⫷ 4 ⫸Sospechosos.
Escuchaba voces muy vagamente.
Al abrir mis ojos, traté de acostumbrarme a la luz.
Lo primero que noté fue que no me encontraba en mi habitación, la decoración era totalmente blanca, y el olor a alcohol me hacía pensar que estaba en un hospital. Pero ¿cómo llegué aquí? ¿Qué había pasado?
Llevé mi mano a mi cabeza y me dolía. Traté de hacer memoria.Recuerdo haberme caído y golpearme la cabeza. Estaba en el bosque, persiguiendo a... ¿los hermanos Hardwick?
Espera, los disparos.
¿Alguien murió?
Mi pecho comenzó a moverse con irregularidad a causa de que mi corazón palpitaba con rapidez. Entonces una máquina a mi lado comenzó a emitir un sonido.
En unos segundos llegó una enfermera a mí, la cual me solicitó que me calme.Me pidió que respire con ella, así que lo hice, hasta que mi respiración se volvió más estable. Ella me regaló una sonrisa y me comunicó que iría a buscar a mis familiares.
En minutos, mis abuelos entraron a la habitación. Sus rostros estaban llenos de preocupación, pero también de alivio.
—Mi niña, ¿estás bien? —preguntó mi abuela, tomando mi mano.
Sé que debí haberlos preocupado bastante a ambos.
—Sí, eso creo—respondí.
—Cariño, ¿qué hacías en el bosque?—cuestionó mi abuelo.
Un hombre con un elegante traje se hizo presente en la habitación, lo que ganó la atención de los tres.
—Debo hacerle algunas preguntas a la señorita—dijo enseñando su placa policíaca.
—Acaba de despertar,detective Pecker—comentó mi abuela con disgusto.
—Sí, pero el caso es de importancia para la ciudad.Solo nos dirá lo que recuerda y ustedes pueden quedarse—dijo el señor con amabilidad.
Por su físico, deduje que debe de estar entre los cuarenta y cincuenta.
—Amor, el detective solo hace su trabajo—habló mi abuelo.
—Bien. —Mi abuela accedió.
El detective se acercó a la cama.
—Dime todo lo que recuerdes, Reiza, desde que llegaste a la fiesta —expresó sacando su celular, me imagino que para grabarme.
Abrí mi boca para hablar, pero en ese momento vi a alguien en la puerta, lo que hizo que toda mi piel se erice. Era Ebez. En su rostro no había ninguna expresión, pero lo vi negar con su cabeza.
¿Qué hacía aquí?
—¿Qué pasa?—cuestionó el detective.
Mis ojos estaban sobre los azules de Ebez.Pude leer algo de sus labios: "No te atrevas".
—Disculpen la interrupción —dijo él para que todos noten su presencia—. Solo quería saber si Reiza estaba bien.
Mis ojos observaban con determinación sus pasos.
—Se nos pasó avisarte que ella se había despertado—expresó mi abuela con amabilidad—. Cariño, el joven fue quien te encontró en el bosque y no se ha ido esperando que despertaras.
—Ebez, no sabía que habías sido tú —expuso el detective, parece que se conocían—. Tendré que interrogarte después de que termine aquí.
—No, es mejor esperar un poco para interrogarla, sus recuerdos no deben estar muy claros. —Era increíble cómo sus ojos expresaban amabilidad al dirigirse a todos los que estaban presentes en la habitación.
A diferencia de cuando sus ojos se cruzaban con los míos, allí su mirada se volvía fría y amenazante.
—Debe sentirse confundida. ¿Cierto, Reiza?—agregó.
Sus palabras hicieron que cada músculo de mi cuerpo se tense.Su simple presencia me incomodaba. Sabía a la perfección porqué no quería que me interrogaran ahora, ambos sabíamos que algo tenía que ver con esos disparos, él o algunos de sus hermanos, pero que ni crea que los encubriré.
—Recuerdo todo a la perfección, principalmente la parte en la que te vi entrar al bosque a ti y a tus hermanos.
Mis palabras hicieron que su mandíbula se tensara.
—¿Qué dijiste?—cuestionó el detective—. ¿Eso es cierto, Ebez?
—Sí —respondió. Su rostro se endureció—. Pero no dijimos nada porque no quería someter a mis hermanos a interrogatorios.Ninguno de los tres escuchó ningún disparo.
—Bueno, deben ser interrogados los tres—dijo con autoridad el detective—. Mandaré a buscar a tus hermanos a su casa.
Ebez intentó protestar, pero el detective no se lo permitió.
—Espérame afuera, te irás conmigo—ordenó.
—Bien —dijo Ebez.
Sus ojos se pasaron una última vez por los míos, pero no le sostuve la mirada. Simplemente vi sus pies caminar hacia la salida mientras el detective hablaba por teléfono, ordenando que una patrulla fuera a buscar a Ezra y Eider a su casa.
