⫷ 3 ⫸La fiesta
¿Acaso escuché bien? ¿Profesor de Historia?
Me volteé hacia donde Madeline, para que me confirmara que he escuchado bien. Pero ella me hizo señas de que no hable y que ponga atención.
Así que hice caso y fijé mi vista a la parte delantera del salón, donde el mayor de los hermanos Hardwick estaba dando las indicaciones de cómo sería la dinámica de sus clases. Digo mayor, porque si es profesor es más que obvio que debe tener más edad que Ezra y Eider. Aunque no lo aparentaba, de hecho, cualquiera podría decir que es de la misma edad de todos los estudiantes que se encuentran en este salón.
¿Cuántos años tendrá?
Espera, ¿por qué me interesa?
No me debía interesar la vida de unos de mis profesores.
Me concentré en tomar anotaciones de los temas que se iban a dar en este ciclo. Entonces entendí porqué Madeline no me permitió hablar, se notaba de lejos la autoridad que transmitía con sus palabras y el respeto que le tenían sus estudiantes, ya que ninguno se atrevía hablar sin levantar la mano.
Su rostro no tenía ninguna expresión, y así se mantuvo durante toda la clase. A diferencia de Eider, por el poco tiempo que pude observarlo esta mañana, su rostro siempre se mantenía relajado y listo para sonreír, mientras que Ezra tenía la mayoría del tiempo sus cejas arrugadas; como si le molestara todo, y eso que Madeline dijo que era el más accesible.
En cambio Ebez...«¿Por qué esa confianza?». Me corrijo, el profesor Hardwick, no me decía nada con su expresión.
«¿Y eso te causa curiosidad?». No, solo era una observación.
Al terminar la clase, todos se levantan y salen del aula.
—Disculpa que te callé así, pero es que viste cómo es Ebez —dijo Madeline colocándose a mi lado.
—Sí, entiendo.
Me llamó la atención que ella haya vuelto a llamarlo por su nombre.En mi antigua escuela, a los profesores se los llamaba por su primer apellido para evitar malentendidos entre estudiantes y docentes.
—¿Él prefiere que lo llamen por su nombre? —pregunté con curiosidad.
—Sí, dice que cuando le dicen «señor» o «profesor Hardwick», piensa que hablan con su padre, y pues quién quiere ser confundido con el director Hardwick.
—¿Director?
—¿No conociste al director esta mañana? —cuestionó.
Negué.
—Es su padre —me informó—. ¿Por qué crees que un joven recién graduado comenzaría a dar clases en una escuela de un pueblo tan codiciado respecto a la educación? Fácil, tiene influencia.
Ella se colocó frente a mí, haciendo que detenga mi caminar.
—¿Sabes dónde queda tu siguiente clase?—preguntó.
—La verdad no —respondí sacando el horario de clases.
Ella lo arrebató de mis manos, lo que me hizo fruncir el ceño. No me gustaba la confianza que se estaba tomando, pero no dije nada.
—Espera, ¿Reiza Lorson? —cuestionó ella.
—Sí.
—¡Sabía que había escuchado tu nombre antes, me tocaba darte un tour a la escuela esta mañana!Me disculpo por no aparecer, pero se me pegaron las sábanas y se me hizo tarde —explicó—. Pero si quieres,te lo puedo dar después de clases.
Es obvio que accedí, ya que necesitaba ese tour.No quería depender de otras personas para poder llegar a mis clases a tiempo. Así que le escribí a mi abuelo para que viniera un poco más tarde.
Durante el tour, ella me platicó sobre que hoy había un tipo de fiesta que hacían para celebrar el inicio de ciclo. Si yo estaba interesada en ir, ella seofrecía a llevarme, hasta me obligó a darle mi número. Pero ir a un lugar lleno de personas que desconozco no era de mi gusto.
Más tarde, cuando me escribiera, le inventaría una excusa para no ir.
—Bueno, nuevamente disculpa no haber llegado a tiempo esta mañana y espero que tu estadía en esta escuela sea agradable —dijo con una sonrisa en su rostro.
—Gracias a ti.
—Debo ir al baño. ¿Me esperas?
La verdad mi abuelo me había escrito diciendo que ya había llegado y no quería hacerlo esperar, pero ella se había quedado hasta muy tarde solo por mí. Así que asentí.
Ella entró al baño y yo me recosté en la pared. Entonces saqué mi celular para avisarle a mi abuelo que iría en unos minutos.
Un silencio sepulcral reinaba en toda la escuela. Debían quedar muy pocas personas en ella. Sin embargo, el silencio fue interrumpido por una conversación entre dos personas, lo que despertó mi curiosidad, y antes de darme cuenta estaba caminando por el pasillo para encontrar a los dueños de esas voces.
Me detuve delante de un salón, donde la puerta estaba cerrada casi en su totalidad, excepto por un pequeño espacio que me permitía ver a los que estaban adentro. Me acerqué para ver por la pequeña apertura, lo que me permitió identificar a un chico de espalda cubriendo a la otra persona, y algo llamó mi atención en su cabello: era colorido, una mezcla de azul y verde.Espera ese era... ¿Ezra?
