No siempre escuchamos nuestra voz interna, y quizá no todos la tengamos o mejor dicho no todos tengamos a uno de esos grillos llamados consciencia, uno no muy consciente. Tampoco sé si al final de mil y un consejos y mil terapias uno vuelve a la normalidad, como lo hacen las computadoras al reiniciarse.
Que fácil sería la vida de solo picar un botón.
Vivo entre constantes cambios de humor, de tener un corazón fuerte, valiente y amoroso que entre mi cerebro, y su bioquímica perfecta, su pesimismo y desinterés, me hace estar en segundos de arriba abajo, entre esa bipolaridad me e movido toda la vida, o mejor dicho, estos últimos años.
Alguien me dijo que los sentimientos bien podrían traer código de barras y fechas de expirado, y uno piensa, eso es pura basura, pero basta con ver cómo se va acabo ese amor que decía durar para siempre o ver como el café no mantendrá su delicioso aroma.
Todos dicen que es bueno escribirlo. Que se escriba en una hoja de papel y luego quemarlo.
Yo siempre opté por mejor mirar al sol, cuando huye entre las montañas, como engañandonos que volverá en unos instantes, y solo así siento, que como si fuese llamarada, ardiente y profunda que saca todo, así cuando el sol se va, y me quedo sola, conmigo misma, todas mis historias e ideas, me doy cuenta, que si el sol hablara jamás diría, ya vuelvo.
No está bien decir esta clase de mentiras, aveces son necesarias, por que pareciera que da aliento un instante. Uno muere de insatisfacciones más que de irrealidades.
Entre estos sueños fugaces, esos deseos antes de dormir, que cómo deseamos, pedimos, oramos, por que se vuelvan realidad, hasta esos cuando cortan el pastel y ya deseas un pedazo.
Pasamos deseando cosas, todo el día, deseo comer esto, deseo ir al baño y limpiar mis dientes. Deseos deseos, decisiones, ideas, sueños.
¿Qué de todo es posible cumplir? ¿Qué de todo puede llegar solo por que uno lo desea?
Deseo no ser tu estadística, deseo no tener miedo al salir a la calle, deseo que un hombre me miré con amor antes que con deseo, deseo volver a casa sin decir: me han dicho algo feo. No culpo a los hombres, ni a las mujeres. Ni a los libros, que nos crean mejores expectativas del amor, solo aquí las cosas pueden ser perfectas. Deseo levantarme de esta silla y ya no ver la obscuridad, prender la luz de mis ideas, y abrir la puerta o mejor dicho mover la barricada que armé con los días que me han sido infieles como duraderos, deseo no tener más espejos en casa, para no mirarme en ellos, deseo no tener que bañarme más con agua fría. Deseo sentirme exacta y perfecta a esas medidas que todos creen no se dan tan simple en su país, deseo no ser solo una ilegal para un hombre que cree que somos delincuentes, deseo que no haya fronteras, deseo que haya más música, deseo menos razas y menos etiquetas.
Pero creo que no estamos haciendo mucho para que dejen de haber etiquetas sobre las frentes.
Aveces uno mira al cielo y piensa, esas estrellas se han apagado ya, y se pregunta ¿Veré una apagarse ante mis ojos? Deberíamos hacer lo mismo con las personas, esa chica ese chico están sonriente, pero donde está ese brillo ¿Sera que hoy veré una estrella apagarse ante mis ojos?
¿Qué putas hago? ¿Qué cosas puedo hacer si hoy me levanto de la silla y digo, yo haré en vez de deseo?