Capítulo 31: "El chico correcto, el príncipe en el tono exacto de azul"
A las mujeres se nos enseña desde muy pequeñas a creer en el príncipe azul.
Nos dicen que el príncipe azul es aquel noble, valiente, apuesto y acaudalado caballero que sería capaz de hacer cualquier cosa por nosotras, nos lo enseñan con tanta convicción que pocas veces cuestionamos esa enseñanza. Casi pareciera que nos es imposible imaginarnos nuestra vida sin un príncipe azul, ¿pero por qué azul? ¿Por qué no blanco o negro? ¿Por qué no rojo o fucsia? ¿Por qué azul?, sencillamente porque alguien hace mucho tiempo lo decidió así.
Pero al parecer, olvidaron un pequeño detalle, el azul al ser un color primario, tiene una gama bastante amplia de donde elegir: Azul acero, Azul aciano, Azul acuático, Azul aguamarina, Azul arándano, Azul bebé, Azul Caribe, Azul celeste, Azul chillón, Azul cobalto, Azul cosmos, Azul de China, Azul de medianoche, Azul de París, Azul de ultramar, Azul Disney, Azul egipcio, Azul eléctrico, Azul esmeralda, Azul Europa, Azul grisáceo, Azul hielo, Azul laguna, Azul lila, Azul marino, Azul mate, Azul medio, Azul neón, Azul nocturno, Azul nomeolvides, Azul turquí, y un muy muy largo Etcétera.
Entre tantas tonalidades de azul ¿Cómo se supone que vamos a saber cuál es el del dichoso "príncipe azul"? alguien diría que es cuestión de gustos, pero si lo piensas bien, no es tan así o sea, ¿Por qué habría de ser cuestión de gusto, si desde siempre nos han dado un modelo exacto de lo que debemos esperar? ¡No tiene lógica!
Mejor seamos daltónicas, o no mejor no. Si Carolina tuviera que elegir un tono de Azul para Carlos, hubiera dicho que él era como aquel bonito Azul neón (siempre lindo, impresionante e inolvidable), y si tuviera que escoger un tono para Luk, diría que él era más como un mágico Azul Cosmos (Imprevisible, Irreal y siempre sorprendente), Por lo visto ninguno de los dos tenía el tono correcto de azul, como para ser "un príncipe azul"
Pero entonces estaba Daniel, un chico muy distinto a todos los hombres con los que ella había tratado, Daniel era un hombre apuesto, eso no se lo podía negar, pero era de un carácter más bien pacifico, conciliador, risueño, confiable. Se trataba de un hombre encantador, pero no por eso era perfecto, sabía que cuando quería Daniel podía causarle realmente miedo, que cuando caía en algo lo hacía en exceso y que en un momento de su vida él era el tipo del hombre del que huiría.
Pero ahora las cosas habían cambiado.
Cuando Carolina escuchó la confesión que Daniel le hizo en la fuente de Neptuno, casi pudo jurar que vio a aquella imponente estatua del dios de la mitología romana, abrir su boca sorprendido.
Y es que ella misma lo estaba, ni en un millón de año se hubiera imaginado que Daniel se sentía así por ella, o quizás siempre lo supo en el fondo de su corazón, pero su amor por Lukas bloqueaba aquellas señales.
Pero ahora que Lukas no estaba, su corazón y su mente podían recibir aquellas señales, y de repente y como suele pasar, la memoria de Carolina reprodujo la conversación que habían tenido la noche antes de iniciar su viaje con Lukas, en aquella oportunidad, Daniel le había dicho que la quería, le dijo que le gustaba mucho y le contó que él la había visto primero las 3 veces que el destino pedía, pero ella lo ignoró, se trataban de las palabras de un borracho. Pero ahora un par de años después, descubrió que no era así, que Daniel lo decía en serio.
Daniel la quería. Pero y ¿ella? ¿Qué sentía ella por él? ¿Podría "sin mirar atrás, borrando memoria, hacer historia"? Se sentó en la base de la fuente y cerró los ojos.
—¿Cuándo paso esto? —preguntó muy calmada.
