6. Entre miradas.
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CAPÍTULO SEIS
La cena fue increíble, una experiencia que no esperaba disfrutar tanto.
Minhao era un chico maravilloso, de esos que no parecen reales. Me hacía reír con sus ocurrencias, tanto que el tiempo volaba sin que me diera cuenta. Cada gesto suyo, cada palabra, estaba cargada de una atención que me hizo recordar lo que era ser tratada como alguien especial. Me sorprendía lo fácil que era olvidarse de lo que realmente se merece cuando te acostumbras a recibir migajas.
Mientras caminábamos hacia su auto, Minhao comenzó a hacerme preguntas sobre mí, interesado en conocerme más a fondo. Quería saber sobre mis metas, mis ambiciones, lo que me gustaba y lo que no.
—¿Estás recopilando información personal porque eres un asesino serial? — bromeé, disfrutando del ligero aire de la noche. Él soltó una risa divertida, la clase de risa que alivia cualquier tensión.
—Solo quiero conocerte más. Me gusta mucho tu personalidad. Eres auténtica y divertida — respondió, abriendo la puerta del copiloto para que me subiera. Agradecí su gesto, apreciando la cortesía que parecía natural en él.
—Pienso lo mismo de ti — dije cuando se subió al auto. Había algo en su forma de ser que hacía fácil devolverle los cumplidos.
—Entonces estamos destinados, ¿no crees? — comentó, con una sonrisa en sus labios.
Apreté mis labios para evitar soltar una risa, sin querer tomar el comentario demasiado en serio.
—Ya no creo en el destino. Siento que me odia.
—¿Malas experiencias? — preguntó, sus ojos mostrando una genuina preocupación.
—Mmh, se podría decir que sí — respondí, sin querer entrar en detalles.
—Entonces puedo hacer que comiences a tener solo buenas experiencias — dijo con una convicción que me hizo mirarlo con algo más que curiosidad.
Decidí ignorar la insinuación de destino que Minhao había hecho, mis nervios a flor de piel me llevaron a cambiar el tema y mantener la conversación ligera hasta que llegamos a mi apartamento.
Mientras el ambiente se volvía nuevamente amigable, nos reíamos de banalidades y trivialidades, el estrés de la noche anterior parecía desvanecerse. La risa de Minhao y sus ocurrencias eran refrescantes, un contraste necesario a la tensión que había arrastrado conmigo.
Al llegar a mi apartamento, Minhao se bajó del auto para abrir la puerta y tomar mi mano, ayudándome a bajar con un gesto caballeroso.
—Me divertí mucho hoy. Muchas gracias por absolutamente todo — dije, con sinceridad.
—¿Eso suena como una despedida? — respondió él, levantando una ceja.
—¿No es eso? — pregunté, bromeando mientras reía.
—¿Te gustaría salir mañana? — preguntó, con una timidez que contrastaba con su habitual seguridad.
Abrí los ojos con sorpresa y sonreí, notando como sus mejillas se tornaban ligeramente rojas.
—Eso no suena mal. Me gustaría salir nuevamente contigo — respondí, con una sonrisa que coincidía con la suya.
Minhao hizo una pequeña celebración, aplaudiendo con entusiasmo, y su sonrisa se amplió aún más.
—Genial.
—En la tarde, ¿te parece bien?
—Me parece espléndido.
—Gracias por compartir tu tiempo junto a mí. Lo pasé increíble — dijo, con un brillo genuino en sus ojos.
—Gracias a ti. Hace mucho no me divertía tanto — le respondí con sinceridad.
—Nos vemos mañana, preciosa — concluyó, con un cumplido que me hizo sonreír.
Apreté mis labios para ocultar mi satisfacción y arrugué mi nariz en una expresión divertida.
—Nos vemos mañana.
