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Detective Fukuzawa

Un día común y corriente en cierta agencia de detectives, cierto presidente de cierta organización se dirigía como en cualquier día a su puesto de trabajo en la Agencia Armada de Detectives más conocida como ADA. Dejando de lado el anonimato y anunciando correctamente a este personaje, diremos que se trata de Fukuzawa Yukichi, 45 años, soltero, pero con un hijo adoptivo y amante secreto de los gatos. Fukuzawa es un hombre serio y responsable, aunque es una buena apariencia para intimidar a sus enemigos, esto también provoca que los gatitos huyan de él y eso sí que le molesta.

Bueno, volviendo al tema principal, Fukuzawa acaba de llegar, antes que nadie, a la sede de su agencia de detectives. No era común que él llegase el primero pero tampoco era raro, todo dependía de la cantidad de trabajo que previera que iba a tener para el día de hoy y como ayer dejó de lado la atención de varios papeleos para ir en secreto a una cafetería de gatitos pues lógicamente hoy tenía más trabajo acumulado. La primera sala que atravesar al entrar era la sala común donde estaban las mesas de los demás, como todavía ninguno había llegado pues obviamente estas mesas estaban vacías. No se entretuvo mucho allí pues fue directo a su despacho, para su sorpresa, esta sala de vital importancia por contener valiosos documentos e información se encontraba abierta. Era raro, él siempre cerraba con llave y estaba seguro de que el día de ayer también cerró con llave, una llave que solo poseían dos personas, él, la original y Kunikida, que poseía la copia.

No pudo dejar pasar ese pequeño detalle de que la puerta no estuviera cerrada con llave así que puso la mano sobre la manivela y la abrió con cuidado. ¿Habría acaso una trampa del enemigo? Pero ¿de cuál? Había muchos, no judguen, es difícil llevarse bien con la gente cuando buscan destrozar la ciudad. Al adentrarse allí todo parecía estar bien, nada raro, nada fuera de lugar hasta que se dirigió a su silla, allí, al lado de su mesa, caído en el suelo como si esperase ser identificado con sus ojos había un pequeño sobre cuadrado y plateado.

Su rostro perdió poco a poco el color, no había dedicado su vida al romance, sin embargo, no necesitaba haber tenido múltiples compañeras de cama para saber que eso que había en el suelo era un preservativo. ¡¡UN MALDITO PRESERVATIVO EN EL SUELO DE SU DESPACHO!! ¡¿POR QUÉ?!

Aunque al principio la sorpresa y la incredulidad fueron inevitables, el lobo plateado era caracterizado por una actitud más tranquila, un semblante más inalterable que no tardó en recuperar. Las cosas había que pensarlas con calma, con paciencia, con... a la mierda, ¿quién se había atrevido a follar en su despacho? Él era muy respetado por todos sus subordinados, no se esperaría que ninguno tuviese la poca decencia de robarle la llave, colarse en su despacho por la noche y hacerlo en... ¡¿dónde lo habían hecho?! ¡Ahora tendría que desinfectar todo!

Como su despacho no era un lugar limpio de esperma, decidió pensar en un sitio que sí lo fuera así que salió a la sala común y fue a la mesa de Ranpo. Allí ocupó su silla y se dispuso a pensar con más calma las cosas. Alguien, no sabe quién, había tenido el atrevimiento de arrebatarle su llave o tal vez hacerle una copia de la suya para tener una particular, colarse por la noche, que es cuando él no está en el despacho y hacer actos impuros en rincones que desconoce.

La pregunta del millón es... ¿quién? En la agencia había una única persona que tenía respuestas a todas las preguntas inimaginables, pero no le podía preguntar a Ranpo por un caso tan extraño y vergonzoso. Qué remedio, se tendría que ocupar él que para algo era el presidente de una agencia de detectives. Él también podía hallar la verdad sin necesidad de una super deducción.

Cerró los ojos y se cruzó de brazos para pensar en todos los aspectos del caso. Hoy era viernes, ayer todo estaba normal, ósea que la profanación se tuvo que llevar a cabo el jueves por la noche. Bien, ya tenía el cuándo, el dónde era obvio, el despacho, con lo que solo quedan... los sospechosos.

Era iluso pensar que alguien de fuera se había colado para fornicar en su lugar de trabajo con lo que los sospechosos debían ser las personas con las que normalmente trabajaba. La lista era larga, pero podía acortarla fácilmente. Empezará por descartar a las dos personas que, por tema de edad, desconocen lo que es el sexo, es decir, Kyouka y Kenji. Los siguientes descartados de su lista serán los hermanos Tanizaki, personas tan jóvenes y tan inexpertas en la vida y lo más importante, tan nuevas en el terreno laboral no podrían tener la desfachatez de atreverse a meter a alguien en el despacho de su jefe para realizar el acto de la reproducción. Bien, cuatro personas fuera de la lista. La siguiente a la que descartó fue Haruno, después de todo llevaba unos días enferma en cama. No iba a acudir con gripe a su despacho para tener un encuentro.

Perfecto, cinco personas menos, con lo que la lista queda reducida a... ¡Cinco personas! Kunikida Doppo, Yosano Akiko, Dazai Osamu, Nakajima Atsushi y aunque el solo pensarlo le ponía enfermo... Edogawa Ranpo. Los primeros eran sospechosos obvios, aunque Kunikida y Atsushi fueran personas dignas, habían entablado una relación romántica con Yosano y Dazai que de decencia en el terreno sexual... pues tenían más bien poca. En cuanto a Ranpo... en realidad podría descartarle ¿no? Es decir, no tiene conocimiento de que esté saliendo con nadie así que... ¡Pero espera! ¡¿Desde cuándo los hijos les cuentan a sus padres cuándo han comenzado a salir con alguien?! Que él sepa, en las pelis solo lo hacen cuando acaban embarazados.

¡¡¡NO!!! ¡¡NO PUEDE SER ABUELO TAN PRONTO!!

— Espera... es un chico.

La lógica llegó a Fukuzawa y le quitó un peso de encima, pero ante la incertidumbre de si Ranpo salía con alguien o no, decidió dejarle en su lista de sospechosos.

Los sospechosos ya estaban establecidos, con lo que solo quedaba...

La investigación del caso.

Conforme se fue haciendo más de día, el resto del personal de la agencia acabó llegando. El primero fue por supuesto Kunikida que le saludó formalmente, aunque no se guardó su duda de qué hacía ocupando la mesa de Ranpo.

— Eh... ¡ejem! Hay... goteras en mi despacho.

— ¿Goteras? Que extraño, últimamente no ha habido lluvias fuertes.

— Ya... pero las hay, que se le va a hacer.

Fukuzawa tragó duro, ahora mismo no había nadie allí, solo ellos dos, era el momento perfecto para indagar en el tema.

