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Yoon no sabía qué hacer, seguía parpadeando en shock, con su rostro mojado por la broma y más blanco que el papel, y lo peor, con su hermanito desmayado a su pies.
De repente se escuchó como sus padres corrían por las escaleras de camino hacia su habitación, al reaccionar pateó a Jisung cuando intentó alejarlo, corrió hacia a la computadora consiguiendo apagarla a la fuerza, hay prioridades, luego se disculparía con su hermano, o quizás no.
Fue tan desastrosa aquella noche, no supo que excusa meter, lo único que contestó fue que le regresó la broma y por eso se desmayó. La señora Han le creyó, sus hijos solían jugarse bromas algo pesadas.
Para cuando Jisung despertó no dejaba de juzgarle con la mirada como diciendo "me debes una explicación, Yoon, o le suelto toda la sopa a mamá, de esta no te salvas".
Terminaron de cenar y entonces le llevó a su habitación en donde comenzó a contarle todo, ambos se tenían confianza. Yoon sentía que estaba corrompiendo a su hermanito pero qué más daba, Jisung pidió una explicación y ella se la estaba dando, como tan buena y responsable hermana que era.
Le contó su secreto, Yoon veía yaoi, aquel género japonés, y todo por una compañera de intercambio de ese país, al principio veía animes de ese género pero con temática totalmente romántica, sin nada atrevido, pero como toda joven de dieciocho años su curiosidad aumentó, así que le pidió una recomendación a su ahora amiga y esta se la dio, pero el universo estaba tan en su contra que resulta que el día que decidió verlo, Jisung la descubre.
Debió cerrar la puerta.
El Han menor escuchó todo atentamente, ya casi cumplía catorce años, se creía don maduro y agradeció que su hermana fuera sincera, pero no pudo evitar enrojecer al recodar esa escena. Era tan curioso que le pidió a su hermana que le contara más, quedando sorprendida más no rechistó, le enseñó sobre el género.
Jisung concluyó que el yaoi le llamó la atención, pero le gustó porque daba a conocer romances entre chico por chico, a veces escuchaba sobre el tema pero era tan efímero, le resultaba tan bonito que cualquier persona pueda darse amor.
Yoon le recomendó algunos mangas y animes, él comenzó a ver y leer, pero se dio cuenta que habían algunas cosas que le gustaban más que otras. Como por ejemplo, lo rudo no era de su agrado, pues aún seguía traumado; se inclinaba más por lo tierno, bonito, romántico e imposible, no podía evitarlo, gracias a su mamá se volvió en un romántico empedernido.
Con el tiempo se volvió costumbre, informándose mas sobre el género y compartiendo fines de semana junto a su hermana haciendo largos maratones donde veían, comían y reían mucho, apostando quién tenía cara de activo y quién de pasivo, como si del clima se tratase, a veces quejándose de los personajes y en otras ocasiones llorando y jurando amor a estos, ambos disfrutaban eso o al menos así fue hasta que cumplió los quince.
Yoon iría a la universidad, su sueño estaba casi completo, fue aceptada en la universidad deseada pero esta quedaba a cientos de kilómetros de su hogar. Debía tomar una decisión, y estar lejos de su familia no era una, se amaban, sería una estudiante ocupada pero necesitaba verlos por lo menos cinco minutos al día, además no se veía estando lejos de Jisung. Entre ellos crearon un mundo y alejarse de este dolía, pero debía aprender a independizarse, era parte de la vida, su hermanito también debía aprender a no ser tan dependiente de ella, y con mucho dolor en su corazón tomó la decisión.
En el verano Yoon se marchó, dejando a un llorón Jisung, ¿ahora con quien compartiría?, su hermana era la única amiga real, por supuesto existían compañeros y amigos de su infancia pero con ninguno llegaba a ese nivel de confianza o se sentía tan idéntico, sin nada que ocultar, tampoco era partidario de usar mascaras, no todos mirarían bien sus gustos, no quería ser herido.
Comprendía la posición y decisión de su hermana mayor pero eso no evitaba el dolor.