Él hizo un movimiento con su mano y se subió al auto, para finalmente irse. Subí las escaleras hasta mi apartamento con una sonrisa que no podía borrar. Cada paso que daba parecía más ligero, y me sentía más feliz que nunca. Al entrar, suspiré de alivio, quitándome los zapatos con una sensación de satisfacción. Minhao había sido todo lo que necesitaba para olvidarme de las preocupaciones recientes, y no podía dejar de pensar en lo agradable que había sido su compañía.
Hansul ya estaba dormida, así que me moví con cuidado para no hacer ruido. Me cambié rápidamente, eligiendo mi pijama con una sonrisa aún en mi rostro, y luego me dirigí al baño para lavarme la cara. El agua fría y refrescante ayudó a calmarme aún más, limpiando cualquier resto de maquillaje.
Con la noche ya avanzada, me acomodé en el sofá, arrullada por la tranquilidad del apartamento. Cerré los ojos, y por primera vez en días, pude sentir un descanso absoluto. Las preocupaciones y las tensiones se desvanecieron, y me sumergí en un sueño profundo y reparador, sintiendo que todo estaba en su lugar y que, por una noche, todo estaba bien.
Me desperté abruptamente por un ruido en la sala. Aún medio dormida, me levanté inquieta y, cuando escuché un sonido de cristal rompiéndose, me obligué a despejar la mente. Con pasos pesados, me dirigí hacia el origen del ruido y encontré a Hansul arrodillada en el suelo, con sangre en la mano y lágrimas en los ojos.
—¿Qué pasó? — pregunté con voz adormilada, acercándome rápidamente. La vista de su mano herida me hizo actuar de inmediato. Hansul sollozaba, y su dolor parecía ser tanto físico como emocional.
—Él quiere terminar conmigo, Lena — dijo entre sollozos, su voz temblando con cada palabra. Me sentí con el corazón encogido mientras buscaba el botiquín para tratar su herida.
—¿Por qué crees eso? — pregunté mientras comenzaba a limpiar la herida con cuidado.
—Ha estado extraño desde aquella fiesta. Es como si estuviera buscando las palabras adecuadas para terminarme, pero yo he sido una cobarde, escapando de la realidad — confesó, llorando. Me concentré en desinfectar la herida para no mostrar mi propia angustia.
—Estás sufriendo mucho por alguien que parece no valorarte. Hay más peces en el mar y encontrarás a alguien que te dé todo lo que mereces — repetí las palabras de Soonya, intentando ofrecer algo de consuelo.
—¿Qué hago si me enamoré profundamente? Lo idealicé tanto que solo quiero que tenga ojos para mí — preguntó, con su voz llena de desesperación.
—A veces es mejor ceder y dejar ir. No sigas aferrándote a algo que solo te está lastimando — respondí, intentando ser lo más sincera posible y con suavidad, para que no se sintiera peor.
—Él estaba molesto anoche, ¿por qué estaría molesto de que salieras con alguien? — continuó Hansul, su mirada buscando respuestas.
Mi corazón se aceleró al escuchar sus palabras. Detuve mis movimientos, el estómago encogido por la ansiedad.
—¿De qué estás hablando? — pregunté, intentando mantener la calma.
—Se notaba molesto, y después de que se fueran, me dio un beso en la mejilla, se fue y a la hora me mandó un mensaje, decía que debía hablar de algo importante. No he respondido, y no me atrevo a hacerlo — explicó, con lágrimas aun corriendo por sus mejillas.
Me quedé en silencio, sintiendo cómo todo a mi alrededor se volvía turbio. La culpa y el estrés se mezclaban en mi mente, y traté de mantener una fachada tranquila.
—No sé qué estás insinuando. Anoche fue genial y hoy volveré a salir con Minhao. No quiero estar envuelta en sus problemas, por favor — mi voz temblaba a pesar de mis esfuerzos por sonar firme.
Hansul se disculpó, su llanto desvaneciéndose mientras asentía con la cabeza.
—Lo siento. Estoy hablando tonterías, los celos me están cegando.
Mientras la ayudaba a limpiar y vendar su herida, mi mente seguía agitada. Sabía que, sin importar lo que sucediera, el día a día iba a ser cada vez más complicado mientras estuviera envuelta en esta situación.
