único
dirty talk, mina g!p, nayeon menor.
Luego de un bostezo leve, Nayeon se coloca la típica y macabra máscara que siempre cubre su rostro.
En lo que camina una de sus manos toma el cuchillo metido en uno de los bolsillos traseros de su pantalón, agarrando el mango con fuerza mientras observa el gran edificio en el que se encuentra, aquel que estaba jodidamente abandonado y el cual le costó un siglo hallar.
Se relame los labios detrás de la máscara con un poco de nervios, sus ojos no paran de mirar hacia todos lados buscando el objetivo por el cual estaba metido allí adentro.
Porque sí, ella estaba ahí por algo, o, mejor dicho, por alguien. Por alguien al cual destrozaría hasta que su cuerpo deje de chorrear aquel atrayente flujo rojo, ese que tanto le encanta y el cual moría por ver otra vez escurrir de algún cuerpo que fuera torturado por ella.
Está un poco oscuro, lo cual dificulta un poco poder caminar sin tropezarse con algún que otro resto de algo. En realidad, no le afecta mucho, por supuesto que no ve, pero lo que ella cree que necesita en este momento es escuchar, no ver.
Oh, conejita, si supieras que ahora también necesitas ver.
Suspirando, a Im no le queda de otra que abrir la boca, a pesar de que su vista esté nublada de negro.
— ¿No piensas salir, bastarda? —aprieta el cuchillo con más fuerza, un gruñido apoderándose de su boca al no recibir la respuesta que quiere—. Cobarde, no te tengo miedo, sal de dondequiera que estés, cabrona.
El silencio seguía siendo la única respuesta a los llamados de la asesina, por lo que continuó caminando aún alzando la voz para que aquella chica de cabellos azabaches se decida a aparecer.
Todo estaba hecho una ruina y Nayeon comenzaba a creer que estaba perdiendo el tiempo metida en ese lugar; ninguna señal de la imbécil y poco a poco la paciencia que estaba teniendo se iba yendo.
Una risa burlona de pronto lo detiene, y Nay empuña su cuchillo rápidamente, sus oídos atentos a cada sonido que sea capaz de captar, obteniendo sólo palabras en susurros que no entendía y risas leves y juguetonas que la confundían todavía más.
Gruñó y apretó el mango del arma que siempre le acompañaba, harta de estar ahí y no ver una mierda.
— ¿La pequeña conejita está perdida? —aquella voz que le susurraba de repente se tornó grave y profunda, se oía como un jodido satoori, que le provocó un escalofrío en todo el cuerpo.
— Tu puta madre está perdida, hija de perra —Nayeon se aleja, sus oídos atentos a cualquier cosa—. ¿Tienes miedo? ¿Eh? —Im ríe con burla—. Vamos, no voy a hacerte daño, sólo quiero que pruebes el filo de mi cuchillo.
— ¿Un cuchillo? —ahora la voz vuelve a burlarse de ella—. Vamos, Bunny, ¿sólo eso? ¿Me estás jodiendo? —una risa ronca proviene de algún lugar del pasillo, dejando un tanto nerviosa a la de cabellos castaños—. Qué básico, ¿cómo es que los policías aún no te han atrapado siendo que sólo utilizas un cuchillo de juguete? Se nota que no sirven para nada.
— ¿Quieres ver si es de juguete, gatita? —desafía la portadora de la máscara, una sonrisa espeluznante detrás de esta—. Vamos, ¿no te parece bien?
— No puedes ver, ¿de verdad quieres intentarlo, conejita?
Nayeon emite un gruñido otra vez, su lengua pasando ansiosa sobre sus propios labios, caminando lentamente buscando sentir a la enemiga que se esconde entre toda la ruina y la oscuridad del edificio.
Escucha risas a su al rededor que la alarman y causan que empuñe con más fuerza el cuchillo grande que sostiene entre sus dedos, sus piernas tratando de ponerse lo más firme posible y su cuerpo posicionándose correctamente para recibir algún ataque o darlo.
Sabe que la cabrona que se esconde de ella es ágil y veloz, rápido en atacar e inteligente como para darle en el punto exacto, y tiembla levemente cuando se imagina perder contra una escoria como Penguin Gang.
Nunca ha perdido, y no lo hará ahora... ¿Verdad?
La luz se deja ver por una ventana grande que adorna el edificio, dándole a Nayeon la oportunidad de poder divisar una habitación pequeña, a la que ella se mete sin darse el tiempo de pensarlo bien; pateando escombros y piedras es que logra llegar a ella, empujando la puerta hacia adentro para ingresar allí.