— Kunikida... ¿q-qué tal tu relación con Yosano?

— ¡¿Eh?! — el mencionar aquello le dio tanto pudor que su cuaderno se acabó escurriendo entre sus dedos — ¡¿Po-por qué pregunta, presidente?!

— No... por nada. Me gusta estar enterado de las relaciones... "especiales" de mis trabajadores... no... en realidad, me preocupo más como... ¿colega? — soltar esa palabra fue rara para él, ni siquiera sabía si era la jerga correcta de los jóvenes de hoy en día — Dicho esto... ¿qué tal? ¿Todo bien?

— Ah... sí... — miró avergonzado para otro lado, era bochornoso que tu jefe te preguntase por estas cosas, aunque lo hiciese como él dice en calidad de "colega".

— Eso está bien, sí, es correcto. Esto... y... en otros ámbitos... ¿todo bien también?

— ¿Otros ámbitos?

Fukuzawa quiso estampar su cara contra la mesa, no podía ir por ese lado o parecería acoso sexual. Mejor ir directos al tema.

— Kunikida, perdona la pregunta, pero... ¿qué estuviste haciendo el jueves por la noche?

— ¿El jueves? Pues estuve terminando de planear mi horario del viernes.

Una respuesta tal y como esperaba: extraña.

— ¿Dónde hiciste eso?

— En mi habitación.

— ¿Testigos?

— ¿Qué...? ¿Testigos...? Pues... Aki... ¡ejem! Yosano-sensei se pasó a invitarme a una copa de vino. Suponga que ella es mi testigo.

El interrogatorio había resultado inexacto y encima el testigo era otro de los sospechosos. ¿Conclusión? En realidad, no había respuesta clara. Quiso seguir indagando, pero los demás comenzaron a llegar y no pudo. Cuando llegó Ranpo, este se quedó frente al escritorio mirándole confuso.

— Presidente, ¿por qué me quita el sitio?

— Emm... hay cucarachas.

— Pensé que había goteras.

— Sí... hay ambas cosas.

— Luchas usando una katana, ¿cómo es que te dan miedo unas cucarachas?

— Bu-bueno, incluso un elefante puede temer a un ratón.

— ¿De qué dibujos animados has sacado eso?

— Dejando eso de lado... Ranpo... ¿podrías decirme que estabas haciendo el jueves por la noche?

— ¿Por qué? ¿Me estás interrogando?

— No... es que... me interesa saber que hacen mis empleados... no... mis coleguis cuando abandonan el trabajo.

— Ah, pues vale — se acercó al escritorio y sacó una bolsa de dulces para comenzar a comer — Quedé con Poe-kun.

— Perfecto, con Poe-kun... ¿qué es un Poe-kun?

— ¿Hmm? — Ranpo se le quedó mirando raro mientras se metía la primera nube de azúcar a la boca — Mi novio.

— Perfecto, tu novio... ¡¿TÚ QUÉ?!

— Mi novio — repitió y se volvió a meter una chuchería en la boca.

— ¡¿POR QUÉ?! ¡ES DECIR...! ¡¡No lo sabía!! ¡¡No me lo contaste!! ¡¿Por qué?!

— Porque chillarías, justo como estás haciendo ahora.

— Pe-pero... ¡¿dónde le conociste?! ¡¿Quién es?!

— ¿No te acuerdas de él? Es el arquitecto de Guild, estuvo aquí en la fiesta para Kyouka-chan.

— ¡¿DE GUILD?! ¡¿ME ESTÁS DICIENDO QUE NO HAY MÁS PERSONAS CON LAS QUE SALIR QUE UN HOMBRE PERTENECIENTE A UNA BANDA EXTRANJERA QUE INTENTÓ ESTRELLAR UNA BALLENA GIGANTE CONTRA LA CIUDAD DE YOKOHAMA?! ¡¿EN SERIO?!

— Hmm... sí, no hay nadie mejor. El resto de personas son estúpidas, Poe al menos es gracioso cuando tartamudea.

— ¡¿ES TARTAMUDO?! ¡¿NO HAY MÁS PERSONAS EN EL MUNDO CON LAS QUE SALIR QUE UN TERRORISTA EXTRANJERO CON TARTAMUDEZ?!

— No es terrorista, ay, demonios, ¿ves por qué no te lo dije? Y no es tartamudo, es tímido y me encanta que no sepa decirme que no.

El alma se cayó de su cuerpo con eso último. ¿Qué no sabía decir que no? ¡Entonces si Ranpo le pide sexo en el despacho del que es emocionalmente su padre pues este no diría que no! ¡La flecha de la culpabilidad le apuntaba peligrosamente!

— Ra-ranpo... ¡No puedes salir con nadie! No he... ¡No te he dado una charla apropiada sobre sexualidad!

— No la necesito, Internet es muy útil.

— ¡¿INTERNET?!

— Sí, oye, ¿qué te pasa hoy?

— Pe-pe-pe-pero si Internet... si Internet te ha dado esa información... eso quiere decir... — tragó duro ante la pregunta que iba a lanzar, esta podría situarle como su principal sospechoso — ¿Ya...? ¿Ya lo habéis hecho?

— ¿El qué?

— ¡Sabes de que te hablo! ¡¿Habéis cohabitado?!

— Co... ¿qué? No te puedo entender si no usas palabras de este siglo.

Fukuzawa se sintió desfallecer. Un miembro de Guild había tenido el descaro de seducir a su vástago y robarse su inocencia, seguramente como venganza por la derrota de su líder a manos de Atsushi. Que venganza tan bien elaborada. La hipótesis de que el preservativo perteneciera a Ranpo y al delincuente extranjero cobraba más fuerza si tomaba como justificación la venganza, pero una pieza del puzle no encajaba ahí, si querían vengarse de él, entonces, ¿no era mejor dejarle alguna prueba más sólida que demostrase sin lugar a dudas que habían sido el delincuente y Ranpo los que habían copulado allí? La culpabilidad de Ranpo no terminaba de quedar completamente comprobada.

Viéndole dudar tanto, Ranpo abrió los ojos solo para dejar claro como apartaba la mirada.

— ¿Por qué quieres saber estas cosas? No lo entiendo, pero sí tanto te interesa... pues sí, nos hemos acostado, el sexo es rico, me gusta, así que voy a seguir haciéndolo.

Casi vomita sangre por tales palabras transformadas en flechas impactando contra su persona. Puede que lo mejor fuera evitar el tema, descartar a Ranpo por el bien de su salud mental y centrarse en los sospechosos que le quedaban, pero... eso sería un trato de favor y como presidente de una agencia de detectives, no puede cerrar los ojos ante un posible sospechoso y menos si se trataba de su hijo recorriendo el camino del exhibicionismo.

— ¿Has terminado de preguntar? ¿O quieres saber en qué posturas lo hacemos?

— ¡No! Suficiente.