Luego de terminar con mi declaración, el detective agradeció mi colaboración y me dejó su número, por si recordaba cualquier otra cosa.
—Cariño,¿estás segurade que viste a los Hardwick?—preguntó mi abuela.Yo solo asentí.
Estaba cien por ciento segura de que ellos entraron al bosque, por eso lo hice yo. No digo que hayan sido los que hayan disparado el arma, pero al menos debieron escuchar los disparos.
—¿Hemos visto crecer a esos chicos,no puedo creer que tuvieran que ver algo con esa espantosa muerte—agregó.
—¿Se murió alguien?—cuestioné.
Solo escuché los disparos, pensé que habían herido a alguien, pero no sabía que había muerto.
—Sí, el que murió, o más bien mataron, era uno de los directores de la universidad. Es un hombre muy influyente aquí en el pueblo, por eso sé que la policía hará todo lo posible para encontrar el culpable, o a los culpables —explicó mi abuelo.
—Espero que esos chicos no tengan nada que ver—expresó mi abuela.
Podría entenderla, se rehusaba a creer que aquellos chicos que ella vio crecer fueran capaces de matar. Yo no podía decir que sí lo eran, porque apenas los conocía, pero si de algo que estaba segura era que algo tenían que ver.
Si Ebez permaneció aquí hasta que yo despertara para intentar que yo no hablara, fue por algo.
¿Ninguno escuchó los disparos? No les creo. Iba solo a unos cuantos pasos detrás de él, se me perdió de vista solo unos minutos, no pudo haberse alejado lo suficiente para no escuchar los disparos.
Si mintió y trató de hacer que mintiera por él, algo quería ocultar, ¿no?
—Cariño, deberías comer algo, para que descanses un poco más—sugirió mi abuela.
Hice a un lado mis pensamientos y le hice caso. Luego de tantas emociones al relatar todos los hechos al detective, quedé agotada y me gustaría descansar un poco.
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Al otro día me dieron de alta. Mis abuelos me dijeron que no le habían dicho nada a mi madre porque no querían preocuparla, y era lo mejor, ya que ella solo se volvería loca. De hecho, se atrevería a comprar un vuelo y venir hasta aquí.Pero no era necesario, solo había sido un golpe en la cabeza, el doctor dijo que no tuve ninguna lesión grave, que solo iba a permanecer unos días con fuertes dolores de cabeza, por lo cual me recetaron unos calmantes.
En la tarde de ese día, Madeline fue a mi casa a llevarme todos sus apuntes.
—¿Entonces dices que mi Ezra y mis cuñados tienen algo que ver?—preguntó ella, sentándose sobre mi cama.
—¿Qué? ¿Cómo sabes eso?
¿No se supone que la información de estos casos debería manejarse con discreción y cautela?
—Es que mi padre dirige el caso—me comunicó ella.
«Detective Pecker», claro, es su padre. Cómo no uní esos cabos yo misma.
—Además, pasaron por las noticias que los Hardwick eran sospechosos—agregó, lo que me hizo abrir los ojos con sorpresa—. Todo aquí se maneja con mucha transparencia, es la política del pueblo.Y pues el señor Castle era muy importante.
Ese era el nombre del muerto. Lo sabíaporque lo había googleado.
—Pero espero que mi Ezra no tenga nada que ver—dijo y noté el brillo en sus ojos.Sí que estaba flechada por el menor de los Hardwick—. Me da pena que no haya podido dormir bien. Parecía un zombi hoy en la escuela.
—¿Por qué? —cuestioné llena de curiosidad.
—Es que ninguno quiso decir nada sin su padre presente. —¿Cómo que su padre?—. Nuestro director estudió leyes, así que solo hablaron con él presente. Como debía estar presente en cada declaración, pues se tardaron bastante, creo que terminaron como a las tres de la madrugada. Mi padre llegó casi a las cuatro.
Bueno, estaban en el derecho de esperar a su abogado.
—Pero no creo que ellos sean capaces de hacerle daño a nadie —expresó arrugando sus cejas—. Aunque papá dice que los mantendrá vigilados, porque uno de ellos flaqueó en lo que dijeron.
—¿Quién?—indagué.
—La verdad no sé—dijo encogiéndose de hombros.
Uno de ellos no era bueno mintiendo.
Su celular vibró en sus manos.
—Debo irme, papá me quiere temprano hoy—dijo levantándose de la cama.
—Gracias por venir.
Luego de recoger sus cosas, abandonó mi habitación.
En serio no tenía suerte, quería pasar desapercibida en esta escuela y creo que esa posibilidad se esfumó, ya que estaba segura de que mañana tendré la mirada de todos sobre mí.Pero principalmente de tres personas.
No tengo dudas de que los ojos grises de Ezra, los mieles de Eider y los azules Ebez estarán sobre mí.
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