Con fuerza aprieta su cuchillo, un poco de luz de la pequeña ventana en la habitación le permite ver un escritorio que, para su sorpresa, está extrañamente bien cuidado y limpio. ¿Qué demonios hace esta imbécil con un escritorio en buen estado?
Nayeon camina dentro de la habitación, notando que no solamente está aquel escritorio, sino que delante de ella hay un mueble alto, un poco sucio y gastado, raramente aún conservaba las puertas bien y no lo esperaba.
La curiosidad mató al conejo, y Nayeon tomó las puertas de ese mueble, que parecía ser un armario, y las abrió con brusquedad. Dentro de este sus ojos se iluminaban por pequeñas pistolas de distintos colores, algunas adornadas con brillos en ellas, dejándola un poco confundida.
Al bajar la guardia, sus manos, en un abrir y cerrar de ojos, están detrás de su espalda y su rostro se encuentra contra el mismo ropero, las puertas de este cerrándose fuertemente; forcejea para librarse del agarre que sostiene sus inquietas manos, pero sólo consigue que la adversaria apriete y suba todavía más la intensidad con la que la apresa.
— Pequeña conejita, las cosas ajenas no deben tocarse, ¿no te han enseñado eso? —la voz rasposa que antes no hallaba, ahora le susurraba aquellas cosas en el oído, poniendo sus nervios a flor de piel—. Quizá deba enseñarte adecuadamente lo que es respeto, ¿no crees?
— Qui-Quita tus manos de mí, bastarda —Nayeon busca patear a la contraria, sin éxito alguno, porque Mina esquiva mucho antes—. ¡Suéltame! —Nayeon se ve atrapada y comienza a moverse para tratar de escaparse.
Myoui presiona todavía más mientras una sonrisa se dibuja en su precioso rostro, jodidamente encantada de tener a uno de los asesinos más buscados de Corea justo como siempre la había querido.
Su lengua se desliza y moja sus belfos antes de que estos se acerquen todavía más al oído de Nayeon, donde sus perfectos (y algo puntiagudos) dientes se permiten morder. Siente a Im temblar luego de eso y una extraña vibra llega hasta sus pantalones.
— Eres tan patética —murmura, arrinconando a Nay todavía más contra aquel mueble—. Indefensa como un niño. ¿Acaso no eres tú eso? —chasquea la lengua, quitando de las manos de la castaña el cuchillo que llevaba y lanzándolo por la ventana—. ¿Quién mierda te dijo que podías contra mí? ¿Ah? ¿Quién te dijo que tú, una niña, una chiquilla latosa y fastidiosa, puedes contra mí? —las manos de Myoui jalan violentamente los cabellos castaños ajenos, sintiéndose superior al escuchar que un gemido se escapa detrás de aquella máscara—. ¿Acaso quieres que te enseñe quién manda? Tal parece que quieres que te diga cuál es tu posición —con pasos lentos acercándose al escritorio y aún sosteniendo las hebras contrarias, Mina continúa—. Bien, mocosa, eso es lo que haré.
Inclina a Nayeon en el escritorio, posicionándose sobre ella, impidiéndole cualquier movimiento que pueda hacer. La chica de cabellos castaños forcejea todavía más y las manos de Mina la sostienen con más rudeza, riéndose de lo débil que se muestra Im, amando cómo busca zafarse de su agarre y la manera en la que tiembla, notándose nerviosa.
Una de las manos de la mayor se dirige al pantalón contrario, divirtiéndose y echando una carcajada cuando ve que Nay se da cuenta de lo que quiere hacer; sin embargo, la cabrona no se detiene y juega con la paciencia de la conejita adentrando una de sus grandes manos en la camiseta suelta que lleva puesta.
— Puedo hacer lo que quiera contigo ahora —murmura en un tono ronco sobre el oído de la chica, subiendo su mano sobre el estómago de la pequeña y dirigiéndola a uno de los pechos de Nayeon—. Estás completamente a mi merced.
Mina mueve uno de sus dedos índice sobre el pezón izquierdo de la más pequeña, quien gime con notoriedad detrás de aquella aterradora y tierna (en opinión de Mina) máscara que lleva. Gang se ríe otra vez.
Nayeon se ve atrapada. Ella quiere creer que todo aquello no la excita, ella quiere creer que aquel trato no la pone caliente, pero es que simplemente la manera en la que Mina busca someterla a su asqueroso y caliente juego la pone tanto. Adora el mal trato, adora cuando le hablan sucio, se siente como una pequeña cabrona necesitada de atención.
