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capítulo 4: " En el atasco de tráfico con el chico de los ojos azules"

Daniel se levantó bien temprano, esa mañana tenían entrenamiento a las 7:30 a.m. en el estadio local y para ahorrarse compliques —como que no estuvieran despiertos, que no llegaran a tiempos y demás— el bus del equipo pasaría por ellos a sus hogares a una hora señalada. Cuando Daniel se montó al bus eran las 6:00 a.m. y al montarse notó que la mayoría de sus compañeros de equipo dormían plácidamente. Era extraño verlos dormir cuando debería estar activos porque iba a entrenar, y se supone que normalmente a esa hora ellos deberían estar en entrenamientos o en el gimnasio o corriendo o en fin haciendo alguna actividad física, pero el entrenador se las pasaba por 2 razones:

1) venían de una temporada realmente larga, entre los partidos eliminatorios del mundial y los partidos de la liga casi no habían podido descansar. Y

2) eran las 6:00 a.m. y hasta el mismo coach tenía sueño.

Los que iban llegando se iban montando y se iban acomodando en sus respectivos puestos. Lukas se montó a las 6:15 A.m. y tras saludarlo, cerró los ojos intentando recuperar el sueño que perdió entre la noche anterior por buscar el perfil de carolina en redes sociales y la madrugada que se pegó para estar listo para cuando pasaran por él.

A las 6:30 A.m. el bus estaba en camino al estadio pues ya no faltaba ningún jugador. A Daniel le pareció raro que Lukas no le dijera nada de sus investigaciones sobre Carolina, pero supuso que estaba muerto del sueño y por eso no habló. A él le dolía la cabeza, tenía algo parecido a la resaca pero un poco más fuerte, ya le pediría al médico del equipo algo para él dolor.

Eran las 6: 40 A.M. cuando se volvieron a atascar en el tráfico. ¡DIOS! En serio que Daniel odiaba el tráfico de esa bendita ciudad. Tuvo una especie de Deja vú con el día anterior, todos dormían mientras el observaba el inmovible atasco.

Miro por la ventana buscando un auto en particular, una camioneta Audi Q7 blanca, pero no vio nada. Corrió la ventada de nuevo e intento escuchar música mientras esperaba. Pero estaba ansioso y no escuchaba lo que cantaban realmente.

A las 6:45 A.M. volvió a mirar por la ventana y la vio, allí al lado de la intercesión derecha de la avenida, la camioneta Audi Q7 blanca, intentaba colarse en la fila del atasco, la chica maniobró hasta que lo logró. Su carril avanzó unos metros y quedó más cerca de la chica.

Esta vez, lejos de parecer cansada o feliz como el día anterior, se notaba era estresada y un poco adormilada, se estaba pintando los ojos mientras se veían el espejo retrovisor del carro, luego se aplicó labial y se colocó un arete.

Y bostezo, sí, ella como todos los demás mortales a las 6:45 A.M. muere de sueño.

Algo en su gesto le parecía tierno y hermoso, y eso no le gustaba. Ella era la chica de su amigo, bueno no era su chica realmente porque apenas se acaban de conocer, pero él sabía que lo seria algún día. Volteó a ver Lukas quien dormía plácidamente en la silla del bus y se acordó de la condición de la chica: 1 realidad, 2 casualidades y 3 destino. Él la había visto 3 veces en 2 días. ¿Era eso destino? No lo sabía.

Se debatió unos instantes entre despertar a Lukas para que la viera o no hacerlo, pero al final fiel a su palabra optó por despertarlo. Había prometido que lo ayudaría y eso haría. Por Lukas y por él mismo.

—Schütz despierta. — lo haló del brazo.

Y Lukas se removió incómodo.

—Déjame Dormir Daniel, tengo sueño y es temprano.

Él sonrió. —Despierta Schütz, mira que...

Lukas lo interrumpió de nuevo aun con los ojos cerrados. — ¿ya llegamos al estadio?

—NO, nada de eso.

—Entonces déjame dormir. —sentenció mientras se acomodaba en su silla.

—Lukas, ¿recuerdas que debes ver a Carolina 3 veces antes de que acepte cenar contigo?