Recogiendo los pedacitos de su alma roto, Fukuzawa se levantó de la silla de Ranpo y paseó hacia el próximo escritorio libre que pilló que resultó ser el de Dazai. Desde allí observó como Ranpo ocupaba la silla que antes había ocupado él y abría el periódico del día de hoy. Para él, Ranpo siempre será aquel niño de 14 años desamparado, es duro aceptar que está creciendo y que hay alguien mancillándole. Por el momento dejará la pena y la tristeza de lado y se centrará en su caso actual. Tanto Kunikida como Ranpo tenían coartadas que no servían al estar implicadas sus parejas. ¿Debería seguir investigándoles a ellos o centrarse en el resto de sospechosos?

— Buenos días — Atsushi llegó acompañado de Kyouka, al dirigirse a su sitio, que era el escritorio junto al de Dazai, le extrañó que el presidente estuviera ocupando ese lugar — Presidente, ¿por qué no está en su despacho?

— Hay ratas.

— ¿No eran goteras y cucarachas? — le cuestionó Kunikida en el escritorio de enfrente.

— Sí, eso también.

— Ah... ¿qué?

— Oh, deberemos fumigar entonces — Atsushi se sentó, abrió el portátil y comenzó a revisar el correo de la agencia.

Mientras el albino comenzaba su rutina diaria, la fría y agresiva mirada de Fukuzawa estaba fija en su persona. Le analizó de arriba abajo, él era otro de sus potenciales sospechosos. Nakajima Atsushi, el chico con la habilidad de transformarse en tigre, no era de extrañar que, al ser su otra faceta un animal, no pudiera sucumbir al bajo instinto que suponía el sexo. El chico se encontraba actualmente en una relación sentimental bien conocida por todos con Dazai Osamu, siendo este su pareja, no cabía lugar a dudas sobre que en ese chico no quedaba ningún orificio virgen. Esa pareja son unos potenciales culpables, son jóvenes y hormonales, Atsushi tiene 18, está recién llegado a la adultez, es normal que sienta recurrentes necesidades relacionadas con su satisfacción sexual. ¡Lo que no entendía era por qué en su despacho!

— Atsushi.

— ¿Sí?

— ¿Puedo hacerte una pregunta?

— Por supuesto.

— ¿Dónde estabas ayer por la noche?

— ¿Ayer...? Pu-pues estaba en la habitación de Dazai-san.

— ¿Haciendo qué?

— ¡¿Eh?! — su pálido rostro se tiñó de rojo — Pu-pues...

Decidió no perderse ningún detalle del rostro de Atsushi mientras le interrogaba. En cualquier gesto, pestañeo o incluso movimiento de sus labios podía estar la clave de si decía o no la verdad.

— Pasábamos... el rato, eso es todo. ¡Me da vergüenza que me pregunte esto, presidente!

Otra coartaba poco válida en la que el testigo era la pareja. Esto no le aclaraba nada de nada, los cinco seguían siendo igual de sospechosos. Debía haber otro hilo del cual tirar, pero ¿cuál? Las horas siguieron pasando y al final llegaron todos los miembros de la agencia, Dazai incluido, que encima llegó el último. Como era de esperar, Kunikida la echó la bronca, pero el ex-mafioso le ignoró, se dirigió a su asiento ya desocupado por el presidente y se puso a tocar por debajo de la mesa a Atsushi el cual le intentaba detener avergonzado.

Desde la distancia, Fukuzawa vigilaba concienzudamente al castaño. Las múltiples habilidades de Dazai no eran ningún secreto para nadie allí, seguro que no tuvo que tener ningún problema en robarle la llave de su despacho y convencer a Atsushi para hacerlo en su despacho para, tal vez, agregar emoción a la relación. Sin embargo, más allá de sus suposiciones, no tenía nada para culpar a la pareja conformada por el suicida y el hombre tigre. Lo único que tenía para continuar su investigación era un mísero preservativo marca... ¡¡Espera!! ¡¡Eso era!! ¡Tenía la marca del preservativo! Ese preservativo ha tenido que salir de una caja en la que hay más, una caja que por pura comodidad debe estar en el lugar del encuentro sexual común de estas parejas, es decir, los pisos donde viven los empleados de la agencia. Había cinco habitaciones que revisar, si en una de ellas había una caja de preservativos de esa marca, entonces encontrará al culpable y le castigará severamente por haberse atrevido a mancillar su lugar de trabajo.

El momento perfecto para ir era ahora mismo ya que todos estaban aquí, así que inventándose la excusa de una reunión con una persona importante del gobierno, Fukuzawa abandonó la agencia y se dirigió al bloque de pisos de mala muerte donde vivían todos. La primera puerta sobre la que se detuvo fue la de Ranpo, en realidad en el caso del chico existían dos sitios donde podría encontrarse la caja de preservativos, detrás de esa puerta o en la casa del bastardo extranjero corrompedor de chicos inocentes que como se le cruce por la calle le piensa cortar el flequillo y la cabeza de un corte limpio con la katana, pero para su desgracia, no sabe donde vive ese hijo de las mil putas.

Siendo el líder, era obvio que iba a tener llaves de todas las habitaciones así que usó la del cuarto de Ranpo y se adentró para acabar pisando una bolsa vacía de patatas fritas. Ese sitio era una completa leonera, todo lleno de envoltorios de comida basura y de piruletas, lo mismo estaba pisando la caja de preservativos y ni cuenta se estaba dando. Comenzó a levantar la basura con el pie, fijándose atentamente por si aparecía lo que tanto buscaba. Lo que si acabó apareciendo fue un extraño y pequeño bote en el suelo, ¿crema de manos tal vez? ¿O un dulce nuevo que se vendía así? Tentando por la curiosidad, Fukuzawa se agachó para descubrir como con letras grandes y rojas ponía "love sex" debajo "durex" debajo "play" debajo "gel de placer" debajo "cerezas de pasión" y debajo "gel lubricante de uso..." Ya dejó de leer en la última línea que le quedaba, quería liarse a puñetazos con alguien, pero en su lugar tomó la madura opción de respirar hondo y contar hasta tres.

En realidad es mentira.

- ¡¿CEREZA DE PASIÓN?! ¡¿ESO ES MI HIJO PARA ÉL?! ¡UNA MALDITA CEREZA QUE SE METE A LA BOCA Y...! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!!!!!!!

Lanzó el bote lejos, ni se molestó en mirar donde caía y siguió registrando lo poco que quedaba. Revisó los cajones, el armario e incluso se quedó mirando un rato el techo. No había nada, con lo cual se podían dar dos situaciones: o los encuentros sexuales de Ranpo tenían lugar en la casa del bastardo americano o no usaban protección. Mierda, ¿en qué momento se convirtió aquel dulce y achuchable niño de 14 años en el adulto de 26 que deja que se le corran dentro?

