—El anillo es muy hermoso. — le dijo Daniel, en español.

—¡Gracias, Dani! has mejorado mucho tu español. — contestó Carolina y en serio lo hacía, al menos ahora podía entender las reglas gramaticales más básicas del idioma y por eso era capaz de tener una conversación, sencilla, pero coherente en esta lengua.

Estaban sentados en una mesa del Modellhut, mientras esperaban a Luk que se había retrasado, por estar filmando un comercial de calzado deportivo. Cuando Daniel le recordó que dentro de muy poco sería la señora Schütz, era una sensación rara, estaba contenta, pero también estaba asustada y no sabía porque pero hasta un poco paranoica, andaba últimamente.

—A Luk le costó mucho encontrar ese anillo. —habló Daniel, que la veía observar el hermoso Rubí. —Me tenía al borde de la locura, buscando el anillo perfecto, pero creo que este lo es. — sonrió mientras tomaba de su vino.

—Es muy hermoso, pero más allá de la belleza del anillo, lo que me gusta es la promesa que encierra, es una promesa de fidelidad y de am...

—¿Por qué te quieres casar con él, con Luk digo? —preguntó de repente.

—Porque lo Amo y porque no me imagino una vida sin él. Cuando lo conocí tenía miedo y estaba tan rota, pero él me curo, sano mis heridas y me devolvió completa y totalmente reparada, con Luk no tengo miedo y soy infinitamente feliz, tu sabes bien que he vivido cosas muy fuertes, me han tendido muchas manos, pero de todas las manos, la de él es la única que transmite vida.. —sonrió. —estando juntos, siento que todo está bien, no perfecto, pero si bien y no hay forma que no sea así, pues al final del día él es la única persona con la que quiero hablar, el único que me hace olvidar por completo el estrés y hacerme sentir como si fuésemos las dos únicas personas en el mundo.

Daniel no entendía porque hacía esas preguntas, escucharla hablar tan bien de él le removía sentimientos y pensamientos que se esforzaba duramente en enterrar. Cerró los ojos, suspiró y sonrió.

—¿Estas segura que no tiene nada que ver con que te regale unos Kabu shoes, Jimmy Choo o algunos Valentinos, cada vez que viajamos?

—jajaja, ¿Cómo lo descubriste? —sonrió siguiéndole el rollo.

—Conozco a las de tu clase, querida. —guiñó el ojo él.

Carolina sonrió, pasar tiempo con Daniel, no era como pasarlo con Luk, pero de algún modo extraño y contradictorio se sentía estupendamente bien estando en su compañía, con Daniel hasta los silencios eran cómodos, algo había entre él y ella que permitían aquella extrañeza.

—Mi hermosa prometida. —Saludó Luk mientras la besana dulce y cortamente. — Y Daniel, mi buen amigo, mi hermano.

Daniel observó por unos instantes como los ojos de los enamorados brillaban encantadoramente, y dio al cielo una mirada larga, buscando alguna explicación ante esa situación, pero las estrellas ese día no estaban para responderle, así que recompuso su expresión y preguntó más tranquilo.

—Y bien futuros Señor y señora Schütz, ¿ya tenemos fecha para la boda?

Lo que quedó de la velada se dedicaron a hablar de los preparativos de la boda, Luk asentía ante lo que decía Carolina y su máxima preocupación era la comida y el pastel de bodas –que novedad-, por cerca de 1 hora y 30 minutos Daniel tuvo que ser testigo de los preparativos para la boda entre su amigo y la mujer de su vida, cuando finalmente se despidieron, Daniel anunció su reincorporación a los entrenamientos con el equipo y a su antigua vida deportiva, al menos ya podía entretener su mente con algo que le gustaba y así poner tierra entre todo ese "circo" que era la boda, sus sentimientos por Carolina y lo que era correcto.

***

—Los quiero en la ciudad deportiva del equipo a más tardar a las 6:15 ¿entendido, señores?

—Como diga, señor. — asintieron al final, la Bundes Ligue continuaba a tope en Alemania, esta vez el equipo de los chicos se enfrentaba al siempre grande Bayern de Múnich y el Estadio: Fußball Arena München, sería el escenario perfecto para el encuentro.

Como ya era costumbre los jugadores eran citados a la concentración y esta oportunidad no era la excepción, el viernes deberían estar concentrados en Berlín, antes de partir en su vuelo de 1 hora y 10 minutos hasta la ciudad alemana.

—Te voy a echar de menos estos 2 días, ¿Por qué no vienes con nosotros?

—Luk, tengo que terminar de afinar los detalles de la boda, nos casamos en menos de 2 semanas y son muchos los detalles, las flores, los manteles, las luces, los centros de mesas, los cocteles, la música, el banquete.

—El pudin, no te olvides del pudin de bodas, amor. — susurró mimoso antes de besarla. —No puedo creer que en menos de 2 semanas serás oficialmente mi mujer, mía, mía.

—Tuya. —corroboró ella sonriente.

—No quiero ir a Múnich, quiero quedarme contigo todo el día ¿no puedo?

—NO, no puedes. —se carcajeó ella. — Si te quedas aquí no adelantare nada de los preparativos, además tienes un partido que ganar, ¡vamos gladiadorcito! Da la cara por tu equipo.

Cuando ella cerró el libro que intentaba leer, el feliz se acercó a ella en su enorme cama de pareja. —No doy la cara, yo soy la cara de mi equipo ¿no ves lo apuesto que soy?, soy mil veces más bello que tu amado Chris Hemsworth.

Ella soltó una estruendosa carcajada que a él se le antojo encantadora y mirándolo muy seriamente afirmó. —Te lo tienes bien creído ¿no, cielo? Bello Chrisito, con esos ojazos azules como un cielo en primavera, sus cabellos rubios como rayos de sol y esos labios tan sensu...— un beso de Luk interrumpió lo que ella decía sobre su amado australiano, Luk era un hombre bastante celoso, no quería que ella reconociera que ningún chico era lindo a excepción de él y que ella hablara tan bien de ese australiantucho, no le hacía gracia alguna.

—Pues mis ojos son más azules. —la besó. —Mis labios son más sensuales.-otro beso. —Mi cabello es más rubio y brillante. —otro beso, candentes, pasional, lleno de promesas. —Y soy muchísisiiisiiimo más capaz de hacerte retorcerte de placer, que ese rubio sin gracia.

Sin prisa pero sin pausa, Luk le quitó la camiseta de tirantes verde que ella llevaba, dejando libres sus pechos para poder disfrutar de ellos. Abrazándola y, dispuesto a proseguir con el acto de posesión, se tumbó sobre ella y apretó las caderas. En ese momento, Caro gimió, las manos del futbolista pululaban por su cuerpo sin inhibición y eso la excitó. Luk ardía de deseo y, agarrándola por la cintura, volvió a apretar su erección contra ella mientras Caro se arqueaba en busca de placer. Durante unos minutos, ambos lucharon por llevar las riendas, hasta que Luk no pudo más y término haciéndole el amor a su novia como siempre: con lujuria, desenfreno y mucha mucha pasión.

***

Al día siguiente a las 6: 30 p.m. Luk se despedía de su novia con un candente beso y con una angustia que lo sobrepasaba. Normalmente no tenía problema con viajar, pero esta vez algo se sentía raro con este viaje.

Y no se equivocaba.

Era 27 de septiembre.

Justo para las fechas en que el otoño azotaba la capital alemana, la vida de ambos estaba por derrumbarse, resultaba toda una ironía que justamente la vida hubiera escogido esa estación para derrumbarlo todo, justo cuando las hojas secas de los arboles caen, la vida de los dos cayó.

—¿Ya sabes dónde irán de Luna de miel? —preguntó Paulo mientras se ubicaban en el avión rumbo a Múnich.

—Quiero llevarla a Japón, las aguas termales, el bambú y todo lo demás me resultan llamativos.

—¿Japón?-chismoseo David. — ¿Por qué mejor no van a Hawái o alguna isla paradisiaca?

—Mi futura esposa merece algo más auténtico que una luna de miel en Hawái.

Daniel que había permanecido en silencio, intervino en la conversación. — ¿Por qué no van al mediterráneo? ella siempre dice que quiere tomarse un café viendo el mediterráneo y que le encantaría flotar en el mar salado.

Luk lo miró sorprendido ¿Cómo sabia el eso?, cuando Daniel y Carolina comenzaron con las clases de español, él sentía algo raro, era como si su corazón le dijera lo que se avecinaba, pero en aquel entonces no lo podía asimilar o no del todo, de todos modos él lo sabía, su sentido masculino se lo decía, eran más que simples celos irracionales, era algo más, pero bajo la excusa de ser amigos, el dejo de lado todas aquellas payasadas que le nublaban la mente y dejo que dos de las personas más importantes de su vida confraternizaran.

