8. Más allá del deseo
CAPÍTULO OCHO.
En silencio, llegamos hasta mi apartamento. Minhao no había dicho palabra alguna, y en cierta forma, lo agradecía. El silencio nos envolvía, pero no era incómodo; era un refugio necesario después de todo lo que había pasado.
—Fue una salida muy intensa, pero me divertí —dijo finalmente, rompiendo el mutismo.
Lo miré, algo incrédula.
—¿Te divertiste con todo el drama?
—Le añadió emoción al momento — bromeó, metiendo sus manos en los bolsillos. Solté una risa sutil, agradecida por su esfuerzo por aligerar el ambiente.
—Lo siento tanto. Sé que no volverás a hablarme en tu vida y lo merezco.
—¿Quién dijo eso? —preguntó, levantando una ceja con curiosidad.
—Nadie... pero tú...
—Lena, no somos Dios para estar juzgando. No eres la primera persona que vive algo así, y créeme que tampoco serás la última.
Sus palabras eran una curita para mi alma. Sentí un peso menos en mi pecho, agradecida de que alguien pudiera entenderme sin hacerme sentir peor.
—Eres un chico increíble.
—Mi plan de conquista no funcionó —chasqueó su lengua, fingiendo frustración.
—¿Quién dice eso? —le respondí, medio en broma, medio en serio.
—Oh, se nota muchísimo que tus ojos ya están posados en alguien, y ese alguien definitivamente no soy yo —se señaló a sí mismo con una sonrisa, quitándole importancia.
Guardé silencio por un momento y suspiré con pesadez.
—Eres muy observador.
—Mi chat estará abierto siempre para ti, para cuando quieras hablar. Si necesitas desahogarte, ahí estaré.
Minhao era una persona extraordinaria, de esas que son difíciles de encontrar en estos tiempos de tanta individualidad. Sin pensarlo mucho, lo abracé con fuerza, gesto que él me devolvió enseguida, sin vacilar.
—Gracias por todo. Eres un diez, Hao.
Su sonrisa amable y sincera fue lo último que vi antes de que se marchara. Y aunque el día había sido un torbellino de emociones, me sentí un poco más tranquila, sabiendo que ahora tenía a alguien como él en mi vida.
Mi cuerpo pesaba tanto que hasta subir las escaleras se sentía como un esfuerzo monumental, y eso que solo eran cuatro pisos. Cuando finalmente llegué a la puerta de mi apartamento, noté que estaba entreabierta. Tragué saliva con dificultad y me acerqué lentamente para abrirla por completo.
El caos me golpeó de inmediato. Todo estaba desordenado, como si un huracán hubiera pasado por la habitación. Había cosas rotas, vidrios esparcidos por el piso, y la maleta de Hansul ya no estaba.
Maldita loca. Sabía que había cometido un error, lo sabía. Pero esto... esto era pasarse de la raya. Vivió gratis de mí y me pagaba así, destrozando mi casa.
Era como si hubiera arruinado un matrimonio de diez años. Así lo hizo sentir.
Con cuidado de no pisar un vidrio, caminé hasta la cama y me senté, observando el panorama. Mi mente era un torbellino de pensamientos, todos girando en torno al mismo tema.
—¿Qué gané con todo esto, Lena? —murmuré para mí misma, sintiendo la amargura en cada palabra—. Una mejilla roja, vergüenza, y destrucción en mi apartamento. Genial.
Tomé una liga que estaba en el buró y me amarré el cabello en una coleta desordenada, intentando encontrar algo de control. Luego, empecé a ordenar el desastre poco a poco. Vidrios rotos fuera, basura fuera y mientras mas recordaba la bofetada, mas limpio estaba quedando el piso.
No sé cuánto tiempo transcurrió, tal vez una hora, tal vez dos. Pero finalmente, todo estaba en orden. Todo estaba en paz. Todo estaba como había estado al principio, al menos en el apartamento.
Me metí a la ducha, dejando que el agua caliente cayera sobre mi cuerpo, lavando no solo la suciedad, sino también las emociones reprimidas. Me permití sentir la vulnerabilidad de nuevo, me permití llorar por el estrés, y dejé que el agua se llevara las malas energías.
Con la bata puesta y una toalla en la cabeza, me preparé un té, buscando consuelo en la rutina. Justo cuando me iba a sentar, escuché un golpe en la puerta. Pensé que sería Soonya, quien ya sabía todo lo sucedido y estaba lista para ir a buscar a Hansul y golpearla ella misma.
Pero no era ella.
En cambio, estaba Jungkook, con el rostro más abatido que había visto jamás. Me miraba con una culpa tremenda reflejada en sus ojos, los cuales brillaban con un rastro evidente de lágrimas contenidas. En sus manos tenía un pequeño ramo de flores, lo cual me sorprendió.
Por un momento, ninguno de los dos dijo nada, dejando que el peso de todo lo ocurrido se hiciera más palpable. Y en su mirada, vi reflejado el mismo dolor, la misma confusión que me había estado consumiendo a mí.
Las palabras se atoraban en mi garganta, y a él parecía ocurrirle lo mismo. Ambos estábamos atrapados en un silencio pesado, lleno de todo lo que necesitábamos decir pero no podíamos.
Finalmente, logré hablar yo.
—¿Qué haces aquí? —pregunté con un hilo de voz.
Jungkook tragó saliva, visiblemente nervioso.
—Yo... no podía irme a casa sin saber cómo estabas...
Intenté mantener la compostura, deseando con todas mis fuerzas cerrar la puerta y alejarlo de este caos.
—Estoy bien, puedes irte... —respondí, comenzando a empujar la puerta, pero su pie se interpuso, impidiéndolo.
—Terminé todo con Hansul. Le pedí disculpas por todo, pero... no debió hacer eso. No debió golpearte, no debió... —Jungkook se veía molesto, tan molesto que su mano se cerró en un puño mientras intentaba controlar su rabia—. No sé cuántas veces te he pedido disculpas, pero realmente lo siento.
—Está bien, Jungkook. Ahora todo está en su lugar. Todo terminó.
Él me miró con una mezcla de desesperación y vulnerabilidad que me partió el alma.
—¿Qué hago ahora, Lena? —su voz se quebró un poco mientras sus ojos se oscurecían con la intensidad de sus emociones—. Me enamoré de ti a primera vista, y volver a verte solo hizo que ese sentimiento se incrementara —confesó, cerrando los ojos como si quisiera alejarse del dolor que le causaban sus propias palabras—. Soy un idiota, un estúpido que debió haber luchado más por encontrarte, y así habríamos evitado tantos desastres...
Abrió los ojos, llenos de una sinceridad que me desarmó por completo.
—Dame una oportunidad de demostrarte que te puedo hacer completamente feliz. Dame una oportunidad de complacerte en todo. Solo... una oportunidad. Te juro que seré una persona digna para ti.
Me tendió el ramo con nerviosismo.
Su súplica me atravesó, y su desesperación se volvió un eco en mi mente. La confusión era un mar en el que me estaba ahogando. Lo miré, sintiendo el peso de lo que implicaba esa decisión, de lo que implicaba decirle sí o no.
—Jungkook, yo...
—Sé que puede ser muy pronto para confesarte todo esto y también para obtener una respuesta de tu parte. Pero no podía esperar más. Ni siquiera podía darle un beso a Hansul sin pensar en ti; era totalmente incómodo. No pasó absolutamente nada con ella y por eso no puedo entender su actitud. Te golpeó, te humilló, y sé que arruinó muchas cosas por aquí — miró hacia dentro —. Aunque ella se había negado, la acompañé hasta el aeropuerto.
Agradecí en silencio por su honestidad y por no dejarla sola.
—Gracias por eso.
—Lena...
—Jungkook...
—Te amo.
Las palabras me dejaron paralizada. Nunca nadie me había dicho que me amaba y esa declaración era completamente nueva para mí. Miré a Jungkook, intentando procesar lo que acababa de decirme.
—¿Por qué me amas? No ha pasado tanto, y yo...
—No lo sé — me interrumpió —. Lo que siento en mi pecho es tan intenso que solo tengo la certeza de que me enamoré profundamente de ti. Eres preciosa, una increíble chica, y siempre estaré agradecido de haber ido a esa fiesta y encontrarte.
Las palabras de Jungkook resonaron en mi mente, envolviéndome en una mezcla de emoción y confusión. Mi corazón palpitaba con fuerza, enfrentando la vulnerabilidad que nunca antes había experimentado.
