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Capítulo Tres:


Había pasado casi una semana, solo faltaban tres días para poder decir que la semana había terminado desde que Taehyung había sido tomado como rehén. Esa semana el joven guerrero conoció no solo el lugar donde los rebeldes se ocultaban, descubrió el frío, el hambre y pobreza a la que eran sometidos aquellos hombres, mujeres y niños. Aún así JungKook se había encargado de alimentarle, y le permitia bajar hasta el lago a poca distancia para poder al menos quitar un poco de la suciedad de su cuerpo.

—¿Realmente no quieres bañarte conmigo? —preguntó Taehyung comenzando a quitar sus ropas sonriendo al ver a JungKook negar y darse la vuelta.— No te voy a hacer nada, JungKook.

—¿Por qué debo confiar en alguien del palacio? —esta vez la pregunta la hizo JungKook quien jugaba con una pelota que robó aquel día que tomó a Taehyung.

—Estás juzgándome solo por mi casta. ¿Crees que por ser un dos soy alguien que no tiene corazón? Entiendo lo que has vivido estos años pero no me culpes de eso.

—¿No perteneces al rey? Eso te hace culpable, te hace tener las mismas ideas de ese hombre.

—Te estás equivocando. Yo no...

—¡La crueldad del emperador ha matado a mi aldea! Jimin perdió sus sueños, ya no puede ver ni los colores. Hombres y mujeres perdieron la vida tratando de salvar la de sus hijos. —Taehyung había salido ya del agua, se acercó al frágil cuerpo de JungKook quien se mantenía aún de espaldas y lo envolvió en sus brazos.— Nos discriminan solo por ser ochos, por no tener dinero y que mendigar por este.

—No te discrimino JungKook, para mi eres tan increíble como la princesa o el rey. No tienes un palacio o dinero, pero si tienes la lealtad de todas estás personas. Ellos darían la vida si fuera necesario por ti.

JungKook negó dejando que la pelota cayera de sus manos, levantando la mirada al ver como un montón de puntos verdes comenzaban a aparecer a su alrededor. Podía sentir la respiración de Taehyung en sus cabellos negros, y las manos de aquel hombre se encontraban alrededor de su cintura.

—Taehyung... —el mencionado emitio un sonido dando a saber que escuchaba y entonces JungKook preguntó.— ¿Estás desnudo, imbécil?

—Puede ser... ¿lo sientes contra ti?

Eso fue suficiente para que Taehyung comenzara a correr al notar a JungKook tomar su espada y levantarla. Listo para matar al castaño. Taehyung corría de un lado a otro, JungKook le perseguía, ambos eran alumbrados por la luna y luciérnagas.

—¡Imbécil! No me importa venderte ya, pero te mataré.

[…]

JungKook fruncía el ceño mientras las palabras de su amigo le regañaban, sus manos dolían luego de recibir quince golpes con una barra. Era una de las reglas de esa aldea, JungKook había tratado de matar a Taehyung a pesar de haber jurado no ponerle un dedo encima, lo que significaba haber roto su palabra y eso era un fuerte pecado.

—Lo siento de verdad, JungKook. Pero es la ley. —habló Jimin colocando un poco de agua en las manos llenas de cortes y moretones de su amigo.

Taehyung observaba aquella escena en silencio. Había visto como golpearon a JungKook y no pudo evitar sentirse culpable. También le dolió ver como aquel chico rubio, llamado Jimin, intentaba curar a su amigo a pesar de no tener idea de donde estaban las heridad. Le partía el corazón. Aquellas personas habían sufrido demasiado, mientras que él en el palacio pensaba que todo estaba bien, que todos eran felices.

—¿Qué miras, imbécil? No intentes tenerme lástima.

—Por ti, jamás. Eres demasiado orgulloso.

Jimin dejó caer el agua al suelo para poder llamar la atención de ambos chicos, sus labios hicieron un puchero y levantó su dedo hacia el enfrente como si Taehyung o JungKook estuvieran en esa dirección.

—Dejen de pelear. JungKook, deja de llamarle imbécil y tú, Taehyung deja de provocarlo. —habló Jimin sentándose en el suelo.— Trajimos a Taehyung para pedir ayuda, no para matarle.

—No logro entender en qué les puedo ayudar, no soy el consejero del rey, tampoco tengo una posición tan alta en el palacio.

—Pero tienes a la princesa comiendo de tu mano, eso es suficiente para el rey. Ya te lo hemos dicho, habla con ellos, pídeles su compasión. Las castas hacen daño a nuestro país. Pídele a la princesa hable con el rey y quiten estas castas.

—Es imposible. No me harán caso.

—No lo has intentado.

—Y tampoco lo haré.

JungKook se levantó de su lugar y caminó hacia el castaño, su puño terminó golpeando la mandíbula de Taehyung quien gritó y se dejó caer hacia un lado. JungKook respiraba agitado, mordía su labio inferior con fuerza y gruñó alejándose de aquel lugar dejando a Jimin y Taehyung solos.