—¿Paso qué? ¿Qué me gustaras, que te quisiera? —ella asintió y él sonrió.-Ya te dije que fue desde que te vi por primera vez, pero en ese entonces tú no me viste a mí, ibas muy concentrada en tus papeles y exámenes, así que no me notaste.
Ella asintió suavemente. — ¿Lukas lo sabe?
—Se lo hice saber cuándo te marchaste.
—¿Por qué yo, Dani? ¿Por qué?
¿Qué porque ella? ¿Acaso era ciega? Daniel ni siquiera dudo al momento de responder aquella pregunta. —Porque eres lo que yo siempre he buscado. Siempre nos sacas adelante, porque eres única en tu especie, siempre haces lo que tienes que hacer, eres como un ángel vestido en una armadura de guerrera. Y sé que ahora tienes miedo, porque llevas 2 desilusiones a cuestas, por eso no te voy a prometer lo que ellos te prometieron, yo hoy sí tú me aceptas me voy a prometerme a mí mismo y al Dios de los cielos, que si por alguna razón, yo termino haciendo lo que ellos, será entonces mejor estar muerto a causarte tal dolor.
Ella cerró sus ojos y asintió. Sabía que Daniel, el rubio de ojos azules que estaba sentado junto a ella en la estatua del gran Neptuno, no le mentía que el habla con toda su alma y corazón, en aquel instante tuvo la absoluta certeza de que había hallado a su tan ansiado príncipe azul, Daniel era el chico correcto, el príncipe en el tono exacto de azul, sabía que las cosas no iban a hacer fáciles, pero era plenamente consciente que las cosas con él resultarían, y que el resultado sería sorprendente.
—Acepto. —dijo claro y fuerte, y allí en medio de ese parque, Daniel y Carolina, se dieron el primero de muchos besos que habrían de compartir, quizás ahora las cosas no estaban bien, pero por fin había llegado el momento de que ellos disfrutaran de su "y vivieron felices para siempre", porque la vida ya se los había quitado todo, pero ellos tercos como todos los seres humanos, habían vuelto a iniciar, ahora juntos, el rompecabezas iba a encajar y la vida se los iba a permitir, o eso pensaban ellos, felices solo a medias.
***
Está ansioso por verla de nuevo, habían pasado 5 años desde que la había visto de cerca, desde que habían respirado el mismo aire, quizás por eso estaba nervioso.
5 años sin ella, habían resultado tan tortuosos. Pero ahora, contra todo pronóstico, ella estaba allí había venido de Dios sabe dónde, única y exclusivamente a verlo. Había dicho que no volvería con él, pero que estuviera ahí era una buena señal, él podía reconquistarla, podía enamorarla de nuevo y pasar junto a ella todos los días de su vida tratando de expiar sus errores.
Pero la vida le tenía deparada una sorpresa.
Era bastante tarde para cuando Carolina y Daniel entraron a la habitación a la que habían trasladado a Lukas, él estaba de espalda, recostado en la cama.
—Lukas. —llamó Carolina.
Lukas se volteó en la cama y lo que vio le robó el aliento.
De pequeño Lukas había sufrido una caída monumental, mientras patinaba sobre hielo, en aquel entonces se había partido 2 costillas, se había fracturado la pierna y tenía una pequeña contusión en la cabeza. Cuando llegó a la clínica, sentía que se desmayaba literalmente del dolor y finalmente lo hizo.
En aquella oportunidad, le dolía todo...esta vez el dolor que sentía cuando miró las manos entrelazadas de Carolina y Daniel era mil veces peor que aquel dolor. De repente comprendió que la había perdido, y lo más probable era que la hubiera perdido para siempre.
—Caro—logró susurrar entre las brumas del dolor, inmenso que sentía al quedarse sin ella.
Carolina sonrió, estaba distinto y a la vez tan igual que no se supo explicar.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó sin acercarse y sin soltar la mano de Daniel.
—Me duele mucho la cabeza y la garganta... —bajo la mirada. — tengo hambre.
—¿Cuando no?-dijo Daniel.
—Estas muy distinta, ahora eres pelinegra. —la miro fijamente, la miro tratando de grabarse su imagen en la memoria de forma permanente y definitiva. — te eche mucho de menos, ¡Dios! No pasó un solo día en el que no desee tenerte conmigo. —extendió su mano derecha a ella.