Bunny se remueve y Penguin no para de tocarla, ahora amenazando con bajar el pantalón negro deportivo que la asesina tiene; Nayeon cree que es demasiado y busca la salida con golpes y movimientos desesperantes que la cansan un poco, pero que no dejan de ejecutarse por parte de la castaña.
Mina sonríe otra vez con una expresión burlona y sostiene con una de sus manos las de la molesta conejita antes de, con su mano libre, tomar el arma de tonos rosas que guarda en la parte trasera de su pantalón. Lleva aquella arma a la cabeza de la portadora de la máscara y luego habla con diversión.
— Shhhh. Estás siendo muy ruidosa, ¿no lo crees, pequeña? —la lengua de la mayor se desliza por sus tentadores labios y Nayeon traga duro, nerviosa—. Esto está cargado, y con sólo apretar el gatillo tus sesos pueden volar y la sangre puede llegar a manchar la pared. No creo que quieras ese destino, ¿verdad?
Nayeon tiembla y se ve obligada a negar a las palabras de la azabache.
Mina desliza sus manos por la pequeña cintura de la menor, luego toca su pecho, abdomen, juega levemente con los pezones ajenos y se siente jodidamente bien.
Im se siente perdida entre aquellos toques leves, por lo que no se queja y deja que la criminal detrás de ella haga lo que quiera con ella; está mal. Está malditamente mal, pero no quiere decir nada ahora, le gusta y mañana tendrá tiempo de arrepentirse.
Claro, si es que Mina no le pega un tiro primero.
Maldita seas, Nayeon. ¿En qué mierda te has metido?
Nay suspira y siente una de las grandes manos de Mina dejarse ir por su cara, directamente a la máscara que cubre el rostro de la asesina. La menor no se preocupa por esto, sabe que es linda, y siempre saca ventaja de eso para conseguir lo que desea.
Su máscara es tirada al suelo y su cuello es tomado completamente por una de las grandes manos de Myoui. Nayeon gime y se deja hacer, levantando su rostro hasta ya no poder más y tener los brillantes ojos de la azabache sobre ella.
— Pequeña conejita —en un tono dulce y burlón, Mina decide joder la paciencia de la castaña—, es tan patético que hayas venido hasta aquí a intentar enfrentarte conmigo. Es tan ridículo y estúpido, por Dios, ¿de verdad pensaste que podrías hacerlo? —Mina se acerca al oído de Nayeon, suspirando sobre este a propósito sólo para poner nerviosa a la otra—. No eres más que una chiquilla. Una molesta, lujuriosa y caliente chiquilla.
Myoui finalmente da vuelta a Nayeon y toma los cabellos de esta de manera ruda. Recibe un gemido doloroso por parte de la menor y es lo que menos puede importarle; se encima sobre ella para tirar todavía más sus cabellos y tenerla débil y sin ninguna escapatoria.
— Vas a tragar todo lo que te voy a dar. ¿Entendiste, cachorra? —el pelo de Im es tirado de nuevo. Mina la arrastra un poco más hasta ponerla de rodillas delante de ella—. Sé una buena chica para mí, Bunny.
Nayeon observa los ojos hambrientos de Mina destellar con brillos de superioridad, sus manos temblando cuando se siente tan jodidamente diminuta; traga duro y con nervios sube sus manos por las largas piernas de la mayor.
Nayeon posa sus manos sobre el cinturón que está alrededor de la cintura de Mina, desabrochándolo y dándose el lujo de hacerlo lentamente para jugar con la cordura de la criminal, aun observándola cuando los dientes de Mina muerden sus labios, ansiosa.
Cuando los pantalones y bóxer ya no son un problema, la polla de Myoui se alza delante de los ojos de Nayeon. Es largo, es grueso, palpitante y con venas que sobresalen de él, caliente y cálido, delicioso a los ojos juguetones de Nay.
Joder, sí.
Finalmente, los pomposos labios de Nayeon besan el glande, chupetones leves y chasqueos de sus labios contra la piel cálida hacen que el cuerpo de Mina se tense, sacando de los belfos contrarios suspiros de satisfacción pura.
Los dedos largos de Mina se enredan en los cabellos ajenos y los jalan con un poco de fuerza, tratando de mantenerse estable ante la placentera sensación que le recorre el cuerpo entero, llevando su cabeza hacia atrás por lo mareada que la tienen los labios de la menor, los cuales aún no han cubierto su polla como es debido.
