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꧁✿Cαpίтυlo ύɴιco✿꧂

(Escuchar con multimedia para más placer)

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Narra P.O.V:

El joven pelinegro de 17 años se encontraba sentado en su escritorio de madera oscura, haciendo un boceto con sus lápices de grafito mientras la luz de la luna se colaba por la ventana e iluminaba las frías calles de Londres.
El persa movía su mano mientras dejaba líneas negras en la hoja de papel, formando un rostro masculino con rasgos delicados, unos ojos como dos grandes zafiros, una cabellera rubia y larga y unos labios finos, junto con una complexión delgada y unas alas de ángel.

El reloj marcaba las 23:40 PM, hora de ir a dormir para levantarse a la universidad.

Freddie guardó sus lápices en su estuche y dejó el papel con el dibujo del ángel y la palabra "Roger" escrita en el margén, arriba de su escritorio de madera lustrada. Fijó su mirada en su cama repleta de sábanas y se echó en esta para tener aunque sea unas horas de descanso.
Apoyó su cabeza sobre la blanca almohada y cerró sus oscuros ojos, cayendo en un sueño profundo.

El persa fue despertado por unos golpecitos que provenían de la ventana; al principio no abrió sus ojos, pensando que se trataba del simple viento. Pero cuando percibió el sonido de unas alas, inmediatamente miró su reloj, marcaba las 01:01 AM.
Al voltear en dirección hacia el causante de su despertar, divisó al rubio con una especie de túnica blanca detrás del cristal; esperando a que le abriera.

El persa se le quedó mirando por un buen rato, sin saber si eso estaba ocurriendo o no.

- ¡Hey! Me estoy congelando aquí afuera, ¿podrías abrirme por favor? - dijo el ángel mirándole con sus grandes zafiros claros que dejaban hipnotizado a cualquiera.

Freddie sin poder razonar, se dirige hacia donde estaba y le deja el paso libre.

- Muchas gracias, señor...? - dice el rubio mientras entra a la habitación y mira al persa con curiosidad.

- Freddie, Freddie Mercury, ¿y tu? - extiende su mano y sonríe, sin mostrar su dentadura.

- Roger Taylor, un gusto Fredd - el menor estrecha su mano con la de el, el azabache al instante notó que estas eran suaves y blancas como la misma porcelana.

- El gusto es mío, Roger - Freddie analizaba cada rasgo del extraño individuo, dándose cuenta que era igualito al ángel que había dibujado antes de ir a dormir. Al darse la vuelta, se dió cuenta que la hoja de papel no estaba ahí como la había dejado, pero en su lugar un nítido rayo de luz de luna lo iluminaba.

-¿Buscabas esto? - preguntó con una sonrisa en su rostro el rubio, sosteniendo la hoja de papel -Tienes talento, realmente se parece a mi, sólo ponle autitos en el el fondo -Roger le devolvió su dibujo y Freddie lo dejó en el escritorio de nuevo.

- Ahora, ¿podría saber que haces en mi cuarto a estas horas de la madrugada? - el azabache se sentó en su cama, mirando fijamente al ángel frente a él.

- Pues, a esta hora el mundo de los humanos y de los ángeles se conectan, permitiendo el paso de los dos a los dos universos - explicó el rubio mirando hacia la ventana - mientras pasaba vi que habías echo un dibujo de mi cara, te despertaste y aquí estoy hablando contigo humano -hizo una pequeña pausa -sabes, esta es mi primera vez en el mundo de los mortales y...quería pedirte si me podrías hacer un recorrido por esta ciudad.

Freddie asintió al instante

- Claro, sólo déjame que me cambie así vamos a la parada de autobuses - dijo el azabache sacando unos jeans blancos y una camisa roja con lentejuelas para ponerse.

-¿autobus? ¿qué es eso? - preguntó curioso el rubio, arqueando una ceja.