Pero ella no la tomó. E ignorando lo que él dijo (haciendo exactamente lo que él estaba haciendo en esos momentos, ignorando las manos entrelazadas de ellos) —Lo siento Luk, ya no puedo hacer eso...
—No quiero escucharlo, no ahora. —cortó a Carolina mientras hablaba. —déjame recuperarme un poco, solo dame un abrazo y prometo que luego escuchare todo lo que tengan que decir.
Dudando y un poco titubeante se acercó a él y lo envolvió en un fuerte abrazo, en los brazos de Carolina, Lukas sintió que todo estaba bien de nuevo y una paz más allá de lo normal invadió su mundo, la paz que se había ido con ella cuando se fue, estaba de vuelta, aunque él sabía que era relativa.
***
—Pensé que no te vería más nunca en la vida. —dijo en un susurro. —supuse que el último correo que intercambiamos fue nuestro absoluto y definitivo final, no imagine verte aquí. ¿Por qué volviste?
—Me sentí culpable por lo que pasó, mi conciencia me acusaba de lo que te estaba pasando así que decidí venir.
—Te extrañe cada uno de los días que estuve sin ti, los primeros días, pensé que volverías, pero cuando descubrí que no lo harías me llené de rabia, estaba furioso, furioso conmigo, con el mundo, contigo, furioso con todo y con todos. Y desapareciste. Y ya no te pude encontrar y yo estaba como ido, estaba hueco y sin ti ya no era yo. —suspiró. — ¿Qué nos pasó? ¿Cómo es que no pude amarte lo suficiente como para serte fiel? Y ¿Cómo fue que no pudiste amarme lo suficiente para darme una segunda oportunidad?
—Eso me pregunte yo al menos durante los primeros 2 años que estuve allá.
—¿Dónde estabas?
—No te lo diré.
—Lo entiendo. —sonrió contristado. — ¿sabes? Cuando te chocaste conmigo en aquel restaurante supe al instante que algo en mi vida iba a cambiar después de eso y no me equivoque...
—Yo te amé. —lo interrumpió ella, con una pequeña lagrima, que rebelde se escapó de sus ojos. —Te adoré, eras la persona más importante en mi universo y me imaginaba viviendo junto a ti, por el resto de mi vida. —suspiró. — no era tan estúpida como para suponer que no tendríamos problemas, porque los problemas son inevitables, pero estaba convencida que nuestro amor podía superar todos esos problemas y hacernos a nosotros una pareja feliz y duradera. Pero inevitablemente algo cambio en mí el día que me dijiste lo de tu infidelidad, nunca entendí como fue que pasó eso, pero con el tiempo, terminé por darte la razón y comprendí que fue accidental, que en el fondo no querías herirme, pero aunque mi conciencia lo entendió, mi corazón cruel y testarudo no lo hizo y no lo ha hecho y no sé si algún día lo hará. Tenía miedo de que me volvieran a romper el corazón, pero creí en ti, porque vi en tus ojos el brillo de la felicidad y ciega de amor, creí en ti. Nunca en mi vida podré odiarte u olvidarme de tu presencia, me recogiste destrozada y rota, pero me devolviste completa y reparada...aunque claro esta me volviste a destruir antes de dejarme.
—No me lo perdonaras jamás ¿cierto?
—No tengo nada que perdonarte. —sonrió, justo antes de darle un sorbo a su Coca-Cola. —Fue un accidente, pero la confianza, esa si no puedo devolvértela Luk, porque esa es como un recurso primario, una vez perdido, acabado, no hay forma de volverlo a recuperar.
—Entonces ¿este es nuestro fin? —los ojos azules de Luk chispeaban con dolor y desconsuelo.
—Es nuestro adiós. —concedió Carolina.
Él negó con la cabeza. —NO, adiós no. Decir adiós significa no volvernos a ver jamás y esta despedida es solo por esta vida, en nuestra próxima vida, me asegurare de encontrarte primero y de amarte más, en 300 años cuando se me dé la oportunidad de corregir esta historia, te juro que lo hare muchísimo mejor, será tan perfecta que ninguna de tus vidas será como la que tendremos en 300 años.
