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⫷ 9 ⫸ Él solo...

Junto a Madeline caminamos a toda prisa por el pasillo de la escuela, se supone que hoy hablaríamos con Amelia Callen, la hija del supuesto asesino. Con intención de sacarle alguna información, sí, ahora nos creemos detectives. Algo me dice que esto no saldrá bien, sé que no debería ser de nuestro interés, ni estar buscando, donde nadie no lo ha pedido.

Pero verdaderamente intenté alejarme de esto, no seguir investigando, alejarme de los Hardwick por mi bien. Pero al parecer esto es más fuerte que yo y le echo parte de la culpa a Madeline, si ella no hubiera ido a mi casa ayer a contarme sus teorías, no estuviera haciendo esto.

—Amelia —dice Madeline al colocarnos detrás de una rubia, la cual estaba sumergida en su casillero.

—¿Qué quieres Madeline? —preguntó ella, mirándonos de reojo.

—Solo quería saber ¿cómo estabas?—expresó Madeline con amabilidad.

—¿Por qué te importaría eso? ¿No tienes nada que hacer?—espetó la rubia.

Lo que me hace fruncir mi ceño, no tiene que hablarle así, solo le ha preguntado como estaba.

—Oye no tienes que ser grosera, —Intervine de inmediato—solo te hizo una simple pregunta.

—Cariño te estás juntando con mala compañía, —expresó Amelia volteándose para quedar frente a nosotras, haciéndome notar que tiene esa expresión que odio tanto, esa cuando los seres humanos se creen superiores que otros —Sé que no lo sabes, porque eres nueva, pero siempre hace esto con todos los estudiantes nuevos. Intenta desesperadamente ser su amiga, hasta que todos notan lo rara y lunática que es.

Mis ojos caen sobre Madeline, su mirada está en el suelo y no puedo evitar sentir la necesidad de defenderla.

—Oye, no le hables así —Sé que se nota el enojo en mi voz.

La rubia frente a nosotras se ríe y a esta ¿Qué le pasa? ¿Quién le ha contado un chiste?

—Wow, Mad, al fin encontraste alguien que te defienda —Su tono burlesco, solo estaba haciendo que mi enojo aumente—Pero yo solo dije la verdad, lamento si no la soportas.

—Por lo menos no tiene un padre asesino —Sus ojos se abren con sorpresa ante mis palabras.

Madeline me mira con ojos de "No debiste decir eso" Pero no me importa esta creída se lo merecía.

—¿Qué has dicho?—dice entrecerrando sus ojos, notando que se ha vuelto más pálida de lo que es.

—Los demás no lo saben, pero nosotras sí —dije cruzando mis brazos —Quiero ver que piensan los demás cuando sepan que eres hija de un asesino, ah ya sé, pensarán que tú también lo eres.

—Mi padre no hizo nada —rugió.

—Dile eso a la policía, cariño —expuse.

—Él no hizo nada, no sería capaz, él solo...—Ella no termina la oración.

—¿Él solo...qué?—Indaga Madeline.

—Señorita Cullen—Reconozco la voz de inmediato.

No tengo que voltear a ver, para saber que es Ebez Hardwick, nuestro querido profesor de historia, él se encuentra caminando hacia nosotras, lleva ese porte de seguridad y frialdad que lo caracterizan, lo cual lo hace ver tan temible para los demás, pero no para mi. Para mi es solo un cretino que se aprovecha de su poder, de eso he conocido demasiados en mi vida.

—La necesitan en la oficina del director —dijo a solo un metro de nosotras. Su voz áspera y profunda como siempre.

Tanto que te gusta que sea así.

¿Qué? No.

—Por supuesto, ahora mismo voy —La rubia le sonrió levemente antes de cerrar su casillero.

Él le devolvió la sonrisa, lo que me hizo fijar mi mirada en esa curva ligera que hicieron sus labios. Nunca lo había visto sonreír, siento un caliente recorrer mi espalda y siento una estúpida atracción magnética que me suplica que siga mirando sus labios, así se ve hasta más... Espera ¿Que iba a decir? 

Aún más atractivo.

No iba a decir eso.

Me obligué a bajar mi cabeza, para así quitar mi mirada de sus labios y forzar a la voz en mi cabeza que dejara insinuar cosas que no eran.

