Capítulo III
Opia
{La intensa sensación de una invasiva energía que sentimos cuando participamos de un mutuo contacto visual directo con alguien más}
Llevaba más de veinte minutos aguardando a que el tercero finalizará la reunión. La puerta finalmente se abrió alrededor de las tres y diez de la tarde, y de allí salieron un par de Jōnin. Detrás de estos, venía el Tercero, al ver a Hoshi le sonrió y le hizo una seña para que se acercara.
La chica se incorporó rápidamente e ingreso a la sala después de saludarlo con una reverencia.
—Que placer verte Hoshi—dijo.
—El placer es mío Hokage-Sama—El líder le indico que tomara asiento frente a su escritorio y ella obedeció educadamente.
—Me han informado que estás interesada en unirte a las filas ANBU, y por eso te mandé a llamar—Hoshi abrió los ojos, su corazón empezó a latir a tres mil por hora—...Tengo tu informe se desempeño y es magnífico, no solo por tus notas académicas sino también por la manera en la que te desenvuelves en batalla. Aquí, quién redacto tu informe de observación dice que has sabido superar tus propias dificultades.
La muchacha se quedó pensando un momento en aquel informe. Jamás le había pedido a ningún ninja que le escribiera tal cosa.
—Quiero decirte que Kakashi jamás ha hecho una recomendación, y eso significa que realmente admira tu labor en la aldea.
—¿Kakashi? —Pensó sin dar del todo crédito a sus oídos—...N-no sé qué decir, tercero, realmente estoy muy halagada.
El viejo sonrió amablemente. Chasqueó la lengua un par de veces y revisó en silencio otros papeles. Luego, cruzó sus manos sobre el escritorio y la miró casi paternalmente.
—Te diré lo que haremos—Hoshi lo miró atenta—...Solicitaré a ANBU que hagan la prueba de admisión. Cómo sabrás los escalafones administrativos de ANBU están fuera de mí alcance, mí único poder aquí es hacer que te evalúen.
—Entiendo.
—¿Estás de acuerdo entonces?
—Mas que de acuerdo Hokage sama—Tuvo que ahogar un grito de emoción—. He querido esto desde niña ¿Sabe? Y cuándo me postulé en aquél entonces, y me rechazaron pensé que debía darme por vencida—El Hokage la miraba atento, con una sonrisa, y un brillo en los ojos que a Hoshi le parecían lo más cercano a la sabiduría. Todos decían que tener abuelos era genial, ella no contaba con esa dicha, y por eso creía que los ojos del Tercero se veían como los de uno—...¡Pero juro que voy a dar lo mejor de mí para ser aceptada!
El Sarutobi rió animado, y se incorporó de su asiento caminando lentamente hacia la muchacha. Hoshi se puso de pie velozmente, y cuando lo hizo casi tira la silla en donde estaba sentada. El Hokage dejó caer la mano derecha sobre uno de los hombros de la joven, de manera amistosa y fraternal.
—Confío en que lo harás, puedo ver el compromiso hacia la aldea que hay en tus ojos.
Hoshi asintió, y le dio una reverencia. El Hokage no la estaba echando, pero ella sabía que aquella última frase le daba el educado pie para que se retirara de esa oficina.
Cerró la puerta tras de sí, y festejó agitando sus brazos hacia el techo, mordiendo su labio para no gritar de lo feliz que estaba. Todavía no había nada dicho, tener la posibilidad de dar el examen no significaba que estuviera lista para ingresar a las filas. Pero si había un talento que Hoshi tenía, era el de ser optimista.
¡Que dichosa se sentía! Salió de aquel edificio creyendo que podía lograr lo que quería. El corazón le latía presurosamente, y no podía disimular la enorme sonrisa que traía. Ni siquiera la distrajo de su felicidad el silbido degenerado que le dedicaron unos muchachos en la entrada a las termas, o su primo Shikamaru que al verla corrió a decirle que su madre la buscaba. Ella simplemente le sonrió, y lo dejo hablando solo.
Si hubiera sonado alguna música de fondo, Hoshi pensó que podría, junto a los demás aldeanos y ninjas que caminaban por las calles de Konoha, realizar una coreografía grupal. De esas que pasan en las películas de adolescentes, donde basta para que uno haga un paso que el resto del elenco lo sigue de manera exacta y perfectamente coreografiada a pesar de supuestamente jamás haberla bailado en sus vidas.
Se rió sola. Cada tanto su mente divagaba. Y en este último tiempo, lo hacía más de lo normal. Las tardes de lluvia le gustaba escuchar música con el reproductor que su padre le había regalado, poner canciones tristes, y fingir que era parte de un vídeo musical. Otras tantas se quedaba mirándose al espejo, imaginando que era una actriz practicando para algún importante papel. Debes en cuando se daba el lujo de provocarse el llanto, y se miraba orgullosa cada vez que lo lograba.
Lo lindo de ese día, era que no estaba imaginando nada. Su más grande sueño estaba por poder cumplirse. El problema era gracias a quien se cumpliría.
Y ahí es cuando entraba en juego el destino, y bajo sus sorprendidos ojos, el joven de pelo negro salía de la tienda frente a la que estaba pasando.
—¡Himara Hoshi! —gritó al verla. Llevaba en sus brazos un par de tobilleras que parecía ser de pocos kilos.
Ella le respondió de la misma manera. No esperaba encontrarlo allí, y había interpretado aquello como señal de que debía hacer lo correcto.
—¿Que estás haciendo por aquí? ¡Parece que te hubiera llamado con la mente! —explicó entre exagerados gestos con las manos.
—Es que siempre estoy cuando mis amigos me necesitan—confesó sinceramente. Hoshi se rió, y negó palmeando su brazo—...¡No te rías! Hablo en serio.