Nayeon desliza su lengua por el largo del miembro, cazando con esta las pequeñas gotas de pre semen que se dejan caer de la punta del falo. Las atrapa y las saborea, algunos restos quedando en sus belfos rosáceos para el deleite de los ojos de Myoui.
Nayeon es descarada y finalmente toma la polla ajena con sus suaves pétalos, chupando la punta del pene y adentrando un poco de este a su estrecha, pero húmeda boca, intentando tomar todo lo que le sea posible. Lo que no alcanza a meterse sólo es acariciado por las manos de la pequeña asesina.
Mina se encuentra en un trance. La boca de Im toma tan bien su falo, bajando y subiendo levemente por él, masajeando lo que no alcanza a llenar su cavidad bucal.
Maldita niña caliente.
Se siente en el cielo cuando Nayeon gime sobre su pene, una vibración exquisita se pasea en segundos por el cuerpo delicioso de la criminal; sus manos toman los cabellos castaños ajenos y los tiran sin mucha fuerza, dejando que por sus suaves labios se deslice un gemido ronco de satisfacción notoria.
Con fuerza, la cabeza de Nayeon es deslizada hacia abajo, así logrando que la polla que atrapa su boca se permita ir más allá de sólo sus labios, tocando su garganta y provocando una leve arcada por parte de la pequeña asesina.
Nayeon gime, sintiéndose raramente bien aquella sensación. Mina se permite reír, tomando con más fuerza los cabellos ajenos.
Poco a poco el ritmo aumenta, y Myoui alza sus caderas contra la garganta de Im, más firme, más duro. El cuerpo de la asesina tiembla fuertemente, sus ojos cristalinos con lágrimas que caen a los costados de estos.
Su boca es embestida con rudeza, sus hebras son jaladas con mucha más firmeza, impidiéndole salir de aquella situación, obligándola a soportar aquella sensación y haciendo que se pierdan por completo cada uno de sus sentidos.
Nayeon ahora ya no piensa.
Nayeon ya no es ruda.
Nayeon sólo recibirá órdenes.
Nayeon sólo seguirá las órdenes.
Nayeon es una maldita muñeca, y Mina es quien jugará con ella como tanto le plazca.
— Mírate... —la de hebras azabaches moja sus labios, apretando un poco más los cabellos castaños ajenos. Su cadera se mece poco a poco, su polla se desliza lentamente por aquella estrecha garganta, causando escalofríos en su cuerpo— Eres la mocosa más desastrosa del mundo —Nayeon gime, sus ojos se cierran con lágrimas que se deslizan por sus calientes mejillas, sus belfos, rosas, brillantes y llenos de saliva, todavía rodean la punta de aquel falo—. Bah. ¿Esta eres tú?
— M-Mgghh... —escapa de Nayeon, apenas pudiendo gemir por lo levemente asfixiada que lo tiene la polla que está metida en su boca—. M-Mgghh... ¡Mgh! —sus ojos por fin se abren para mirar a Mina con sus orbes totalmente cristalizados.
— Qué patética —Myoui por fin decide que es suficiente, quitando su falo de la boca contraria. Sin embargo, sus manos aún se encargan de tirar fuertemente el cabello de Nayeon—. Toda hecha un desastre. Te ves tan mal, cachorra.
El rostro de Mina vuelve a acercarse al de Im. Una sonrisa burlesca en sus labios rosados, sus ojos mirando con superioridad a la mocosa destruida arrodillada delante de ella.
— Pequeña conejita, voy a follarte tan bien.
━━━ 🎀 ━━━
Las piernas de la pequeña conejita se enredan alrededor de las caderas de Mina, las manos contrarias pronto ejercen fuerza sobre los hombros de la de cabellos azabaches y el cuerpo de Im se mueve con desesperación.
No hay lugar para el cansancio ahora. No cuando Nayeon gime firmemente frente a ella, temblando, completamente débil, tan dócil a sus órdenes, obediente como un buen cachorro.
Mina estaba segura de que se estaba poniendo dura de nuevo, incluso aún estando dentro de la mocosa, sentía que todo el cuerpo le ardía y las ansias por follar y probar cada vez más de Nayeon parecían no tener fin.
Myoui se volvía adicta, poco a poco más insaciable.
