
Prólogo
—¡Ada!— grita mi madre desde la planta de abajo , ese es el momento en el que decido terminar de aclarar mi largo pelo castaño, liso y disfrutar de mi último momento en el que el agua caliente de la ducha roza mi piel. Alcanzo una toalla y envuelvo mi cabello en él , a continuación alcanzo el albornoz y me lo ato a la cintura , al salir de la ducha empapo todo el suelo con gotas que desprende mi cuerpo. Capturo mi teléfono y veo un mensaje de Mimi.
"Tía te voy a hechar muchísimo de menos no se te ocurra irte sin despedirte".
Hoy nos vamos a mudar a Bothell , un pueblo de Washington, esta idea no me agrada en absoluto pero lo hago por mi madre, ya que por fin ha encontrado un trabajo aunque sea de limpiadora en una pequeña casa alejada del pueblo. Mientras me doy crema recuerdo al cabronazo de mi padre,nos abandonó a mi madre y a mí cuando cuando yo tan solo tenía 4 años, creo que por eso mi madre es tan estricta conmigo y odia que se hable de temas de chicos en casa. El único recuerdo que tengo de que hablásemos de algún hombre fue cuando vino el casero y guiñó un ojo a mi madre, esta estuvo con aquel tema durante días. Salgo del baño y me entristezco al ver las múltiples cajas desperdigadas por el suelo, abro la maleta y atrapo la primera prenda que ven mis ojos: unos vaqueros largos con una sudadera de mi instituto y mis deportivas con plataforma, busco en Youtube alguna canción que me levante el ánimo mientras termino de empaquetar mis cosas. Abro el armario para terminar de guardar la ropa y al mismo tiempo tarareo la canción que emana del telélefono. Cierro la maleta y me dirijo a mi escritorio para percatarme que no me dejo nada. Abro todos los minúsculos cajones que componen la mesa de estudio y cuando cierro el último de ellos algo llama mi atención. Vuelvo a abrir el cajón y cojo el pequeño joyero que me trae muchos recuerdos.
Mis piés no llegan a tocar el suelo por mi pequeña estatura, los cuales están colgando y se mueven al compás de la canción. Un hombre de mediana edad se encuentra a mi lado con una guitarra y de sus labios emana una preciosa canción. De repente para de cantar y la confusión comienza a apoderarse de mí.
-Papi,¿por qué paras?- Pregunto con mi inocente voz.
El hombre me sonríe y me coge entre sus brazos. Un hormigueo recorre mi estómago y no puedo evitar reírme.
-Ya es hora de dormir Ada-
-No quiero dormir- Me quejo dando patadas en el aire intentando liberarme de sus brazos.
-Si te portas bien, mañana te canto una nueva canción.
El hombre me deja en la pequeña cama y saca algo de un cajón.
-¿Qué es?-Pregunto cogiendo el objeto.
- Es un joyero cariño, ¿me prometes que lo cuidarás siempre?
Asiento mientras toco la bailarina que se presenta encima del joyero y la hago girar.
Giro la muñeca pero esta se encuentra con demasiado polvo. Casi no se puede apreciar la pintura rosa que antes decoraba el vestido de la joven. Una cálida lágrima recorre mi mejilla.
-¡Ada no te lo vuelvo a repetir, baja ahora mismo!
Me seco la lágrima y dejo el joyero en el cajón.
Al bajar las cajas, mi madre me espera con los brazos cruzados y con sus siniestros ojos azules claro los cuales he heredado.
—Anda cariño que ya te llevo esto, despídete de tu abuela—.Mi abuelo se ofrece.
Llevamos viviendo con mis abuelos después del divorcio y de que mi madre se quedara sin trabajo en California por lo que vinimos aquí , a Florida.
—Prométeme llamarme todos los días— me dice mi abuela.
— Te lo prometo.
Se acerca y me susurra
— Ya me contarás si hay chicos guapos —yo me río.
La iba a echar mucho de menos. Nunca me ha gustado ningún chico creo que por miedo a cómo podría reaccionar mi madre.
Mis amigos me están esperando, Mimi , mi mejor amiga , Steven el novio de Mimi y Logan mi mejor amigo. A estos es a los que más voy ha echar de menos. Nos damos un abrazo , hemos sido amigos desde que yo me mudé, sin ellos no sé qué sería de mí y ahora me alejaría de ellos. Tras múltiples abrazos decido que ya es el momento de dirigirme al coche, donde me espera mi madre. Me acomodo en el asiento del pasajero, me abrocho el cinturón y deposito en mis oídos mis blancos auriculares,empieza a sonar una melodía que me traslada de vuelta a Florida con mis amigos. Apoyo mi cabeza en el respaldo de la silla, cierro mis párpados y dejo que la música me traslade a los mejores momentos de mi vida.
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