Luego de golpearme internamente vuelvo a levantar mi cabeza y noto que la rubia ya se ha ido. Siento su mirada sobre mí, pero yo me limito a ver a Madeline, la cual sonríe con nerviosismo.

—Ustedes vayan a su clase—ordenó él.

—Sí —expresó al instante Madeline.

Siento como Madeline me toma del brazo y me arrastra hacia el baño.

—Viste eso —dijo la pelirroja revisando los cubículos del baño, asegurándose de que no hubiera nadie.

—¿El qué?—pregunté sin entender a qué se refería.

—Como Ebez le sonrió a Amelia.

—¿Qué importa que le haya sonreído?

—No lo había visto sonreír hace años y menos a una estudiante—expuso —. Algo está sucediendo Rei...—La interrupí.

—Solo fue amable .

—Ebez, es cortés, educado, correcto, astuto, pero no es amable —expresó ella con seguridad —Algo está pasando aquí y si él sabe que su padre....

—¿Cómo lo sabría?

—Ella dijo... "Él solo"...—Ella hace una pausa, lo que me da unos segundos para analizar todo lo sucedido —¿Y si él solo se echó la culpa?

—¿Por qué haría eso? 

—Por dinero, por miedo, no lo sé. Los Hardwick, son una de las familia más poderosas en este pueblo.

—Pero ¿Qué hacemos? ¿Le decimos a tu padre? 

—¿Qué? No —Ella niega rápidamente con su cabeza —Solo son teorías nuestras, intuiciones, pueden ser solo un grupo de coincidencias.

Por mi experiencia, nunca eran coincidencias.

—¿Coincidencias? —exclamé— Ellos en ese bosque, Ebez tratando de ocultare a la policía su presencia en el mismo —Comienzo a enumerar con mis dedos —sus intento de amenazarme,  esta amabilidad con Amelia, hasta tienen motivos para hacerlo, son demasiadas cosas... 

Veo a Madelin sumergirse en sus pensamientos, como si todo lo sucedido no fuera suficiente para creer que los Hardwick, algo tienen que ver con todo esto. No digo que sean los asesinos, pero no tengo dudas que están involucrados de alguna forma.

—Es que...—No la dejo hablar.

—Yo había dejado este tema a un lado, Mad... —Pasé mi manos con frustración por mi rostro—y tú fuiste a mi casa para contarme tus teorías ¿Ahora no crees tus propias teorías?

—Sí, pero.... —Ella soltó un suspiro largo —Sé que no puede haber tantas coincidencias, pero no basta suposiciones, se necesitan pruebas, pruebas reales, físicas, que comprueben que todos estos hechos no sean solo eso... hechos.

—Pues encontremos esas pruebas físicas que los una con el asesinato.

—Pero ¿Cómo? o más bien ¿Dónde?

—En su casa ¿No hay una fiesta hoy?  —Ella asiente — Iremos.

————

Decir que la casa de los Hardwick era enorme, se quedaba corto. Era una casa tipo americana, con una entrada gigante y un patio trasero aún más grande. Estaba pintada de blanco y tenía algunos detalles color vino, sino era que veía mal por la poca luz que había. La entrada era algo oscura, lo cual la hacía ver algo misteriosa, tal cual como los que habitaban en esta.

En cambio la parte trasera era espaciosa e iluminada.No sabía cuantas personas había, pero algo que sí tenía segura es que mínimo la mitad del pueblo estaba aquí. Este lugar estaba lleno de mesas, habían altos faros que alumbraban todo el patio. Había música de fondo al volumen perfecto, lo suficiente para ambientar todo el lugar y no cohibir a nadie de una conversación.

Estaba sentado en la mesa junto a mis abuelos, algunas personas que no conocía y Madeline que se encontraba a mi lado, la cual había venido con nosotros. Ya que su padre, tenía que quedarse hasta tarde para trabajar.

Me había puesto un vestido rosa pastel a petición de mi abuela. No me gustaba usar colores tan claros o alegres. Me gusta vestirme de tonalidades un poco más oscura, no precisamente negro, peor si de morado, azul, verde. Los colores alegres, como el naranja, el rojo, el amarillo y el el rosa, no pertenecen a mi guardarropa, a excepción del vestido que llevaba puesto. Que según mi abuela, me veía como una de las princesas de Disney.

Sí horrible comparación ¿Quien quiere ser una damisela en peligro? La vida me ha enseñado que nadie vendrá a rescatarte, tienes dos opciones salvarte tú misma o dejarte morir.

