El Dragón Y La Princesa
La noche en que te encontré
No tuve que salir a buscarme, ni entrar o salir por cualquier puerta, ni tocar ningún timbre ni mirar el jardín. No me hizo falta música. Ya no necesitaba ningún cuento de hadas, ni ninguna historia amarga de desamor ¿Qué más desamor que este? ¿Qué vino mas amargo que el de mi alma? Añejo y rancio, grasiento, inbebible.
La noche que te encontré no tuve si quiera que levantarme de la cama y destaparme de mi enorme cobija, ni vestirme con mis comunes mentiras. Quizá estabas escondida de entre alguna canción de mal ritmo y pegajosa, entre tus libros, tus historias, tu prosa. Yo ya no estaba en mi cuento de hadas, si había castillo, si había lava rodeándolo y si estaba en la última torre con barrotes y candados, muriendo de inanición. No había príncipe, ni corona esperándome afuera, no había ningún otro valiente, quizá no hubo, o le cerré la puerta, tenia un inicio común y corriente, y a la mitad del cuento, las letras se habían caído, ya no había nadie más en la torre, ni un nuevo libro, pero si había un dragón, que aveces se convertia en princesa.
La noche que te encontré, ya no tenia más palabras, me las había acabado en tonterías, como quien despilfarra el dinero. Tenía más lágrimas que palabras, todas escondidas bajo la almohada esperándome al llegar la noche, mis desilusiones que se vestían de manta para cubrirme del frío, y mis sueños, que se habían vuelto un mar que rodeada a mi cama, parecían no mojarme, no tenía poesía, no tenía canciones, no tenía olor a canela, o tierra mojada, o a agua fresca de lluvia. Solo encontré mil caminos que subían en todo mi cuerpo, bien marcados, imborrables, encontré manchas, encontré pecas, encontré estrellas. Pero estaba perdida, aun en tantos caminos, solo sabía que no podía salir de la torre, que no podía romper los barrotes, que no podía bajar de la cama, ni salir del cuento, que no podía pausar la película, y que todo era interminable, que no me movía. Y que en definitiva, quería saltar por la ventana. Por que la noche que te encontré, solo fue una mentira, no te encontré a ti misma, encontré al dragón que quería ser princesa, te encontré siendo tu propio caballero que se dejaba caer al risco, encontré a la princesa que se cocía la boca y pulia sus barrotes, y lo peor de todo, no era un gran castillo, estabas encerrada en apenas una vieja caja, sintiéndote miserable, mirando estrellas por agujeros, añorando charcos pequeños de alegría recién formada por otros. La noche que te encontré, no me encontré, y lo peor, no e cerrado el cuento.
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