—Pido perdón por él, si hubieras nacido como nosotros podrías entenderle.

—También me enojo, pero no lo resuelvo a puños, estoy cansado de su brusquedad, solo dejenme ir a casa. No le diré a nadie de vuestro escondite.

—Taehyung esto es serio. JungKook vio a una mujer morir por salvar a sus hijos, vio como mi rostro era dañado de esta forma y sin poder ir a la ciudad por ayuda para los heridos.

Taehyung sabía ya esa historia, Jimin se la había comentado y también algunos aldeanos hablaban de esta por el lugar. Pero ¿qué podía hacer eso? No pertenecía a la realeza, no era rico, a pesar de que durante esos días desearía haberlo sido por JungKook.

—Puedo saber que no te quieres alejar de JungKook, le quieres pero eres un dos y JungKook un ocho. Las castas los alejan, además ambos son chicos.

—¿Crees que no lo he pensando? Sé que JungKook está por debajo de mí en las castas y sé que es un chico, pero estos días me han servido para notar que eso no me importa. —Jimin escuchaba en silencio las palabras de su amigo.— Él es... es diferente. En el palacio o en la ciudad no son así. Todos son superficiales, gritan si algo les da asco o duele. JungKook no, ni siquiera se queja.

—¿Eso te gusta de él?

—Me gusta que es un rebelde en todo el sentido de la palabra.

—A JungKook le gustará saber esas palabras algún día.

—Y yo se las diré.

[…]

Era el último día que, la última noche que aquellos tres jóvenes pasarían juntos. La semana terminaría y con ello comenzaban las esperanzas de que Taehyung pudiera conseguir hablar con el rey y obtener como respuesta una buena noticia. Jimin por primera vez en un año y tres meses había vuelto a cantar, Taehyung tocaba la lira sorprendiendo a ambos jóvenes al ver que realmente sí sabía. JungKook bebía del vino que aún quedaba del robo, le tendió la botella de barro a Taehyung quien sin creerlo la tomó y probó del vino.

—No te acostumbres. Lo hago porque luego de mañana no te veré.

—Palabras muy alentadoras. —respondió Taehyung luego de beber el licor, notando como la botella tenía un dibujo rojo, bastante gastado.

—Representa el destino. —habló JungKook al ver como Taehyung se quedaba observando atento aquel dibujo.— El círculo es la luna y el sol a la vez, representando los días. Las dos flechas representa los puntos humanos, la vida y la muerte. En otras palabras era obra del destino que esa botella llegara a mi algun día ya fuera a principio o finales de mi vida. Es para demostrar que todo lo que tenga esa marca es mío.

—¿No es más fácil poner tu nombre? —pregunto Taehyung dejando la botella a un lado.

—No sé escribirlo. No conozco los caracteres.

Jimin continuaba cantando, pero esta vez no tan alto permitiendo así que los jóvenes hablaran pero sin tener en cuenta que él podía escuchar aquella conversación. Taehyung asintió en agradecimiento al darse cuenta y tomó una pequeña barrita de madera que al parecer había caído de uno de los árboles y comenzó a escribir en el suelo algo. JungKook le observaba atento como si supiera lo que el castaño hacía.

—Así es como lo escribes. Este es tu nombre, ahora escibiré el mío y el de Jimin. —Taehyung continuó escribiendo hacia el otro lado los otros nombres, sin embargo JungKook solo observaba el suyo sonriendo.—¿JungKook?

El pelinegro levantó la mirada observando el rostro del castaño, parecía que todo iba en cámara lenta cuando consiguió acercarse hacia el mayor. Jimin había desaparecido al notar el ambiente entre sus amigos. La mano de JungKook se encontraba sobre una de las piernas de Taehyung para apoyarse hasta que lo único que los separaba fueron pocos centímetros que el guerrero terminó por acortar entre sus labios. Aquel beso era lento, sin movimiento alguno, solo era un roce de labios pero que significaba muchas cosas.

Taehyung tenía sus manos en las mejillas de JungKook, empujando el cuerpo del pelinegro hacia atrás hasta dejarlo recostado sobre las hierbas. Taehyung miraba aquellos ojos, labios, aquel rostro de forma tan cerca que le parecía un pecado. Fue cuando JungKook tomó la mano de Taehyung, comenzando a dibujar en la palma de esta algo con la tierra mojada a un lado de sus cuerpos. Luego de un minuto Taehyung giró su mano para poder observar lo que JungKook había hecho, consiguiendo una sonrisa inmediatamente al ver aquel dibujo que había visto hace un momento en la botella.

—Eso representa el destino, y lo que es mío. En otras palabras Kim Taehyung y Jeon JungKook estaban destinados a conocerse, Kim Taehyung sería de JungKook por la eternidad.

—Y JungKook sería de Taehyung, hasta el final de su vida.

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