Capítulo 27: "Como sol de Laponia"
—Acepto.
Hermosa, la ceremonia de matrimonio de Manuel y Michell, era hermosa. Ella usaba un espectacular vestido de novia de tul petit pois con aplicaciones de encaje rebrodé con cinta y pedrería cristal, de escote redondo y sisas muy pronunciadas con transparencia en el escote corazón, una hermosa falda desde la cadera con dos volantes con aplicaciones y ondas bajas, cinturón de raso de pespuntes cerrado delante con un lazo, combinado con un hermoso velo blanco. Michell se veía sencillamente de ensueño. Su ahora esposo usaba un smoking con chaleco negro y la típica rosa blanca en la solapa.
Cuando el presentador dio pase a la pareja para que tuvieran su primer baile juntos, Carolina los contempló emocionada, aquella era una ceremonia mágica y ella estaba muy feliz por su amigo.
De repente los acordes de "Marry me" de Train empezaron a sonar y Luk invitó a bailar a su novia, allí en la pista de baile, -vestida con un diseño de Dior rosa crema con escote en forma de corazón y pedrería desde el escote hasta la cintura baja, con una falda ceñida, pero que terminaba por abrirse en los pies, le concedía ese aspecto mágico, su cabello en un medio recogido con hondas, unos largos aretes plateados y un anillo con un pequeño diamante (obviamente no el del compromiso) de Cartier eran sus únicas joyas, para completar el atuendo unos altísimos tacones plata con incrustaciones, diseñados por el mismísimo Christian Louboutin (un regalo de Luk). -Se veía de ensueño.
Luk no se podía creer que fuera él quien la tenía a ella entre los brazos mientras se movían al ritmo de la música, en aquella mágica terraza de Berlín, el mundo se detuvo para los dos, Carolina se aferraba a los brazos de su novio (quien lucía un increíble traje Armani a medida, negro con una impoluta camisa blanca y una discreta pajarita), fue justo en ese momento, mientras bailaban aquella canción, cuando Luk tomó la decisión, él ya sabía que la amaba y que daría su vida por ella, ahora era momento de hacerlo legal, antes los ojos de Dios y de la Ley, él Lukas Schütz quería tomarla por esposa, a ella Carolina Peitz y ya sabía dónde se lo propondría.
***
—¿Puedo robarme al novio, por la siguiente canción? — Ahí está la voz que Manuel, nunca se cansaría de escuchar, su amada Carolina, se vía radiante no había forma en el mundo que ella luciera menos que eso.
—Por supuesto Caro, ya estaba sedienta—contestó su esposa. —Voy por un poco de agua ¿cariño, tú quieres también?
—Gracias amor, así estoy bien...mmm voy a bailar con Caro y ya te alcanzo.
Los acordes de una canción lenta empezaron a sonar por todo el lugar, se había casado y no lo había hecho por despecho, recelo o resentimiento, lo había hecho porque sabía con absoluta certeza que Michell –ahora- Meyer, era la mujer de su vida, la madre de sus hijos y que si la dejaba ir, sería un idiota, un tonto y un lunático y aunque el fuera muchas cosas, ninguna de las anteriores entraba en su lista.
—¡Felicitaciones! De nuevo. —sonrió Carolina, mientras se deslizaban por la pista de baile. —Ella es una gran mujer, cuídala mucho y no la dejes escapar.
Él la miro y sonrió, lo sabía, siempre lo supo, con Carolina él nunca tendría un chance y ahora que era un hombre casado menos que menos, ¿Qué le pasaba cada vez que la veía, porque sentía que su corazón latía más de prisa? La respuesta también era obvia para él, la amaba, pero ya no como una mujer, ya no como la chica de sus sueños, ahora la amaba de otra manera, tenía un mejor amor, un amor más tranquilo, más pacífico, más bonito, lo descubrió mientras bailaban, él la amaba como habría de amarla por el resto de su vida: como a una hermana, como la mujer que Dios cruzó en su camino para ayudarlo a avanzar, a madurar, a crecer y a aguantar y aun así no podía amarla ni a una mujer, a partir de ese día la iba a amar como era, como se merecía que alguien la amara, de verdad, un amor real, incondicional, como la hubiese amado su hermano Philip si viviera, así era como él la amaría a partir de ahora.
—Nadie escapa de mi-respondió al final—Soy irresistible y muy buen partido, querida enana.
—Te lo tienes creído-le picó ella—y no soy enana tu eres gigante y eso no es culpa mía.