—Ujum. —Murmuró Lukas, semi dormido.

—Pues mira que aquí está tu oportunidad de verla por segunda vez. —y De un salto Lukas se despertó con sus ojos bien abiertos. —Ahí está, (señaló su carro) está en su auto en el atasco del tráfico.

***

Aunque amaba su trabajo, de verdad que sí, pero odiaba madrugar. De hecho aún no conocía a la primera persona que lo amara. Y a ella en especial sí que le costaba, por eso había comprado un sistema de despertador activado con voz, que la obligaba a decir las palabras mágicas: "amo madrugar" antes de desconectarse, que era sensible a los siempre pedidos 5 minutos más y que sonaba tan fuerte como cualquier explosión nuclear. Idea de su hermana.

Normalmente en las mañanas iba al gimnasio del edificio y luego se alistaba a toda prisa y se iba a su trabajo, pero esta mañana no fue así, había quedado tan cansada del día anterior que no había sido capaz de ir al gimnasio, apenas y había tenido tiempo de levantarse, arreglarse y marcharse, dejándole a Elisa –la señora española que se encargaba de la limpieza de su apartamento- una nota donde le informaba que como siempre no llegaría a lmorzar y que no se preocupara por dejarle cena hecha, que ya comería pizza por ahí.

En fin, aún tenía 30 minutos más o menos para llegar a su trabajo. Y estaba segura de que sería un día agotador como todos los de esa semana, la buena noticia era que por fin era viernes, lo que significaba que no tenía que madrugar al día siguiente, con eso en mente sonrió feliz y realizada.

—Buenos días, señorita Peitz.

Ella creyó esta alucinando, no, no podía ser cierto, seguro aún seguía dormida. Pero miro hacia sus pies y notó que la sandalia color camel que traía le molestaba su dedo pequeño y esa pequeña molestia le indicaba que era verdad.

Así que se atrevió a alzar su vista y ahí estaba él, sonriendo con una sonrisa rompe barreras, propias de cualquier comercial.

—Que hermosa casualidad, carolina. — al ver que ella no reaccionaba volvió a sonreír y afirmó. —Es la segunda vez que te veo, estoy a una sola de ir a cenar contigo.

Increíble, no lo podía creer realmente tenía frente a sus ojos a Lukas Schütz. Intentaba asimilar lo que le decía, mientras pasaba sus ojos azules por él. ¿Cómo era posible que se volvieran a encontrar, si la capital era bien grande? ¿La estaría siguiendo acaso?, jadeó consternada, mientras miraba su atuendo, Estaba usando un conjunto deportivo azul oscuro con unos zapatos de hacer deporte y una chaqueta con capucha que le cubría el cabello. Y entones lo entendió, él iba a algún entrenamiento y realmente fue casualidad que se cruzaran, él no la seguí sencillamente coincidieron en un mismo lugar un mismo momento. Entendiendo la situación sonrió y reacomodó su falda beis.

—Buenos días, señor Schütz.-sonrió. — sí que es una verdadera casualidad verlo aquí frente a mi auto en la mitad de un atasco de tráfico a las 6:48 a.m. ¿Cómo amaneció hoy?

Él sonrió ante su respuesta, en serio, en serio que esa mujer le gustaba mucho.

—La verdad mi mañana acaba de mejor cuando desde el bus la vi aquí.

—¿Bus? —preguntó ella perdida.

Él señalo detrás, y en efecto ahí estaba el bus del equipo. ¿Siempre había estado ahí? ¿Cómo es que no lo notó?, efectos del sueño. No notó al gran bus Blanco con el logan del equipo allí detrás.

—¿Van de viaje? —curioseo ella.

—NO, solo vamos a entrenar en el estadio, en dos día tenemos un partido.

—Lo sé. —afirmo ella, como si fuera la cosa más obvia del mundo, como si ese fuera un dato de conocimiento popular. Lo era.

Ella no se dio cuenta que hizo obvia su afición por el fútbol, pero él sí lo hizo y por eso sonrío.

—¿Irás al partido el domingo?

—No, no puedo.

—¿Por qué? Pregunto él.

—Tengo que estudiar, el lunes tengo mi examen final del semestre y no me puedo entretener con un partido de fútbol.

