Capítulo 38: Volviendo al pasado
Trago la bilis que asciende por mi garganta, George pasa su mirada de Jack a mí y viceversa.
- No me digas que he besado a la nieta de Jack-
Ignoro su comentario.
Me acerco a la cama de Jack el cual tiene los ojos cerrados, le tiemblan débilmente y gotas de sudor le recorren la frente.
- ¿Mi abuelo?- Son las únicas palabras que se me escapan de los labios cuando me siento a su lado.
- Ada tienes que irte- Me informa George pasándose la mano por el pelo.
Me levanto de la cama aturdida por aquella confesión y agradezco cuando el viento roza mi cara.
Me quedo allí un rato, en el porche de la casa con la vista perdida en el bosque y escuchando el suave canto de los buhos.
Veo a Mike acercarse por el camino de piedra que conduce a la caballa. Observo como sube los escalones y le fulmino con la mirada.
- Hola- Saluda.
- ¿Por qué no me lo contaste?-
- Ada tienes que especificar un poco más-
Mis ojos no miran a Mike ya que están perdidos en alguna parte.
- Que soy la nieta de Jack-
- ¿Qué eres qué?-
Miro a Mike por primera vez desde que hemos entablado la conversación, su mirada muestra asombro y confusión.
- Mike- Dice George abriendo la puerta y saliendo al porche.
- Tenemos que hacerle el chequeo a Jack- Añade.
- Ada, ¿cómo narices querías que supiera yo eso?- Pregunta Mike ignorando a George.
- Pues no sé porque eso de ocultarme cosas cuando estábamos juntos se te dio fenomenal-
- Dios mío- Dice Mike pasándose las manos por el pelo.
Fijo mi mirada en la suya y le digo:
- ¿Dios mío?-
- Chicos creo que me voy a ir- Comenta George alejándose de la cabaña.
- Mira Ada ya te he pedido mil veces perdón no sé que más hacer-
- Mira Mike sino me hubieras ocultado cosas y mentido podría confiar en que lo que me dices es verdad.-
Sin mediar más palabras bajo los escalones y mis pasos se pierden en el bosque.
Mis ojos se encuentran fijos en el techo, observo las vigas de madera mientras mi cabeza procesa que soy nieta de Jack, mi padre es el hijo de Jack. Tengo un millón de preguntas que hacerle, me duele ocultarle todo esto a mi madre pero me tomaría por loca si le cuento que mi abuelo y mi ex-novio son hombres lobo.
Alguien abre la puerta y me hago la dormida acurrucando mi cabeza en la almohada y cerrando los ojos.
- Arriba vamos a llegar tarde a la comida con los Bradley- Dice mi madre abriendo las cortinas dejando que la luz del sol inunde la habitación.
- ¿Qué comida?- Pregunto incorporándome de la cama, me estiro para desesperezarme y un profundo bostezo se escapa de mis labios.
- He quedado con los Bradley para comer, bueno ellos nos han invitado a comer- Dice abriendo el armario y rebuscando dentro.
- No sé ni para que vamos de compras- Dice extrañendo del armario una blusa blanca con lunares amarillos, esta la mantiene alejada de su cuerpo y la sostiene con dos dedos.
Me levanto de la cama y le quito la blusa.
- Ponte ese vestido que llevaste la ultima vez que fuimos a comer con ellos- Dice saliendo de la habitación.
Rebusco el vestido y me lo pongo. Recojo la ropa que se encuentra en la silla de mi escritorio, tengo una tonelada de ropa sin guardar, bajo a la cocina con ella y la meto en la lavadora.
- Se puede saber ¿qué estás haciendo?- Dice mi madre entrando en la cocina con los brazos cruzados. No tardo mucho en prepararme y cuando bajo abajo oigo a mi madre en la ducha por lo que decido esperarla sentada en el sofá. Para entretenerme analizo la estancia donde me encuentro y algo llama mi atención. Un dispositivo pequeño se encuentra en una estantería, encima de un montón de revistas. Me levanto y lo alcanzo, es mi móvil. Introduzco la contraseña y veo varias llamadas perdidas de mis abuelos y Mimi, también he recibido un mensaje del grupo que tenemos las chicas han decidido hacer una fiesta de pijama en casa de Dakota el fin de semana que viene.