Cada sílaba de su declaración de amor resonó en mis oídos, llenándome de mariposas el estómago. Era como si, por primera vez en mucho tiempo, alguien me hablara directamente al corazón, derribando las barreras que había construido para protegerme.
Mis ojos se posaron en las flores que aún sostenía hacia mí, un gesto tan simple y a la vez tan lleno de significado. Podía sentir la lucha interna entre mi mente y mi corazón; mi mente, siempre racional, me gritaba que me alejara, que mantuviera la distancia para evitar más daño hacia mi persona. Pero mi corazón, terco y apasionado, me pedía que me permitiera sentir, que dejara de lado el drama y me sumergiera en lo que tanto anhelaba.
Y el corazón tomó su elección.
Tomé el ramo, me acerqué sin dudarlo más y salté, enrollando mis piernas en su cintura. Jungkook me miró hacia arriba, sus ojos llenos de sorpresa, no se esperaba para nada esto. Con una determinación inesperada, tomé su rostro entre mis manos y lo besé lentamente, permitiendo que todos los sentimientos que había reprimido hasta ahora se liberaran en ese beso.
Él respondió de inmediato, devolviendo el beso con una intensidad que me hizo sentir como si todo el peso que había estado cargando se desvaneciera en ese instante. El alivio que sentí era palpable, como si finalmente hubiera encontrado un refugio seguro en medio de todo el caos. Y sabía que él también lo sentía. No podía mentirme más, me gustaba tanto este chico que me asustaba profundamente.
Entró conmigo en el apartamento, y con un movimiento ágil de su pie, cerró la puerta detrás de nosotros. Nuestras bocas no se daban respiro, cada beso era más urgente que el anterior, una necesidad casi desesperada de sentirnos mutuamente. Me sentó en el mesón de la cocina, y sus labios comenzaron a recorrer mi cuello, arrancándome gemidos que no pude contener.
—Me encantas. Toda tú me encantas, Lena —murmuró contra mi piel, su voz cargada de deseo.
El fuego que ardía en mi interior creció, envolviéndonos a ambos en un torbellino de pasión. No había vuelta atrás, lo sabía. Ya no.
—También me encantas, todo tú... —respondí con la voz entrecortada, sintiendo cómo su sonrisa se expandía contra mi cuello.
En un movimiento decidido, se quitó la camisa y la lanzó a algún rincón del apartamento. Sus manos bajaron rápidamente, deshaciendo el nudo de mi bata con una mezcla de ansias y ternura, deseando verme desnuda frente a él. Sentí el aire frío contra mi piel, pero el calor que irradiaba de Jungkook era suficiente para mantenerme en llamas.
Me quitó la bata con una suavidad que contrastaba con la intensidad de su mirada. Me observó por un momento, emitiendo un sonido bajo de satisfacción en su garganta.
—Cualquier obra de Da Vinci o Van Gogh se queda pequeña a tu lado —dijo, ganándose una risa mía.
—Idiota —respondí, pero mi tono era suave. No me avergonzaba para nada que me viera así y creo que se lo demostré la primera vez que estuvimos juntos.
Su risa llenó la habitación antes de que me tomara nuevamente en sus brazos, levantándome con facilidad. Con cuidado, me depositó sobre la cama. Sus labios comenzaron a recorrer mi piel, dejando una línea de besos ardientes que encendían cada célula de mi cuerpo. Cada vez iba bajando más y no estaba soportando.
Solté la toalla de mi cabeza, lanzándola lejos, y me entregué a sus caricias.
—No he estado con nadie más desde que estuve contigo, así que perdón si soy un poco torpe... —murmuró contra mi piel.
Ya me había dicho de manera indirecta que nada había pasado con Hansul y ahora lo confirmaba.
—Creí haberte enseñado bien... —respondí, mi voz cargada de lujuria. Dios, se sentía tan bien que estuviera por ahí.
—Cierto. Tuve una buena maestra.
Sin más palabras, descendió y con una urgencia palpable comenzó a succionar mi clítoris. La sorpresa me hizo abrir los ojos de golpe, conteniendo el grito que se formaba en mi garganta. Su lengua se movía con una precisión que me hizo arquear la espalda, al mismo tiempo que sus manos encontraban mis pechos para apretarlos con firmeza. Me apoyé sobre mis codos para poder verlo mejor, y cuando nuestros ojos se encontraron, el mundo pareció detenerse.