—Como digas Enana, todos sabemos que soy irresistible...pero retrocedan, una hermosa morena es mi dueña ahora— le dijo susurrándole al oído —Ya es demasiado tarde para que decir te amo y para que tu descubras que estabas perdidamente enamorada de mí, pequeña.
Con eso y una sonrisa en sus labios, se marchó tras su esposa dejando a tras a una divertida Carolina, que no se enteró ese día y no habría de hacerlo nunca, que aquella declaración era en serio, más allá de una simple broma, como las que él acostumbraba, en aquella pista de baile él le dijo lo que sentía y con eso cerró ese capítulo de su vida.
***
Las clases con Carolina iban viento en popa, ya sabía más o menos como contestar cuando alguien le preguntaba cosas básicas, pero el español sí que era un idioma complicado, a ciencia cierta no podía decidir si la gramática alemana era más enredada que la española o viceversa, ese era todo un enigma.
La recuperación de su rodilla también avanzaba como debería y en poco tiempo, podría retomar los entrenamientos con él equipo.
Entre más tiempo pasaba con Carolina, más se convencía de que esa mujer era el amor de su vida, no solo se trataba de una atracción física como pensaba en un comienzo, Carolina era una mujer fuerte, pero delicada, era inteligente y muy apasionada y en sus horas en casa le gustaba verla cocinar un postre para los 3 o le gustaba verla dormir cómodamente, le gustaba ese tic que le caí cuando estaba nerviosa, ese de pasar las manos repetidas veces por la falda del traje, le gustaba verla sonreír y disfrutar viendo cualquier película, pero en el trato constante descubrió que tenía 2 defectos complicados de tratar: era radical en sus decisiones y poseía un temperamento fuerte. Pero eso era parte de su encanto, ella era única, con ella deseaba ser el hombre que algún día fue, ser un hombre mejor, por ella y solo con ella. Uno de los días mientras esperaba que Luk llegara del entrenamiento, hasta se vieron Star Wars y por Dios, a las chicas no les gustan esas películas.
Le gustaba cuando se preocupaba por él y por su pierna y la dedicación que usaba para explicarle cómo funcionaba el español, cada día que pasaba con ella, se sentía más y más encantado con esa chica, pero a la vez la culpa lo corroía enormemente, no puede estar bajo el mismo techo de su hermano y desear a su mujer, él era sin duda el peor amigo del mundo.
Pero que culpa, así funciona el amor, uno no lo elige, él nos elige a nosotros y cuando lo hace lo único que podemos hacer es aceptarlo o rechazarlo, pero no hay forma de no sentirlo, si él ya nos escogió.
—Daniel— Luk entró como un huracán a su habitación, interrumpiendo su lectura de "Cien años de soledad"—Necesitó tu ayuda.
—¿Qué fue, Luk?
Luk se paseaba como león enjaulado de un lado a otro, por toda la habitación, estaba considerablemente nervioso, siempre tenía ese gesto en su cara cuando lo estaba.
—¿Salió algo mal en la fiesta? —Volvió a preguntar
—No, no, no es eso.
—¿Entonces, qué es?
—La amo.-dijo sin más. —La amo más de lo que incluso me amo a mi mismo, la amo tanto que no me imagino una vida sin ella, yo quiero, no, no quiero, yo necesito casarme con ella, con la misma necesidad que mis pulmones buscan el oxígeno para respirar.
Aquellas palabras le llegaron a Daniel, como un golpe -sin compasión-directo al corazón, le hicieron temblar los cimientos de su vida y casi pudo ver pasar junto a él, lo que le quedaba de esperanza.
—¿Casarse?
—Sí.
—¿Por qué ahora, no te parece demasiado rápido?
—En lo absoluto, la amo y quiero que este conmigo por siempre.
—¿Cómo sabes que ella es la chica correcta?
Luk sonrió. —Cuando la vida te presenta a la chica correcta, tú no lo sabes, Lo sientes que es distinto, Bro. Y lo siento, lo sentí con ella desde el primer momento que la vi, va siendo hora que lo formalicemos ante Dios y ante los hombres.
Daniel tragó fuerte. — ¿Y cómo sabes que funcionará, que te hace pensar que tendrás éxito?
—No lo sé, ese es el truco. —sonrió. —como no lo sé, tengo que esforzarme para que todo resulte bien, para que tenga éxito, tengo que poner lo mejor de mí para que las cosas funcionen, además dicen por ahí que "las cosas empiezan a encajar con perfección absoluta cuando estamos concentrados en lo que queremos".
—¿Por qué ella, porque justamente ella?