—¿Estudias en la Universidad?-preguntó él feliz de poder averiguar algo.

—Si. —respondió un poco tímida, ella sabía que a los futbolistas como él le gusta eram las modelos o las actrices, no las chicas que estudiaban en Universidades.

—¿Qué estudias? —preguntó curioso.

Ella quiso mentir, pensó en decirle que modelaje o actuación, pero al final optó por decirle la verdad, no es como si ellos tuvieran futuro alguno.

—Hago un posgrado, específicamente un magister en literatura universal.

—¡Wow! ¿Magister? Ósea que ya eres graduada en algo. ¿Profesora quizás?

—Eso mismo.

Él sonrío, así que era una profesora, por eso tenía esa aura de responsabilidad, conocimiento y autoridad. Y entonces lo entendió, entendió perfectamente porque no logro encontrar su perfil en redes sociales por mucho que lo buscó, comprendió que tenía un perfil privado, uno que no pudieran localizar sus alumnos. Y eso le causó gracia.

¿Él se estaba burlando de ella? Abrió la boca para preguntarle ¿Por qué se reía? Pero entonces él habló primero.

—Es interesante y refrescante a la vez, conocer a una chica estudiada.-reflexionó más para sí mismo.- me gusta, si me gusta que la chica que elegí sea inteligente.

Ella estaba en shock ¿él había dicho realmente lo que ella había escuchado? Se aliso de nuevo su falda beis y se ajustó el delgado cinturón café. Y abrió su boca para responderle, pero el grito de un hombre la hizo silenciar.

—Lukas ¿Qué rayos haces ahí?

Él aludido miro hacia al bus y vio al entrenador con una cara de confusión marcada en su rostro y vio a sus demás compañeros asomados por las ventanas. ¡Si serán, una panda de chismosos!

—Voy coach, deme un minuto.

—Muévete, el bus se mueve y ese carril también, no quieras formar un espectáculo a estas horas de la mañana.

—Ya voy. — grito de vuelta hacia el entrenador, luego clavó sus perfectos ojos azules en el rostro de Carolina. — Bueno ese es mi aviso, tengo que irme ya, ¿me das tu número?

Ella se sonrojo un poco, él había salido del bus de entrenamiento solo para hablar con ella, arriesgándose a que alguien lo reconociera y entonces se formara un espectáculo, eso era algo muy muy lindo, pero no, no se merecía su número de celular, no aun. Intentaba convencerse a sí misma que no volvería ver al jugador.

Sonriendo le respondió. —No, aun no lo merece señor Schütz, lo siento.

—Diablos. —Exclamó sonriendo mientras fingía que le dolía su negativa.- supuse que dirías eso, así que préstame tu celular.

—¿Disculpa?

—Préstame tu celular, rápido que me tengo que ir.

Ella lo buscó en su bolso camel, hasta que dio con él.

—Aquí está. — se lo pasó desbloqueado, no entendía para que rayos quería el su celular.

El digito rápidamente su número y lo guardó en su libreta, intento marcar al de él, pero a la llamada no le salió. Lastima.

—Aquí está. — él le tendió el celular de vuelta, se inclinó hacia adelante y besó su mejilla.- te ves asombrosa con ese color, esa blusa te queda hermosa, espero volver a verte muy pronto, muero por ir a cenar contigo.

Y dicho eso sonrío y regresó trotando al bus, donde el entrenador lo regañó por su imprudencia, pero que importa, había valido la pena.

Ella aún estaba en shock, ¿él, Lukas Schütz le había dicho a ella Carolina Peitz que se veía hermosa? ¿Qué ese color le quedaba asombroso? Solo era su blusa coral, a partir de ahora, esa sería su blusa favorita; es que ¡Dios mío! Eso era alucinante, un hombre tan físicamente hablando –perfecto- le había dicho a ella que se veía H-E-R-M-O-S-A. Miró su celular con sus manos temblorosas y vio que él había guardo su número (el de él) bajo el nombre: "Mi amado esposo, el padre de mis hijos".

Y entonces no pudo evitar la enorme sonrisa que se pegó en su rostro al leer eso, sonrisa que la acompañó por el resto del día.

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