— No llores Sung, podremos llamarnos todos los días. — lo consolaba con un abrazo.
— ¿Lo prometes, noona? — se sentía un bebé chillón, pero ¡al diablo! , su hermana valía esas lágrimas.
— Por supuesto, es una promesa. — unieron sus meñiques — Siempre a la misma hora, no importa si ese día me encuentro en el retrete por una diarrea, te contestaré y tendrás que aguantar mis alaridos. — comenzó a reír con su propia broma.
— ¡No seas asquerosa, Yoon! — regañó su madre, pero no pudo evitar reír, si veía a su hija capaz de eso.
Jisung comenzó a carcajearse pero entonces esas risas se convirtieron en llanto — Cu-cumple tu promesa, bruja, o lloraré más que ahora .— llevó su cabeza al pecho de Yoon y dejó que todo fluyera, la abrazó muy fuerte tratando de darle a conocer su sentir.
Mientras Jisung lloraba, Yoon dirigió su mirada a la de sus padres, a ellos les sorprendió que ella estuviera llorando silenciosamente, pues de niña no era de demostrar abiertamente sus sentimientos, tampoco la vieron llorar desde los cuatro años, entonces comprendieron que para nadie sería fácil.
La partida de Yoon traería muchos cambios, les atemorizaba que no fueran buenos.
Pasó un mes de la partida y todo estaba relativamente "normal", con la excepción que la casa se mantuvo más silenciosa y que Jisung se encerró en su mundo.
Yoon cumplía su promesa pero el adaptarse no era nada fácil, Jisung sólo se veía feliz durante la llamada pero al colgar regresaba esa inevitable tristeza implícita, por más que intentara no podía, la costumbre y dependencia era mas fuerte, se aferraban a él, como el calor al verano.
¿Ahora con quien haría bromas? ¿Con quien hablaría de los temas más tontos existentes y por existir?, que asco esa sensación de tener todo y a la vez no.
Seguía comportándose igual en casa y la escuela, pero a escondidas trataba de llenar aquel vacío comiendo, sentía una gran necesidad compulsiva e incontrolable por hacerlo, también huyendo de la realidad a través del yaoi, buscando consuelo y evitando problemas con sus padres pues bastante tenían con la ausencia de su hija, y probablemente sería mal hijo pero no una carga, eso no.
¿Quería llorar? entonces lloraba comiendo.
¿Sentía estrés? comía para aligerarlo.
¿Muchas tareas para desvelarse? buscaba alimentos que lo mantuvieran despierto.
¿Leía algún manga o veía anime? por supuesto, pero con una bolsa de papitas y gomitas a la par.
La comida era su escape, compraba tanta que hasta sus ahorros estaban agotando, incluso durante las clases necesitaba tener algo en su boca o creía enloquecer, por lo que acababa varias cajitas de chicles en el día . El único momento donde no comía era cuando lo abrazaba morfeo, irónicamente.
Lo único bueno de la situación es que al querer probar diferentes sabores y texturas para su paladar, terminó aprendiendo a cocinar gracias a tutoriales de YouTube y a su madre que se tomaba el tiempo de enseñarle creyendo que su hijo solo buscaba un pasatiempo que mantuviera su mente ocupada, sin estar consiente de las actitudes ansiosas de Jisung.
No es que Han Min Ah fuera mala madre como para no darse cuenta del cambio en el comportamiento de su hijo, Jisung seguía siendo aquel niño amoroso y atento de siempre, contándole su día a día con pequeñas anécdotas, durante la cena haciendo chistes y riendo junto a Woo Bin, su padre. Notaba lo reacio que estaba siendo al encerrarse en su habitación así que se encargaba de hacer maratones de películas; saliendo de compras al súper mercado; entrando a Siman para ver todos los artículos que algún día quisiera tener en su casa de ensueño pero nunca podría por que como se dijo anteriormente, es un sueño y encima el lugar era carísimo; haciendo limpieza a fondo los sábados con la música de Got7 a todo volumen y bailando con las escobas; hasta llegaban a jugar twister para matar el aburrimiento. Ella mejor que nadie entendía como se sentía Jisung, alejarse de una persona amada era doloroso, ella vivió eso con su marido cuando aún eran novios. Es solo que el Han menor era cuidadoso, limpiando las huellas como si de un delito se tratase.
