Capítulo Seis:
Todo el palacio estaba de fiesta, pareciera como si un año atrás no hubiera muerto nadie en ese mismo lugar. Todos lanzaban linternas rojas al cielo por la boda de la princesa y el capitán del ejército. JungKook intento aguantar la risa mientras caminaba por los pasillos de aquel palacio, su cabello ahora estaba atado con aquella cinta roja que fue colocada en lo alto de una de las ramas del árbol que tanto deseo ser. Su labio tenía un leve corte que había dejado de sangrar luego de su última pelea. Sus uñas estaban tan largas que le daban miedo a cualquiera, sus ojos tenían unas grandes bolsas bajo estos.
Sus pasos se detuvieron cuando quedó parado frente aquella puerta con incrustaciones de oro y joyas. A solo unos pasos más se encontraba el fin de aquella historia de dolor y amor. Sus manos abrieron estas con cuidado, provocando solo un leve chirrido, podía observar una figura sentada en aquella cama matrimonial.
—Taehyung ¿eres tú? —preguntó la voz femenina, JiSoo aún no podía ver el verdadero rostro del hombre al otro lado de las cortinas.
JungKook no queriendo prolongar aquel momento abrió las cortinas quedando así al descubierto su rostro. La princesa, o mejor llamada ahora, reina, asustada se puso en pie dispuesta a gritar por sus guardias.
—Puede gritar cuanto quiera, majestad. Nadie vendrá. La fiesta en el palacio terminó. —JungKook caminó más hacia adelante para observar el hermoso maquillaje y vestido rojo de novia.— Parece feliz, majestad. La reina JiSoo...
—¿Por qué estás aquí?
JungKook sonrió y tomo la espada que ocultaba bajo su capa desgastada, la había comprado, ya no tenía aquel dibujo que intentó cuando niño. Ahora su nombre se exhibía con honor en esta, una espada que derramaría sangre por justicia. La punta de la espada quedó justo al lado izquierdo de la reina, preparada para cortar todo.
—¿No tienes una idea de mi visita? No vine a desearte una vida feliz a ti y al nuevo rey. Vengo a cobrar una deuda.
—Debí matarte. No debí escuchar a Taehyung.
—Eso ya es pasado, el pasado duele pero si te aferras a él entonces en el futuro dolerá más. Yo sellaré mi pasado hoy, majestad.
—¡Guardias! —gritó JiSoo poniéndose en pie. Una mala idea porque en ese momento la espada terminó cortando desde el hombro izquierdo hasta el costado derecho.
—Se veía hermosa hoy, prometo recibir al novio con la misma sonrisa en su lugar solo que no aseguro se vea igual de hermoso que pudo verse en usted.
El cuerpo de la joven reina cayó desplomada al suelo, la sangre brotando de este. Así comenzó la rebelión contra la familia real del palacio YeongJu.
La reina había muerto.
[…]
La misma habitación pero ahora los roles habían cambiado. JungKook había quitado sus ropas gastadas y las remplazó por el hermoso vestido rojo de la novia. Sería el único día que vestiría una ropa tan hermosa como esa. JungKook esperaba pasiente a que su siguiente víctima entrara en el lugar. El palacio estaba sumido en un profundo silencio, cuando el sonido de la puerta siendo abierta rompió ese silencio JungKook lo supo. Él había llegado.
Taehyung retiró las cortinas, sus ropas habían dejado de ser rojas, ahora eran blancas y su espada venía sujeta en su mano derecha. Ambos se observaron, sin embargo, nadie sonrió, nadie habló. JungKook fue el primero en dar un paso, levantó su espada lista para ser encrustada en el pecho del castaño quien la esquivo ágilmente. Ambas espaldas parecían danzar, JungKook se negaba a perder, Taehyung estaba listo para hacerlo. Las cortinas fueron rasgadas, las vestimentas de boda también lo fueron. Taehyung retrocedía, esquivaba, y miraba con admiración al chico frente a él.
» Te he esperado. Espero no haya duda mientras me lanzas tu espada. No dudaré en arrojarme a ella. «
JungKook atacaba sin piedad, gritos salían de sus labios y lágrimas de sus ojos, la habitación se volvió un caos. Todo se encontraba disperso en el suelo, roto, así como los corazones de esos dos amantes. Taehyung estaba llorando, susurraba el nombre del pelinegro como si esas fueran las únicas palabras que recordaba de toda su vida.
—JungKook...