¡No! Él tendría fe por la primera opción. De todas formas, aquí no había nada, si resulta que su niño de ojos verdes es en realidad un adicto al sexo que tiene fetiches por volverse un tanque de semen, entonces no tenía mucho sentido haber encontrado un preservativo si él era el culpable. Rindiéndose con esa habitación, Fukuzawa la abandonó y se dirigió a la de Yosano. Esta estaba más ordenada aunque abarrotada de cajas, se notaba que la chica tenía un pequeño problema con salir de compras y llegar cargada de cajas. De alguna manera investigar esta habitación se sintió más incómodo que investigar la de Ranpo, puede que fuese por el hecho de que se trataba de la habitación de una chica aunque meterse en las habitaciones de los demás sin permiso era una clara violación de su intimidad, en el caso de la habitación de Yosano parecía un crimen más grave.

Intentó darse prisa en buscar alguna caja de condones y así no ver nada que comprometiera la privacidad de Yosano, aunque ya lo que buscaba suponía eso mismo. Miró en el baño y en la habitación principal, no se atrevió a abrir muchos cajones por si se cruzaba con su ropa interior. El último sitio que fue a investigar fue su armario, sería un sitio poco probable para guardar eso pero no perdía nada por mirar. Allí con lo que se encontró fue con un montón de ropa colgada, como era de esperar. Una prenda que parecía de cuero llamó su atención, ¿sería esa una de las típicas chaquetas para motoristas que tanto triunfaban entre la juventud? Movido por la curiosidad, se hizo con la percha pero al descubrir lo que allí colgaba se llevó la sorpresa de que no era para nada una chaqueta de cuero, era una especie de, dicho con sus palabras de viejo del siglo pasado, conjunto picarón pero muy raro, según tenía entendido por la publicidad de las tiendas y la televisión, la lencería solía ser de seda y de colores pastel pero esto era negro y de cuero. Mirando más en el armario descubrió unas botas largas del mismo material y una fusta.

Su rostro perdió el color y deseó no haber descubierto nunca la clase de juegos depravados que hacían la parejita conformada por la doctora y el hombre formal. La incomodidad y la vergüenza formaron un cóctel tan increíble que Fukuzawa tuvo que salir corriendo de allí sin revisar nada más. En el fondo se quiso dar ánimos pensando que como Kunikida era el hombre, entonces lo lógico es que los preservativos estuvieran en su habitación. Con la mente traumada pero más decidida, Fukuzawa se dirigió hacia allí y fue recibido nada más entrar por un golpe de ambientador de manzana. La habitación olía muy agradable, todo estaba ordenado e incluso etiquetado. Dirigiéndose a la pequeña cocina, resultó que en cada puerta había una pequeña etiqueta indicando lo que contenía cada armario y cada cajón. Eso le quitó un peso de encima, si era tan cuadriculado y ordenado, entonces seguramente el sitio donde tuviese los preservativos estaría etiquetado también.

No se pensó mucho donde buscar, fue al baño y encontró una etiqueta sobre un armarito que ponía "profilácticos". Que hombre tan raro, pero oye, que útil había resultado ahora mismo su pequeño trastorno con el orden. Abrió el amarito y descubrió una caja abierta. El momento de la verdad se aproximaba y la tensión le hizo tragar duro. Con la mano temblorosa, Fukuzawa alcanzó la caja y la sacó para encontrarse con la respuesta a si Kunikida y Yosano eran los profanadores del despacho. Cuando tuvo la cajita entre sus manos pudo dejar salir el aire de sus pulmones. La marca no coincidía.

Aunque no era una prueba absoluta, de algo le servía. Si investigaba a Dazai y Atsushi y resultaba que ellos tampoco coincidían tendría que averiguar donde vivía el pervertido que se ha atrevido a poner una mano encima a su hijo, colarse en su casa y cortarle la cabeza mientras duerme... es decir, comprobar si él y Ranpo eran los profanadores del despacho. Todas sus esperanzas se volcaban en que los culpables fuesen Dazai y Atsushi. Rezaría a Buda, a Alá o a Jesucristo Superstar para que fuese así.

Se debatió durante unos momentos sobre en que habitación investigar pero al final se decantó por la de Dazai. Atsushi compartía la suya con Kyouka, eran tan improbable que los condones estuvieran allí. Abrió la puerta y lo primero que pisó fue el futón en el que dormía el castaño, el muy vago llegaba tarde y ni lo recogía. De momento nada allí que te hiciera pensar que Dazai no vivía allí. Era como una versión de la habitación de Ranpo pero en vez de envoltorios de dulces por el suelo había un poco de todo. El suicida no era ordenado, eso no le sorprendía para nada, encontrar los preservativos no sería tan fácil como en el caso de la habitación de Kunikida. Tratándose de Dazai podría incluso a llevarse la sorpresa de que estos estaban dentro del frigorífico, vete tú a saber.

— Si yo fuera Dazai... — se cruzó de brazos y comenzó a pensar — ¿Dónde metería unos preservativos?

Su tiempo de pensar se interrumpió abruptamente al escuchar como la puerta se abría. ¡¿Por qué?! ¡Si todos estaban trabajando! Alarmado y sin mucho tiempo para pensar, Fukuzawa se escondió en el sitio que le pilló más cerca, es decir, el armario de la habitación. Solo se sintió a salvo cuando se quedó ahí encerrado. No sabía que había motivado a Dazai a volver pero esperaría a que se marchase y después él continuaría con su búsqueda.

O al menos esas eran sus intenciones cuando pensó que había venido solo.

— Pero Dazai-san — la aguda voz de Atsushi sonó al otro lado — ¡Dejaste todo desordenado!

— Es que era muy pronto por la mañana como para recoger~

— ¡Pero si has sido el último en llegar a la agencia! Lo que hay que ver.

Como el armario no estaba cerrado del todo, Fukuzawa pudo ver por el hueco como Atsushi se agachaba y comenzaba a recoger la basura del suelo. No entendía esto del todo, ¿había ido allí a limpiar o qué?

— Atsushi-kuuun~ — el castaño le abrazó por la espalda — No nos hemos escaqueado del trabajo para limpiar.

— No está bien que nos hayamos marchado porque sí.

— Tranqui, los descansos entre jornadas de trabajo son legales.

— Son legales si el resto saben que son descansos. Jo — infló los mofletes y dejó la basura a un lado para concentrarse en los brazos de Dazai alrededor de su cuerpo — ¿Por qué me arrastras a este tipo de cosas?

— ¿Por qué dices? Pues porque en el fondo te encanta.

— Da-dazai-san, e-espera un momento.

