Capítulo 40: ¿Y si el amigo en verdad es el enemigo?
La noche se encuentra excesivamente fresca, casi se podría decir que el invierno comienza a llegar. Pero no es extraño que en esta zona, el invierno y primavera lleguen a ser lo mismo, que tanto en el verano como en invierno se puedan contemplar desde la ventana de tu cuarto la manera en la que las gotas chocan contra tu ventana, el sonido más tranquilo aunque a la vez excesivamente triste, si lo comparamos con la felicidad que los rayos del sol nos transmiten. Esta noche las nubes oscuras de tormenta tapan a la hermosa luna y la impiden brillar. Aunque mi cuerpo aquella noche se resguarda de la tormenta en el pequeño espacio de mi habitación. Todo se halla igual y en las mismas condiciones en las que lo recuerdo. La única diferencia es el hombre que se halla enfrente mía. No visualizo su rostro, pero sus enormes manos y cuerpo me indican que se trata de un varón. Aún, sin poder saber su nombre o el motivo por el que se halla aquí ,en mi habitación seguramente observándome, siento una calidez y seguridad hacia él como si le conociese de toda la vida.
-Ada.- El hombre por fin habla, aunque su voz no la reconozco, ni siquiera creo que existiese de verdad, aún así siento que puedo confiar en él y aunque no reconozco todavía a aquel hombre, las palabras salen por mi boca de forma natural, aquellas que seguramente no había pronunciado con anterioridad y nunca más pronunciaría.
-Papá.- Me despierto de golpe e incorporo de forma brusca sobre la cama , mi cuerpo se halla bañado de sudor y mi pulso completamente disparado. Vuelvo a depositar mi cuerpo sobre el ablandado colchón mientras regulo la hasta entonces agitada respiración y noto como lentamente mi pulso se ralentiza intentando, sin éxito no recordar aquel sueño. Vuelvo a cerrar los ojos y no tardo mucho en volver a dormirme, aunque aquella noche no vuelvo a conciliar sueño alguno.
Termino de meter en la mochila todo lo necesario para la fiesta en casa de Dakota. Desenchufo el móvil el cual está cargando sobre la mesilla de noche y salgo de la habitación lo más deprisa que puedo ya que llego tarde.
Al final agradezco el hecho de haber aceptado la invitación de las chicas para la fiesta de pijamas de esta noche y debido a que todo con Mike por fin se ha solucionado, mi mente se halla mucho más tranquila a excepción de las dos cartas que he recibido semanas atrás.
Llego a su casa tras una corta caminata, esa noche es fresca, aunque no hay rastro de nubes en el cielo.
Observo el chalet que tengo delante, no es muy grande, por fuera es sencillo, presenta una verja negra desgastada por el paso de los años, la abro y recorro el camino de piedra que lleva hasta la puerta. Llamo al timbre y Dakota me abre la oscura puerta.
- Pasa- Me dice muy ilusionada. Por dentro la casa es clásica y sencilla. Todas las chicas ya han llegado y Dakota se ofrece a llevarme la mochila a su habitación donde dormiremos.
Me siento en el círculo que han hecho las demás y cuando Dakota se instala comienzan a hablar del mismo tema de siempre, chicos. Yo me mantengo callada y distante durante toda la conversación y lo único que me salva es cuando Marie propone ver una película.
Dakota se desvanece en la cocina para traernos algo para comer y mientras tanto las chicas siguen hablando sobre, en mi opinión el peor tema del mundo, chicos.
- Y, ¿ tú que tal con Mike?- Pregunta Regan y ese es el momento en el que salgo de mi ensimismamiento.
- Bien, estamos bien.-
- ¿Ya has conocido a sus padres?- Pregunta Elisabeth.
- Sí.- Miento bajando la mirada ya que odio mentir. Lo poco que he estado con Mike he obtenido escasa información acerca de su pasado por ende antigua familia y mucho menos, la conozco.
- ¿Tiene hermanos?¿Su madre es igual de aburrida que él?- Añade Meghan.
Ahora todas las chicas me prestan toda su atención, yo me revuelvo incómoda en mi sitio.
- Chicas no quiero hablar de eso.- Repongo ignorando su comentario.
- Venga tía lo que se cuenta aquí no sale de aquí- Dice Marie.
Si supierais que Mike es un hombre lobo que vive en el bosque con una manada en la cual está George, que solo se acercó a mí para transformarme y que mi abuelo era también un hombre lobo me tomarías por loca. Pienso mientras las chicas me miran insistentes.
- No tiene hermanos. -Consigo decir y justo en ese momento aparece Dakota con unas bolsas de palomitas y un cede en la mano.
- Romeo y Julieta- Dice sentándose.
- Tía vamos a ver algo alegre- Dice Meghan.
-Me encanta Romeo y Julieta- Dice Dakota.
-¿ Por qué será?- Repone Regan guiñándola un ojo.
-Los dos acaban muertos si no lo sabías- explica Dakota poniendo los ojos en blanco.
-Ya, pero al final.- Contraataca Regan sarcásticamente.
Mientras discuten mi mente viaja a Mike , me pregunto qué estará haciendo o si él está pensando en este preciso momento en mí como yo lo estoy haciendo y como si me hubiera leído el pensamiento recibo una llamada y al comprobar el propietario de misma una sonrisa se dibuja en mis labios al comprobar que su nombre se halla escrito en la pantalla.
- ¿Dónde está el baño?- Pregunto interrumpiendo su todavía discusión sobre a película que cada una desea ver.
-Arriba, la puerta de la izquierda.-
- Gracias- Me levanto y me dirijo a donde me indica saliendo del tenso ambiente que se había instalado en la sala.
- Hola- Descuelgo cuando salgo de la sala y voy dirigiéndome escaleras arriba.
-Ada, lo siento por molestarte.-
-Tranquilo,escuchar una mini guerra entre si ver o no Romeo y Julieta no es el plan más divertido del mundo.- Escucho una dulce y suave risa desde el otro lado de la línea.
-No te quejes, mejor que yo que estoy solo en la tienda, sin compañía.- Remarca esta última palabra y aguardo a que diga algo más mientras termino de subir la gran escalera color crema, pero me entristezco cuando no es así.
Soy consciente de que Mike es lo suficientemente reservado como para decirme que añora mi compañía, pero esperaba hallar al menos alguna indirecta por su parte.
-Tengo algo que contarte.- Aguarda mi respuesta. Me paro en seco delante de la puerta del baño y apoyo contra la pared pintada de color blanco nieve.
-Dime que es algo bueno por favor.-
-Bueno, depende de cómo lo mires. -
-Déjate de tanto misterio y habla.-
-Me he pasado toda la noche en vela pensando en el posible propietario de la carta y en sus palabras.- Continúa al ver que no respondo, pero luego para.
-¿Y?- Comienzo a ponerme nerviosa por su descubrimiento.
-En la carta ponía que si no te ibas de Bothell, alguien más moriría,¿ cierto?-
-Sí.-
-Bien, pués extrañamente Jack enfermó y luego, bueno ya sabes...- No quería recordar aquel horrible acontecimiento y en cuanto Mike pronunció aquellas palabras sentí como si una estaca me hubiera atravesado el pecho.
-Sí, pero podría haber enfermado por cualquier otra causa, además que insinúas, ¿qué le envenenaron o algo así?- Repongo tras recuperarme.
-Es lo más probable.-
-No tenemos ninguna prueba de ello, nada.-
-Y,¿ por qué alguien querría matar a Jack?- No puedo evitar que me entren ganas de llorar, aunque soy plenamente consciente que si dejo que mis sentimientos influyan en esto, me dejaré llevar por ellos y no podremos encontrar absolutamente nada.
-Quizás por el mismo motivo que a tu padre.-
-No- le interrumpo. No iba a aceptar que nadie muriera por mi culpa.
-Ada, los dos sabemos que esto es demasiado extraño.-
-Pero es que todo esto no tiene ningún sentido, ¿qué hacía mi padre en Bothell? Yo nunca antes había venido aquí Mike, nunca. - Comienzo a desesperarme, ya que todo en mi mente son misterios y preguntas sin resolver.
-Plena coincidencia.-
-¿Sabes qué? Que mi vida antes de llegar a esta mierda de pueblo era perfecta, sin misterios ,nada, mi padre nos abandonó, mi madre y yo vivíamos con mis abuelos y mis mejores amigos eran Mimi y Logan, era una chica normal, sin extraños sucesos ni hombres lobo. Ahora, resulta que mi padre y abuelo son hombres lobo que han muerto porque yo también debería serlo, pues no Mike, no quiero, quiero irme de este pueblo.- Aunque mi voz sea un mero susurro se capta la desesperación en ella.
- Lo siento.-
-No, lo siento yo me he pasado-
-Tranquila, quizás ha sido demasiado el hecho de descubrir la verdad, continuaré yo solo.-
-No, yo también quiero. -
-¿Segura?-
-Sí, solo es que no me creo que Tiffani halla podido llegar a envenenar a mi abuelo, eso es todo.-
-No creo que halla sido ella.-
-Pues yo sí - este suspira desde el otro lado del teléfono aunque yo lo capto a la perfección.
-Ada, ¿qué haces ahí arriba?- Escucho la voz de Dakota. Aparto el móvil de mi oreja un segundo y grito.
-Ya voy.-
-¿Necesitas ayuda?- Comienzo a escuchar como asciende por la escalera, nerviosa porque no me pille parada en seco y piense que solo me he escabullido para no estar con ellas, introduzco mi cuerpo en la primera puerta que mis ojos visualizan. Enciendo la luz con el único deseo que el baño se alce ante mi vista, pero no es eso lo que encuentro, sino una habitación, donde una cama sencilla color chicle decora el centro de la misma. Me giro y maldigo por mi torpeza sobrehumana. Visualizo un tocador que me impresiona. No solo por el hecho de este sea excesivamente grande y esté completo de artilujios, sino por lo que se halla pegado en el espejo perfectamente limpio, casi se podría decir que nuevo.
Salgo en escasos segundos de mi aturdimiento y vuelvo a depositar el pequeño aparato en mi oído.
-Mike, hemos encontrado al propietario de las cartas.-
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