Capítulo 13: "Una cita"
Esa noche casi no durmió. En el vuelo de regreso a casa no había hecho otra cosa si no pensar y pensar en lo que Lukas le había dicho. Entre más días pensaban, más seguro y entusiasmado se veía a Lukas con Carolina. Él lo sabía. Habían convivido juntos por más de 20 años y nunca antes lo había visto actuar como ahora.
Y por alguna extraña razón eso lo confundía. No era como si Carolina le gustara, pero cuando escuchaba a Lukas diciendo o haciendo ese tipo de cosas un sentimiento extraño se instalaba en su corazón. La cabeza le iba a estallar. Daniel chateaba a diario con Carolina, estaban en los mejores términos, él sabía de la situación de la tía de Manuel y sabía que a ella le dolía muchísimo lo que estaban pasando. Él se estaba comportando como un buen amigo escuchándola y consolándola como era debido, e incluso la había invitado a tomar un café cuando volviera a Berlín. Ella había aceptado, pero él continuaba confundido.
Entre ellos estaba creciendo una amistad y Dios sabía si eso era lo que él quería, todo en cuanto a Carolina lo confundía.
Cerró los ojos cuando vio que eran las 7:30 a.m., si quería no era necesario que se moviera de su sitio, no tendría entrenamiento, no tenía ningún otro compromiso. Ese era un día como pocos en su vida, era un día de él y para él, nadie lo molestaría o lo presionaría de algún modo, ese día podía dedicarse a holgazanear todo el día y todo estaría bien.
Pero estaba inquieto. Él sabía que ese era el día de la cita entre Carolina Y Lukas, y estaba medio esperando que Lukas lo llamara a decirle que la salida se había cancelado, medio esperando porque le contara que todo fue bien. Pero eso estaba lejos de pasar, ellos saldrían a las 8:00 p.m. y apenas eran las 7:31 a.m., apretó sus ojos cerrados y gruñó frustrado.
Ese iba a ser un largo, muy largo día.
***
Lukas había estado nervioso y ansioso todo el día, había revoloteado por su casa como lo hace cualquier colibrí. Había hecho ejercicios en su gimnasio personal, había salido a correr, había cocinado algo, había nadado y ahora estaba tratando de leer un bendito libro, porque se le ocurrió que hacerlo sería una buena manera de matar el tiempo hasta que llegara la gran hora; ya tenía la dirección de la Casa de Carolina, ya había escogido su atuendo a usar e incluso había llamado 2 veces a confirmar las reservas en el restaurante. Pero seguía nervioso.
Miro el reloj, ya eran las 4:30 p.m, en 4 horas Aproximadamente tendrían que estar disfrutando de su cena. Había salido a un par de citas antes con Roxana, pero en ese entonces ya ellos eran novios, en cambio con Carolina no era así. Las cosas habían sido tan distintas con ambas. Por eso estaba más nervioso aun.
Se desperezó y fue a su cocina por un vaso de agua. Cuando volvió la voz de Eminem cantando Not Afraid, le indicaba que tenía una nueva llamada.
—Acabo de comprar una Currywurst y Fritten con Cebollas en el Bier's Friedrichstraße ¿quieres que te lleve un poco? —preguntó la voz de Daniel, su amigo del alma.
—No, sinceramente no. —dijo muy convencido.
Al otro lado se escuchó un jadeo de impresión. —¿M-Me acabas de rechazar, de decir que no: a la COMIDA?
Rodo los ojos divertido—Sip.
—¿Luk, Dios que tienes, que te pasa, Carolina te canceló? —preguntó Daniel preocupado al otro lado. —Tranquilo amigo voy para allá y comprare cervezas, así olvidaremos las penas...
Lukas lo interrumpió. —Hey detente, no es necesario que te vengas, Carolina no cancelo, estoy bien, solo no tengo hambre ahora, eso es todo. —afirmo sonriendo.
—Pues esto es muy raro, Luk, tú no eres así. —dijo Daniel consternado. —Estaré en tu casa en 10 minutos. —dijo y cortó la llamada.
Lukas miró su celular, sin duda Daniel era un buen amigo, negó con su cabeza mientras sonreía y finalmente se sentaba de nuevo en el sofá mientras esperaba que Daniel llegara.
Lo bueno era, que ahora al menos tenía alguien con quien conversar, antes de que tuviera que pasar por Carolina.
***
Carolina bostezó por 2 veces, estaba en el salón de belleza arreglándose el cabello para su cita. Ese día para su suerte no había tenido clases en la Universidad –ya estaba que terminaba su post-grado- y había estado más temprano en la clínica, había hablado con Manuel y él le había dicho que ese día él se quedaría a dormir con su tía Gretel, que fuera tranquila y ella le prometió volver el día siguiente temprano.
