La rutina en la vida de Carolina se modificó un poco, ya no solo era cuestión de ir al trabajo a la universidad y volver a casa en la noche; no, ahora cuando Salía de la universidad conducía hasta el hospital donde estaba internada Gretel, allí se encontraba con Manuel y juntos la acompañaban a cumplir con el tratamiento que le aplicaban para mitigar el dolor. El dolor del cáncer no lo calma ni la morfina. Lo que más molesta del muy maldito, es que no conforme con matarte también te hace sufrir.

Ella odiaba al cáncer y odiaba los hospitales en general, tenían ese olor tan a cloro, tan etéreo tan surrealista que la asustaba, sabía que muchas de las personas que entraban a un hospital nunca más volvían a salir y eso siempre la afectaría.

Era jueves y ella estaba especialmente cansada, ese día comenzarían con las secciones de quimioterapias y Gretel se veía de un color terrible. Estaba junto a Manuel sentada en un pequeño sofá verde oscuro en una de las imponentes habitaciones del hospital, la habitación era lujosa, con muchos artefactos tecnológicos-¿para qué tanto lujos si al final la persona morirá?-Manuel grababa un video de Gretel riéndose de la panda de estupideces que él estaba diciendo, aunque estaba débil las payasadas y el buen humor de Manuel siempre le arrancaban una sonrisa; ella también sonreía, sonrió con cierta melancolía porque sabía que dentro de poco ya Gretel no estaría allí.

Y otra vez pensó en Philip y en Samy, su papá. Pensó en que tal vez y solo tal vez, vivir una situación como la de Gretel y Manuel era ligeramente más trágica y traumática, que la de ella.

El doctor entró y se la llevo a la sala de quimio, Manuel entró con ella. Pero Carolina no pudo pasar con ellos, quizás para algunos es un caso perdido eso de hacerle quimioterapias a las personas con cáncer terminales, pero en la naturaleza humana no está eso de rendirnos, de dejar de luchar por nuestras vidas hasta el final, nos resistimos a vivir, peleando hasta con nuestro último aliento, tal como lo hacen los jugadores en una final: el cuerpo dice que no, pero el alma indica que sí.

Mientras esperaba en la habitación del hospital, se dedicó a revisar unos trabajos que tenía que calificar para el día siguiente, había estado adelantado en la mayoría de los recesos que tuvo en el día ya que no había trabajado mucho en casa, entre las visitas con Manuel al hospital y las charlas con Lukas y Daniel, su rutina se estaba yendo a pique. Cuando terminó de calificar los últimos 5 trabajos, aún quedaba una media hora para que la sección terminara.

Cerró sus ojos, froto su vista y tomó una respiración profunda, esta semana estaba resultando más agotadora de lo que esperaba y aun no acababa.

Lo mejor de todo era que al día siguiente aun tendría la cena con Lukas y la sensación de nerviosismo y ansiedad, sumado al cansancio y al desgaste propio de vivir una situación como la que estaba viviendo con Manuel, la estaba acabando.

***

Lukas estaba feliz. Habían ganado el partido de la semifinal y en exactamente 20 días estaría disputando una final muy merecida en Marsella —Francia— contra el equipo que ganará el partido de ese día.

Las cosas estaba yendo bastante bien, entre los entrenamientos, las secciones de fotografía y las charlas con Carolina la semana le había pasado volando, estaban en Estambul, habían jugado el partido semifinal, el miércoles, en el estadio Ali Sami Yen Spor Kompleksi de esa ciudad, pero ahora se preparaba para volver a casa, estaba nervioso y ansioso por su cita con Carolina.

Le mando un rápido mensaje antes de salir de Estambul informándole que ya volvía a Berlín.

—Lukas. —Gritó el Coach. —ya estamos abordando y a menos que te quieras quedar, no veo porque tú no lo estás haciendo.

Él sonrió, aunque el coach estaba feliz porque estaban en la final, también estaba histérico y altamente canteletoso, les daba cantaleta por todo.

—Lo siento Coach, le enviaba un mensaje a mi chica. —guiñó el ojo. —no la quiero molesta ahora que vuelvo.

—Pues el molesto soy yo, no has dejado el bendito celular quieto. —gruñó. —tienes que concentrarte, jugaste un gran partido y estamos en la final, pero no es momento de dormir sobre laureles, así que concéntrate.

—Lo tengo coach. —le dijo como un niño bueno, mientras caminaban a la puerta de embarque. —¿Puedo comer algo antes de irnos?

El coach sonrió, si Lukas no hiciera tanto ejercicio físico como el que hacía a diario, apostaría su sueldo a que fuera una bolita de carne rodante, de todo lo que comía su jugador estrella.

—No vayas a comer muchas calorías. —dijo Ricardo, el Coach. —y vuelve pronto que ya nos vamos.

Lukas asistió y cruzó corriendo el aeropuerto de Estambul hasta dar con un restaurante donde compró un hot dog y papas fritas (sus favoritas) y con su maleta en el hombro corrió de vuelta al embarque junto a sus compañeros, pero justo pasó por una vitrina donde exhibían una linda diadema e inevitablemente pensó en Carolina, aun a sabiendas que el tiempo estaba en su contra, se aventuró en la tienda y pagó el valor exuberantemente caro que cobran en los aeropuertos por cualquier cosa que quieras comprar, tras pagarla salió corriendo rumbo al embarque del avión, donde subió de prisa –casi lo dejan- y se ubicó al lado de su amigo Daniel, justo delante de Paulo y David.

—¿Qué estabas haciendo? —preguntó Daniel muerto de la risa, luego de que el Coach le llamara la atención a Lukas por segunda vez, ese día.

—Tenía hambre.-sonrió a medio puchero, pero su expresión cambio cuando vio la diadema que había comprado para Carolina. —Y compraba esto.