—Porque ella llegó justamente cuando menos me la esperaba, no es como las demás, no hay necesidad de mirar a otras mujeres, ni de buscar a nadie más, ella es especial, las demás tienen esa belleza efímera que dura un tiempo, ella en cambio tiene esa belleza de por vida y yo decido escogerla para mí, para que ilumine mis días, por ella he hecho cosas que antes me parecían una tontería, vino a organizar mi mundo patas arriba y me enamore.
Daniel estaba desesperado, Luk hablaba con tal determinación que sentía que inevitablemente había perdido.
—¿Y si no es así y si te equivocas?
—En el amor siempre cabe la posibilidad de que te hagan o se hagan daño, pero eso no es lo realmente importante, lo importante es las ganas que tengas de hacer que las cosas funcionen, uno no se puede equivocar cuando está haciendo lo correcto y con ella lo estoy haciendo.
Daniel suspiro, sabía que Luk tenía la razón, sabía que no se estaba equivocando al querer casarse con Carolina, pero porque lo supiera no significaba que lo aceptara, su corazón dolía, dolía más allá de la posibilidad de recuperarse, de repente recordó la frase que había visto algún día: "El que no lucha por lo que quiere, no se merece lo que desea", él no luchaba por lo que quería, no lo hacía porque en su vida estaba otra persona que quería ser feliz y que se lo merecía, se necesita ser muy cabrón para destruir la sonrisa de aquella persona, que se ha empeñado tanto en armarte la tuya, por años Luk trabajó en reconstruir su sonrisa, era su turno de devolverle el favor y lo que iba a hacer era la prueba más contundente, de lo que hacemos para ver feliz a quienes queremos.
—Entonces, felicitaciones hombre, te llevas una joya. —sonrió, sonrió con una sonrisa triste, escondiendo en ella, el dolor que produce un corazón roto. — ¿Ya sabes cómo vas a proponérselo?
Luk respiró profundamente, tener el apoyo de Daniel, era algo indispensable, ellos eran hermanos y que él le dijera que estaba tomando la decisión correcta, le daba la seguridad que necesitaba para avanzar, así que sin perder el tiempo, empezó a contarle lo que tenía en mente que quería hacer.
***
—¿Por qué vamos a Noruega? —preguntaba Carolina, mientras esperaban para abordar al avión.
—Porque allí hay algo especial para ver. —le dijo Luk, mientras le tocaba suavemente la nariz.
—Hará mucho frio ¿sabes?
—Nos tendremos el uno al otro para darnos calor.
—No estoy muy segura de que ese sea un buen consuelo.
Luk la atrajo hacia a él y la besó suavemente. —En cualquier caso puedo hacerte cambiar de opinión. —ella sonrió y él también lo hizo. —Te gustará, en nuestra vida pasada te encantó.
—¿Ah sí?
—Por supuesto, con el frío de Noruega toda la noche dormías encima de mí y más de una vez gritaste mi nombre cuando te lleve al cielo ¿no lo recuerdas?
—En lo absoluto.
—Me parece perfecto, puedo hacértelo recordar e incluso puedo hacerlo mil veces mejor, esta vez. — susurró sensualmente a su oído— Me asegurare de que esta vez no quieras que este lejos de ti en lo absoluto. Te prometo que esta vez va a ser mucho mejor.
Ella sonrió tímida y él la miró como un depredador a su presa, él sabe lo que quiere, es a ella a quien quiere y Dios sabe que la va a conseguir.
—Y según tú, ¿Qué éramos en otras vidas? ¿También eras futbolista?
Él sonrió encantado. —No, en nuestra vida pasada yo era cantante y tú la musa tras mi inspiración, tal como lo eres ahora, solo que en esta vida eres mil veces mejor.
—¿Y que hacia yo, aparte de inspirarte?
—En aquella vida, eras enfermera, curabas corazones desahuciados, algo muy parecido a lo que haces ahora. —la abrazo más a su pecho, poco le importaba que el aeropuerto estuviera lleno de paparazzi captando esos dulces momentos. —ya me muero de ganas por ver, que serás en nuestra próxima vida.
Ella sonrió y siguiéndole el juego, pregunto. — ¿Qué crees que seremos?
—Tal vez sea el presidente del país y tú serás mi primera dama ¿no te gusta esa idea?
—No, no me gusta en lo absoluto. Lo que es más en nuestra próxima vida, me asegurare de huir de ti lo más lejos posible. —bromeó ella.
Él arrugó la nariz, de forma divertida y muy convencido sentencio. —No, importa. Yo correré detrás de ti a donde sea que vayas, porque pueden pasar, 100, 200 o 300 años, pero siempre seré yo el que más te amé y te juro que en nuestra próxima vida voy a hacer todo lo posible para encontrarte primero. —y la besó con muchísima pasión.