—Esa es una idea magnifica Bro, ella estará contentísima cuando la lleve allá.

—¿Sabes que tienes que esperar el receso de la temporada?

—Somos conscientes de eso, pero de todas formas nos casaremos y haremos el viaje después.

—Pues ¡Enhorabuena!, como se nos acaban los solteros en este equipo, hay pero que dolor. —dramatizó Paulo, llevando su mano derecha a su corazón con expresión de exagerado dolor.

—Ni que tú no fueras el próximo. —molestó David.

Y así continuaron el resto del trayecto entre bromas, tomas de pelo y demás, bajo la mirada atenta y silenciosa de un reflexivo Daniel.

***

Era 27 de septiembre. La boda se acercaba a toda prisa, Carolina estaba nerviosa pero feliz. Aunque especialmente esa mañana en la capital alemana no fue la más romántica de todas, ella siempre habría de recordar el despertar de ese día como un momento melancólico, forrado de dolor, con un olor y un color realmente extraño en el aire. En el fondo los seres humanos sabemos cuándo las cosas están por cambiar.

Sin embargo a dos semanas de la boda y con el tiempo en contra, se probaba por última vez su hermoso vestido de novia: se trataba de un vestido de pronovias llamado LEANTES, que básicamente era strapless ceñido al cuerpo con una falda princesa con mucho vuelo y algo de encaje. Amaba ese vestido la hacía sentir como una de esa princesas de cuentos de hadas que nos vendió Disney y no veía la hora de usarlo en su boda.

Iba bien adelantada en la redecoración de la casa y cuando volvió de su trabajo estaba cansadísima por todo lo que hizo en el día. Aquel 27 de septiembre, ella extraño a Lukas como nunca, era como si a su prometido le hubiese pasado algo.

Lo llamó muchas veces y él no le contestó, era sábado, después de la prueba del vestido, se fue con su madre y con Alexa a comer en la casa de su progenitora y juntas vieron el partido de su chico.

Fue un partido duro, empezaron perdiendo y lograron igualar el marcador. Así era la vida un partido de fútbol difícil de ganar, donde lo único que podemos hacer, es eso igualar el marcador.

Cuando se hizo de tarde y preocupada por no recibir la llama de Luk, se marchó a su casa, donde se acostó en el sofá a hablar por celular con Manuel, cuando colgó y casi sin querer se quedó profundamente dormida, los besos en el rostro de alguien la despertaron de su sueño.

—Nena, nena. — Esa era la voz de Luk.

Ella pensó que soñaba, su chico no vendría hasta el domingo, no se podía creer que él estuviese allí, hizo un mohín y se acomodó más en el sofá.

—Nena, nena, por favor tienes que perdonarme. —decía desesperado.

De un momento a otro ella abrió los ojos y comprobó que realmente Luk era quien estaba junto a ella.

—Amor ¿Cuándo llegaste? ¿Ya es domingo? —él no la dejo hablar, le dio un beso, un beso duro, exigente, desesperado, triste y ¿Por qué no? hasta doloroso.

—Nena mi amor, mi vida, mi bebé, yo te amo ¿me entiendes? Te amo.

—Yo también te amo Luk. —pero al ver su cara de desesperación, de angustia, de dolor, ella empezó a asustarse.- —¿Qué paso? ¿Qué está mal, cariño?

—Caro, yo siempre te he amado, desde que te vi por primera vez, sabes cuándo te conocí en ese restaurante supe en el acto que tenías algo que yo necesitaba para ser feliz, pero resulta que no era algo, eras tú, solo tú, siempre tú. —suspiró y enlazó sus manos. —No necesito fama, ni dinero, ni siquiera necesito jugar al futbol, solo te necesito a ti, marchémonos de aquí, vámonos a un lugar donde nos podamos amar más y mejor, sin la interrupción o intervención molesta de la prensa, si la presión de tu madre, sin afanes. Vámonos, tengo una casita a las afueras de Garmisch-Partenkirchen, en el estado de Baviera, cerca de la frontera con Austria ahí podemos vivir bien, ser felices, aislados del mundo, por favor vámonos.