No podía, JungKook recordaba el amor que tenía a ese hombre. Recordaba los besos, abrazos, la forma en que aprendió a escribir su nombre. Recordaba a Taehyung muy en lo profundo de su alma. Él había tenido razón, JungKook le esperó durante todo un año sentado bajo aquel árbol, esperando que el castaño fuera y le diera una buena razón, le esperó pero Taehyung jamás llegó. JungKook consiguió finalmente dar el primer corte, uno que abarcaba toda la espalda del guerrero. Las vestimentas blancas comenzaron a teñirse. Taehyung agotado dejo caer su espada al suelo, JungKook lo dejaría morir de esa forma.
—Sobreviviste.
—Lo hice...para cumplir mi palabra de matarte. —Taehyung mentiría si dijera que no esperó otra respuesta.
—Estoy tan orgulloso de ti, Jeon JungKook. Puedo ver tu odio hacia mí, tu dolor y el de todos aquellos a los que causé muerte. Cumplí mi palabra, al menos una sola vez lo hice.
—Muchos te guardan rencor, muchos te quieren matar, pero no seré yo quien me lleve ese crédito.
JungKook alejó la espada del cuello del mayor y la colocó sobre el suyo, listo para presionar y terminar con su vida. Había cumplido su palabra. Terminar con el reinado de la última familia real, solo quedaba Taehyung con pocas horas de vida.
—No te mataré, necesitas morir de dolor y miseria mientras te arrepientes de tus pecados.
—¿Nos incluye a nosotros? Estoy feliz de verte de nuevo por última vez. Te ves como una novia, me hubiera encantado verte recibirme con unas ropas iguales, esperándome en nuestra habitación. Entonces yo me acercaría y te diría lo hermoso que te ves, te besaría mientras mis manos acariciaban tu rostro.
—Cállate. No tienes permitido hablar.
Taehyung bajó la mirada llena de lágrimas hasta la espada que JungKook comenzaba a presionar contra su propio cuello, entonces tomó esta entre sus manos y la hizo girar para acercarlo, atrayendo a JungKook a un abrazo y consiguiendo así que la hoja de la espada traspazara su estómago. JungKook gritó, sus ojos se abrieron en sorpresa en el momento que sintió como su cuerpo era abrazado por unos fuertes brazos. Todo pasó en cuestión de segundos. Taehyung sollozó, su mentón haciendo presión en el hombro de JungKook en el momento que sintió como sus fuerzas iban desapareciendo.
JungKook agarró con fuerza el cuerpo del castaño como si de esa forma no desapareciera. El pelinegro había comenzado a rezar, pedir porque quitaran su vida y devolvieran la de Taehyung. Aún así el mayor buscó las palabras necesarias para hablar.
—Este es... —sangre brotó de su boca, cubriendo sus labios y mentón como si de una cascada se tratara.— ...el final para nosotros.
La mano de Taehyung comenzó a subir hasta colocarse en los cabellos de JungKook desatando la cinta roja de estos y dejando que aquellos mechones rebeldes cayeran hasta llegar a la mitad de la espalda del menor. JungKook alejó rápidamente el cuerpo de Taehyung, retiró la espada y lo ayudó a sentarse en el suelo recostando la espalda a uno de los pilares. La sangre no paraba de salir por los labios, espalda y estomago del joven rey. JungKook tenía las manos, ropas y rostro cubiertos con aquella sangre.
—Yo seré tu luz, JungKook. Yo te llevaré hasta el refugio de los muertos y entonces esperare por ti para nuestra próxima vida.
—¡Estás loco, no debías morir así!
—Dime que me extrañaras, yo te extrañaré y pensaré en ti hasta que pueda volver a verte. Te tendré en mi corazón y me volveré la luna, el sol, que nunca desaparecen para poder verte desde lejos.
—Quemaré este castillo, no nos veremos otra vez.
—Sé que esperarás por mí junto a aquel árbol, junto a aquel río. Entonces yo iré hacia ti como prometí, te abrazaré y te diré: te extrañé, JungKook.
Fueron las últimas palabras de aquel último rey de Joseon, esa noche nadie de la ciudad supo que ocurrió. Nadie supo de JungKook, del amor que aquellos dos jóvenes se tuvieron en tan poco tiempo. JungKook tomó el cuerpo de aquel hombre y recorrió todo el palacio con él en brazos hasta dejarlo en aquel patio donde un año atrás murieron sus compañeros, entonces dejó caer la lámpara que tenía en sus manos, el fuego de la vela comenzando a quemar los alrededores, dando calor y luz a aquel sombrío palacio. JungKook y Taehyung abrazados esperando a que las llamas los consumieran, el pelinegro lloraba por la muerte de su amado mientras que el castaño seguía con sus ojos cerrados sin saber nada más.
Esa noche la reina y el rey murieron.
Esa noche JungKook perdió la cabeza.
Esa noche un abrazo y unas lágrimas quedaron atrapadas en el fuego.
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