Decidí darme una ducha con agua fría, esperando que el frío ayudara a calmar el temblor en mi cuerpo y a despejar mi mente agitada.
El tiempo transcurrido fue una sucesión de momentos incómodos y pesados. Cuando finalmente me preparé para salir, sentí una mano que me detuvo. Hansul estaba a mi lado, con una expresión de arrepentimiento en su rostro.
—Lo siento por hablar estupideces, Lena. Mañana volveré a Boseong y recapacitaré para mejorar. Quiero ser una gran novia, no una insegura, ni celosa. Lo lamento —dijo, su voz llena de sinceridad.
Guardé silencio y asentí ante sus palabras. Sabía que era lo mejor para ella y para mí. Solo así la tranquilidad podría regresar a nuestras vidas.
—Todo está bien. No te preocupes —respondí con calma.
—¿Dónde irás? —preguntó, rompiendo el silencio.
—Mmh, creo que a una feria que hay cerca de acá —respondí, buscando una distracción de mi propia agitación.
Hansul me miró un momento, luego asintió.
—Bien. Que te diviertas.
—Gracias —dije, sintiendo una mezcla de alivio y confusión.
La situación resultaba extraña y me dejaba con un sentimiento de inquietud. Solo quería escapar de mi propio apartamento, como si el simple hecho de salir pudiera ofrecerme un respiro de la tensión y el caos que había invadido mi vida.
Minhao ya estaba fuera esperando cuando salí de mi apartamento. Esta vez no estaba en su vehículo, ya que la feria estaba a la vuelta de la esquina. Había un show de fuegos artificiales que no quería perderme por nada del mundo.
—Te ves increíble, Lena —comentó, admirando mi atuendo.
Miré mi vestido sencillo y sonreí ante su halago.
—Muchas gracias, hao.
—Oh, me gusta ese diminutivo —respondió con una sonrisa, que me hizo sentir aún más a gusto.
Mientras caminábamos, nos unía la conversación y el bullicio de la feria que se acercaba. La gente iba en la misma dirección que nosotros, y la feria estaba llena de vida con puestos de comida y juegos que me recargaban de energía.
—Creo que deberías darme la mano para que no te pierdas —sugirió Minhao, extendiendo su mano hacia mí. Reí ante su propuesta y tomé su mano sin pensarlo dos veces.
—Ahora ya no me perderé —dije con un tono divertido.
Sus palabras me envolvieron en una burbuja de cercanía, y pude sentir el calor de su cuerpo y el agradable aroma que desprendía. Me molestaba no poder sentir lo mismo por él; me sentía como una estúpida.
—Me gusta abrazarte —confesó en un susurro cerca de mi oído.
Su cercanía me hizo levantar la mirada y ver sus ojos brillando con una intensidad que me hizo sentir un leve cosquilleo. Pero antes de que pudiera decir algo, traté de cambiar de tema.
—Deberíamos seguir —dije, tomando su mano con una pequeña sonrisa que él me devolvió de inmediato.
Mientras avanzábamos, vi a lo lejos a Hansul y a Jungkook. La visión me detuvo en seco. Jungkook me miraba de la misma manera que lo hizo anoche. Ella parecía decirle algo a Jungkook, gesticulando con las manos mientras él permanecía rígido, con el rostro tenso y la mandíbula apretada. Su mirada fija en nuestra dirección delataba un evidente descontento.
Cuando Hansul volvió la vista hacia nosotros, sentí que el aire se volvía más denso. Minhao notó mi inquietud y apretó suavemente mi mano, dándome una ligera sonrisa que intentaba calmarme.
—¿Todo bien? —preguntó Minhao, notando mi preocupación.
—Sí, creo que sí —respondí, forzando una sonrisa mientras trataba de no mirar más hacia ellos.
La pregunta que me atormentaba era clara: ¿Por qué no podía tener un momento tranquilo sin que aparecieran complicaciones?
sospechosa la hansul 🥸 yo no más digo
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