El cuerpo tembloroso de Im se aferra al suyo mientras las caderas de Myoui se mecen en un ritmo rápido y profundo, la punta de su polla aplastando la pequeña bolita de nervios dentro de la asesina, totalmente ruda y desordenada.
Nayeon comienza a perder el aire y la cabeza le da vueltas, envuelta en el remolino de emociones que tiene en ese momento, cuando el falo de Mina entra y sale de ella, jodiendo su cordura, encargándose totalmente de volverla un desastre.
Es inevitable que un grito se escape de ella cuando Mina aplasta con fervor su punto g, destruyéndola totalmente, haciendo explotar su boca en un sollozo lastimero, pero jodidamente delicioso, que enloquece las ganas de Mina de seguir arremetiendo contra su sensible cuerpo.
Los ojos de Nayeon están llenos de lágrimas, sus manos se sostienen a los hombros de la otra duramente y, con toda la fuerza que tiene -que, vaya, no es mucha-, se dedica a llevar su anatomía mucho más allá de aquel gran falo que se adentra en ella, buscando sentir más de ella.
Mina sostiene sus caderas firmemente y por impulso su rostro se acerca al otro, que está totalmente teñido de rojo. Sus labios, finos y calientes, atrapan los de Im en un beso que lleva saliva, lenguas y suspiros entrecortados por parte de las dos.
Mina se estaba volviendo loca.
Nayeon no puede asimilarlo y, sin pensarlo dos veces, por la calentura y la necesidad de ese momento, corresponde sin rechistar. Sus dedos, temblorosos, toman los cabellos azabaches de la mayor que la folla sin remordimiento, obligando a la otra a intensificar el tacto entre sus labios, metiendo lenguas y saliva de por medio.
El escritorio hace ruido, las piernas de la menor son separadas y la polla de la chica de cabellos azabaches logra abrirse más paso a su estrecho ducto, rompiendo todo allí, tocando lugares que Nayeon nunca había sido capaz de experimentar, aun si antes de toda esta mierda había follado con algún compañero de su clase.
Se sentía tan jodidamente bien.
Quería sentirse así siempre.
Quería que esa sensación no se fuera nunca.
Quería sentirla todo el tiempo, quería...
Quería que se la follen así siempre.
— ¡Y-Yo– ¡A-Ah! —espasmos y espasmos, temblores y temblores, tartamudeos y tartamudeos. El cuerpo de Im estaba tan jodido que no podía controlar ninguna parte de ella—. ¡D-Demasia– ¡Ah! ¡D-Demasiado, demasiado...! ¡M-Mucho! ¡Y-Yo no creo– ¡M-Mommy! —oh.
Oh...
Eso había sido... Eso le había gustado.
Mucho. Demasiado.
— Otra vez —pidió entre suspiros, su voz entrecortada y ronca y sus cabellos sudados. Sus manos a cada lado de las piernas de la menor, empujando sus caderas más allá del cuerpo ajeno—. Llámame así otra vez, bastarda.
Nayeon sintió su rostro arder como nunca antes.
Aquello se había escuchado tan bien... Tan malditamente caliente y excitante. Tan jodidamente adictivo y seguramente repetitivo para su perversa mente.
Su voz se entrecortó y no se tragó un gemido agudo cuando la punta del falo de Myoui golpeó tan repentina y deliciosamente su punto dulce, por momentos su vista se nubló, el cuerpo le tembló más de lo usual, sus ojos en blanco y su lengua se dejó salir de entre sus labios rojizos.
Mina se encontró a sí misma observando aquella actitud, siendo esta la clave para ser mucho más ruda con el cuerpo frágil de la menor, sosteniendo las caderas de esta con tanta fuerza que sus dedos se marcaron hermosamente sobre la piel blanca y suave de la chica.
Im no podía ver absolutamente nada, sus ojos se cerraban con tanta fuerza y desorden cada vez que se animaba a abrirlos siquiera un poco. Su rostro ardía como el infierno y para colmo no podía controlar sus ansias de más, llevando su cadera de atrás hacia adelante con frenesí, buscando más.
La de cabellos negros la observa por unos minutos antes de enredar su lengua otra vez con la de la contraria, chupando de más el belfo inferior, tomando con ahínco aquello que se le hacía tan apetecible en ese momento. Tal vez era demasiado posesiva allí, en ese instante, o tal vez se volvería adicta, o le gustaba en demasía, pero eso no era algo que le preocupara. No ahora.
