Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Diez

Chuuya se había sentido extraño los últimos días.

No sabía cómo describirlo realmente. Era una sensación agridulce de inquietud que solo aparecía en momentos específicos. Empezó a sentirse más nervioso, pero al mismo tiempo cargaba con más positivismo del usual, y esa no era precisamente una de sus características. Incluso Koyou le había comentado que lo había notado más resplandeciente, más animado. Al principio quiso culpar a sus diarias sesiones de sexo con Dazai, que descubrió que en realidad sí hacían un buen trabajo liberando estrés; sin embargo, pronto dejó de sentir que se debía a eso.

Era como si... hubiera dejado de sentirse bien.

La manera en cómo Dazai le sonreía junto a un guiño de ojo cada que sus miradas chocaban, después de uno de sus encuentros y como ese gesto provocaba una oleada de emoción mezclada con un placentero bochorno. Le encantaba esa sonrisa, aún empañada de un ligero rubor y su frente empapada de sudor. Se veía realmente atractivo, debía confesar. Le hacía sonreír con genuina felicidad, ignorando el vergonzoso ardor de sus mejillas y sin notar como su corazón tomaba un ritmo más acelerado.

Sin embargo... un amargo vacío lo embargaba al instante en que Dazai adoptaba su actitud distante, para solo vestirse y retirarse del cuarto primero. Había algo que le dolía en el hecho de que esa burbuja de intimidad se rompiera para dejarlo como un acto trivial, una actividad más de sus itinerarios. Se sorprendió a sí mismo deseando que Dazai se quedara más tiempo, que duraran unos minutos más abrazados, que hiciera algo más que solo vestirse y marcharse.

Ese sentimiento lo había estado carcomiendo durante varios días. Le ponía aún más inquieto intentar inferir en razones, en tratar de darle un sentido coherente a sus estados de ánimo, pero era inútil para él. No lograba dilucidar nada viable.

Entonces supuso que no le vendría mal algo de ayuda.

—La cosa va así... Estoy leyendo un libro. Se lo encontré a una de las enfermeras cuando estuve en la enfermería y me lo prestó. Y bueno... no entiendo a la protagonista.

—¿Qué no entiendes, Chuuya? —Koyou dejó caer sus manos entrelazadas en sus piernas, mirando con atención al pelirrojo.

—Ella, ahm, ella... tenía la costumbre de, ah... jugar con el chico después de la escuela. ¡Jugar ajedrez! —se corrigió de inmediato, temiendo que la mujer pudiera malinterpretarlo—. Era algo que llevaban haciendo un buen rato. Solamente jugaban y se iban cada uno por su lado. Ni siquiera se hablaban fuera de la escuela.

—De acuerdo... ¿qué pasa con ambos?

—La protagonista empezó a sentirse diferente... Empezó a sentirse mal —murmuró, pero sin dejar que su tono decayera a uno desanimado.

—¿Mal en qué sentido?

—No sé. Ahí dice que de pronto se siente como... insuficiente. Esa costumbre ya no es suficiente, quiero... ¡ELLA QUIERE! Sí, ella quiere que él se quede más tiempo, o no sé algo así. ¡Y me estresa! Me estresa que no sepa que mierda quiere.

Koyou pudo simplemente responder un "solo sigue leyendo", pero sabía que el asunto iba mucho más allá de una trama incoherente de un libro probablemente inexistente. Así que solo suspiró y trató de mirar a Chuuya de forma comprensiva.

—Bien... así que esta protagonista no sabe lo quiere porque de repente este chico capturó toda su atención y le ha hecho sentir cosas que ella no sabe cómo explicar ¿verdad?

Chuuya asintió.

—Quiere pasar más tiempo con él, quiere más de él —recalcó y volvió a recibir otro asentimiento del pelirrojo—. Chuuya, es simple. La protagonista se está enamorando del chico; lo que siempre pasa en los libros de romance adolescente.

—... ¿Qué?

—Es lo más lógico. Si ella dice que ya no le parece suficiente el tiempo que pasaban juntos o que quiere verlo más es porque están empezando a desarrollarse sentimientos románticos. Creí que serías más inteligente en este aspecto —rio, pero Chuuya no reaccionó a la broma.

Sus ojos se habían ampliado en un semblante horrorizado. Su cuerpo se había quedado estático en un estado de conmoción.

—¿Chuuya? —Koyou llamó en un canturreo—. ¿Estás bien?

—¿Qué? ¡Ah, sí, sí! Estoy bien... —exclamó saliendo de su estupor, pero aun luciendo notablemente perturbado—. Gracias por la aclaración. Creo que abandonaré el libro, es demasiado problemático ¿no es así? —finalizó con una risa amarga.

Koyou estaba por responder, pero Chuuya ya había huido de la habitación, dejándola con la palabra en la boca. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro