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Capítulo 2: " 1 realidad, 2 casualidad y 3 destino"

-Rossana no es necesario que hagamos esto.- le decía el chico, un poco afectado.

-Es necesario para mí, Lukas.- ella suspiro.- no es lo mismo como cuando comenzamos, tú ya nunca estas, nunca tienes tiempo para mí, ahora estas más de lleno con tus actividades deportivas y me dejas de lado todo el tiempo. Ni siquiera me invitaste a la gira de eliminatoria para el mundial.

-sabes que no puedes estar por ahí, no se nos permite tener relaciones en plena temporada de eliminatoria.

-¿y? solo podía ir y acompañarte como las demás chicas con sus novios o esposos, pero ni siquiera pensaste en eso.

-Rossana...-dijo él.-

-No, déjame terminar.- volvió a suspirar.- Yo te quise, te juro que sí, pero el amor necesita tiempo, es como una planta, necesita atención y cuidado y aquí no tengo ninguna de las dos. Esto es lo mejor para ambos y algún día nos los agradeceremos, ya me quedo claro que no seré tu esposa y ya yo estoy buscando sentar cabeza.- suspiro derrotada.- Lo siento, lo siento tanto Lukas.- le dijo finalmente le mando un beso en señal de despedida.

Era el final, ya no había más intento ni más oportunidades. Lukas y Rossana habían estado juntos por 2 años,  ella era modelo y se habían conocido en la fiesta de matrimonio de uno de sus compañeros de equipos. Quizás él no la amaba, pero sí que la quería, le tenían afecto, se había acostumbrado a la presencia de ella en su vida y no se podía plantear la posibilidad de quedarse sin ella.

Estaba triste y confundido, quería pedirle una segunda oportunidad, pero en lo más profundo de su ser sus palabras: "Esto es lo mejor para ambos y algún día nos los agradeceremos, ya me quedo claro que no seré tu esposa y ya yo estoy buscando sentar cabeza", le pesaban porque sabía que era verdad.

Habían pasado dos horas desde que Rossana lo había dejado y a penas ahora lograba comprender que quizás ella ya tenía otra persona y que ella no era la única que quería establecerse y esa verdad lo congelo.

Ahora estaba todo el equipo y el coach en un restaurante de comida italiana al norte de la ciudad, todos conversaban alegremente celebrando su clasificación al mundial y por supuesto su avance en la liga.

Daniel observó a Lukas, él esta como perdido en sus pensamientos, como si no estuviese ausente de esa celebración.

-¿Qué Rayos te pasa Schütz?- preguntó mientras tomo una copa de Champan.

-Rossana y yo terminamos.- soltó él de una.

-mierda, viejo lo siento.- afirmó serio Daniel.- ¿quieres hablarlo?

-¿Qué hay que hablarle a eso?- preguntó Lukas.

-No sé, supongo que hablar de cómo te sientes te hará sentir mejor, después de todo tu querías a Rossana.

-Sí, la quería.- reflexiono un segundo.- supongo que la quise mucho y que me había acostumbrado a ella.

-lo siento, hombre.-le dijo Daniel.

-Yo también, pero supongo que ella tiene razón, no le dedico el tiempo suficiente y nunca la vi como la madre de mis hijos, así que creo que está bien que busque a otra persona que pueda darle lo que yo no.

-¿no la amabas?- pregunto Daniel.

-amar es complicado, hermano.- dijo más para sí que para Daniel.-así que creo que no, si la hubiese amado hubiese luchado por otra oportunidad o lo hubiese visto como la madre de mis hijos y mi futura esposa, pero eso nunca paso por mi mente, así que creo que no, nunca la ame.

-¡Wow! Estoy un poco impactado, es decir se les veía muy bien juntos y tu parecías amarla.

-Las apariencias engaña, Maschwitz.-le dijo sonriendo Lukas a Daniel.- o ¿es que acaso no te ves a ti mismo?

Ambos sonrieron, ellos sabían a lo que se refería Lukas.