Lo siguiente que escuchó Fukuzawa fue una risa traviesa del ex-mafioso y el sonido de algo chocando contra el suelo. Al volver a asomarse por el hueco descubrió a Atsushi tirado en el suelo con Dazai sobre él comiéndole la boca a besos. Aunque sabía que eran pareja, abrió la boca por la sorpresa de todas formas. No era el acto íntimo de besarse lo que le dejaba impresionado era el hecho de escaquearse del trabajo para, no nos engañemos, mantener relaciones sexuales. Porque era obvio que no se habían escaqueado solo para darse un par de besos.

Esto se iba a poner sucio y caliente y él solo quería ser tragado por un agujero de gusano ahora mismo.

— O-osamu... — pronunció con vergüenza, pocas veces escuchaba en el trabajo al albino llamar a su pareja por el nombre pero parece que en la intimidad era una cosa distinta — En el suelo no.

— Owww, mi culpa, mi culpa. No puedo volver loco de placer a mi gatito en el suelo.

— ¿Entonces por qué lo empiezas aquí? Tonto.

— Pensé que te ponía que me pusiera rudo.

— Pero no en el suelo...

Fukuzawa no se atrevía a volver a asomarse, no después de seguir escuchando risas, besos y prendas de ropa caer al suelo. Lo que había al otro lado ya debía estar catalogado como para mayores de 18, pero tampoco podía huir, si salía de allí descubrirían que se ha colado. Tal vez pensasen que era un pervertido y le denunciasen, pero oye, no olvidemos que los que han huido del trabajo para follar son ellos dos así que para genios degenerados con hambre de sexo ellos. Fukuzawa es solo un dilf soltero con intenciones 100% puras de encontrar a los misteriosos profanadores de su despacho y visto lo visto, la hipótesis de que fuesen estos dos ganaba fuerza.

— ¡AAAH!

El grito de Atsushi le hizo sobresaltarse dentro del armario, ¿ahora qué pasaba?

— ¿Te he hecho daño, gatito?

— N-no... e-es que... es tan grande que al principio siempre duele un poco ¡pero sigue, sigue!

— Vaya, vaya, te duele pero tu adicción al sexo puede más ¿eh?

— Yo no soy adicto al se... ¡AAAH! ¡O-osamu, sigue, sigue! ¡Dame ahí!

— ¿Ves? Jajajaja.

— N-no... q-que me guste el sexo no me hace un adicto... ¡AAAAAH! ¡E-espera, no tan rápido!

— ¿En serio? Entonces puedo hacer esto y tú te quedarías tan tranquilo.

Al otro lado del armario se escuchó como Atsushi suspiraba por la decepción y como empezaba a gruñir algo molesto. El material fino y algo traslucido de la puerta del armario también le dejó ver como la figura de Dazai se levantaba de encima de la de Atsushi. Le iba a dejar a medias, pero ¿qué clase de pervertidos trabajaban para él? La decisión sexualmente cruel del suicida en realidad le venía bien, si cortaban esto ya y se iban, él podría salir del armario. Físicamente hablando, no malpiensen.

— Jajaja, ¿a que viene ese pucherito? ¿Acaso el gatito no puede vivir sin su ración diaria de leche?

— Es que... ¡Jo, Osamu, si lo has empezado tú!

— ¡Jajajajaja...! ¡Waaaa! ¡Atsushi-kun!

Cuando pensaba que estaba a salvo, el sonido de un golpe seco le indicó que esto estaba lejos de acabar. Para informarse de que pasaba ahora, Fukuzawa abrió un poco el armario y se encontró en primera fila con la pálida espalda de Atsushi. Parece que el chico, harto de los juegos estúpidos de su pareja, le había saltado encima y ahora se empalaba él mismo sobre su miembro.

— ¡AAAAAAAH~! — arqueó la espalda, con su boca tan abierta que algo de saliva comenzó a escurrir por ella — ¡A-ahora está más profundo!

— Ghm... Atsushi-kun, espera — debajo de él, el castaño le agarró las caderas para intentar controlar la situación pero debía asimilar que en esta postura él era solamente el consolador de juguete del albino.

— Ah...

El chico dio un salto y la posición de Fukuzawa le permitió observar en primera fila como los pálidos y firmes glúteos del chico se movían hacia arriba y dejaban ver un poco del miembro erecto de Osamu antes de volver a caer y engullirlo entero con fuerza.

— A-aaaah~... O-osamu... — Atsushi se inclinó para besar a Dazai, sin saber que por la postura estaba poniendo el culo en pompa delante de su jefe.

Fukuzawa no podía estar más abochornado, lo único que le consolaba era que este espectáculo al menos no se estaba representando con Ranpo y con su novio terrorista americano porque si con Atsushi y Dazai le estaban dando ganas de arrancarse los ojos, con Ranpo se querría quitar la vida.

En este punto, el hombre ya se rindió, se hizo bolita en el armario y esperó a que acabase la sesión porno de amor. Para su desgracia, aunque Atsushi no podía activar el tigre con Dazai, sus características y habilidades parecían haberse adherido a su persona sin necesidad de tener la habilidad activada, en otras palabras, el chaval era terriblemente resistente.

— ¡¡¡¡AAAAAAAAAH~!!!!! ¡¡OSAMU, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO!! — el chico se movía de arriba abajo, sus pálidas nalgas se habían acabado poniendo algo rojas porque al bajar acababan chocando contra la cadera del suicida, que a estas alturas puede que estuviera rota - ¡¡Osamu, te quiero tanto!! – recogió entre sus manos el pálido y agotado rostro de Dazai y le dejó un beso en la mejilla para ronronearle cerca de sus labios — ¿T-tú me quieres, Osamu?

— Ah... — Dazai abrió la boca pero lo que salió por ella pudo ser o bien su aliento o bien su alma, nos quedaríamos con la duda.

Sin esperar la respuesta, Atsushi comenzó a lamer los labios de su pareja como si fuese un gatito de verdad. Fukuzawa por su parte solo pudo encontrar consuelo tapándose los oídos y esperando pacientemente a que acabasen ya. Tras unos cuantos comentarios más de Atsushi sobre lo bien que sentía y unos quejidos de Dazai, de placer o de sufrimiento por estar siendo asesinado a sentones, la pareja pareció por fin acabar o al menos eso fue lo que a él la pareció.

— Ah... — Atsushi suspiró al acabar, se agachó para dejar otro beso sobre los labios de Dazai y después apoyarse en su pecho para comenzar a dibujar círculos — ¿Se ha sentido bien, Osamu?

— Sí... — el castaño intentó moverse pero como si fuera un viejo sintió como la cadera le crujía — O-oye... a la próxima tal vez me deba poner yo encima...

— No hace falta, me gusta estar arriba.

— Ya...

El presidente de la agencia comenzó a morderse las uñas, ¿se pensaban ir ya o pensaban que nadie les iba a echar en falta durante todo el día? Al ver la sombra de la espalda de Atsushi las ilusas esperanzas de que se iba a levantar y vestirse le embriagaron pero como bien dice el dicho, no debes vender la piel del oso antes de cazarlo.