Y sí que necesitaría voluntad para cumplir ese juramento, pues la vida lo pondría apruebas, un par de años después. Lo haría probar si realmente era cierto lo que le juró ese día.
—Luk, ¿tú realmente crees en la reencarnación?
—Por supuesto. En la reencarnación los grupos de almas tienden a reencarnarse juntos una y otra vez, para elaborar el karma (deudas para con otros y para con uno mismo, lecciones que hay que aprender) a lo largo de muchas vidas, cada 300 años, se nos da la oportunidad de reescribir una historia, con un mal final, de repetir exactamente una historia, como por ejemplo la nuestra. Pero cuando hemos aprendido todas nuestras lecciones y pagado nuestras deudas, ya no nos hace falta reencarnarnos, entonces somos libres de partir o de vivir una última vida, como mejor nos parezca.
—¿Acaso tu recuerdas algo de otra vida?
—A veces. —dijo serio. —Tengo sueños y pensamientos raros sobre situaciones que me parece que ya viví, además tengo una cicatriz de nacimiento, en donde presumo me asesinaron en mi vida pasada.
—¿Me conoces de otras vidas?
—No; pero ya te había soñado desde otras vidas, ya sabía que ibas a aparecer en alguna de mis vidas y aquí estas, justo ahora.
Carolina no entendía muy bien, todo el asunto relacionado con el Karma y todo lo demás, ella era cristiana y de la religión hinduista no era que supiera mucho, pero el convencimiento con que Luk le hablaba la hizo dudar, de lo que pensaba. Sabía que él bromeaba hasta cierto punto, pero también sabía que él le decía la verdad, cuando le dijo que realmente creía en la reencarnación.
Por eso ahora tenía dudas...Y vaya que tenía que dudarlo, la vida estaba por enseñarle una cara que ella nunca había visto.
***
—¿Dónde piensas que podemos colgar el retrato de bodas, amor?
—En la pared de la derecha, creo que se verá bien.
—Perfecto.
Se habían mudado. Atrás había quedado su apartamento de soltero en el que tenía a carolina a solo 3 pisos de distancia, en su nueva vida, el espacio de Carolina era limitado, ahora tenía una vida por delante una vida por construir, ya no importaba si la vida le daba o no una nueva oportunidad con ella, él estaba feliz con Michell y así había de ser.
—Te amo, nena. —susurró en el oído de su esposa.
—Yo te amo más, príncipe. —le dijo antes de besarlo. —prométeme algo.
—Lo que quieras.
—Vamos a ser felices, no importa el mundo, no importan los problemas, nosotros vamos a ser felices.
Él la miró con todo el amor que sentía por ella y juró para él y para ella. —Lo seremos. Lo juro.
Y la vida no cuestionaría jamás ese juramento. Ellos iban a ser felices, la vida se los permitiría, ese era el premio, la recompensa por su buen proceder, juntos iban a atravesar muchos problemas, pero al final, cuando la tormenta pasará y en el día finalmente el sol brillará, ellos serían muy felices y eso era lo importante.
***
—¿Cuándo puedo volver a entrenar con el equipo?
—La recuperación tras la segunda cirugía ha sido exitosa, ha evolucionado muy bien y tú te has esforzado mucho, quizás en 1 o 2 semanas a lo sumo, puedes volver a entrenar con el equipo.
—Perfecto.
No había nada más que deseara Daniel, que volver a entrenar con el equipo, o quizás sí, pero se negaba a pensar en eso. No podía y lo que era más no quería torturar su mente con eso, por eso llamó a Paul para que jugaran un rato a su amigo y compañero de equipo, para que su mente tuviera algo extra en lo que pensar. No lo sabía entonces y no habría de saberlo hasta mucho tiempo después, la vida no es injusta y siempre nos da justamente lo que nos merecemos, aunque de momento no lo entendamos.
—Muévete Paul, no están matando y tú no estás haciendo nada.
—Es tu culpa, concéntrate. ¿En dónde diablos tienes la cabeza, tigrito?
En Laponia. Pero eso era algo que nunca diría. —En el juego ¿en dónde sino?
—Pues necesitas más concentración. —sentenció Paul, reanudando el juego.
Daniel suspiró con fuerza e hizo todo lo posible por concentrarse en el juego y cerca del final, casi lo logro.
***
—Te dije que haría frio. —se quejaba Carolina.
—Y yo te dije que nos tendríamos el uno al otro para darnos calor.