Oigo el sonido que producen los tacones de mi madre cuando se encuentran con la madera. Rápidamente dejo el dispositivo donde estaba y me siento en el sofá.
- Vamos- Me indica alcanzando su bolso y las llaves del coche.
Nos subimos en el pequeño vehículo y durante todo el trayecto miro el paisaje por la ventanilla. Árboles y unos pocos coches con los que nos cruzamos de vez en cuando.
Llegamos a la casa de los Bradley tras un corto viaje en el cual mamá no ha parado de quejarse acerca de la comida de hoy. Me bajo del coche y una mañana templada me recibe, queda poco para que el curso finalice el cuso y eso se nota en la temperatura, el verano está a punto de llegar, aunque desde luego, en Washington estos son frescos y lluviosos.
Entramos en la verja y recorremos el inmenso jardín que bordea la casa. Mamá llama al timbre y la señora Bradley nos recibe con una enorme sonrisa, lleva un vestido rojo claro que le llega hasta la mitad del muslo, el escote es recto y el vestido no lleva mangas,su pelo rubio se encuentra recogido en una trenza que reposa en su hombro, lleva unos tacones de aguja rojos de un tono más intenso que el vestido y lleva aplicada una buena capa de maquillaje.
- Pasar- Nos indica apartándose, entramos al hall y allí se encuentra una docena de personas, no van vestidos muy elegantes pero tampoco informales.
- Caylin- Dice una voz femenina, mi madre y yo nos giramos simultáneamente para encontrarnos con una chica pelirroja, su pelo es liso y tiene flequillo que casi tapan por completo sus ojos verdes oscuros, su cara es una masa de pecas y tiene una enorme sonrisa que dejan ver sus dientes blancos casi del mismo tono que su piel.
- Stephany, ¿qué tal?- Le pregunta mi madre dándole un abrazo. Mi madre y la tal Stephany comienzan a hablar, yo me aparto y me mantengo al margen. Hecho un vistazo por la casa y mi mirada se encuentra con la de un chico rubio, sonrío y me acerco a su altura.
- Veo que ya se te a pasado el pedo que llevabas el otro día- Dice y no puedo evitar reírme. Me fijo en este chico detenidamente físicamente es igual que George pero un par de años más mayor que el mismo.
- Me he enterado que vas a la clase de mi hermano- Añade y puedo percibir un tono de tristeza en su voz.
- Sí, lo siento mucho- Digo y la culpabilidad pesa sobre mi cuerpo.
- No pasa nada, ¿una copa?- Pregunta cogiendo una de la mesa que se encuentra detrás de nosotros.
- No bebo, gracias- Respondo pasándome la mano por mi pelo suelto.
- ¿En serio?- Pregunta irónicamente y no puedo evitar reírme.
Nos sentamos en la mesa y seguimos hablando sobre temas sin mucha relevancia. Tras toda la tarde en la que me mantengo alejada del resto sentada en un sillón del salón de los Bradley mientras intento terminar de asimilar los hechos ocurridos durante las últimas horas decido ir a tomar el aire en la terraza de la casa en la que me hallo. Apoyo ambos brazos en la barandilla de mármol, cierro los ojos mientras el aire del anochecer ya instalado en Bothell me relaja y cuando los abro un trozo de papel se halla enfrente mía. Miro a ambos lados para percatarme que nadie más se halla allí, así que cojo el rosado papel entre mis manos y leo el contenido del mismo.
Parece que no te quedó lo bastante claro lo que te dije el anterior día, tienes exactamente tres días para alejarte de Bothell para siempre o sino alguien más morirá.
En seguida mi respiración se acelera ante esas palabras que se hallan delante de mí.
-A lo mejor no es para tí- pienso mientras observo detenidamente el papel que sostengo entre las manos , en una de las esquinas se halla una media luna, hecho que hace que mi corazón de un vuelco y el pánico me invada.
Cojo el papel y vuelvo a adentrarme en la casa, dirigiéndome hacia la salida. En todo momento visualizo que mamá no se encuentre allí y agradezco cuando no me topo con ella. Salgo lo más deprisa que me permiten los pies de aquella casa y tomo la ruta hacia el bosque, ¿quién iba a morir por mi culpa?pienso mientras agradezco que el camping se halle delante de mí.
Subo la cabaña y deseo con todas mis fuerzas que Jack se encuentre allí, para mi fortuna le veo tumbado en la misma posición que el anterior día. Corro hacia él.
-Hola Jack- susurro mientras me agacho para envolver mis manos a las suyas. Este abre suavemente los ojos.
-Ada- susurra.
-Tengo que contarte algo-
Asiento como respuesta, ya que no deseo discutir con él y menos en el estado en el que se halla además pienso que debe de ser muy importante lo que tiene que decirme para gastar las fuerzas que le quedan en ello.
-Tu padre...- Comienza, algo en mi interior me golpea al hablar sobre aquel hombre al que no recuerdo siquiera.
-¿Qué pasa con él Jack?-
Se instala un largo silencio en la estancia hasta que este suspira y las palabras comienzan a brotar por su boca, de forma suave y casi forzada.
-Tu padre no está vivo - hace una pequeña mueca, me separo de él y le miro incrédula ¿ qué quería decir con eso?
-Murió a manos de los hombres lobo un día de luna llena, él era uno de nosotros pero tuvo que morir o sino irían a por tí-
-¿Por qué?- Se me quiebra la voz.
-Porque tú eres humana-
No consigo procesar sus palabras ya que no las entiendo ¿ mi padre murió por mí?
-Y la hija de un hombre lobo no puede serlo, querían transformarte y tu padre se negó- cuchichea como modo de aclaración.
Una fina lágrima recorre mi rostro, me siento engañada , ya que viví toda mi vida pensando que mi padre nos abandonó a mi madre y a mi cuando era pequeña. Miro a Jack de nuevo para preguntarle más acerca de lo que me acaba de contar.
-Y, ¿ qué pasa si sigo siendo humana?- Le pregunto, aunque este por su parte no me responde.
-¿Jack?- Pregunto zarandeándolo suavemente. Nada.
-¡Jack!- Mi voz suena más alto de lo que pretendo. Su cuerpo se encuentra rígido sobre la maraña de sábanas que lo cubren, y este se comienza a encontrar frío. Sus ojos todavía se encuentran fijos en mí, no pestañea y su mirada se encuentra apagada, sin vida.
Entonces escucho la manera en la que la puerta de madera se abre. Giro todo mi cuerpo hacia la persona que ha entrado, Mike y George se unen dentro de la estancia. Todo mi alrededor se encuentra casi en plena oscuridad, mi labio tiembla ligeramente sin saber en qué pensar.
George se acerca hacia Jack y su expresión cambia, el pánico la inunda. El pecho comienza a dolerme, mis piernas tiemblan en exceso perdiendo el equilibrio.
Noto el frío suelo en mis rodillas, mientras las lágrimas comienzan a brotarme de los ojos.
-Mike, saca a Ada de aquí y llévala fuera del campamento antes de que se haga por completo de noche- dice George sin tan siquiera mirarme.
Mike asiente.
-No yo no me muevo de aquí- digo negando con la cabeza.
Parece que nadie me escucha y noto como alguien a mis espaldas coge mi cuerpo y lo eleva del suelo.
-¡Suéltame!- Le grito a Mike mientras lucho por que mis pies vuelvan a estar en el suelo.
Este se dirige hacia la puerta, yo consigo agarrarme al marco de la misma.
-¡Quiero estar con Jack por favor!-
-Ada no te comportes como si tuvieras tres años y déjame llevarte a casa-
-¡Yo contigo no me voy a ninguna parte!- Le grito en la cara.
Mike consigue soltarme del marco sin dificultad alguna y baja los escalones de forma rápida continuando por el bosque.
-Quiero estar con Jack- sollozco de forma sonora, este no me responde y yo continúo insultándole aunque la mayoría de cosas que salen por mi boca no tienen sentido alguno.
-Ya hemos llegado a tu casa, ahora descansa-
-Quizás yo me halla ido a casa, pero tú, pero tú...¡Te vas a ir a la mierda!- Le grito y acto seguido cierro fuertemente la puerta delante de su cara, pero me sorprende no escuchar el sonido de la misma al cerrase. Miro hacia abajo para encontrarme con una de las zapatillas de Mike, este abre la puerta.
Nuestras miradas se cruzan en aquel momento. Vuelvo a romper a llorar ya tan siquiera me da vergüenza que él me mire en este estado. Mike envuelve con sus brazos todo mi cuerpo y yo, le correspondo el abrazo dejando que mi cabeza repose sobre su pecho y que este me consuele.
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