—Lo sé, lo sé—Se apresuró a aclarar la castaña, sabiendo que Maito era muy buena persona, pero también muy sensible—...Hablando de amigos, quiero contarte algo. Acabo de salir de la oficina del Tercero, y me llamo para decirme que me harán la prueba de admisión a ANBU ¡Te juro que aún no puedo creerlo!
—¡Hoshi! ¡Eso es fantástico! —Vociferó, y varias personas voltearon a verlos. Sin pensarlo dos veces se abalanzó a la muchacha y la abrazo sacudiéndola de un lado al otro—...Estoy más que seguro que te irá maravillosamente bien.
Hoshi disfrutó de aquella felicitación. Probablemente sería la única sincera que recibiría. Estaba segura de que cuando se lo contara a su madre, está se limitaría a sonreír.
—Gracias Gai—dijo mientras era soltada—¿Y sabes que es lo más loco de todo esto? ¡Que fue Kakashi quién me recomendó!
Los ojos de Maito se abrieron como platos, y Hoshi no pudo evitar reírse al verlo poner aquella cara.
—¿Estás segura? —Hoshi asintió—¡Vaya! No me lo esperaba de Kakashi.
—¡Yo mucho menos! Así que ahora debo tragarme todo el orgullo y agradecerle—bromeó. Aunque en el fondo sabía que era cierto, no tenía ganas de darle las gracias, pero como buena ninja moralista debía hacerlo—¿Lo has visto?
—No—musitó—...Pero supongo que debe estar en el memorial—Entornó sus cejas y miró hacia el piso—¿Hoy es jueves cierto? Si, es jueves. Si, efectivamente, está en el memorial.
El memorial era esa partecita de Konoha con la piedra en el medio. Así le decía Hoshi, la piedra en el medio. Varias veces se había acercado a leer sus nombres grabados, por suerte no conocía a nadie. Y decía por suerte ya que debió de haber sido doloroso perder a alguien en la guerra, y ella,por suerte, no había pasado jamás por ese dolor.
Al parecer, quién si había pasado por aquel dolor era Kakashi, de lo contrario, no habría explicaciones para que cada jueves pasará gran parte del día frente a la fina escultura. Hoshi había escuchado varias cosas, pero ella sabía muy bien que no debía creerles a las malas lenguas, y a decir verdad, no le gustaba andar preguntando sobre la vida de las demás personas, y tampoco le interesaba.
Pero ese día, a raíz de lo acontecido previamente en la oficina del Hokage, Hoshi se sintió particularmente curiosa y abrió la boca esperando una sincera respuesta de parte del ninja más honesto de Konoha
—¿Por qué Kakashi pasa sus jueves ahí?
Maito se quedó en silencio, pensativo. Hoshi aprovechó para mirarle sus pobladas y negras cejas. La ponían nerviosa.
—Visita la memoria de sus amigos—Suspiró, como si estuviera guardándose algo mucho más pesado en lo recóndito de su corazón—...Pero supongo que ha de ser el, quién un día te lo cuente.
Hoshi se mostró de acuerdo con aquello. Se saludaron, y cada uno siguió con su rumbo.
Yokino solía hablarle sobre la muerte, y lo que había después de esta. Ella le había explicado que, al morir, las almas parecían ponerse en una especie de fila, esperando a que se les habilitara una nueva plaza para volver a vivir, pero en vidas completamente distintas y sin recordar nada de la vid anterior. Por eso las memorias iban hacia otro lado, habitando siempre que cada uno las recordara.
Pero Hoshi no creía en ello. Ni en la reencarnación, ni el Karma, ni en las memorias por un lado y las almas por el otro. Ella estaba bastante cómoda con su idea de la vida eterna, tal vez era por eso que no le temía a la muerte. A su muerte.
El cielo se había encapotado. Las nubes parecían abrazarse. Era muy cómico como en esos meses el cielo pasaba de tener un febo radiante, a cúmulos grises queriendo anunciar un apocalipsis meteorológico.
"Y este cielo se parece mucho a Kakashi" se dijo a sí misma la kunoichi, al verlo parado allí. Sintió un dolor en el pecho. Era pena, o compasión. Todavía no lo sabía muy bien, pero estaba segura de que aquella patética visión del ninja más afamado de Konoha, en soledad, y parado frente a aquella fría piedra era lo que estaba causándole ese pinchazo dentro producto de la empatía.
La tormenta era inminente, y por eso se apresuró a acercarse. No lo molestaría, no le hablaría. Había tomado la decisión de quedarse esperando detrás suyo, hasta que él le indicara que podía hablar.
Y fueron exactamente dieciséis minutos los que se demoró en voltearse a verla, para preguntarle qué quería y que hacía allí.
Hoshi dudó un buen antes de dar dos pasos hacia él. Mantuvo la distancia por respeto. Ella odiaba que alguien invadiera su espacio personal, y si bien se encontraba mayormente lejos del ninja, prefería quedarse allí y no ser una amenaza para el luto que estaba guardando el otro.
—Venía a darte las gracias—explicó, con sus manos jugando nerviosamente entre ellas—...El tercero me dijo que me recomendaste para ANBU, y ahora tengo la chance de dar la prueba.
Kakashi se restregó sus ojos, y su mano bajo la bandana tapando el del Sharingan. Se volteó a mirarla, y la observó por unos segundos que a Hoshi se le hicieron horas. Asintió, y su rostro se mantuvo inexpresivo. La kunoichi podía percibir que había estado llorando, no porque veía su cara, sino porque sus hombros estaban caídos, como si Kakashi se estuviera rindiendo en alguna batalla oculta, de esas internas que todos tienen, pero que lamentablemente a él le tocaba una de las peores.
—No me agradezcas a mi—Guardó sus manos en los bolsillos y bajó la vista—, tu demostraste qué eres capaz, es un logro tuyo.
Hoshi sonrió, y llevó su cabello todavía húmedo detrás de sus orejas.
—Si me disculpas...—Kakashi señaló hacia su derecha, y Hoshi entendió que estaba anunciando su partida. Aparentemente no tenía ganas de quedarse mucho tiempo más allí y mucho menos hablando con una niña casi desconocida, por lo que ella asintió y se limitó a saludarlo con la mano mirándolo alejarse.
Sus pies la guiaron sobre la hojarasca hasta la escultura. Sus piernas se flexionarla para poder ver los últimos nombres escritos. Había leído sobre un par de ellos, pero había varios que ignoraba. Hoshi no era buena con los nombres por eso cada vez que rendía Historia solía tener pequeñas anotaciones ocultas que la ayudaban a recordar datos importantes en sus exámenes.
Pudo reconocer el nombre de Óbito, y el de Rin. Un pequeño libro sobre los últimos diez años en Konoha guardaba datos sobre estos dos ninjas, quienes se relacionaban íntimamente con Kakashi y Minato Uzumaki, el cuarto Hokage y padre de Naruto.
Sus ojos se percataron de las flores blancas que hacían apoyadas delicadamente a los pies de la piedra. Hoshi no tenía idea de qué tipo de flor era aquella, ya que sus conocimientos sobre plantas eran nulos. Cada tanto admiraba a los floristas, que eran dueños de un conocimiento amplio sobre las flores y sus significados, o cuando y en qué ocasión usarlas o regalarlas.
A ella le gustaban esas personas que tenían en su mente conocimientos ajenos a los ordinarios. Era bueno saber sobre historia, o matemática, o tal vez sobre lenguaje. Pero era mucho más atractivo saber sobre las estrellas, las plantas, las nubes, o el ajedrez.
Kakashi se veía como uno de estos tipos que sabía cosas extrañas, cómo que flor poner en una tumba, o cuando las nubes eran de tormenta y cuándo no.
Suspiró con pesar, y se fue incorporando lentamente para proceder a retirarse del lugar. Pensó en ese tal Obito. ¿Había alguna especie de maldición en torno a los Uchiha? Su corazón se estrujó un poco al pensar en todos los que en su momento habían sido miembros del clan, y luego pensó en el pequeño Sasuke. Un muchacho sombrío y antipático, que no dejaba de ser un niño. Y al que también habían dejado solo.
'A lo mejor Kakashi tiene esa cara de culo porque siempre estuvo solo' pensó.
No tenía madre, ella desconocía lo que había sucedido con esta. Tampoco padre, ya que se había suicidado. 'Hermanos ni hablar. ¿Mejores amigos? Maito Gai, si. Pero sus otros amigos habían muerto, esa tal Rin y ese tal Obito.'
Reflexionó un poco. Pensó en la oportunidad que le estaban dando y se prometió comenzar a tratar de manera más amable a aquel machito que en un principio la había rechazado de ANBU.
'Cada quien lucha sus batallas como puede'
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El bosque estaba en silencio.
La noche había traído consigo el rocío sobre el césped y está, la humedad sobre la ropa de Hoshi. Quién apoyada sobre una rodilla, permanecía respirando agitadamente.
Estaba ciega de su ojo derecho. Una astilla salió disparada de un sello explosivo yse le clavo en su globo ocular. En su momento sintió mucho dolor, pero era más fuerte el deseo de sobrevivir que la preocupación sobre su ojo.
Tenía frío. Llevaba en aquel lugar seis horas, y había vomitado cuatro veces. Ya no sentía su cuerpo. Ni siquiera la profunda herida que tenía en su antebrazo.
Quería estar en su cama, leyendo un libro, o mirando una película. Quería volver a la Academia. Jamás las clases de protocolo y decoración del hogar le habían parecido tan interesantes como en ese momento. Dentro suyo, la vocecita del fracaso le decía que se retire. Pero su corazón estaba intentando evitar que se rindiera con uñas y dientes, y con tal fuerza que le dolía el pecho.
A su derecha se oyó una rama quebrarse. Segundos después casi cien senbon salían volando hacia ella. Los esquivó, ignorando por completo la punzada en su rodilla, y volvió a enfrentarse a los cuatro ANBU que habían aparecido nuevamente en la escena. Dos eran reales, dos eran falsos. Hábilmente los reconoció, se deshizo de los clones y se metió entre los árboles para perder a los otros dos. Pero ella sabía que jamás podría perderlos, eran ANBU, ninjas de élite. El escuadrón del infierno. Y era justamente un infierno lo que le estaban haciendo vivir.
Hoshi se quitó el chaleco táctico. Respiró profundamente y canalizando su chakra en sus pies subió por el árbol más alto que había encontrado. Detrás de ella venían los otros dos.
Cerró sus ojos, concentrándose en el próximo movimiento. Tenía una sola chance.
Acababa de abrir la primera puerta.
Sus músculos, anteriormente cansados, ahora estaban al cien de su capacidad. Sus piernas aceleraron el paso y se empujaron de tronco en tronco. Dejó que uno de los ninjas se acercara, y cuando lo tuvo lo suficientemente cerca creó un clon suyo que apareciéndole detrás lo lanzó al aire.
La Hoshi real se empujó hacia arriba realizando la Sombra de hoja danzante. Y aferrándose al ANBU aún en el aire lo inmovilizó. Estaba ejecutando un loto primario maravilloso.
Por el rabillo del ojo vio al otro ANBU enfrentándose a su clon. Faltaban pocos metros para el impacto. Cerró los ojos. No ganaría la batalla. Pero tampoco esperaba morir.
