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Cinco

Aquella noche en el motel terminó después que Chuuya lograra eyacular. Simplemente se apartó de Dazai y se encaminó a la ducha para intentar limpiarse lo más posible. Cuando salió, Osamu fue el siguiente en ocupar el baño, sin siquiera dedicarle una mirada.

Afortunadamente pudieron acabar la investigación para el atardecer del día siguiente y en la noche ya se encontraban en uno de los autos de la Port Mafia siendo conducidos hacia su ciudad de original residencia por Hirotsu. Ninguno habló de lo ocurrido durante el día y mucho menos tuvieron oportunidad en la noche, empezando así el nuevo tenso distanciamiento. Básicamente habían minimizado su interacción a solo ocasiones donde era obligatoria, como el informe a Mori o la asignación a alguna misión pequeña que terminaban haciendo por separado.

En el caso de Chuuya, era meramente vergüenza. Después de aquel acto venéreo prácticamente ya no tenía cara para ver a Dazai a los ojos sin recordar su expresión de deleite mientras lo masturbaba con su rodilla y, como consecuencia, obtenía una erección inoportuna. No tenía ni la más mínima idea de los pensamientos que podrían estar circulando en la complicada mente de Dazai; si la manera en que había decidido ignorarlo clasificaba como un gesto de enojo o si en el fondo también estaría tan abochornado como él.

Esa actitud perduró al menos un par de días, lo suficiente como para llamar la atención de los demás miembros.

—Es raro no escucharte a ti y a Dazai discrepando por ahí sobre cualquier tema —Koyou le comentó con aires despreocupados durante su almuerzo—. ¿Están peleados?

A veces, cuando ambos estaban disponibles, almorzaban juntos para ponerse al día con los asuntos de la Port Mafia y chismorrear un par de cosas de interés.

—Nunca nos llevamos bien, en primer lugar. Ni siquiera somos amigos.

—Vaya, y yo que creí que había progresado en su relación. Trabajan bien juntos, no estaría mal que intenten llevarse mejor.

—Sigue soñando —resopló socarrón.

De alguna extraña manera no podía concebir alguna escena hipotética de él y Dazai siendo amigos y tratándose con una amistosa amabilidad; a pesar de que prácticamente ya habían rebasado ese nivel la noche que había estado debajo de él, luciendo tan vulnerable y sumiso. La avergüenza arde en sus mejillas con tan solo recordar no solo su actitud, también la nueva faceta que descubrió de Dazai.

Esos ojos oscilando entre el café y el cobrizo, brillando con deseo y su lengua mojando sus labios mientras su mirada recorre su cuerpo completamente. La manera en que sus dientes mordían su cuello de forma ansiosa, pero sin perder delicadeza, como sus manos se tomaron su tiempo para explorar a profundidad su cuerpo, desde su cuello hasta sus caderas haciendo paradas cortas y constantes en su pecho... Cada vez que Chuuya recordaba la escena cada vez con más detalle –y quizá insertando un par de fragmentos imaginarios– se preguntaba cuanto más podría experimentar, si el deleite sería capaz de incrementar, que sensaciones tendría si se aventuraran a seguir más allá...

—¿Chuuya, estás bien? De pronto de pusiste rojo.

La mano de Koyou sobre su frente logró enfriar sus venéreos pensamientos. Sintió que podría ponerse más rojo, pero esta vez por la increíble vergüenza de encontrarse pensando ese tipo de cosas estando frente a ella. No ayudó en nada la repentina y ya conocida sensación de que su pantalón le apretaba en la entrepierna.

—¡Ah! Sí, sí, no te preocupes. Solo es cansancio —murmuró apretando los muslos con disimulo. Tuvo que morderse el interior de la mejilla para reprimir un jadeo, que al final resultó en una exhalación suave por la nariz.

—Mori los ha estado haciendo trabajar demasiado estos días y aún eres solo un niño —farfulló en voz baja, con tono notablemente molesto.

Esa actitud protectora de Koyou bien podría causarle un bochorno inverso que lograría bajarle la erección.

—Está bien. Los últimos realmente fueron cosas insignificantes que logramos acabar en un par de horas. Solamente no he podido dormir bien estos días, es todo.

Por supuesto, Chuuya no iba a confesarle que había dedicado unas horas de sueño a unas cuantas masturbaciones previas, rememorando una y otra su escena con Dazai, imaginando que era él quién lo tocaba. 

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