A las 5:30 p.m. estuvo de vuelta en su apartamento y entonces comenzó el trabajo de verdad: que ponerse para la cita. Se metió al baño y se dio una ducha larga y refrescante, cuando salió eran las 6:00 p.m., así que ya era tiempo de seleccionar la ropa. Busco en su basto armario por algo correcto que ponerse, pero todo le parecía o muy poco o mucho, no quería verse cargada, pero tampoco sencilla, quería lucir natural, pero sofisticada, delicada pero decidida. Sí, ella estaba estresada, tras media hora de buscar y buscar algo decente que ponerse y probarse unos 30 conjuntos, opto por un vestido azul celeste, que tenía un hermoso escote en V con vuelos hasta un poco antes que el ombligo, un cinturón café en la cintura y su falda era volada –pero no tanto- no muy larga, ni muy corta, solo lo necesario para lucir joven y a la vez segura, el vestido tenía una abertura en la espalda y no tenía mangas, por lo que tuvo que seleccionar una chaqueta beis manga larga para usar por encima, por si tenía frio. Uso sus tacones beis con tacón de madera y unos sutiles aretes de piedritas doradas, unos pulsos y un pequeño sobre beis, donde guardó su celular y su cartera.
Se maquillo muy poco, solo con rímel, sombras y labial. Dejó su cabello castaño claro en las hondas que le habían hecho en la peluquería y se miró al espejo. Bueno no es como si fuera la mujer más bella del mundo pero con esa ropa, se sentía cómoda y se veía bien. Esperaba que Lukas pensará igual.
Cuando se terminó de arreglar eran las 7:40 p.m. y salió de la habitación rumbo a la cocina a buscar un poco de agua, justo en ese momento el comunicador sonó:
—Señorita Carolina, señorita Carolina—la voz emocionada Achim, el portero del edificio, le indico sin que se lo dijera que Lukas había llegado. —no puedo creer quien está aquí buscándola, ¿lo hago subir?
Ella sonrió, supuso que esa era la reacción que causaba Lukas a diario.
—No es necesario, dígale por favor que ya bajo. —afirmó. Luego dejó el vaso desocupado en el fregadero, se alisó la falda del vestido, cerró la puerta de su apartamento y bajo en el ascensor hasta la recepción, donde estaba Lukas.
Lo sintió antes de verlo y no se trataba de nada romántico o extraño, era que Lukas conversaba amenamente con las personas que lo habían reconocido y se tomaban fotos con él. Estaba impresionante- más de lo normal, si eso era posible- tenía una camisa manga larga blanca, con un pantalón clásico negro y una fina chaqueta de líneas delgadas grises que tenía levemente dobladas hacía arriba las mangas, de tan solo dos botones, un pañuelo blanco y zapatos de vestir acorde con su cinturón. Sus ojos azules rebosantes de vida y su cabello rubio, con su atuendo normal peinado cuidadosamente hacia atrás.
Él sonrió en cuanto la vio y con mucho tacto y prudencia dejó de lado a sus fans y se acercó a ella.
—Buenas noches Caro. — le dijo mientras le daba dos besos en las mejillas. —Estas impresionante, como siempre.
Ella se sonrojó levemente, Lukas era muy dulce. —Buenas noches Luk, tu tampoco te ves nada mal. —afirmó Carolina.
Él volvió a sonreír y se despidió amablemente de los fanáticos antes de salir. Afuera hacia frio, por lo que Carolina tuvo que ponerse su chaqueta. Perfectamente parqueado en la acera, un Ferrari Hybrid Rojo.
—Bonito coche. —apuntó Carolina.
—Gracias. —afirmó Daniel, le gustaba que admiraran su coche, como todo buen hombre los autos eran sus juguetes favoritos y en serio en serio, les gustaba presumirlos. Tenía una colección decente, unos 4 deportivos, que eran su orgullo.
Le abrió la puerta a Carolina como todo buen caballero y se montó él después. Luego encendió el auto mientras comenzaba a conducir con rumbo al NUBA Lounge, el restaurante que Lukas había escogido. En el transcurso del camino Lukas le preguntó a Carolina por su día y ella le contó sobre él, luego hablaron de Gretel y hasta del partido de la final, en 15 días. Era muy fácil para ellos hablar, era como si hubiesen sido parejas por años y años y la comodidad y el confort se expresaba en sus conversaciones.
Ese sin duda era un buen comienzo.