Un segundo antes del choque se separó de su enemigo. El ANBU impactó estrepitosamente en el suelo. Ella perdió el conocimiento.
******
Podía escuchar claramente el movimiento de las agujas del reloj. Y quizás fue eso lo que la hizo despertar ya que detestaba ese sonido. Por eso en su habitación tenía un reloj de esos electrónicos. Eran modelos nuevos, habían salido al mercado hace poco. Y se encapricho de tal manera con uno que proyectaba estrellas en el techo, que su padre no tuvo otra alternativa más que comprárselo.
El panorama con el que se encontró fue desalentador. Solo un ojo se abrió y pudo ver con este. El otro lo tenía cubierto con un parche. Estaba sola en la habitación, pero al lado de la cama había un sillón con signos de que alguien había estado sentado allí hacia solo unos momentos.
No le dolía nada, tan solo quería quitarse ese parche ya que realmente temía haber perdido la visión. Recordaba cada parte de la batalla, pero había olvidado por completo el qui de esta. Estaba siendo evaluada para ser ANBU, y probablemente no lo había logrado. ¿Qué ninja de élite se desmayaría en su prueba? Si ella fuera sensores, aquello sería digno de descalificación.
Se incorporó lentamente para evitar que la cánula del suero se saliera de su lugar y al moverse y acomodarse se percató de la bata que llevaba puesta. Debajo estaba desnuda y eso la aterrorizó. ¿El ninja médico que la atendió habría sido hombre? ¿Quién se encargó de quitarle la ropa? Su mayor miedo era que la vieran desnuda. Hoshi era sumamente pudorosa con esas cosas, incluso cuando se trataba de alguna revisación médica. Cada vez que iba a realizarse un electrocardiograma se aseguraba de llevar un sostén sin arco y una camisa con botones para evitar tener que quitarse todo.
A ella no le gustaba para nada su cuerpo. Se sentía incómoda cada vez que se miraba al espejo. La mayoría de las chicas de su edad tenían un busto mucho más desarrollado que el de ella, incluso el resto de sus cuerpos eran más curvilíneo. Hoshi no tenía nada de esto, y a pesar de que intentaba no pensar en aquello y disminuir la importancia del asunto, no podía evitar sentirse mal de vez en cuando.
Lo peor de todo era que no podía hablarlo con nadie. Una tarde había intentado platicarlo con su madre.
—Si, estás más gordita—le dijo Yokino entre risas—. Pero ha de ser por todos los carbohidratos que comes, mañana empezaremos la dieta—se acercó a ella, y le dio un beso en su frente—, tranquila hija, entiendo tu miedo y tu inseguridad. Yo misma pasé por tu edad y lo único que deseaba era estar presentable para los chicos.
Y ese día Hoshi se sintió peor de lo que se venía sintiendo. Su madre no sólo le había dicho que estaba gorda, sino que le había dado a entender que bajar de peso era un acto indispensable si se deseaba conseguir miradas masculinas. Pero Hoshi no quería eso, ella simplemente quería escuchar que alguien le dijera que la aceptación y el amor propio era más importante que cualquier otra cosa. Y, sin embargo, había recibido todo lo contrario a ese consejo que esperaba.
La puerta de la habitación se abrió y por allí ingreso Yokino con cara de pocos amigos, pero al ver a su hija consciente y sentada sobre las almohadas esbozó una enorme sonrisa de alivio y felicidad.
—¡Hoshi! ¡Estás despierta!
—Hola mamá—sonrió la joven y recibió gustosa el abrazo cálido de su madre. A pesar de todas las discrepancias en sus pensamientos, la amaba y necesitaba mucho.
—¿Cómo te sientes?
Hoshi intentó responderle, pero alguien carraspeando la garganta debajo del umbral de la puerta la interrumpió, y capturó la mirada amenazante de Yokino.
—Creo que fui muy clara al decirle que aguardara afuera.
Aquel sujeto se veía temible. Tenía en su rostro enormes cicatrices, y un pañuelo tapaba su cabeza que probablemente había pasado por la misma suerte que su rostro. Hoshi lo miró intrigada.
—Esto es de suma importancia, señora.
—¿Quién es usted? —preguntó Hoshi. Y el hombre dirigió su mirada achinada a la paciente.
—Morino Ibiki—se presentó. La piel de Hoshi se erizo automáticamente. Ya sabía quién era—, soy oficial al mando del departamento de investigación del escuadrón ANBU—el rostro del Jōnin no mostraba señales de ningún tipo de sentimiento, contrario a Hoshi que lo miraba con sus ojos como platos ansiando saber lo que tenía para decir—...Y es mi deber, señorita, venir a decirle que ha sido aceptada como ANBU en mí departamento.
—¡No me jodas! —lanzó la kunoichi emocionada y lo único que recibió de parte de Ibiki fue una mirada fulminante y confundida—D-disculpe, me refiero a que me alegra eso oír. —Finalizó con una mueca rara al darse cuenta lo mal que había armado esa última frase. ¿Porque solo lograba quedar como una estúpida cada vez que tenía una charla interesante?
—Mañana la espero en el cuartel—indicó. Pero aquello sonaba a una orden y una con resultados temibles si no era cumplida. Ibiki miró a las dos mujeres intercaladamente y luego de una corta reverencia con su cabeza salió de allí.
Yokino blanqueó los ojos y se acercó a cerrar la puerta.
—La única razón por la que lo deje hablar es porque se lo importante que es ANBU para ti—murmuró.
Hoshi estaba sentada en silencio. Mirando la blancura de las sábanas. Había creído que su actuación en el examen había sido paupérrima. Y, por lo tanto, por aquella noticia le era lo más similar a sentir una descarga en su corazón.
—¡Me acaban de aceptar en ANBU mamá! —gritoneó, y estiró sus brazos ampliamente para recibir un abrazo de su madre quien la mirada no muy segura de aquello.
—Te felicito Hoshi, pero necesito que te tomes esto con responsabilidad.
—Ya sé lo que dirás mamá—expresó agobiada separándose del abrazo no muy entusiasmado de la progenitora—.Se que es duro, que es peligroso, que es una amenaza para mí vida.
—¿Y tú crees que no lo es? —le señaló su rostro—¡Mírate nada más! Casi pierdes un ojo, y eso solo fue la prueba de admisión ¿Que te hace creer que sobrevivirás ahí afuera hija?
Hoshi todavía tenía la sonrisa marcada por la noticia, pero aquella última pregunta con ánimos de retórica le supo a dolor.
—¿Estás diciendo que no me crees capaz de lograrlo?
—Estoy diciendo que apenas eres una niña—los ojos de Hoshi miraron a su madre con recelo—. No me mires con esa cara Hoshi, soy tu mamá y es mí deber protegerte.
—Entonces tendrías que empezar a protegerme de ti—le largo así sin más, y Yokino la miró severamente—¡Lo único que logras hacer día tras día es hacerme sentir mal! Jamás te he oído felicitarme por mis logros, lo único que haces es advertirme de los riesgos de haber elegido este camino.
—Hoshi, ahora no lo entiendes—Yokino todavía no perdía los canales ante aquella situación. Ya se había acostumbrado a que dos de cada tres charlas con su hija adolescente, resultaban en picantes discusiones que muchas veces el padre tenía que detener—...Pero cuando seas más grande te darás cuenta que todo lo que haces por esta aldea es en vano, que nada justifica que arriesgues tu vida.
—Y qué sabes tú de eso si el único logro que has tenido en tu vida ha sido casarte.
Ahora sí se había propasado con su madre, quién la miraba con el ceño fruncido. Hoshi sabía que casa vez que Yokino estaba furiosa, su mentón comenzaba a temblar, como si estuviera conteniendo una ira insostenible.
—Discúlpame si mis sueños no son tan grandes como los tuyos Hoshi—ironizó—, pero para tú información conseguir a tu padre, y tenerte a ti han sido las mejores cosas que me han pasado, y jamás nada podría superarlo—Sus manos temblorosas tomaron su abrigo y el bolso que había dejado en el sillón—. Y arriesgarte de la manera en que lo estás haciendo es egoísta y desconsiderado de tu parte
Con su espalda recta y pisando con furia Yokino se dirigió a la puerta de la habitación.
—Iré por un café ¿Te traigo algo? —miró a su hija. Hoshi la ignoró y se acostó nuevamente dándole la espalda, escuchando cómo su madre al no recibir respuesta salía de allí.
Bastaron un par de días más para que finalmente le dieran el alta. Su ojo se había recuperado maravillosamente gracias a las terapias de chakra a la que se había sometido. No tenía dolores, ni magullones. Y se sentía mucho mejor de lo que había llegado, y quizás esto se debía a que había sido aceptada en el escuadrón que tanto añoraba estar.
En el transcurso de los días en los que permaneció en el hospital la relación con su madre había mejorado por el simple hecho de que ninguna volvió a tocar aquel tema, no se sabía si por respeto a sus ideologías diferentes o porque sabían que ninguna de las dos ganaría en una discusión.
La mañana siguiente al regreso a su hogar la Himara se hizo presente en el escuadrón de Ibiki, y allí le hicieron firmar el reglamento y le entregaron el uniforme y su nombre en clave. Esto particularmente le resultó divertido. Jamás creyó que ocultaría su identidad como los superhéroes de las películas.
Finalmente, y tal cómo lo anunció Morini Ibiki, había sido aceptada en el departamento de investigación. Había tenido tres pruebas en su momento, y si bien en la prueba física le había ido bastante mal, había sorprendido al Jōnin con sus habilidades en las pruebas mentales y de inteligencia. Era justo por esta razón, que había sido seleccionada para este departamento y no alguno de los de tareas de campo, cómo espionaje, o asesinato.
Lo bueno de esta selección, era que no tendría tanto riesgo como el que se tenía en las misiones de los grupos que salían a cazar renegados, asesinos, o terroristas. Ella podría pasar gran tiempo en la aldea dedicada a obtener declaraciones, investigar leyes de otros países, etc. Muy de vez en cuando saldría como enviada a otro lugar. La desventaja, era que esas misiones poco comunes llevaban hasta meses de duración.
Pero aun así Hoshi estaba feliz. Ni el dolor de su primer tatuaje la distrajo de su felicidad por su logro tan buscado.
Volvió a buscar a Kakashi la segunda semana de su estadía en ANBU. Apareció con su uniforme, orgullosa de portarlo, y se quedó a metros de él respetando su meditación, esperando a que cuando la viera hiciera alguna observación sobre lo que llevaba.
Y así fue. Kakashi sonrió al verla, y se acercó irradiando una extraña aura de amabilidad.
—Maito me comentó que habías logrado entrar.
Hoshi se quitó la máscara. No estaba trabajando ese día, pero tenía ganas de presumir su ropa.
—¡Así es! —exclamó emocionada—Llevo ya dos semanas y juro que lo amo—Kakashi dejo salir una risita—. Aunque no lo creas he aprendido muchas cosas, e Ibiki es un excelente sensor.
—Eso es bueno Hoshi—sonaba sincero—. Puede que no creas esto que voy a decir a juzgar por nuestros primeros encuentros—Hoshi se rió al oir esto—, pero me pone muy contento que hayas logrado algo que tanto querías.