— Osamu, ¿otra vez?

¡¿Otra?! Fukuzawa iba a apuntar en su agenda un recorte de sueldo a estos dos por follar más que trabajar.

— ¿Otra...? E-es que me has dejado seco, gatito. ¿Ves? Osamu Junior está caído.

— Pero yo lo levanto.

— ¿Eh...? ¡Ay! ¡Atsushi-kun, cuidado con los colmillos!

— Lo siento — pronunció de manera extraña al tener el miembro ajeno metido en la boca.

Entre más tiempo pasaba, más pensaba Fukuzawa en cómo había pasado de asistir a importantes reuniones con gente del gobierno a esconderse de dos salidos haciendo cosas cochinas en horario laboral. Cada minuto que pasaba era un goce para Atsushi, para Dazai no estaba seguro y en cuanto a Fukuzawa era un maldito infierno porno de penes y culos. Después de un tiempo que le pareció un día entero para él, por fin escuchó como Atsushi suspiraba complacido tras, seguramente, haberle arrancado el pene a sentones al suicida.

Al otro lado se escucharon ronroneos y por el hueco pudo ver como Atsushi volvía a restregarse contra el pecho de su novio, dejando besitos sobre su barbilla. Con las nulas fuerzas que le quedaban, Dazai estiró el brazo para acariciarle la cabecita pero aunque pensó que eso le complacería, el chico frunció un poco el ceño.

— Osamu, no me has dicho que me quieres.

— Ah... — otro fragmento de su alma escapó de su cuerpo tras abrir la boca — N-no me has dejado ni respirar...

— ¿Cómo que no? — el chico se separó de su pecho y volvió a moverse levemente encima de él — Ahora estás respirando.

— ¡Vale, vale! — le agarró con fuerza las caderas para así detenerle — Te quiero mucho, Atsushi-kun.

— ¿En serio? — el albino recuperó su actitud de gatito cariñoso y se volvió a pegar a su pecho — ¿Lo he hecho bien?

— Demasiado... oye, creo que necesito ir al médico.

— ¿Por qué? Solo lo hemos hecho 8 veces. Mmm... yo todavía tengo ganas.

— Claro que sí... ¡ah! ¡Me suena el móvil!

— No lo hace.

— Lo tengo en silencio, pero capto sus vibraciones perfectamente. Debe ser Kunikida-kun que sospecha que no hemos ido a trabajar de verdad.

— Hmm... — Atsushi frunció el ceño e infló los mofletes, en realidad no le estaba creyendo del todo — Bueno, pero esta noche cuando Kyouka-chan se duerma vuelvo y seguimos ¿vale?

— Sí, pero déjame ir al médico por favor.

Como si Dazai no estuviera al borde de la muerte, Atsushi se quitó de encima y le dejó otro beso en la mejilla.

— ¿Te limpio, Atsushi-kun?

— No, puedo yo solo. De todas formas con el preservativo solo me he quedado un poco pegajoso, voy al baño y me limpio yo.

— Vale.

El sonido de una puerta le indicó a Fukuzawa que el chico iba a hacer lo que acababa de decir. Con la porno por fin acabada, el lobo plateado abrió más el armario para encontrarse con un Dazai, puede que muerto, tirado desnudo sobre el futón.

Que buda se apiade del alma de este pobre hombre y le haga renacer en algo bonito.

Aprovechando el cansancio físico del otro, Fukuzawa aprovechó para buscar por el suelo alguna pista de la marca del preservativo. No tardó mucho en encontrar varios sobres plateados rotos y esparcidos por el suelo. Con el sigilo de un ninja, estiró el brazo y se hizo con uno.

El misterio del preservativo estaba a punto de solucionarse.

— ¡Ya hemos vuelto!

Al día siguiente, Atsushi y Kyuoka habían tenido que atender una misión en otra ciudad. Se esperaban que al regresar la oficina estuviese casi vacía porque el resto estaría atendiendo otras actividades, pero para su sorpresa, allí se encontraban todos los empleados.

— ¿Mm? ¿Está pasando algo?

— El presidente dijo que quería hablar con nosotros — le respondió Yosano.

— ¿Con todos?

— No, en realidad solo con Kunikida-san, Yosano-sensei, Ranpo-san, Dazai y tú — le informó Tanizaki que estaba recogiendo sus cosas junto a Naomi y Kenji — ¿Habéis hecho algo?

— ¿Tengo pinta de poder haber hecho algo malo? — cuestionó Dazai tirado en el sillón de la sala. Ahora cada vez que caminaba veía las estrellas.

— Sí, es algo raro que estés así — Kunikida se le quedó mirando raro — ¿Ahora qué has hecho para intentar matarte?

— Llamar a Atsushi-kun adicto al sexo.

— ¿Qué?

— ¡Uy, que curiosidad! ¿Qué querrá el presidente? — Atsushi se metió en medio de la conversación con el rostro teñido de rojo.

— Ya nos lo contaréis luego, nosotros no vamos.

Naomi tomó a Kyouka de la mano y se marchó de allí junto a su hermano y Kenji, dejando allí solamente a las personas con las que Fukuzawa quería hablar. Tras un pequeño rato de espera, el mayor les llamó para entrar a su despacho y así hicieron, aunque se intentó mantener sereno, casi sufre un para cardiaco al ver a Ranpo lamer un helado blanco.

— ¡¡¡NO, BASTA DE SEMEN!!!! — le arrebató el alimento y lo tiró a la basura, quedándose más a gusto así.

— Oye.... Que eso era mío y era de vainilla no de semen. ¿Dónde esperas que compre un helado de semen?

— ¡Ejem, ejem! Me imagino que todos os estáis preguntando por qué os he citado aquí el día de hoy. No os mantendré durante mucho tiempo con la intriga e iré directo al grano. El jueves por la noche, como bien saben los culpables, tuvo lugar en este despacho un acto moralmente reprobable e inadecuado que debe ser castigado de acuerdo a la gravedad del hecho.

— Ah... ¿eso es ir directo al grano? — murmuró Atsushi.

— Presidente, ¿qué es lo que ha pasado? — se interesó Kunikida.

— Sí, dilo ya que tengo hambre — Ranpo se quejó mientras se sobaba la tripa.

— Vale, como queráis. Como ya saben los culpables aquí presentes, el jueves robaron la llave de mi despacho, hicieron una copia y se colaron allí para cohabitar debido, seguramente, a algún fetiche extraño de exhibicionismo. Seguro que se pensaron que su pequeña aventura nocturna quedaría impune pero la calentura les nubló la mente y les hizo olvidarse de un profiláctico en el suelo.

— Perfecto, ahora en idioma de este siglo por favor.

