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Sólo los cobardes mueren dos veces

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Fúrica, asesina de dioses

Capítulo 6: Sólo los cobardes mueren dos veces

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Fúrica y Pen Pen habían llegado a la luna de Hilos: Dreande. Esta luna fungía como base secreta del ogro que ultimase hace un par de días para guardar varias de sus mercancías de contrabando.

El lugar estaba todo automatizado ya que el verduzco comerciante con lo paranoico que era, desconfiaba de dejar sus bienes mal habidos bajo el cuidado de lacayos que podrían traicionarle.

―Supongo que las únicas cosas vivas a parte de nosotros, son estos pobres diablos. ¿Qué hacemos Fúrica? ―preguntó Pen Pen con respeto a los esclavos provenientes de diversas partes de la galaxia.

―No vine a liberar esclavos pero tampoco puedo hacer la vista gorda viendo que hay otras kaxianas en este lugar.

―¿Los vas a liberar? ¿A todos o sólo a las kaxianas?

―A todos, que de lo contrario se vería muy mal.

―No sé cómo podríamos liberarlos de sus celdas, además, habría que lidiar con los androides custodios.

―Unas cuantas bombas podrían solucionar el problema, la cosa es que si hacemos eso, nos lloverán más androides, al final, no podríamos salir de aquí.

―Entonces, ¿qué hacemos?

―Debemos apropiarnos de estas instalaciones, nadie las conoce y prefiero mantenerme oculta de Darcrow hasta que la gema Worluf se active, ya falta poco... Este lugar debe estar controlado por una computadora central.

―Habrá que desactivarla entonces.

―Mejor dicho destruirla, te apuesto todo lo que quieras Pen Pen a que esa cosa posee inteligencia artificial. Busquemos en una terminal el lugar dónde puede hallarse la computadora central, luego ya veremos.

La búsqueda no les tomó mucho tiempo pero se encontraron con un problema.

―Necesitaremos ayuda para destruir la computadora central, Fúrica.

―No hay más remedio, debemos liberar a los esclavos.

―Pero tú dijiste que si hacíamos eso, los androides se nos echarían encima.

―No te preocupes, tengo un plan.

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Las alarmas sonaban con estruendo y varios androides se dirigían hacia las celdas de los esclavos destinados a la trata de blancas. Al parecer una explosión les había liberado de su prisión pero no importaba, sólo debían seguir las señales que emanaban de sus collares electrónicos, pronto les capturarían.

Los esclavos huían por el noroeste, al parecer estaban todos dentro de un enorme contenedor móvil.

―¡Por qué siempre tengo que hacer de cebo! ―gritaba Pen Pen mientras que esquivaba los disparos de los androides.

Dentro de la base, el sonido de las alarmas había cesado, y en eso, una tapa de alcantarilla se abría y por aquella surgía Fúrica junto con los esclavos.

«Fue buena idea quitarles los collares y ponerlos todos con Pen Pen», pensó Fúrica quien llevó a los esclavos a la armería del lugar y armó a cada uno de los prisioneros.

«Ahora a destruir a la computadora central».

No había tiempo que perder, apenas la inteligencia artificial notase que estaba siendo atacada, contratacaría y lo más grave: mandaría de regreso a los androides para neutralizar a los atacantes.

La computadora central podía disponer de un par de tentáculos mecánicos para casos de emergencia como el presente y con la rapidez propia de una maquina asesina, daba cuenta de varios desafortunados que morían al ser sus pechos atravesados por aquellas extrañas defensas, sin embargo, los esclavos eran muchos y poco a poco Fúrica ponía diversas cargas explosivas alrededor de la gran mole tecnológica.

―¡Ya vienen los androides!

―No se preocupen, que ya terminé. ¡Retírense y cúbranse lo mejor que puedan!

Los androides ya enfocaban con sus cámaras a los prisioneros, cuando una gran explosión destruyó la computadora central haciendo que las máquinas cayesen como simples marionetas a las que se les cortó los hilos.

Los esclavos celebraron por todo lo alto su recien recuperada libertad. Pen Pen acababa de retornar quejándose como siempre de haber servido como cebo, pero de todas formas se lo veía feliz, Fúrica también se hallaba complacida con el hecho de haber hallado un refugio seguro cuando en eso el cielo nocturno reveló de repente nuevas y desconocidas estrellas.

―Que perros... ―La flota de Darcrow, había llegado.

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La figura oscura del nigromante se había levantado de su silla de comando y se acercaba para ver mejor la pantalla principal de su sala de mando por donde se veía la luna Dreande.

―Escucha Fúrica, sé que estas allí gata entelerida. Mi piedad es infinita así que te doy la siguiente opción: devuelve lo que hurtaste y a cambio prometo concederte una muerte rápida e indolora, caso contrario, mis artes operarán en ti y sabrás que se siente morir mil veces. Ríndete kaxiana.

―Señor, recibo una señal de la luna, es, oh cielos...

―¡¿Y bien?!

―Yo, bueno, no sé...

Dracrow se acercó al monitor y su ceño se frunció.

«¿Rendirme yo? ¡Que se rinda tu abuela carajo!... CHÚPAME LA COLA».

―Rodeen esta miserable luna. No quiero que nadie huya.

En Dreande, todo era un caos ya que los esclavos se entregaron a la desesperación al ver que pronto encontrarían la muerte a manos del nigromante y eso si tenían suerte.

―¿Qué vamos a hacer Fúrica?

―Pelear, sólo pierde el que se entrega al derrotismo. Tengo una idea, no vamos a salir todos con vida pero recuerda: sólo los cobardes mueren dos veces.

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Darcrow ya instruía a su ejército a capturar a Fúrica cuando uno de sus hombres le informó que varios pods de escape planetario trataban de romper el bloqueo de su flota.

―Imposible, esta miserable luna no debería tener tantos pods de escape.

―Señor, un aproximamiento con el visor y se nota que no son pods de escape, sino androides de contención.

―Qué extraño, esas cosas no representan ninguna amenaza. Tonta gata, la desesperación la enloqueció al final. Ordenen a las tropas aterrizar en la luna, capturen a Fúrica y maten a todos los demás.

Así los androides pasaron el bloqueo y apenas hecho esto, se quedaron sin combustible, convirtiéndose en basura espacial a la deriva.

―Señor...

―¿Qué sucede?

―Los sensores de la nave detectan signos de vida en las carcasas de los androides.

―¿Qué? Eso es imposible... No, ¡no! ¡Disparen a esas cosas!

La orden fue dada muy tarde, varios esclavos murieron al ser sus improvisados cohetes, no aptos para protegerlos del vacío del espacio. Muchos más murieron al ser alcanzados por los disparos de las naves.

«Ya se activó... Worluf, concédeme estos dos deseos...».

―¡Señor, el planeta Hilos esta implosionando! ¡Imposible escapar!

―¡Te veré en el infierno Fúrica!

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En los cuarteles generales de la Confederación Galáctica, una kaxiana era condecorada.

―... Y además, se te entrega esta nave en agradecimiento por haber acabado con Darcrow, la mayor lacra del crimen organizado...

«Que mal que desperdicie mis dos deseos: que implosionase Hilos y que todos los sobrevivientes nos transportásemos a la capital galáctica. En fin, al menos sigo con vida».

Una vez finalizada la ceremonia la gata veía su nueva nave espacial.

―Woa, se ve impresionante jefa. ¿Qué nombre le va a poner?

―No sé Pen Pen... ¿Qué te parece... asesina de dioses?

FIN

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Gracias por leer, no olviden comentar y seguirme. ¡Nos vemos en otra aventura nya!

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