—Gracias Kakashi—dijo. Y sus ojos se achinaron a causa de la gran sonrisa esbozada—. Nunca pensé que iba a decir esto, pero realmente agradezco la ayuda que me has dado. Más allá del piedrazo que me diste aquella vez en el cementerio—Kakashi se rascó la nuca avergonzado—. Creo que, con este favor, te has redimido.
Kakashi se quedó dudando unos segundos. Suspiró, y guardó las manos en el bolsillo.
—¿Qué hora es? —preguntó sin seguir el sentido de la conversación, pero aun así la castaña le respondió rápidamente diciéndole que eran poco más de las siete—. Bien, tengo un momento libre para ir a cenar... ¿Aceptas una invitación de ramen? Quizás con esto termine de redimirme.
Hoshi lo miró extrañado ya que jamás lo había visto tan animado. Llevo sus manos a la cintura y se encorvó un poco sonriendo sin poder creer lo que acababa de oír.
—¿El ninja más aclamado de Konoha me está invitando a cenar? —preguntó retóricamente—. Vaya que las cosas han cambiado. ¡Claro! Me encantaría, pero no Ramen. Porque lo odio, es un asco.
—¿Que dices? Es por qué no lo has probado— Kakashi comenzó a caminar en dirección a la salida hacia el centro.
—Si lo he hecho, mi madre me obligaba a comer ramen cuando era pequeña, y siempre fue asqueroso—replicó mientras lo seguía.
Y los dos se fueron caminando con el objetivo de cenar. De tanta insistencia, Hoshi logró que comieran en un local de mariscos, ya que, según su argumento, si ella era la invitada debían adecuarse a sus gustos y no a los del Hatake.
Ese anochecer lo pasaron charlando animadamente. Kakashi ese día estaba de un espectacular humor, y Hoshi se dio cuenta horas después que había sido por causa de una muchacha con la que se había visto ese día; y se dio cuenta que Kakashi no eran tan desgraciado como había pintado en un principio. Parecía ser un buen tipo, amable, y calmado. El arrogante, soberbio, y machista que había conocido un año y más atrás había quedado muy lejos.
Hablaron por varias horas. O mejor dicho, fue Hoshi quien habló y Kakashi se limitaba a oírla educadamente. Ella le contó sobre sus planes en un futuro, sobre sus sueños, sobre la bronca que le había generado haber sido rechazada por el en ANBU, y Kakashi le pidió sinceras disculpas por esto.
Y este fue el primer jueves de muchos que luego la kunoichi pasaría con el Hatake, almorzando o cenando después de alguna misión o simplemente por qué si, porque los dos comenzaban a sentirse cómodos con aquella amistad que se estaba formando entre ambos. Y cuando Kakashi hablaba ¡Si que era interesante! El le contaba sobre sus misiones más peligrosas, sobre los sueños que tenía desde chico, incluso le había dicho su color favorito. Y Hoshi permanecía horas oyéndolo, anotando en su memoria todas aquellas cosas que le contaba.
Sus quince años parecían ir de maravilla.
Ahora tenía un gran amigo. Y en ANBU le estaba yendo realmente bien. Ibiki se había encargado de perfeccionar sus técnicas de espionaje, y enseñarle algunas de interrogación. A veces eran extremas, Hoshi sabía eso. 'Peto aprenderlas no significa que las apliques' le dijo una vez Yugao.
Hoshi admiraba su cabello lila y el talento que tenía con el Kenjutsu, y fue por ella y por su novio Hayate que la Himara aprendió a dominar con excelencia está disciplina. Yugao era una de las tres únicas mujeres de todo el escuadrón. Con la segunda Hoshi jamás había cruzado palabra, ya que se encontraba en otro departamento, y la tercera era ella.
Por eso, según palabras de Yugao y de Hayate, había sido toda una novedad que la hubieran aceptado siendo mujer. Incluso reconocieron que Yugao había ingresado a las filas por el simple hecho de que conocía a Kakashi de la academia ninja, y tenían más o menos la misma edad. De lo contrario, Kakashi se había encargado de rechazar todas las solicitudes de féminas.
¿El entorno era machista? En la mayoría de las ocasiones. A veces los shinobis hablaban entre ellos e ignoraban por completo lo que Hoshi tenía para decir, quizás era por misóginos, o tal vez por qué al ser nueva tenía que pagar el derecho de piso.
Un día de lluvia, mientras se hallaba en una misión, la dejaron haciendo de guardia fuera del templo al que había concurrido a investigar por el simple hecho de que según sus compañeros 'No vería las cosas en profundidad como lo hacían ellos'. Se empapó por completo, y paso frío. También Lloró de la impotencia, sí. Pero se prometió que esa sería la última vez. Y así fue
Al regreso de la misión, presentó la queja. Sus compañeros la llamaron histérica, se burlaron de ella. Pero Hoshi se prometió no lamentarse por aquello y trabajar cada día en demostrar que ella podía rendir de la misma manera que ellos, o incluso mucho mejor.
Y había comenzado a lograrlo. Descubrió vacíos legales que podían llegar a perjudicar a Konoha, y a raíz de una investigación que ella misma lideró descubrió una red de unidades terroristas. Este logro le permitió adquirir el permiso a los archivos más secretos de toda la aldea, y fue allí donde comenzó a interesarse por la política y las leyes del mundo ninja. Profundizó sus saberes sobre derecho antiguo, el tratado fundacional de Madara y Hashirama, entendió cosas que antes no entendía.
Pero el conocimiento era un arma de doble filo. Mientras más sabia, más deseaba no saber.