—LUKAS ¿Qué es todo ese disparate que dices? nada de eso tiene sentido ¿Cómo así que "vámonos"? ¿Qué es lo que está pasando, Luk? De verdad, me estas asustando.

—Nena te amo. —la volvió a besar. —Y yo, yo yo...ay ¡joder! Te amo tanto—tomó aire y se sentó en el sofá y la halo junto a él. —Caro esta noche cuando acabo el partido que empatamos, nos fuimos con los chicos a tomarnos unas cervezas y las cosas se complicaron un poco, se salieron un poco de control, los del Bayern nos llevaron algunas chicas y y y...—desesperado como nunca en la vida, Luk no sabía cómo proceder. —Yo me he, meheacostadoconunadelaschicasdelafiesta.-dijo de un tirón.

Silencio.

Cuando Carolina estaba pequeña, su mamá siempre le hablo de los momentos de impacto, aquellos momentos que te sacuden los cimientos de la vida y que te hacen dudar de tu existencia; a veces los momentos de impactos se sienten como si alguien cruel y despiadado hubiese desprendido tu corazón y lo hubiese hecho trocitos pequeños, los hubiese cocido al vapor, salteados al fuego y arrogados a las llamas del infierno. Justo así se siente, entonces en ese momento de impacto, no sabías que era lo que de verdad te dolía, de repente te empezaba a faltar el aire y sentías un dolor agónico en el pecho, pero no podía decir a ciencia cierta si el dolor era o no lo era.

Justo así se sentía Carolina. En un momento de impacto, sentía tanto que no podía entender lo que sentía, no sabía si era rabia, decepción, orgullo, tristeza, melancolía, irritación, resentimiento. No lo sabía.

Solo sabía que Dolía horrores ver con sus propios ojos como se derrumbaba su mundo.

—Nena, nena por favor, eso no significo nada, fue un error, te suplico que me creas y me perdones. —arrodillado en el piso, Luk se sentía indigno, desesperado. —Yo jamás haría nada para lastimarte.

Ella lo miró y entonces lo entendió, entendió que otra vez había vuelto a pasar, había confiado, se había enamorado y le habían fallado. Cerró los ojos y retrocedió espantada, como si finalmente descubriera el hecho de que el hombre que amaba perdidamente y con el que estaba a punto de casarse la había engañado.

Y la magnitud de ese descubrimiento le robó el aire, lo nubló la vista y finalmente se desmayó.

Silencio, todo estaba en silencio cuando despertó, sentía un fuerte dolor de cabeza, se estiro en la cama y trato de sacudir las imágenes de aquel sueño cruel que había tenido donde Luk le era infiel.

Pero eso no había sido un sueño, Kiunit la chica con la que había estado Luk ya le vendía la historia a los medios y la gran tragedia de Carolina sería posteada en los principales tabloides de deporte del mundo entero y aunque eso doliera, lo que más le dolía era Lukas.

—¿Cómo pudiste? —susurró a media voz, mientras lagrimas saladas mojaban sus mejillas. — ¿Cómo en el mundo pudiste hacerme esto Lukas?

—Lo siento, lo siento, nena mi amor, mi vida, mi muñeca, mi reina, princesa: LO SIENTO. —exclamaba él. —Todo paso muy rápido, yo estaba con los chicos y de repente ella llego, fue un momento de debilidad, mis sentidos estaban inhibidos por el alcohol, cuando reaccione me vine corriendo a decírtelo, porque nuestra relación se basa en la confianza y yo no quiero que eso se acabe, maldición, no quiero que me dejes, Carolina por favor, no me abandones, Caro Nena, TE NECESITO, te necesito como al aire para respirar, Te amo, no me dejes por favor, lo siento, discúlpame, perdóname. — se aferró a ella por su cintura mientras ella estaba en la cama.

Ella escuchaba lo que él decía, pero no lo asimilaba y quizás por esa razón era incapaz de emitir sonido alguno. De repente se puso de pie.

Y se quedó parada allí en la mitad de la habitación que compartían, tratando de entenderlo todo, lagrimas silenciosas corrían por su mejilla ¿Qué se supone que iba a hacer ahora? A 584.7 km de distancia, Luk había tomado una decisión por los Dos y aunque ella quisiera, ya nada se podía hacer. Había sellado su destino, el de él y el de ella.

—Caro por favor, lo siento. —rogó el mientras la tomaba por la mano y la hacía volverse de frente a él.