Sin embargo, la verdad siempre sale a luz, y no por descuido de la persona interesada, por supuesto que toda acción tiene su reacción, toda causa su efecto.
Es claro que si comes sin medida, grasas por aquí y por allá, sumando la cero actividad física, la genética y la tristeza, indudablemente se sube de peso, peor aún, un jovencito en plena pubertad con su cuerpo teniendo cambios gracias a las hormonas. Eso le pasó a Jisung, él lo notó pero no prestó mucha atención, solo era normal que su cuerpo cambiara, ¿para que alarmarse?, desde niño fue rellenito y además se sentía bien, de acuerdo, no del todo bien pues nunca le gustó su cuerpo pero tampoco se quejaba, su cuerpo solo era normal.
Pero a su al rededor no era lo mismo, y no se trata sobre su familia, Min Ah era una mujer bonita y un tanto robusta en comparación con las mujeres de su país, y eso le encantaba, a pesar de los que muchos catalogarían como "gordura" ella lo agradecía diciendo estar bien dotada de sus atributos. Woo Bin si era muy delgado y alto, cosa que heredó Yoon, así que la señora Han creía que Jisung tenía mas de ella y que por esa razón su cuerpo estaba tomando ese rumbo. No obstante, en la escuela era otro caso, sus amigos comenzaban a hacer pequeños comentarios sobre el aumento de peso que no iban dirigidos con odio o rechazo pero para Jisung eran como dagas, su codependencia no permitía que viera el lado bueno si es que existía, pues necesitaba la aceptación de hasta los desconocidos.
Ya no pudo retenerlo mas y rompió el silencio un jueves en la noche, sollozando como un niño de dos años cuando le arrebatan un dulce. Sus padres tan comprensibles como siempre, le brindaron ayuda, incluso fue al psicólogo para tratar ambos problemas, el primero era catalogado como ansiedad alimenticia y el otro como codependencia. Por fin ya no cargaría con la culpa, podría respirar tranquilo sin sentir que lo vigilaban cada que daba un mordisco. Yoon se enteró de esto dos meses después y no pudo evitar sentirse la mala del cuento, le hizo daño a su hermanito, lo amaba tanto que consideró desertar de la universidad, tenía buena comunicación con su familia tanto que se los hizo saber, ellos se negaron, y buscaron una mejor solución.
Se mudarían, no eran adinerados pero si un matrimonio que planificaba y manejaba muy bien su presupuesto y cuentas bancarias, lo que les hacia posible el movimiento. Luego de discusiones, acuerdos laborales, búsqueda de casa, arreglos de mudanza, y que Jisung finalizara el ciclo escolar, finalmente lo hicieron, migrando de Incheon a Busan.
Un cambio de aires siempre es bueno, y Jisung no pudo estar más de acuerdo, sería un Jisung más seguro de si mismo, aprendería a amarse, ansiaba ser feliz plenamente.
Su nueva vivienda se situaba en un bonito pueblo a treinta minutos de la ciudad en donde estudiaba Yoon. El mar les quedaba a cuarenta minutos pero cerca estaba un río muy hermoso, y estaba rodeado de pequeñas colinas, era perfecto para pasar tardes viendo el despejado cielo, trayendo consigo paz, aquella que tanto necesitaba. Mientras caminaba y conocía el pueblo su estomago rugió de hambre, pero no, ya no comería como antes, necesitaba adelgazar, a pesar de todo aún se encontraba un tanto acomplejado y con otras inseguridades que deseaba hacerlas bolita y lanzarlas al fondo del océano para que no salieran de ahí jamás.