El verdadero punto de inflexión en su vida se dio el 27 de noviembre. Lo sabía porque ese día era imposible de olvidar.
Los encuentros con Kakashi eran más seguidos, y más prolongados. Y en uno de estos, bebiendo un te después de almorzar, Kakashi le contó que le habían asignado un nuevo equipo y los había desaprobado nuevamente. Antes de que Hoshi pudiera demostrar su disconformidad ante esta decisión unilateral y para ella equivocada, Maito Gai apareció en el café interrumpiendo su sobremesa porque los había visto al pasar por el ventanal del local.
—Vamos Kakashi, ¿Cuánto hace que no te juntas con nosotros? —insistió el Jōnin—. Hoshi también puede venir.
—¿Tienes más amigos que Maito Gai? —preguntó irónica, y Kakashi la miró mal.
Tanta fue la insistencia del Jōnin, que en cinco minutos estaban los tres caminando hacia el bar donde los aguardaban los demás sensores de la generación de Kakashi y Gai.
—Si existiera un premio a la insistencia, Gai se llevaría el oro—murmuró por lo bajo Kakashi, eligiendo el volumen suficiente para que solo Hoshi lo escuchará. Maito ya estaba abriendo las cortinas de medio cuerpo que separaban el rústico bar de las calles de Konoha.
—Ya sabes lo que dicen—respondió la joven—Con paciencia y saliva, el elefante se cogió a la hormiga.
Kakashi la fulminó con la mirada. Odiaba que dijera malas palabras.
—No puedes ir por la vida diciendo esas cosas Hoshi.
Hoshi lanzó una carcajada al oír aquel regaño que sonaba más a lo que diría su madre si la oyera decir aquello. Y antes de que pudiera responderle, el barullo dirigido a Kakashi tapó su voz. Al verlo entrar, todos sus amigos lo felicitaban sarcásticamente por otro grupo desaprobado. Los chismes corrían rápido, y por lo que se enteraría después Hoshi, sus amigos hacían apuestas sobre este asunto que para Kakashi ya se había convertido en una costumbre.
—Bueno, no faltará oportunidad para que Kakashi tenga a su propio equipo—expresó Gai, intentando ponerle paños fríos a las burlas. Él sabía que, si seguían riéndose de aquello, Kakashi se iría haciéndose el ofendido.
—¿Quién es la muchachita que viene con ustedes? —preguntó alguien, señalando a Hoshi.
La castaña dirigió su mirada hacia la persona que acababa de preguntar aquello, y cuando lo vio sintió la misma sensación que sentía cada vez que se estaba por quedar dormida y su cuerpo saltaba de repente, recordándole que estaba viva.
—Ella es Hoshi Himara—la presentó Gai, sentándose al lado de una muchacha de cabello negro y ojos carmesí.
Está misma mujer le sonrió amablemente, y la invitó a tomar asiento.
—Mi nombre es Asuma—se presentó quién le había hablado primero—. Yo te conozco, eres la sobrina de Shikaku ¿Cierto?
Hoshi solo asintió, con una tímida sonrisa. Mientras se sentaba frente a ellos, en la esquina del banco de madera. Kakashi había tomado asiento al lado del moreno, relajando su postura y apoyándose en la división de madera que separaba cada una de las mesas de aquel pequeño lugar.
—Conozco a Shikaku de la Academia—siguió hablándole Asuma. Los demás estaban metidos en sus propias conversaciones—. Con un poco de suerte me tocará monitorear a su hijo el próximo año—el Sarutobi se inclinó sobre la mesa, para poder acercarse a la muchacha—¿Quién ha sido tu sensei?
—Izanagi—respondió, y Asuma se la quedó mirando—Yoshida Izanagi—Casualmente había dos Jōnin llamados Izanagi, y por eso Asuma se había quedado esperando a que aclare de quién se refería.
—Ah claro—exclamó el moreno asintiendo—¿Y qué haces ahora? Te pregunto por qué no te he visto en la Academia, en nuestras reuniones. Así que supongo que no eres Jōnin—La risotada de Maito Gai interrumpió lo que estaba diciendo—¿Estás pensan...
El joven sacudió la cabeza y chasqueó la lengua. Hoshi no entendía porque de repente se había detenido.
—Espera—le dijo, y se incorporó de su lugar para rodear la mesa. Hoshi lo siguió atenta con la mirada, y se mostró divertida cuando vio como golpeaba las piernas del peliplata para que lo dejara pasar. La intención de Asuma era acercarse a Hoshi para poder hablar mejor. Se sentó a su lado, y el corazón de Hoshi vibro con tanta fuerza que pensó que diría una estupidez—. Ahora si podré oírte bien—dijo, mientras sacaba de su bolsillo una caja de cigarrillos y tomaba uno—. ¿Te molesta si fumo? —Hoshi negó, y después de sonreírle Asuma encendió el cigarro—Ahora, cuéntame entonces tu historia...
La castaña dejó salir una risita, y sus manos arrucharon su pantalón a la altura de las rodillas.
—No he tomado el examen Jōnin—explicó, quería con urgencia mirarlo a los ojos, pero no podia. Estaba que se moría de vergüenza—. Ahora me estoy dedicando a otra cosa.
—ah, ya veo ¿No te atrae la actividad ninja? —el moreno dejo salir el humo evitando que le diera de lleno en la cara a Hoshi.
—Todo lo contrario—Si Asuma supiera la cantidad de veces que había peleado con su madre sobre este tema, no habría hecho esa pregunta—. Estoy en el escuadrón ANBU.
El Sarutobi abrió sus ojos sorprendido gratamente. Frunció sus labios y asintió con la cabeza. Fue aquella mueca divertida la que termino por hacerle confesar a Hoshi a sí misma que ese tipo le parecía increíblemente hermoso.