Nayeon comienza a sollozar cuando su cuerpo es golpeado con tanta fuerza, cansada y agotada, lo suficientemente destrozada como para rogar por piedad a su débil cuerpo, pero no tiene ni la voz ni la fuerza para pedir por aquello que desea. Incluso podía decir que, a pesar de doler, era un dolor que sin dudas era exquisito.
Nadie la había jodido de aquella manera antes, su anatomía nunca había dolido tanto, su cabeza no había llegado a ese punto en el que no sabe en dónde se encuentra ni tampoco había delirado hasta el punto en el que su boca suelta balbuceos por sí sola, sin el más mínimo control suyo.
No había experimentado algo así, claro que no.
— O-Oh, Dios... Y-Yo– n-no voy... —apenas dice, perdida, su cabeza dando vueltas y ella sin poder controlarse a sí misma.
Mina se acerca con burla hacia ella, levantando las piernas de la "aterrador" conejita debajo suya, acariciando los muslos de esta a su antojo, apretándolos mientras las coloca sobre sus propios hombros. Gang sonríe, observando burlesca los ojos destellantes de la más pequeña.
Nayeon siente vergüenza y en un intento de alzar su voz, sus caderas se mueven sin algún aviso. La polla de Mina se entierra rudamente en su punto, lo que la hace temblar y gemir más alto de lo que espera, alterando su respiración más si es posible.
Mina ocupa sus dedos para jugar con el clítoris de la asesina, su dedo pulgar posándose sobre la punta de este, presionando allí con firmeza. Siente las piernas de Nayeon retorcerse sobre sus hombros, temblando mientras la respiración de la otra se va y vuelve con pesadez.
— ¡E-Espera– ¡No! —ruega, buscando algún lugar en el escritorio para sostenerse. Sus manos no encuentran absolutamente nada, y Nayeon lanza un gemido lastimero bastante alto— ¡Qui-Quiero– ¡Lo necesito...! —habla entre bocanadas de aire, temblando cuando la otra parece hacer oídos sordos a sus pedidos— ¡Qui-Quiero correrme...! ¡U-Ughh...! —tiembla, buscando alejarse.
Su única respuesta son embestidas con más velocidad, ahora el falo de Mina buscando aplastar con toda destreza su punto, sus brazos abrazando las piernas de Nayeon para sostenerse y así poder golpear su punto dulce con facilidad.
Nayeon siente que no puede más, trata de llamar la atención de su acompañante aparentemente sorda, pero es inútil, nada parece funcionar, y la de cabellos castaños comienza a creer que hizo mal en entrar a ese jodido lugar.
Mina la observa con una de sus cejas levantadas, como riéndose de ella, pues sostiene todavía su maldita sonrisa fanfarrona. Sabe que la está jodiendo de la mejor manera, sabe que está causando todo lo que los demás no pudieron en el cuerpo de Nayeon, sabe que la está haciendo sentir tan extasiada al punto en el que nada parece ser real.
Myoui la mira, sus ojos captando cada una de las expresiones de la linda coneja allí arriba, mostrando en ella tanto placer y gozo que Mina puede asegurar que no será la última vez que se encuentre con esta pequeña y rebelde chica. Claramente, ella se encargaría de que no sea la última.
Una de sus manos, ansiosa, grande y de un buen largo, se cierra al rededor del cuello ajeno, en el que yacen marcas de colores violáceos, como también de colores rojo intensos. Mina está segura de que hay que dejar más, y no se detiene cuando sus dientes ansiosos se clavan en la piel pálida y suave, sin ningún indicio de querer dejarla ir.
Aprieta el cuello ajeno y va más rápido, su lengua se pasea por el cuello de la pequeña asesina, sus caderas se alzan para demoler su coño un poco más, la mano que sostiene el falo de Im intensifica más su agarre y un sollozo se desliza por los maltratados y rojos labios de la castaña.
— ¡P-Por favor! ¡M-Mommy! ¡Dé-Déjame...! —pide desesperadamente, su cuerpo teniendo espasmos sin fin. Nayeon estaba tan jodida que no podía razonar nada.
Mina no piensa parar hasta que a esa linda y vulgar chica se le quede grabado en la cabeza, lo tan equivocada estaba al meterse con ella.
Follaría tan bien a esa conejita, que ninguna otra polla podrá reemplazar la de ella.
Iba a follar tan bien a esa mocosa, que lo único que querrá será la polla de Penguin Gang dentro de ella todo el jodido tiempo.
❝ Maldita chiquilla, detrás de esa máscara sólo eres una mocosa cachonda que ama que se la follen bien. ❞
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