, pero ya se había acostumbrado a eso. Desde la tragedia de Hoshi, solo sabía palpitar compungido.
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Hola Hola Hola!!
¡No me maten! Si, me demore muchisimo en publicar la continuación, ¡Pero les juro que me pasaron un montón de cosas que hicieron que me tardara en hacerlo!
Les extrañé muchisimoooooo!!!!
Han sido meses y dias de mucho trabajo y estudio. Estuve muy solicitada por todos lados y cada vez que me sentaba a escribir ZAZ! Algo pasaba que tenía que demorar la escritura.
Pero en fin, pude terminarlo y aqui esta!!!
¡ULTIMOS CAPITULOS GENTEEEEEEEEEEEEEE!!!!
Van a notar que falta el dibujo, y la verdad es que si esperaba a hacerlo iba a tardar una semana mas en publicarlo, asi que lo hare luego y editare el capitulo cuando lo tenga. ¡REPITO! NO ME MATEEEEN
¿Que les pareció el capi? Lamentablemente estamos entrando en la recuperación de Hoshi. Una recuperación lenta y dolorosa, mas aun sabiendo cual es el contexto.
Parece que todo el mundo esta en su contra, y no solo Kakashi le hecho la culpa de lo que sucedio sino que toda la aldea. Obviamente, nunca nadie le cree a la victima.
Otra cosa que quería comentarles es que gracias por todo el amor que me dieron en el capítulo anterior.
La verdad es que esa pérdida fue terrible para mí, y leer cada cosa que me escribieron me llenaba el alma.
Perdón perdón perdón por no hacerles respondido en el momento, pero como siempre digo leo cada uno de los comentarios que me hacen a tiempo. Solo que me gusta tomarme el tiempo para responderlos uno por uno.
Y en este caso, no tenía fuerzas para hacerlo.
Lo bueno es que ya estoy mejor. Y eso en parte de debe a todas sus buenas energías.
Les quiero un montón.
¿Ustedes como estan?
Espero que se encuentren maravillosamente bien!!! Les abrazo, y ahora mismo me pongo a responder cada uno de sus mensajitos!!!
Les mando un beso enorme!!!
Estrellita.
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