Más que abrigados, llegaron al Sorrisniva Igloo Hotel en Alta, un hotel totalmente hecho en hielo, sí, todo cuanto había allí era hielo tallado, hielo en toda su extensión, Luk había escogido ese hotel, porque se adaptaba a la perfección a los planes que tenía en mente, para su estancia por 4 días allí.
—Luk, esta ha sido una pésima idea.
—Yo pienso que ha sido una idea estupenda.
—Cuando estemos congelados como Fray en futurama, también vas a pensar lo mismo.
—No seas exagerada, amor—se carcajeó Luk.
La mañana siguiente les tenía preparada una sorpresa, la aurora Boreal en Laponia – Noruega, marcaba el final del invierno y el inicio del verano en aquellas tierras, ese era un espectáculo hermoso, indescriptiblemente bello.
Pero el inicio del verano en aquellas tierras traía consigo un fenómeno particular. En el 3 día de estar allí y haber practicado distintos deportes de nieve, Luk estaba listo para proponerle matrimonio a su novia.
—¡Wao! Es sorprendente que el sol no se ponga por meses, son las 2 de la mañana, debería estar todo oscuro. —sonreía Carolina, en los brazos de su novio, desde la pequeña capilla donde estaban sentados contemplando el fenómeno.
—La inclinación del polo produce este fenómeno. —sonrió Luk.
—Ya lo sé tontito, lo que quiero decir es metafórico, el sol siempre ha representado en primer lugar, el dador de la luz, porque cada día vence las tinieblas de la noche. Las antiguas culturas se han impresionado siempre por el hecho de que el sol muere cada día y revive cada mañana. Como el hombre que cada noche se sumerge en el sueño, es una imagen de la muerte para levantarse cada mañana con nuevas fuerzas. Por eso, el sol es la imagen de la estabilidad, la fuente de la vida, los egipcios, al menos durante el período de Akenaton, desarrollaron en el contexto del culto al sol una hermosa literatura.
—Por eso me gusta el sol, porque es justo eso, una metáfora de la vida, venciendo las tinieblas siempre nos anuncia un nuevo día, donde tenemos nuevas oportunidades de avanzar. —él sonrió y se levantó, levantándola a ella en el proceso. —Nena cuando te conocí estaba en plena noche, la oscuridad que rodeaba mi vida, era casi como la oscuridad de la noche, pero tú llegaste como un sol y entonces todo cobró vida, yo soy el hombre más afortunado quien camina a tu lado, y sé que todo cambió por ti, ahora todo es amor por ti, me sientó bendecido por Dios porque justo cuando estaba a medio paso de caer, apareciste tú y con confianza te di mi corazón y entonces todo cambio, nunca jamás sentí lo que siento por ti y quiero que sea así por el resto de mis días, quiero ser el único que te cuide y que te vea sonreír al amanecer y que te haga el amor todos los días; Caro te amo y quiero que me hagas el hombre más feliz del mundo, yo quiero ser como tu sol de Laponia, quiero ser tu certeza de que aunque haya problemas, hayan dificultades, hayan días oscuras y grises y aunque vengan anocheceres, amanecerá y nosotros juntos nos sobrepondremos a las tinieblas, como sol de Laponia, iluminare tu vida por los restos de los días. — de rodillas ya, era inevitable no saber lo que haría, una linda cajita de "Tiffany", lo terminó de delatar. — Podrías por favor ¿casarte conmigo y hacernos feliz?
—Si, por supuesto que sí. —sonrió ella. —Te amo-dijo en tono franco— me hiciste recordar quien solía ser, hiciste que recuperara el deseo de amar, ahora mismo, creo que llevamos juntos las de ganar, soy tuya, y lo seré siempre.
—Vamos a ser felices mi amor, felices en esta vida y en las que vengan, este rubí es la piedra de la confianza y los diamantes son símbolos de resistencia, una indicio de lo que ha de ser nuestra relación.
Y lo sería o al menos por un tiempo, pero a veces cuando las piedras preciosas son maltratadas y ultrajadas, se quiebran y aunque se peguen no habrá manera que quede igual.
***
Dos días después aterrizaban en Berlín y para los paparazis no pasó desapercibido el enorme anillo de rubí con diamantes en oro rosado que resaltaba en el dedo angular de la mano derecha de la prometida, del gran Lukas Schütz.
Campanas de bodas sonaban en el horizonte y las familias de los novios estaban felices, pero la felicidad a veces resulta efímera, falsa y pasajera, en algunos casos como el de ellos, solo era fruto de su imaginación, una ilusión óptica con un duro despertar.
Pero con dolor habrían de entenderlo justo...al final.
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