-sí, creo que si engañan.-contesto finalmente Daniel mientras se tomaba lo que quedaba de su copa.- ¿Qué harás ahora?

Antes de responder Lukas suspiro profundamente, no lo sabía no tenía ni idea de que se suponía que debía de hacer ahora.

-No lo sé, no tengo ni la más recóndita idea, de lo que se supone que voy a hacer ahora Daniel Maschwitz.- y entonces ambos se quedaron en silencio escuchando a sus compañeros de equipo, mientras conversaban animadamente.

Como si se tratara de una broma del destino el celular de König, uno de los defensas central del equipo comenzó a sonar, era su esposa Lotte Köning una mujer considerablemente más baja que su esposo, una chica tratable, serena y muy bonita que había capturado el corazón del jugador desde muy pequeño; ellos (Rolf y Lotte Köning) habían sido compañeros de colegios, vecinos en el barrio y hasta mejores amigos, Rolf siempre estuvo enamorado de Lotte pero ella siempre lo vio como su mejor amigo y nada más que eso. Las cosas cambiaron cuando Lotte se iba a la Universidad en Londres, Rolf temía que a su regreso ella volviera como prometida de alguien más, que no fuera él y eso lo mataba, así que se arriesgó e hizo algo extremo: le propuso matrimonio, así, sin más allá y sin más acá, le dijo de golpe lo mucho que la amaba y todo lo que sentía por ella y al escuchar su corazón tan sincero Lotte cambio de opinión, algo en su corazón se removió y ahora llevaban 10 años de casados y la historia de su amor había sido de interés nacional por mucho tiempo, todos allí lo sabían.

Él no se paró de la mesa, solo le pidió a sus compañeros de equipo que guardaran silencio mientras hablaba con su esposa.

-No cielo, no demorare hasta tan tarde.- decía Rolf

Algo le dije Lotte y el sonrió.- Si linda lo haré, espérame despierta he extrañado muchísimo hablar contigo antes de dormir.-Lotte le respondió algo al otro lado del teléfono y su sonrisa se ensancho.- me encanta saber que estarás en casa esperándome, que no llegare a una casa vacía porque la mujer de mi vida está allí.- En la mesa todos lo miraban, entre ellos se comenzó a escuchar murmullos, unos incluso hasta se burlaban de él, pero a él no le importaba, nunca le importaría, era su mujer, el amor de su vida y cada vez que podía se lo decía.-Yo también te amo cielo.- dijo finalmente antes de colgar.

Unos lo molestaban, otros compartían sus experiencias con sus respectivas esposas y entonces todos comenzaron a conversar de cual importante era en su vida sus mujeres, todos coincidían que a veces cuando se tiene todo se necesita alguien con quien compartirlo porque si no todo es vacío y eso es frustrante. Todos en el equipo pensaban que una mujer en su vida era el broche de oro que engalanaba a su vida, que los hacia poner los pies en la tierra, pero sobre todo que los protegía de todo a lo que se enfrentaban. Algunos eran sinceros en lo que opinaban y por eso le eran fieles a sus mujeres. Otros no tanto.

-Sabes Daniel, yo también quiero una mujer que me espere en la casa, que pueda abrazar por las noches y besar en las mañanas, que sea mi polo a tierra y la madre de mis hijos, con la que pueda hablar de lo mucho que odio a algún jugador, de lo cansado que estoy, de lo que me paso en el día,  que se ría de mis inventos, que me cuente si tuvo un día bueno o malo, que me forme cantaleta, que me haga perder la cabeza, los sentidos, todo, que me mire y yo sienta que se detiene el tiempo,  que me mande a comprarle tampones, que me haga darle masajes, que me obligue a acompañarla de compras, que le pueda presentar a mi madre y ella este feliz, que me deje consentirla y me consienta también.- Lukas cierra los ojos y suspira.- quiero una mujer en mi vida, necesito a una mujer en mi vida, no me gusta llegar a casa y que no haya nadie, no me gusta que no tenga a nadie con quien celebrar mis triunfos, mi casa y mi cama se sienten demasiado vacías sin nadie en ella, ya va siendo hora de que cobre vida.