- Es como un auto pero más grande, con la diferencia de que viajás con gente desconocida - el mayor ya tenía puesto su Jean y camisa mientras el ángel le miraba aún con la ceja arqueada y un silencio sepulcral.

- pero...¿que es un auto?

- Solo, vámonos - el persa lo tomó del brazo pero el rubio se separó rápidamente - ¿qué pasa rubio?

- No viajaremos en un autobús o como se digan esas cochinadas - Roger se alejó un poco y alzó sus alas blancas- por algo nos dan de estas - dijo señalandolas.

- No lo sé, no me inspira confianza - Freddie se rascaba la nuca inseguro, a punto de añadir algo más, hasta que el ojiazul lo tomó de nuevo del brazo y lo subió a su espalda.

- ¿¡QUÉ HACES RUBIA?! ¡BAJAME AHORA!

- Tranquilo, tengo experiencia - dijo con una sonrisa cálida antes de salir volando por la ventana.

El persa soltó un grito no tan varonil y alto con sus ojos cerrados, su respiración estaba muy agitada, sentía que se le salía el corazón en cualquier momento.

- ¡Hey! Niña chillona, abre los ojos, hay un lindo paisaje - dijo el rubio conteniendo su carcajada ante las expresiones de Freddie.

El ojinegro hizo caso a sus palabras y abrió sus ojos, que rápidamente se abrieron aún más al ver tremenda imagen. Era toda la ciudad iluminada por las luces de las calles, ventanas, etc.
El viento frío de la noche que soplaba hacia que sus largos cabellos estuvieran volando.

Por su parte, el rubio contemplaba atentamente aquel hermoso paisaje, no estaría tan mal ir más seguido a la tierra de los humanos.

Después de dar vueltas unos minutos más, Roger decidió aterrizar en una terraza de un edificio alto para ver un poco la ciudad siendo iluminada por pequeños focos de luz, como si fueran pequeñas luciérnagas.

- ¿Por qué me trajiste aquí? - preguntó Freddie sentándose al borde de donde terminaba la terraza junto con el rubio.

- Pues, te vi varias veces sentado aquí en medio de la noche - dijo con una sonrisa el ojiazul.

- ¿Me espiabas?

- Pues, solo veía tu cabellera negra entre todas las nubes pero nunca tu cara - se encogió de hombros y dió un pequeño suspiro, esa terraza era demasiado ventosa especialmente esa noche.

- ¿ Y qué tal ahí arriba? ¿cómo es estar con el barba? - preguntó burlón el azabache.

- Es...algo aburrido, demasiado ruido de arpas y esas cosas - el de rubia cabellera rodó sus ojos - estoy harto de estar en el cielo, ya se hace tedioso estar rodeado de angelitos.

- Oh, ¿y hay alguna manera de que dejes de ser un ángel?.

- Pues, si la hay, tendría que renunciar a mis alas, mi cabello de tornaría oscuro y caería al mundo de los mortales, osea tu mundo - respondió mirándole con aquellos zafiros.

- ¿ Y por qué no lo haces?

- Es complicado Freddie, tendría que hablar con "el barba" y casi siempre está ocupado - dijo antes de que los primeros rayos de sol se asomaran en aquella ciudad - debo irme, ya todos deben estar volviendo.

- ¿Te volveré a ver? - preguntó el ojiazul.

Roger se quedó callado mientras se paraba en el borde.

- Créeme que me verás de nuevo, muy pronto - dijo con una sonrisa antes de saltar y comenzar a volar por el cielo, desapareciendo entre las esponjosas nubes.

Freddie miró a su compañero de la noche partir, recordando sus palabras de que se volverían a ver.
Este solo se dedicó a mirar el amanecer hasta que fuera su hora de salir a la universidad.

Lo que no sabía era que un castaño de ojos azules lo esperaba en la puerta del edifico.

¿qué? ¿acaso no sabían que Roger estaba enamorado hace tiempo de Freddie y por eso bajó al mundo de los humanos?

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