Ella se dejó voltear y el vio en sus ojos, un dolor tan indescriptible, tan inmenso que se aterró, ella lo miraba como si él fuese Hitler y le acabara de informar que había matado a golpes a la pequeña Susy y que había recluido en un campo de concentración a su madre. Y entonces ella habló.

—Es demasiado tarde para disculparse, es demasiado tarde. Un perdón no va a solucionarlo todo, Luk yo te amaba, podría haber recibido un disparo por ti si fuera preciso, hubiese dejado mis sueños para que alcanzaras los tuyos, Luk eras mi vida. —sus lágrimas eran cada vez más abundantes, tenía el corazón roto. No en realidad no, el corazón no estaba roto, estaba roto la ilusión, el amor y sobre todo la confianza. —No puedes borrar con un perdón lo que hiciste, decidiste por los dos y me impediste elegir a mí también.

—Caro nena, pero yo te amo, nos vamos a casar en menos de dos semanas, Carolina yo cambiaria mi vida por ti, por favor dame otra oportunidad. — la haló así si y la abrazo fuertemente. — Dejo el fútbol y nos mudamos a donde quieras, pero perdóname, por favor no me dejes.

Y entonces ella no pudo más, se quebró, se desplomó, había perdido monumentalmente y lloró, lloró como solo había hecho 1 vez antes de esta, lloro por lo que perdería, lloró por él, pero sobre todo por ella, lloró porque no sabía qué hacer, lloró por sus sueños, lloró por su vida, lloró por todo, lloró por su amor, porque lo amaba y ahora lo perdía. Lloró como solo se llora cuando pierdes lo que has amado con el corazón: con toda el alma. Lloró hasta que se secó, se quedó sin lágrimas, lloró por tanto tiempo, que ligeros temblores sacudían su cuerpo. Estaba acabada, pero sobre todo aterrada.

—Tengo miedo. —dijo ella a media voz y era verdad, estaba aterrada, de repente lo había perdido todo y el horizonte se veía negro para ellos. —Lo siento, pero darte una oportunidad sería engañarte, yo nunca volvería a confiar en ti, nuestro amor se enfermó de muerte, está agonizando y va a morir. Ahora es tarde para una disculpa.

Se soltó de su agarre y con rapidez, pero sin ganas, se vistió en el closet del que pensó, era su hogar.

Unos sencillos vaqueros, unos converse Negra, un suéter blanco y un abrigo de lana gris, su bolso de CH y su cartera, 6 minutos después apareció por la puerta de la habitación y paso junto a Luk, esa era una imagen que él había de recordar, incluso muchos años después, incluso muchas vidas después.

Él lo entendió y en el fondo siempre lo supó, sabía que ella nunca le perdonaría algo así y a quien le iba a mentir, él tampoco se podía perdonar a si mismo algo así, la había jodido hasta el final, y se odiaba a si mismo por eso.

La decisión estaba tomada y tanto él como ella sabían que no había vuelta de hoja, él la conocía tanto que sabía que ella no lo perdonaría, la conocía tanto que si ella algún día olvidaba quien era, él se lo recordaría, y sabia cuanto la hería el engaño y pese todo lo había hecho. Y ahora sabía las consecuencias. Perderla.

—Caro. —Rogó, mientras ella abría la puerta de la casa.-Por favor, por favor te lo ruego, no me dejes, que te alejes de mi lado es mi culpa y lo sé, el haberte lastimado me da pena y destroza mi ser, pero déjame decirte que si te vas se me va a acabar mi mundo, mi vida, mi todo. Porque te vas y tú eres mi mundo, por favor no me dejes, nena, te amo.

Ella se detuvo, lo miro a los ojos, le sonrió fugaz y dolidamente y lo beso, dulce, suave, con amor, con cariño, fue un beso empalagoso. Su beso de despedida, ese era el final.

—Te amo, Luk, pero lo siento no puedo perdonarte, tienes que ser feliz y espero que nunca te hagan pasar por esto. —dicho eso cerró la puerta y se marchó de la casa de Lukas Schütz una vez, para siempre jamás.

Llorando se montó en su Audi y condujo hasta donde su madre. 2 horas y 30 minutos después, un avión con rumbo a un país desconocido, volaba desde Alemania, alejando a una destrozada Carolina del hombre cruel, que le había bajado el cielo a cambio de su corazón, pero le había quitado el alma.