— Ranpo... — Yosano le regañó con la mirada — Entonces, presidente, lo que está diciendo es que...

— ¿Alguien cohabitó en su despacho y se dejó un profiláctico? — se quiso asegurar Kunikida que aparentemente fue el único que no le pareció extraña la jerga con la que hablaba.

— Dazai-san, ¿qué es un profiláctico?

— Pues esos que a ti te gusta que use super finos porque sientes más contacto.

— ¡Vale, vale! No hacía falta tanto detalle...

Atsushi agachó el rostro avergonzado, curioso gesto a ojos de Fukuzawa que había podido comprobar la doble naturaleza lujuriosa del chico.

— Si esos han sido los hechos... — Kunikida se cruzó de brazos y frunció el ceño mientras veía a su principal sospechoso — Ha sido el desperdicio de vendas de Dazai, obviamente.

— Awww, pero que acusación tan injusta hacia mi persona. Muestra pruebas por lo menos.

— Eres tú de quien estamos hablando, no creo que hagan falta pruebas.

— ¿En serio? Entonces si me acusas a mí estás acusando también a Atsushi-kun. ¿Con que cara acusas a un jovencito de 18 ricos añitos?

— ¡¡OBVIAMENTE LO HA HECHO POR TU CULPA!! Le incitarías de alguna manera.

— ¿Por qué tienes tan mala imagen de mí? Parece que solo me ves como un pervertido.

— ¡ES QUE LO ERES!

Al más mayor de todos le gustaría haber señalado el error de Kunikida sobre que Dazai es el más pervertido después de lo que vio, pero en realidad nadie debería saber lo que él vio. Carraspeando su garganta, se ganó la atención de todos y deshizo la pequeña pelea de Kunikida y Dazai.

— ¿Ha sido Dazai entonces? ¿Nos podemos ir? — se interesó Yosano que curiosamente solo culpaba a Dazai como si mencionar a Atsushi en cualquier acto depravado fuese imposible.

— Pues efectivamente, así ha sido...

— ¿Qué?

— Perfecto, pues me marcho ya.

— Yo igual, tengo hambre.

El poco interés de Yosano y Ranpo ahogaron en tristeza a su pequeño espíritu detectivesco.

— ¡Esperad! ¿No queréis saber cómo lo he descubierto?

— No.

— En realidad me da igual, de todas formas ellos no han sido.

— ¿Eh? ¡Espera, Ranpo! ¿a qué te refieres?

Con Yosano y Ranpo casi fuera del despacho, el chico suspiró cansado.

— Pues que no sé qué investigación has llevado a cabo pero me imagino perfectamente cómo la has desarrollado y es tan simple como ineficaz. Primero, encontraste el preservativo y pensaste en los sospechosos, descartaste personas basándote en temas de edad, inexperiencia laboral y ausencia física, con lo que solo quedábamos nosotros de sospechosos, por eso empezaste a preguntarnos, pero como nuestras coartadas implicaban a otro sospechoso pues no te servían de nada. Como preguntarnos fue inefectivo decidiste colarte en nuestras habitaciones para buscar la caja de preservativos de donde salió el que tú encontraste y un consejo, cuando te metas en mi habitación al menos asegúrate de dejar las cosas como estaban y no, que no encontrases preservativos allí no me vuelve un recipiente de semen o lo que hayas pensado y me debes un helado por cierto.

— Pero presidente... ¿ha pasado eso? — Kunikida le miró esperando respuesta, pero estaba demasiado abochornado al ver sus actos siendo expuestos delante de todos.

— En cuanto al resto... déjame adivinar que preservativos usan. Sus relaciones son distintas, Kunikida lo hace con una mujer mientras que Dazai no, ósea que en el primer caso hay riesgo de embarazo. Lo primero a la hora de elegir condón es la talla, Kunikida es muy raro, digo perfeccionista, así que se habrá medido el pene. No sirve medirse el pene sin tener una erección así que me imagino que se habrá mastur...

— ¡Ranpo-san! N-no entiendo por qué hay que decir todos los detalles sobre...

— ¡JA! — Dazai se tapó la boca después de soltar semejante risa que ni se molestó en disimular — ¿Y cuánto te mide, Kunikida-kun?

— ¡TÚ CÁLLATE!

— No me interrumpáis y dejadme seguir. Además del largo, el ancho se tiene también en cuenta, os dejo a vuestra imaginación a Kunikida midiéndose el grosor de su pene con una cinta métrica. Para elegir la talla, Kunikida necesita saber el ancho nominal porque determina la anchura del preservativo. El ancho nominal se mide en milímetros y es la mitad del perímetro del condón, es decir, que si el perímetro le sale de 10 cm tiene que buscar un preservativo de ancho nominal de 52 mm. Ni idea de cuánto le mide pero basándome en la anchura de su pantalón y que los preservativos tienen generalmente tres tallas, me quedan de opción ancho nominal de 52 mm, de 56 que es el estándar y de 60 mm que es el de bestia parda superdotada y creo que me decantaré por... — se quedó un rato mirándole la entrepierna, haciendo que Kunikida se la tapase por vergüenza como si ahora mismo estuvieran viendo todo sobre él — 60 mm, ósea un condón XL. En cuanto a la marca, pues tratándose de Kunikida habrá buscado la que más seguridad le proporcione para evitar embarazos la cual resulta ser Durex.

— Oye... — Fukuzawa comenzó a sudar la gota gorda — ¿No sabes demasiado del tema?

— Pues ya tenemos la talla y la marca — ignoró completamente a Fukuzawa y continuó — Ya solo falta el tipo específico de condón.

— ¡Pero Ranpo-san, no hace falta llegar a más!

— Hmm... siendo Kunikida... y además Yosano, creo que será... sí, mi respuesta final es durex sensitivo XL. ¿Qué tal eso?

La respuesta fue completo silencio pero la sonrisa mal disimulada de Yosano y el bochorno de Kunikida respondieron por ellos solos.

— Como se podría esperar de ti — le felicitó Yosano.

— Gracias.

— ¡Ranpo-san, Ranpo-san! ¿Y nosotros? ¿Puedes usar tu habilidad para adivinar la marca que usamos nosotros?

— Vuestro caso es más fácil todavía. Atsushi es un chico, el embarazo no es problema y entre que a ti te da igual correrte dentro y él tiene cara de adorar los creampie...

— ¡Eso no es cierto! — protestó Atsushi con el rostro rojo mientras Fukuzawa se perdía en parte de la conversación.

— ¿Qué es un creampie? No tengo constancia de esa jerga juvenil.

— Es, como tú dirías, "volverte un tanque de semen".

— Ah...

— Usaréis mucha variedad pero yo apuesto por...Happy Sex Infinity porque da un placer más duradero y alarga las relaciones debido a su efecto retardante, que, seamos sinceros, Dazai necesita con urgencia si quiere satisfacer los deseos sexuales de un chico de 18 que acaba de descubrir el sexo y que además posee la resistencia y el apetito sexual de un tigre. Bueno... pues eso es todo, ¿me pagas ya el helado?