Daniel observaba la diadema que tenía en sus manos, esa era una diadema bien peculiar, era dorada y tenía 3 pequeñas flores con piedrecitas de colores, cada flor estaba separada de la otra por unas pequeñas piedritas que seguían un camino, un camino que terminaba en un pequeño corazón dorado. De lejos parecía bien sencilla pero vista de cerca era toda una belleza.

—¿Y esto? —preguntó Daniel, haciéndose el inocente.

Lukas lo miro irónico. — Es para ti Daniel, es mi manera de decirte con cautela que debes cortarte el cabello.-y le dio un golpecito fuerte por la cabeza. — ¿Para quién crees que es, genio?

Daniel y Paulo que estaban detrás y no tenían ni idea de que hablaban, aprovecharon que Lukas golpeteo a Daniel y ellos hicieron lo mismo.

—Buena, genio. —afirmaron al unísono.

Daniel sonrió, ya quería formar su desorden. Pero pensó que primero debía hablar con Lukas.

—Así que ahora le compraste algo a tu chica. —preguntó divertido.

—Lo hice, espero que ella ve ese detalle como yo lo veo. —afirmó Lukas mientras se comía su Hot dog.

—¿Cómo así? —preguntó Daniel confuso, luego de haber golpeado a sus compañeros, por su golpecito en la cabeza.

—Como nuestro inicio, veras es interesante que las 3 florecitas lleven a un corazón. —Lukas sonrió, esa era la razón por la que esa diadema le había llamado la atención. —dijo que 3 veces era destino, pues son 3 florecitas y la próxima estación es un corazón, es el amor. Es un símbolo de lo que es nuestra relación. —sonrió satisfecho.

Daniel no dijo nada, ahora que él lo había explicado, ahora si le veía el significado a esa diadema y era indudablemente inesperado y muy lindo. Era un gran gesto de parte de su amigo. A las mujeres ese tipo de gestos las mueven y Daniel lo sabía. Y el saber eso le dejó un sabor muy raro en su boca.

***

La señora Gretel salía muy débil de la quimio y Manuel estaba notablemente afectado, él había luchado porque ella no notara cuanto le afectaba verla mal, pero ese día estaba fallando monumentalmente.

—Manue. —dijo Gretel a media voz. —consígueme un té, me duele el estómago.

Él asintió y salió rumbo a la cafetería a buscarle un té a su madre.

—Acércate.-le dijo Gretel a Carolina. —Necesito hablar contigo.

La joven se sintió perturbada, Gretel no estaba en condiciones de hablar y sentía que lo que le iba a decir no quería que Manuel lo escuchara.

—¿Carolina, es así como te llamas cierto? —preguntó la mujer a media voz.

—Sí señora, así me llamo. —afirmó Carolina mientras se sentaba al lado de la cama. —señora Gretel no creo que sea una buena idea que esté hablando, podemos hablar mañana.

—No sabemos si yo tenga un mañana, me siento muy débil como para continuar con esto mucho tiempo, me estoy muriendo y yo lo sé, no puedo darme el lujo de pensar en un mañana. —tosió levemente. —Carolina ¿Qué eres tú de mi Manue?

—Somos amigos, doña Gretel.

—¿amigos de los amigos normales, o de esos amigos modernos que tienen sexo, se besan y hasta tienen un hijo pero solo son amigos?

Ella casi se atraganta con su propia saliva al escuchar eso.

—Somos solo amigos, de hecho yo estoy saliendo con otra persona. —afirmó convencida Carolina, sin notar que había dicho que estaba saliendo con alguien, ese alguien era Lukas y ella lo había aceptado prácticamente sin notarlo.

—Estaba bien Carolina, te creo que solo son amigos. —dijo muy convencida. —sin embargo escúchame bien lo que te digo, no me abandones a Manuel, no lo hagas ahora que está pasando por este mal momento, pronto yo partiré y si te soy sincera a lo único que le tengo miedo de verdad, es a dejar a Manue solo. Temo a dejarlo sin mí, a dejarlo sin nadie más, en esta vida lo que más quise fue a él y ahora no concibo la posibilidad de abandonarlo, de partir sin él. Me está matando ese pensamiento y todo los días me atormenta imaginarme el mundo de Manuel sin mí, veras Carolina él a veces se porta como un niño mal criado, a veces solo es un adolescente confundido, pero es un buen muchacho, cuando quiere de verdad, es muy real. —una tos la interrumpió de nuevo. —Solo quiero partir con la seguridad de que no lo deje solo, de que por lo menos lo deje en compañía de alguien que cumplirá un trabajo parecido al mío, solo te pido que estés con él, hasta que él y yo nos volvamos a encontrar y entonces, ten por seguro que Dios y la vida te bendecirán.

—Pero...—balbuceó Carolina.

—Sin peros Carolina, solo prométele a esta moribunda que lo harás, dale paz a su alma y descanso a su espíritu, para que pueda morir de una vez.

¿Cómo decirle que no, después de semejantes palabras? Es imposible. Cuando la vida te pone frente a frente con la muerte es cuando comprendes con exactitud la magnitud de la insignificancia de nuestra vida, y es absurdo que en la vida existan 10000 maneras de morir y solo una de vivir y que justo en el último momento descubras que morir es inevitable, pero que deseas al menos dejarlo todo arreglado. De repente Carolina recordó a Lana del Rey, cuando cantando Born to die, afirma que "Se nace para morir". Quizás ella no estaba equivocada después de todo.

—Lo prometo. —juro en lágrimas. Y una promesa es una promesa, las promesas no se quiebran, no se parten, no se olvidan. Y Carolina estaba dispuesta a cumplir la suya. Aun cuando no sabía a ciencia cierta que significaba esta.

Lo haría.