Hoshi jamás había tenido novio. Y el único contacto con un hombre que había tenido, había sido el fallido beso en aquél entonces con ese tal Jomei. No recordaba haberse interesado por ningún muchacho de su edad, y a decir verdad jamás miraba a sus compañeros de esa forma. Pero esa tarde, frente a Sarutobi Asuma supo que su vida no sería de la misma manera que había sido hasta ese entonces.
Allí sintió la extrema necesidad de gustarle. Y quería negar bajo toda circunstancia la idea de que aquello era imposible por cualquier lado que se lo vea. Ella era menor de edad, Asuma era mayor. Y mucho mayor. Ella era una niña que apenas había dejado de jugar con las muñecas, y Asuma ya fumaba, y probablemente bebía alcohol. ¡Hoshi podía vomitar de solo pensar en el olor a Sake! Pero, aun así, por más que su raciocinio le dijera que era una situación inviable, Sarutobi Asuma se convertiría en dueño y señor de todos sus pensamientos desde ese 27 de noviembre.
Hoshi se fue de allí una hora después de haber llegado. Cuando noto que todos comenzaban a verse ciertamente alcoholizados. Se despidió solo de Asuma y de Kakashi, ya que los demás estaban concentrados en sus propias charlas; y salió de aquel barcito con un nudo en el estómago.
—Vaya, con que gracias a ti entro a ANBU ¿Eh? —le dijo Asuma al copia ninja. Hoshi se encargaba de decirle a todo el mundo que sabía que había entrado a ANBU, que había sido gracias a Kakashi.
Este sonrió negando.
—Solo la he recomendado.
—Es la primera vez después de mucho tiempo que vuelves a hacer algo amable y desinteresado por alguien —observó Asuma. Kakashi se encogió de hombros.
—¿Crees que es raro que hable con una niña de quince años? —le preguntó, aún mirando por donde Hoshi se había ido.
—Meh—Asuma apoyo los codos en la mesa, prendiendo el tercer cigarrillo que tenía en su mano—. Creo que es más raro que hables con Gai.
Kakashi no pudo evitar reírse ante aquel comentario.
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Holi holi holi!!! Perdonen por tardarme tanto en actualizar!!!!
Les cuento un poquito más o menos en lo que anduve. Si bien no estuve trabajando porque estoy de licencia por enfermedad, decidí aprovechar el tiempo para inscribirme en una materia más de la Facu. La realidad es que quiero llegar al año que viene con la menor cantidad de materias para sacar, y este cuatrimestre es el peor porque me inscribí a contabilidad (Que me cuesta horrooooooores) y la estoy sufriendo realmente mucho. Se los juro, cada hoja que estudio es un suplicio porque no entiendo N A D A. Send help.
Lo otro que me sucedió fue que me puse a leer un par de fics nuevos de Kakashi, y me encontré con contenidos sospechosamente parecidos a Saudade y Gaman. Si bien no son copias exactas, llegó a perturbarme que los diálogos o el camino que están tomando esas historias, o incluso la relación de Kakashi con los otros ocs, sean tan similares a estas. Encima hay uno de estos fics que es particularmente MUY popular, y lleva varios años siendo publicado, y en los últimos capítulos subidos fue como: 'Señora esto me resulta conocido" jajajaja No voy a dar nombres ni nada porque no quiero fomentar la paranoia jajajajjaa voy a esperar a ver cómo avanza la situación, y me mantendré alerta. Lo único que me pone contenta es que si este fic les sirve a todes para empoderar a sus personajes femeninos y volverlas mujeres poderosas, sigan inspirándose. 💕
Perdonen que las aburra con mis cosas, pero creo que con todo el amor que me dan a mí y a esta historia se merecen una explicación de todo, y una gigsntisima disculpaaaa!!!!!!
La buena noticia es queeee: pude escribir tres capítulos!!! Así que no tendrán que esperar mucho las dos próximas veces 💕💕💕💕 Eaeaeaeaeaa, al fin hice algo bien.
En fin, volviendo a la historia.
En este capítulo tuve ciertos sentimientos encontrados para con Hoshi y su madre. No sé, creo que fue bastante dura con ella. Entiendo que Yokino aún no pasa por ese proceso de deconstrucción feminista, y quizás Hoshi debería ser un poco más comprensiva ¿Ustedes qué creen? También entiendo que con quince años está entrando a un limbo de emociones mezcladas y sumado al carácter que tiene, dice muchas cosas sin pensar jajajajaja.
Kakashi poco a poco está comenzando a tener el carácter amable con el que todes lo conocimos en el anime! No sé qué opinan ustedes, pero creo que fue gracias al equipo siete que finalmente logro dejar con mayor seguridad sus fantasmas del pasado, y volverse la linda persona que es hoy 💕
Y apareció Asumaaaaaaaaa! Me volví loca escribiendo esto. Es como que asdagagssghahagsaha el primer amor de Hoshiiii. La nena está creciendo T.T pero después me acuerdo de Kurenai y se me pasa jajajajajajajajaj
Me muero por leerlaaaas. Espero que les haya gustado!!! Déjenme críticas, amenazas, sugerencias, todo lo que ustedes consideren pertinente. Amo leerlas, las amo a ustedes. No sé, cómo que veo que se toman el trabajo de votarme y comentarme en alguna frase, o algún párrafo particular; que me dan ganas de abrazarlas. ¿Cómo hago para mandarles abrazitos virtuales??? Plizzzz creen una app para estooooooo.
PD: Este fue el ultimo capitulo tranquilo. Preparanse para sufrir a partir del próximo T_T
¡Gracias infinitas por todo!!!!
Nos leemos prontito. 💕
Les adoro.
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