Y entonces Daniel sonrió, una sonrisa sincera de compresión, a veces y solo a veces el sentía lo mismo. Que su mundo era demasiado etéreo y que se estaba consumiendo en una ensombrecedora soledad. Miro a Lukas y se vio a si mismo deseando lo mismo, solo que con otras condiciones.

-se acabó el champan.- dijo el coach del equipo.- necesito que alguien vaya a presionar.- dijo en broma.

-yo voy Coach.- dijo Lukas.- haré que nos traigan más.

-Ahí va nuestro Goleador muchachos, a presionar arriba por un poco más de chapan.

Todos sonrieron ante la broma del coach, al hablar en términos futbolísticos de una acción común. Y entonces Lukas se paró y se dirigió a paso lento al recibidor.

***

Llevaba alrededor de 5 minutos esperando su orden, eran las 8:15 p.m. y tenía máximo hasta las 8:30 p.m. para estar con la cena en casa de su madre. Por eso Carolina estaba un poco tensa.

-señorita Peizt, aquí tiene su orden.- dijo la mujer detrás del recibidor.

Ella la tomó en manos y maniobró para no dejar caer la salsa boloñesa mientras contestaba el celular.

-Voy en camino de acuerdo, a más tardar las 8:30 p.m. estoy allá, Alexa.

-Más te vale, mira que mamá esta que hecha chispa.- dijo su hermana al otro lado del teléfono.

-Ya voy, dile a mamá que...- no pudo terminar pues escucho que la llamaba la mujer de detrás del recibidor entonces ella volteó de sopetón y la desgracia ocurrió.

La salsa boloñesa voló por los aires, el plato de lasaña calabacín y carne le cayeron encima al hombre con el traje, el postre de tiramisú le cayó en la cara a él y de los canelones con Bechamel no quedo ni sombra. Y el celular de su mano voló.

Maldijo mentalmente un sinfín de veces, iba tarde la tenían presionada y ahora había bañado en comida a un extraño. Y eso que creyó que su día no podía empeorar.

-Lo siento, en serio, en serio lo siento.- dijo apurada. Mientras trataba de limpiar del esmoquin del hombre la lasaña que tenía pegada.- no fue mi intención, yo...yo no lo vi.

A su alrededor los meseros del Restaurante trabajaban en limpiar el desastre que sin querer ella había causado. Maldijo en español dos veces seguida con la seguridad de que nadie la entendería.

-No pasó nada.- dijo el hombre del traje.- ya sé que no fue tú intención, solo paso y ya está, es un traje no es la gran cosa.- afirmó encogiéndose de hombros.

No supo cuándo fue el momento exacto en el que quiso que la tierra se abriera y la tragara, si cuando descubrió que al hombre al que había bañado en lasaña era nada menos y nada más que LUKAS SCHÜTZ, -el goleador de su equipo favorito y la estrella del equipo de la selección nacional- o cuando se vio a si misma hecha un desastre parada frente a él.

Mierda y más mierda.

-Lo siento en serio, déjeme pagar por la tintorería de eso.- dijo avergonzada.

-Si te dejo hacer eso, entonces debes dejarme pagar por la comida que has votado por mi culpa.- le sonrió.

¡LA COMIDA!, su hermana estaba al teléfono, su mamá la mataría. Busco su teléfono con la vista y lo vio cerca del pozo de salsa carbonera que limpiaban en ese momento los encargados de la limpieza del restaurante, se agacho y lo recogió, no sin antes ordenar una orden igual a la mujer de detrás del recibidor.

-Lo siento hubo un percance, pero te juro que llegaré a tiempo.

-¿Qué percance, Carolina? Mamá te matará.

-Me estrelle con alguien mientras salía del restaurante y la comida se votó, pero he ordenado de nuevo, tan pronto como este correré a casa.