Sus ojos permanecían fijos en los míos mientras su lengua jugaba y lamía el punto exacto, haciéndome perder el control. Sentí el familiar cosquilleo en mi vientre bajo ante la vista y lo bueno que estaba siendo, esa tensión dulce que presagiaba el clímax, y dejé que mi cuerpo cayera hacia atrás, sumergiéndome en la sensación.
—Jungkook... —jadeé, su nombre escapando de mis labios.
—Vente para mí, Lena...
Esas palabras me desarmaron completamente. Con un gemido, mis manos se enredaron en su cabello, empujándolo más cerca, con una necesidad urgente que no podía contener. Intenté cerrar las piernas, abrumada por la intensidad del placer, pero él las abrió aún más, asegurándose de que no pudiera escapar de sus atenciones.
El grito que soltó mi garganta fue ensordecedor, mientras alcanzaba el clímax con una fuerza que me dejó temblando. Había llegado al éxtasis de una manera épica, sintiendo una liberación tan profunda y satisfactoria que me dejó sin aliento, mi cuerpo relajándose bajo sus manos mientras él continuaba acariciándome con una devoción casi reverencial.
La sensación fue absolutamente extraordinaria, una oleada de placer que me dejó sin aliento, incapaz de recuperarme por completo. Mi cuerpo aún temblaba cuando escuché su voz, con un tono divertido que me sacó de mi trance.
—¿Estuve bien?
Una risa casi nasal escapó de mí, un sonido involuntario y sincero.
—Eso fue increíble —respondí, todavía un poco aturdida por la intensidad de lo que acababa de suceder.
Jungkook sonrió, y sus ojos brillaron con un destello de picardía.
—Creo que podría estar fácilmente bajo tus piernas por el resto de mi vida.
Su comentario me hizo soltar una carcajada, y lo atraje hacia mí, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello. Nuestros labios se encontraron en un beso dulce, cargado de la promesa de lo que aún estaba por venir.
—Hazme tuya —susurré, mis palabras cuidadosamente elegidas para provocar la reacción que sabía que le gustaba.
No me decepcionó. Sus ojos se oscurecieron con ese deseo que tanto me atraía, esa mirada que siempre lograba encenderme. Esta vez, sin embargo, todo era diferente. No había nadie más entre nosotros, nada que nos hiciera sentir culpables. Jungkook estaba soltero, y ahora podíamos permitirnos ser libres en lo que sentíamos, sin reservas.
Pero su respuesta me tomó por sorpresa, y mi rostro se desfiguró en una expresión de incredulidad antes de que una gran carcajada estallara en la habitación.
—Quiero hacerlo, pero no tengo condón.
La situación me trajo recuerdos de la primera vez que nos encontramos, y no pude evitar reírme de nuevo, la nostalgia mezclándose con el humor del momento.
—Bueno, tendremos muchos días para poder hacerlo, ¿no? —dije, con una sonrisa.
Mis palabras hicieron que sus ojos brillaran como dos luceros, tan intensos y hermosos que me perdí en ellos por un instante.
—Toda la vida, si me lo permites —respondió, su voz cargada de sinceridad.
Lo atraje hacia mí, nuestros cuerpos encajando perfectamente, y lo besé de nuevo, esta vez con una ternura que iba más allá del deseo. Sentí su mano acariciando mi cabello, sus dedos deslizándose por mi piel con una suavidad que me hizo estremecer.
Me recosté contra la almohada, mirándolo con una sonrisa mientras él acariciaba mi mejilla con el dorso de su mano. En ese momento, supe que si las cosas seguían así entre nosotros, si continuaba tratándome con pasión y devoción, no tardaría mucho en enamorarme de él también.
Y aunque la idea me daba vértigo, también me llenaba de una calidez que hacía que todo pareciera posible.
Lena apenas se acerca jungkook
Y sí chicas, creo haber leído que sería una historia triste por el drama y nel.
SERÁ CACHONDA
Ah no KAKAKSKSK no se podía alargar más esta situación, si los chiquillos del principio se tenían unas ganas incontrolables y en donde, finalmente, se les dio la oportunidad de vivir como ellos querían.
No es el final, aún. Quedan cositas pendientes y que veremos en los 3 capítulos que quedan 🫰🏻.
Gracias por el apoyo, las adoro 🫂♥️.
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