—No lo puedo creer —escuché decir a Madeline.

Lo cual me hizo sacarme de mis pensamientos y fijar mis ojos en ella. 

—¿Qué?—Indagué.

—Amelia no se ha despegado ni un segundo de mi Ezra—No sé si era enojo o celos lo que noté en su voz.

Seguí su mirada y encontré a Amelia junto a Ezra. Recorrí la mesa y me encontré con el resto de los Hardwick y algunas personas que nunca había visto en mi vida. Todos vestían elegantemente, lo confieso, todos eran agradables de ver, incluso el grosero de Ezra y el pesado de Ebez. Pero no les dediqué mucho de mi tiempo mirando a esos dos, mis ojos se fijaron en Eider, lo debía admitir, le quedaban muy bien los trajes. 

Su cabello estaba por primera vez despeinado, lo cual me sorprendía, pero el cual le queda bastante bien. Noto que su rostro no tiene ninguna expresión, él solo juega con la copa de vino que ya se encontraba vacía. A diferencia de todos en aquella mesa que platicaban fervientemente, algunos con una sonrisa en sus rostros.

Era evidente que no quería estar ahí.

—¿A quién miras?—dice Madeline muy cerca de mi rostro.

—A nadie en específico—dije de inmediato —Solo notaba que todos los Hardwick, están afuera de la casa, tal vez deberíamos aprovechar para entrar a la casa —susurré para que solo ella escuchara.

—No estoy tan segura de esto, entrar a revisar una propiedad privada es ilegal.

—No, no te vas a arrepentir ahora —Me coloco de pie —Vamos.

Ella lo duda unos segundos, pero se termina poniéndose de pie. Le informo a mis abuelos que iríamos  a dar una vuelta por la propiedad, ellos solo asienten. Así que las dos partimos y nos introducimos en la casa.

Pensé que por dentro sería igual de tradicional y clásica que por fuera, pero no. Por dentro era moderna y pintoresca. 

—Esta casa es enorme Rei, —comentó Madeline y sí que lo era —no nos dará tiempo de revisarla toda, además ¿qué buscamos?

—Lo que sea que los vincule Mad. Pero es cierto, debemos de hacerlo rápido, mis abuelos se preocuparían si tardamos demasiado. Hay que dividirnos.

—¿Eso de divide y vencerás?

—Sí, yo iré a la parte de arriba y tú quédate aquí abajo. Si te encuentra alguien, tu excusa es que estabas buscando el baño ¿Okey?

—Okey —dijo la pelirroja con algo de duda.

Al subir las escaleras con cautela, me encuentro con un largo pasillo, el cual estaba en total oscuridad, me acerco a la pared como pude y paso mis manos por esta, hasta que encuentro el interruptor.

Las luces encendidas, me permiten ver que el pasillo está lleno de puertas.

Entro en la primera habitación a mi izquierda, las cortinas de esta están corridas, lo que permite que la luz de la luna la ilumine lo suficiente para no necesitar encender las luces. Sino me equivoco está pintada de un azul oscuro, tiene dos libreros enormes en dos de las paredes, me quedo anonadada con tanto libros, deben haber como mil libros y cuidado si más ¿Esto es una biblioteca o una habitación? Me introduzco un poco más.

Noto una cama y un escritorio al lado de ella. Me acerco al escritorio, el cual tiene todo meticulosamente organizado. Algo llama mi atención sobre este, es un cuaderno que tiene escrito encima "Mis escritos", lo tomo en mis manos, para poder abrirlo, me dirijo a una de las primeras páginas. 

          Ese sentimiento tan normal,                 tan común, uno que tanto aborrezco.

Melancolía

                        En ella florezco,                                              En ella crezco,                           En ella padezco.

¡Estoy harto de tanta agonía!


                 Palabras no me salen,                               culpa que no me perdona,                                                                                                Melancolía que no me abandona.

                   Solo queda decir:                           Estoy luchando contra la melancolía.

¡Oh vida mía!

Melancolía.

—¿Qué haces aquí? —esas palabras me sacan de mi lectura.

Joder ¿Por qué no cerré la puerta? Para que por lo menos el sonido de la puerta me hubiera dado tiempo de fingir que estaba buscando el baño.

No puedo tener más mala suerte.


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Mil gracias por leer. 💙

Créditos por el poema a la maravillosa sofia-sa ❤️🙌

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