Ella sonrió melancólica, de repente sentado frente a frente en la cafetería donde habían pasado buenos momentos, ellos le ponían fin a su mágica historia de amor, de pronto comprendió que su historia de amor era como las historias de amor de siglos anteriores, reales, duraderas y tormentosas, a menudo con finales desastrosos. Ya no lo amaba -al menos no como hombre- era cierto, pero cuanto lo había amado y esperaba que quizás, si el karma, el destino o lo que fuera se los permitiera, pretendía que en 300 años su historia fuera como Luk le había prometido.
Al levantarse de la mesa, ella le tendió la mano, allí en ese lugar, en medio de la ciudad que vio nacer y desarrollar su amor, justamente allí, ellos estaban terminándolo o al menos por esta vida, pues no había forma de que en el futuro, en sus próximas vidas sus caminos no volvieran a encontrarse.
—Me marcho. —dijo ella.
—Te dejo marchar. —concordó él. —¡hasta nuestra próxima vida, hermosa!
Y Justamente allí empezó lo que terminaba.
***
Un mes y medio después, la vida de todos había vuelto paulatinamente a la normalidad, Carolina había vuelto a chile para resolver los pendientes que tenía en el país suramericano antes de volar a la península ibérica a acompañar a su novio.
Luk se recuperaba casi que del todo de su hipotermia y lentamente integraba a su vida, el hecho de que su ex prometida y el eterno amor de su vida, era ahora la novia del que siempre ha sido su mejor amigo, su hermano. Todo resultaba realmente bizarro. Quizás él nunca lo hubiese imaginado y le tomó muchísimo tiempo aceptarlo, pero sin duda alguna la conversación que había sostenido con Daniel, lo había hecho ver cosas que él había ignorado.
Había cosas que sencillamente tenían que ser como eran y no había forma de no aceptarlas y así se lo hizo entender Daniel a Lukas en el "Neptuno bar-restaurant".
—¿Cómo fue que te enamoraste de ella? — le preguntó serio a Daniel.
—Es realmente difícil de explicar, supongo que fue solo ella.
—¿Nunca hubieses hecho o dicho nada si ella y yo nos hubiésemos casados?
—Nunca. Eres mi amigo, mi hermano Lukas. Yo nunca te haría algo así.
—Entonces ¿Cómo es que ahora si puedes?
—Las cosas han cambiado ahora, Luk. Yo había decidido que estaba bien con que ustedes se casaran, porque tú la ambas, porque tú darías tu vida por ella y viceversa, pero cuando me entere de lo que habías hecho, me dije a mi mismo que no tenía por qué contenerme de hacer lo que quería, que si tú tuviste tu oportunidad ¿Por qué yo no habría de tener la mía?
—Sabes que aun la amo, ¿cierto?
—Lo sé. —contestó tranquilo Daniel. —pero ella ya no te ama o al menos no como lo hizo en otro tiempo. —tras una pausa, levanto sus ojos y mirándolo fijamente le pregunto— ¿Luk, recuerdas por qué somos amigos?
Luk lo miró. ¿Qué porque eran amigos? Sinceramente ya no lo recordaba, desde que él era él, ellos siempre habían sido amigos, habían pasado por tantas cosas juntos que él ya había olvidado el porqué.
—No lo sé. —contestó sinceramente al final— somos amigos desde que puedo recordarlo, has estado en mi vida por tanto tiempo que no recuerdo nada más.