Fukuzawa se quedó de piedra, él fue el primero en descubrir las habilidades deductivas de Ranpo, pero nunca se imaginó que el chico en lugar de usarlas para resolver crímenes las usara para saber sobre intimidades de sus compañeros. No obstante y tras haber escuchado todo, Fukuzawa necesitaba resolver sus dudas.

— Ranpo, dices que Dazai y Atsushi no fueron.

— Ajá.

— No-nosotros no fuimos, presidente — se intentó justificar Atsushi — No seríamos tan descarados como para mantener relaciones aquí.

Pero sí lo serían como para huir del trabajo y follar como conejos con él atrapado en un armario, claro que sí.

— Si dices que ellos no fueron, ¿por qué la marca coincide?

— Waa, es tan aburrido e iluso sacar conclusiones solo porque la marca coincida.

— Es que es una pista importante.

— Sí, pero por favor, ¡mira a Dazai! — señaló con la mano al suicida, todos se le quedaron mirando esperando encontrar algo que aclarase el misterio pero nada.

— ¿Qué pasa exactamente con esta momia cubierta con rollos de papel de váter?

— Esto — Ranpo apretó su cadera, lo cual le provocó al castaño ver las estrellas.

— ¡AH! ¡No, por favor, que estoy lesionado!

— Dazai es el que da pero como las hormonas de Atsushi han empezado a revolotear tres años tarde esto causa que sea él quien tiene más resistencia en el sexo. Después de mantener relaciones, sin ninguna duda es Dazai quien acaba muerto. Da igual la postura, Atsushi tendrá más resistencia y querrá más con lo que después de follar, el pene de Dazai debe parecer un globo desinflado.

— Mmm... es curioso, solo llevo dos trabajos en mi vida pero en ambos acaba saliendo mi pene en un tema de conversación.

— Si ellos lo hicieron el jueves por la noche en tu despacho, entonces el viernes por la mañana Dazai debía estar muerto y enterrado por no poder seguirle el ritmo al chico gato y haberse quedado seco de tanto eyacular.

— Pero soy un tigre...

— Pero Atsushi... Atsushi se avergonzó cuando le pregunté por su coartada, estaba con Dazai ósea que estaban...

— Abandonando un momento tu mundo del siglo pasado, hay mucho más allá del sexo convencional del mete y saca, lo más seguro es que Atsushi solo se la estuviera chupando.

— Pero... pero...

La batalla detectivesca de Fukuzawa y Ranpo continuaba su ritmo mientras que el resto de la sala se encontraba tremendamente incómoda al ver aireadas sus intimidades o al menos ese era el caso de Kunikida y Atsushi porque Dazai y Yosano observaban atentos como si estuviera teniendo lugar la mayor batalla que pudiera existir en este planeta.

— Pero si lo que dices es cierto... — la mirada de Fukuzawa se ensombreció — Si descarto a Dazai y Atsushi entonces solo me queda... solo me queda...

El pobre corazoncito de Fukuzawa comenzó a volverse pedacitos, las deducciones de Ranpo nunca fallaban, era un hecho, con lo cual quería decir que si la parejita dazatsu quedaba libre de sospechas, entonces el culpable era...

— ¿Has... has sido tú?

Como si hubiese descubierto que Ranpo era en realidad un asesino, Fukuzawa vio como el mundo se le caía encima.

— Pues no.

— No mientas... ¡No quedan más sospechosos!

— ¿Quieres ir a casa de Poe-kun? Así ves los preservativos y de paso la cama donde, usando tus palabras, "me mancillan".

— ¡AAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡PREFIERO SACARME LOS OJOS!

— Pues entonces déjame seguir hablando. ¿Por qué has reducido tu lista a nosotros cinco? ¿De verdad te has quedado tan a gusto eliminado a la gente de fuera?

— Pero es que... suena un poco extraño que alguien se colase solo para poner un preservativo en el despacho del presidente — dudaba Atsushi.

— Sonaría extraño si piensas en gente normal, ¿quiénes son las personas más raras que conocéis?

Los inculpados y Fukuawa comenzaron a pensar, no tardaron en hallar una respuesta y comenzar a responder.

— Si hablamos de gente extraña, la Port Mafia está llena de ellos — comenzó a opinar Kunikida.

— Pues yo pienso que no hay nadie más asqueroso en la Port Mafia que Mori-sensei.

— Jajajaja, Yosano-sensei, ¿acaso has vivido allí dentro? El más asqueroso es Chuuya.

— Mmm... — Atsushi frunció el ceño al pensar en su sospechoso — Pues yo creo que ha sido Akutagawa.

— ¡Tilintilin! ¡Todos habéis ganado!

— ¿Qué?

— ¿No adora el jefe de la Port Mafia darte dolores de cabeza? Él mandó al señor sombrero elegante y al perro rabioso a dejarte el preservativo solo para darte dolores de cabeza y la verdad, al final lo ha conseguido.

— Pero la llave...

— Al colarse harían un molde de la cerradura para encontrar la llave que pudiera usar.

— Pe-pero... pero... ¿con qué pruebas puedo...?

— Ciertamente, no contamos con pruebas físicas que respalden este hecho, pero puedes apoyarte en el descarte. Ninguno de aquí ha sido, entonces, ¿quién?

Fukuzawa agachó la cabeza, ahora se sentía tan avergonzado y estúpido. Había violado la privacidad de sus empleados y encima visto por accidente como dos de ellos copulaban. Ojalá inventaran un objeto para borrarle la memoria.

— Será posible, sé que la Port Mafia se dedica a operaciones ilegales, pero nunca habría pensado que se dedicarían también a molestarnos de esta manera — con los culpables ya descubiertos, Kunikida entró en rabia.

— Bueno, entonces, ¿qué vamos a hacer? ¿Lo dejamos así? — todas las miradas viajaron hacia Dazai por la pregunta — ¿No nos vengamos ni nada? Ya sabéis, ojo por ojo, diente por diente.

— ¡No digas tonterías! Somos una organización decente, no devolvemos el golpe por cosas tan estúpidas como...

— Espera — Fukuzawa interrumpió al hombre de gafas — Dazai, ¿qué planeas?

— ¡¿En serio?! ¡Pero presidente...!

— Este asunto me ha hecho sufrir bastante.

Y no era mentira. El agobio de pensar que habían profanado a su hijo adoptivo en su propia mesa le había mantenido durante todo este tiempo al borde del infarto y estos sustos a su edad son muy malos.

— Pues yo propongo... — la luz desapareció de los orbes castaños al mismo tiempo que sonreía de lado — Que le devolvamos la broma, pero vayamos más allá.



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