-Más te vale que lo hagas.

-Sí, ya lo sé.-suspiro.- te llamo cuando vaya saliendo para allá.- dijo y colgó.

El jugador la miraba de perfil, mientras con una servilleta se quitaba la salsa de la chaqueta del traje. Ella cerro los ojos, como infundiéndose ánimo.

-No es necesario que pague por la cena fui yo quien la voto, señor Schütz; por eso seré yo quien pague por ella por la tintorería por lo que le hice a su costosa ropa.

Él sonrió, ella lo conocía y eso le gustó.

-No es necesario que lo haga, ya se lo dije fue un accidente, no se preocupe más por eso señorita...-dijo él, esperando a que ella completara la frase.

-Carolina, Carolina Peitz.

-Señorita Carolina Peitz.-dijo sonriendo.- pero como no la veo muy convencida, le propongo un trato, usted paga mi lavandería y yo pago una cena en la que estaremos usted y yo.

Ella jadeo anonadada, ¿él realmente había dicho eso? No, no podía creerlo, él tenía novia, todos lo sabían era una modelo, Rossana, Rossana Imbrecht. Dios pero ¿por quién la tomaba?

-señor Schütz no es muy propio hacer ese tipo de  invitaciones cuando se tiene novia.- dijo ella seria.

Él pensó un momento, de todas formas todo el país se iba a enterar.

-Ya no la tengo, Rossana y yo terminamos.- dijo serio.- por eso no es impropio por mi parte invitarla a cenar señorita Peitz.

Ella lo miro anonada, ¿en serio uno de los hombres más bellos del país la estaba invitando a cenar?, eso debía de ser un sueño, un programa de cámara escondida o algún tipo de broma, sencillamente no podía ser verdad.

-¿Es en serio? Pregunto incrédula.

-¿Qué parte? ¿La de la invitación a cenar o la de que termine con Rossana? Porque permítame decirle señorita Carolina que ambas son ciertas.

M-I-E-R-D-A- sencillamente no lo podía creer. Lo miro acusadora, como cuando miraba a un chico que estaba haciendo trampa en un examen, como advirtiéndole que ya lo había descubierto y que ahora él tenía que pagar. Paso un minuto, un suspiro y él la miraba expectante. Ella acomodo su traje negro y lo miro de nuevo.

-le diré algo señor Schütz, esto es lo que haremos: yo pagaré por su tintorería justo ahora y si usted y yo nos encontramos por tercera vez entonces iremos a cenar.-dijo satisfecha de su solución.

Él la miraba incrédulo, ¿se estaba negando a ir a cenar con él? ¡Wow! Eso era nuevo.

-¿Por qué tres veces?-pregunto él sonriendo.

Ella se volteo porque le avisaron que su nueva orden ya estaba lista, cancelo la cuenta por segunda vez esa noche y recogió del mostrador otra bolsa con panacota que había olvidado y fue esa la razón por la que la chica de detrás del recibidor la había llamado.

Con sus bolsas en mano, lo volvió a mirar con una sonrisa muy de ella, una sonrisa serena, segura pero picara a la vez.

-¿Por qué tres veces? –repitió él, la pregunta.

- porque para mí cuando dos personas se encuentran 1 vez es realidad, 2 veces es casualidad pero 3 veces es destino, así que si nos cruzamos 3 veces será porque el destino así lo quiere, hasta entonces no saldré con usted.

Él sonrió de nuevo, esa chica le encantaba, parecía serena y segura pero era muy contundente en lo que pensaba y cuando la miro a los ojos descubrió que para él, el mundo entero se detenía.

Si, había encontrado a la mujer de su vida, tenía frente a sus ojos a la madre de sus hijos.

Ella le dejo 50 euros para la tintorería y se despidió con un cordial estreche de manos. Con su teléfono en mano le aviso a su hermana que se dirigía a casa y aún tenía 10 minutos para llegar. Así que condujo a velocidad.

¡Que Dios la ayudará a llegar!



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