—Así es. Desde chicos aprendimos a querernos como hermanos, fueron muchos y muchos momentos los que tuvimos que vivir juntos. Muchas cosas han cambiado desde que mis padres fueron asesinados, desde ese entonces han pasado momentos buenos y momentos malos, pero yo aún sigo siendo amigo del que es como mi hermano. —suspiró, como para poner en orden sus pensamientos— Lukas tu siempre has sido una parte fundamental de mi vida, me viste en mi mejor y peor momento y nunca huiste, te convenciste de hacer algo que no te gustaba porque querías ayudarme, porque querías devolverme al lado correcto del camino y lo conseguiste, se te dio por salvarme de mi mismo y la vida te compensó viéndome ser lo que querías que fuera, justo ahora vas a tener que perdóname, perdonarme porque te he fallado, pues a pesar de que te debo tanto, tanto, no puedo, no quiero y no considero apartarme de Carolina. La amo. La amo y se con absoluta certeza que puedo hacerla feliz, la mujer más feliz del mundo y no es justo negarle a ella esa oportunidad, sé que no tendremos un "vivieron felices para siempre", sé que habrán momento difíciles, que por momentos ella me odiara, que querrá ahorcarme, que discutiremos, que nos alejaremos, pero igualmente sé que nunca voy a dejarla dormir sola, que a pesar de lo molesto que este con ella no la voy a tratar mal, que voy a luchar por ella hasta con mi último aliento y que daré todo de mi por hacerla feliz y si en algún momento es preciso, lo haré, seré yo en vez de ella. Eres mi hermano Lukas y Dios sabe que necesito tu bendición, necesito saber que aunque te duele, te moleste o te incomode, tú nos apoyas y nos das la oportunidad de ser feliz y si quizás soy egoísta por pedir tanto de ti, tanto cuando tú me has dado ya mucho, pero justo ahora, como amigo, como hermano, como hombre, te pido que nos des tu bendición, amo a Carolina y me voy a casar con ella.
Lukas escuchó atentamente todo cuanto Daniel tuvo por decirle, lo escuchó paciente, calmado y hasta concienzudamente, pero para cuándo este terminó, guardó silencio. Un silencio tan taciturno y prolongado, tanto que Daniel empezó a dudar de si realmente contestaría.
—Luk...
—La amo, pero entendí que por más que la abrace no puedo atarla a mí lado, entendí que ella tiene derecho a ser feliz y tú también, somos hermanos Daniel, pero te juro por Dios, que como te atrevas a herir su corazón una vez más, que como te atrevas a hacerla llorar, a hacerla infeliz, como le quites todo lo que yo le di y no seas capaz de darle todo lo que yo no pude, te juro Daniel Alessandrek Maschwitz que te partiré la cara, sacaré tu corazón y te lo daré a probar en cuadrito.
—¿Significa que nos das tu aprobación?
— Significa que como metas las de caminar, como yo lo hice voy a estar allí a la espera como un buitre para caer sobre ella. Así que más te vale que la cuides, que la ames y que la tomes en serio.
—Gracias hombre, no sabes lo que significa para mí que nos apruebes.
—Totalmente cuentan con mi bendición. Pero necesitas mantenerla. Tú no eres el único que puede golpear fuerte. —lo miró con una sonrisa melancólica, esa que usas para decirle a quien amas, que sea feliz con alguien más. — De todo corazón y con lágrimas en los ojos -figurativamente hablando-, les deseo lo mejor y espero que sean muy feliz, se lo merecen, no hay forma de que no lo sean. Disfrútala en esta vida amigo, porque en la próxima, tan seguro como que vivo no la tendrás, ni por error repetiré esta historia.
Aquella fue una noche memorable para ambos, allí, sentados en la barra del viejo "Neptuno bar-restaurant", Lukas y Daniel se perdonaron sus errores de este y otro tiempo y retomaron una amistad de años que habría de perpetuarse por la eternidad. No eran los mismos, era cierto, ahora eran mejores versiones de ellos. Aquella noche hablaron de todo, del antes, del durante y del después de Carolina -en la vida de Luk-, se pidieron disculpas, se dieron las gracias mutuamente y cada uno por su lado le rogó a Dios por la felicidad del otro.
Fue la época en la que se quisieron más y mejor, sin prisas, sin excesos y ambos fueron conscientes y agradecidos de sus victorias inverosímiles contra las adversidades. La vida había de depararles otras pruebas mortales, por supuesto, pero ya no importaba: estaban en la otra orilla.
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Nota de la autora:
Siento que Lukas y Daniel necesitaban esa conversación. necesitaban retomar una historia que quizás ellos habían dejado pendiente vidas pasadas. Aquí les mostré como entiendo yo la amistad, como un concepto amplio en el que siempre habrá espacio para la felicidad de los demás.
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