Seguía inmerso en sus pensamientos, deseando ser un Jisung diferente y gobernar el mundo con aquella seguridad impenetrable así como Cerebro pero el creía parecerse mas a Pinky. Esa hilera de raciocinios pararon cuando a sus fosas nasales llegó un delicioso olor que le hizo tener aún más hambre, aquel olor a mantequilla y... panqueques, un momento...¿panqueques a las cinco de la tarde? imposible, al parecer estaba delirando, no paró su andar pero tal parecía que su cuerpo tomó vida propia, dejándose guiar por aquel olor.
Dio treinta pasos (teniendo cuidado de no pisar ninguna raya) y llegó a una cafetería con aires hogareños color amarillo y toques naranjas con rojo, decorada con letras neón celeste, - "No tiene estilo", cruzó por su mente-. Doosoori, ese era el nombre de esta y de ella emanaba ese embriagante aroma, dejó de juzgar la fachada y se dirigió a la puerta, sonando una campanita que indicaba el ingreso de un nuevo cliente. Al cruzarla se sorprendió, en el centro adornaba un gran mural, era el dibujo de una hermosa pero vieja granja, no supo porqué pero le transmitió algo, vio a su derecha e izquierda y pudo notar que la cafetería era concurrida, lo entendía, ese olor era malditamente hechizante.
Sin demorar más se encaminó a una mesa para dos personas, al sentarse tomó el menú y entonces comprendió, la especialidad de la casa era esos panqueques, pediría unos y un ice americano.
Pasaron dos minutos y nadie llegaba a recibir su orden, cosa que comenzó a impacientarlo, para su buena suerte esa exasperación paró cuando vio llegar un grupo de amigos, o eso creía él, muy alegres, transmitían esa aura, sentándose en la mesa de enfrente. Inconscientemente los evaluó, "ese tiene cara de hetero" "este no" "ese grita pasivo por todos lados" "¡JISUNG, YA BASTA!", se gritó mentalmente dejando caer su cabeza en la mesa y comenzando a darse pequeños golpes con esta en forma de berrinche, buscando reaccionar, ¡Ni siquiera era cercano a ellos como para pensar en esa forma!.
Mientras seguía en su crisis unas risas se hicieron presentes, su rostro enrojeció creyendo que se burlaban de él, levantó su vista y cayó en cuenta que no era la victima, por suerte, su curiosidad no paró y se preguntó el motivo de las carcajadas.
Un par de chicos, con el rostro tan perfecto que parecían haber sido sacadas de un manga, de ellos se estaban burlando, sus caras mas rojas que el tomate y riendo de los nervios.
—¿Son maricas?
... Silencio...
—Nos conocemos desde niños, cállate. —le tumbó una servilleta en la boca — Es normal que nos tratemos con cariño, ¡Tonto! — se defendía el que parecía ser el más chico del grupo
—Sigue diciendo eso y mañana te haré correr mil veces la cancha — sentenció serio un peli azul.
—¡No sería capaz de eso, capitán! — lloriqueó el que hizo aquel comentario fuera de lugar.
Ahora el blanco de las burlas era él, sus compañeros le estaban abucheando y otros dándole palmadas en el hombro como consuelo, tan inmersos en el ambiente que no notaron eso ... El otro par se encontraba en una burbuja secreta, que nadie más percibía, nadie... solo Jisung, que no dejaba de verlos, él era la audiencia y presenció como el más alto le guiñaba el ojo al menor y como debajo de la mesa enlazaban sus manos para posteriormente reírse de forma coqueta, no duró muchos segundos pero parecieron horas.
Esos chicos se gustaban y lo escondían.
Jisung sonrió al hacer una junta de neuronas y captar todo, en su mente estaba creando un cuento de hadas para ese par, su ensoñación no duró mucho porque fue frenada cuando escuchó un carraspeo.
—Jmm Jmm
Confundido sacudió su cabeza tratando de aterrizar del país de las maravillas en que se encontraba y lo vio, un chico con anteojos y el rostro fruncido.
— ¿Eres un acosador?
Y con esas tres palabras dio inicio la primavera.
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Por favor dejen sus comentarios y votos si les gustó, me hace sentir más segura con lo que escribo 🥺
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