***
Cuando llegaron al restaurante, en lo primero que se fijó Carolina era en lo enorme del local, dividido nítidamente en tres zonas, restaurante – lounge con una zona de sofás en el centro para las sobremesas tras las cena, decorado con gusto exquisito, en el exterior estaba la terraza y el priveé que pensó sería súper agradables para las noches de verano, con mesas y taburetes altos en un espacio completamente diáfano adecuado también para disfrutar y bailotear al son de la buena música que se pincha en el interior y observar el ambiente fashion y glamouroso que se respira, en el local, cuando llegaron un mozo les mostró su mesa, una mesa doble en el interior del local, donde la iluminación era justa la necesaria, en la mesa habían 2 copas y estaban puestos los cubiertos.
Un joven mesero se acercó a ellos y les ofreció la carta, y eligieron de entrada -y sin ponerse de acuerdo-, croquetas de jamón jabugo además de unos rollitos de verduras con salsa agridulce. Por su parte Lukas pidió de plato fuerte un Steak Pimienta con croquetas de papas y una ensalada pintada y Carolina se inclinó por un Lomo de rape sobre zócalo de patata confitada en aceite de romero, decidieron acompañar la cena con un vino bonarda de 2008 o un zinfandel, en caso de no tener el Bonarda. Por último y no menos importante seleccionaron el postre: Selva negra cereza y Bavarois de frutos rojos.
Mientras esperaban por sus respectivas cenas, la conversación fluyó con tanta naturalidad, que no hubo ni un solo momento de incomodidad.
—Siempre los he odiado. —afirmó Lukas, en medio de la conversación que sostenían sobre el fútbol. — Los penal son demasiado tensionantes y es como si tiraras una moneda, se gana por suerte. —afirmó mientras picaba una de las croquetas de jamón jabugo.
—Yo también los detesto, son demasiado estresantes para cualquier humano, a veces los jugadores son muy buenos pero con tanta tensión acumulada, pueden votar el penal y perder por eso, es demasiado. —Opinó Carolina.
Él la miro, Carolina era en serio una mujer muy peculiar, le gustaba el fútbol y los autos, practicaba equitación y le encantaba la lectura, era profesora pero parecía una modelo. No podía pedir más, ella era algo así como su mujer "perfecta".
—¿Por qué juegas fútbol? —preguntó Carolina, sacándolo de sus cavilaciones.
¿Qué porque jugaba futbol? Bueno realmente no lo sabía, en parte lo hacía porque se había acostumbrado a eso y en parte porque le divertía hacerlo y le pagaban por eso. Pero quizás la razón principal por la que jugaba era por Daniel, él siempre había amado el deporte y cuando perdió un poco el camino, Luk había decidido que jugando podría ayudarlo a enderezar sus pasos. Y funcionó. Vaya que funcionó.
—Supongo que porque me gusta. —sonrió a medias. —Es bueno que te paguen por hacer algo que te gusta.
Ellas sonrió. —¿supones?
—Bueno es que el fútbol no siempre me gusto, no siempre fue mi primera opción, en parte se lo debo a Daniel, a él siempre le ha gustado él fútbol y cuando perdió el camino pensé que la mejor manera de hacerlo volver, era jugando y tal parece que no me equivoqué. —sonrió, mientras picaba ahora un rollito de verdura remojado en salsa agridulce.
—¿Qué pasó con Daniel? —Preguntó Carolina, ella en serio tenía muchísima curiosidad por saber que era lo que había pasado en la vida de Daniel, para que Luk se viera obligado a hacer algo que no le gustaba. Ya Daniel le había dado una respuesta similar a Luk, pero no le había dado la versión completa.
—Cuando Daniel tenía 14 años, le mataron a sus padres, a ciencia cierta nunca se supo por qué o quienes fueron los culpables, lo cierto es que él quedó tan destrozado y lleno de odio que intento por todos los medios posibles, canalizar su enojo, en ese entonces abandono el fútbol, jugo un poco con el alcohol, se vio tentando con la droga y se metía en muchísimas peleas, estaba fuera de sí y yo sabía que él, no era así. —afirmó Luk, hizo una pausa para tomar un poco de agua. —Daniel, es como el hermano que nunca tuve, Caro, lo conozco desde siempre y odiaba verlo actuando de ese modo, en más de una ocasión me tocó irlo a buscar en algún parque donde se había quedado dormido de la borrachera que cargaba, a veces me toco defenderlo en las peleas que se metía y hasta me hacía cargo de su pequeño hermano, fueron momentos muy duro, mi madre se encargó de ellos legalmente, pero Daniel era un verdadero desastre. No se me ocurrió otro modo de hacerlo entrar en razón que con el fútbol, a él le gustaba muchísimo jugarlo, así que supuse que si alguien le recordaba lo bueno que era jugando fútbol, entonces podría volver, comencé a entrenar y de apoco Daniel comenzó a volver, me acompañaba a los entrenamientos hasta que un día se volvió a animar y bueno ya el resto es historia.
Ella lo miró conmovida, era increíble lo que Luk había hecho por Daniel, ellos era hermanos, quizás no de sangre pero si de vida.
—Eso es muy bonito Luk, por ayudar a tu amigo aprendiste a hacer algo que no te gustaba. —dijo mientras le agarraba la mano por encima de la mesa.
—Bueno la verdad es que no aprendí. —dijo con un poco de timidez. —tal parece que es algo innato, soy bueno en el fútbol porque Dios me bendijo con ese don, aunque no me gustara al principio, ahora lo disfruto de verdad.
—¿A qué pensabas dedicarte antes de descubrir tu don con el futbol?
Él no lo dudo. —A las leyes, me gusta muchísimo el sistema político del país, me hubiese gustado ser parlamentario o algún gran político. —Dijo con una sonrisa melancólica. —pero yo soy de los que cree que las cosas pasan porque Dios lo permite y pues si me dio el don en el fútbol, por algo habrá sido. —se encogió de hombros.
Guardaron silencio cuando el mesero retiró los platos de la entrada y les puso el plato fuerte. Comenzaron a comer en silencio, Carolina estaba conmovida hasta los hueso, la historia de Lukas y Daniel era demasiado interesante para ella, Luk había dejado de lado sus sueños, para que Daniel cumpliera los suyos, supuso que se querían mucho y en cierto punto le dio envidia, ella también quería un amigo así, ese pensamiento le recordó a Carlos, un tema difícil de abordar. Luk por su parte reflexionaba un poco en cómo habría sido su vida si en vez de jugar fútbol se hubiese dedicado a las leyes, se preguntó si sería feliz o si estuviese comiendo en esos momentos con Carolina. Ese pensamiento lo aterró y en silencio le dio las gracias a Dios por haberlo puesto en el camino del fútbol.
—¿No has pensado en estudiar la carrera ahora?, digo aun estas joven y no jugaras fútbol toda tu vida, así que...
¿Estudiar leyes ahora? No, la verdad era que Lukas nunca antes lo había pensado.
—No, nunca lo había pensado. —sonrió. —pero ahora que lo dice la madre de mis hijos, lo comenzaré a considerar.
—¿Por qué dices eso siempre? —preguntó.
—¿Por qué digo, que? —contestó él fingiendo inocencia.
-¿porque siempre me dices que seré la madre de tus hijos?-preguntó apenada Carolina.
—Porque es la verdad, Caro. —dijo convencido. —no te voy a decir que te amo simplemente porque es muy pronto, no te voy a decir que te amo porque aún no te conozco del todo, pero sé que eres el tipo de persona que podría amar toda mi vida como un loco, porque sé que utilizare esas palabras en el futuro, sé que serás la madre de mis hijos y el amor de mi vida. —hizo una pausa y tomó su mano. —me gustas muchísimo y me gustaría muchísimo saber si estamos en la misma página Caro, me gustaría saber si en serio, en serio tengo una oportunidad contigo.
¡Dios! ¿Cómo podía decirle eso?, tenía miedo, miedo de enamorarse de él y de resultar herida, miedo de que las cosas no fueran bien entre ellos, pero cuando Luk decía cosas como esas, a ella los miedos y las incertidumbres se le olvidaban por completo.
—Pues señor Schütz, usted tiene altas oportunidades porque estamos en la misma página. —sentenció convencida. —pero tengo miedo, mucho Miedo Luk.
—Yo me encargare de despejar y resolver todos esos miedos, yo te protegeré, yo te acompañare a lo desconocido, a lo jamás sentido, ahí siempre estaré. Haré que esto funciones y podamos disfrutar de una bonita relación. Porque en serio, en serio me gustas mucho Carolina. —dijo el apenado.
Ella sonrió, si Luk seguía como hasta ahora más temprano que tarde caería a sus pies.
Terminaron de comer su plato fuerte, en medio de conversaciones más superficiales, pero que en el fondo tenían como objetivo conocerse un poco más, saber sus gustos y preferencias y descubrir que tan afines era en muchos sentidos y siguieron así hasta que se comieron el postre. Fue una cita normal, con dos personas extraordinarias, dos personas de mundos y mentes distintas que había colisionado en el camino de la vida y que de apoco iban a crear su propio y particular universo.
Él la llevo de vuelta a casa y la dejó con un beso en la comisura de sus labios.
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