—No iré —dijo él con molestia en su voz.
—Irás, Ezra, no me importa que tengas que hacer. —Conocía esa voz.
Me muevo un poco para ver mejor y sí, el otro era Ebez. Sus cejas estaban arrugadas, lo que me hizo entender que también estaba enojado.
—Te necesito —expresó Ebez.
—No soy tu ayudante —dijo Ezra, subiendo el tono de voz.
Ebez golpeó con fuerza su escritorio, lo que me espantó y me llevó a moverme hacia la puerta, provocando que la puerta haga un ruido.Los dos posaron su mirada en mí, así que no lo pensé ni un segundo y salí corriendo de ahí.
Llegué a la salida de la escuela con el corazón en mi garganta.
Juro que debo de ser loca. ¿Por qué me puse a escuchar esa conversación?
—¿Estás bien?
Esa pregunta hizo que me sobresalte. Al ritmo que voy moriré de un infarto.
—Sí —respondí, colocando mi mano sobre mi pecho, en un intento por recuperarme del susto.
El que me ha hablado era Eider. Perfecto, el que faltaba de los hermanos.
—Pareciera que has visto un fantasma ahí dentro —comentó.
—No, es que ya me había tardado mucho y mi abuelo me está esperando. —Por una parte era cierto.
—¿Segura?
Sí, no corría porque no quería que tus hermanos se dieran cuenta que había escuchado su conversación como una acosadora o, peor, una loca.
—Sí —respondí.
—Bueno, tu abuelo llegó hace unos minutos —dijo señalando el auto de mi abuelo que estaba a solo unos metros de nosotros.
Sus ojos se posaron sobre los míos, mirándome con... ¿curiosidad? Lo que provocó que empiece a sentirme nerviosa. Intenté romper nuestro contacto visual, pero por alguna razón no quería. No sé, algo me llamaba de sus ojos, tal vez era el color miel que los recubre o la intensidad que transmiten.
—Reiza. —La voz de mi abuelo me obligó a dejar de hacerlo.
Él se había bajado de su auto y caminaba hacia nosotros.
—Oh, muchacho, ¿cómo estás? No sabía que eras tú —expresó mi abuelo.
—Hola,señor Lorson.Estoy bien, ¿y usted? —le respondió Eider.
Veo como ellos comienzan una conversación, mientras yo no podía dejar de pensar que hace unos segundos no quería dejar de mirarlo. ¿Qué me estaba pasando? Debía estar volviéndome loca. Era como si me gus...
No, ese chico jamás me interesaría. Además, no podría, sigo enamorada de Nick, y aunque sabía que no podíamos estar juntos, eso no borraba mis sentimientos por él.
—¿Qué dices, hija? —La voz de mi abuelo me sacó de mis pensamientos.
—¿Qué? —expresé.
—Eider se ofreció a llevartehoy a la fiesta que habrá en la escuela.
¿Qué? No, lo último que necesitaba era pasar más tiempo con él. Además, si llegaba a esa dichosa fiesta al lado de este chico que obviamente llama la atención de todos, mi plan de poder ser invisible para poder terminar este año en paz no funcionará.
—Me parece muy buena idea y...
—No —dije interrumpiendo a mi abuelo—. Ya tengo con quién ir, una amiga va a pasar por mí.
Sí, prefiero ir mil veces con Madeline.
Por cierto, ¿ella dónde está? ¿Se habrá ido?
—¿Hiciste una amiga?—cuestionó mi abuelo sin poder ocultar su emoción.
—Sí, su nombre es Madeline.
—Oh, ¿Madeline Pecker?
No estaba segura de si era ella, ya que no sabía su apellido. Así que no tenía en claro qué responder.
—Sí, esa misma —respondió Eider por mí.
¿Cómo sabe él? ¿Acaso se conocen? ¿Acaso me estoy perdiendo de algo?
—Conozco a su padre, es muy buena persona —comentó con alegría—. Bueno, debemos irnos.Debes tener hambre.
Yo solo asentí y ambos nos despedimos de Eider, para así empezar a caminar hacia el auto.
Pero cuando estaba a punto de abrir el auto de mi abuelo, una mano en mi antebrazo me detuvo. No tuve que voltear para saber que era Eider.
—Espera, por si acaso... ¿Viste a mi hermano ahí adentro?—Su voz me lo confirma y voltee mi rostro hacia él—. A Ezra —específica.
—Sí, estaba con tu otro hermano —digo mientras me zafo de su agarre.
Pude ver como el rostro le cambió.
Sin decir nada más, se volteó y se introdujo en la escuela. ¿Raro? No, rarísimo.
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Nos encontrábamos en la fiesta.Sí, nos encontrábamos, porque vine con Madeline. Ella me preguntó por qué me había ido si había dicho que la esperaría.Es obvio que no le conté lo que había pasado, así que le mentí y le dije que mi abuelo se estaba desesperando.
Ella no preguntó más, lo cual agradecí.
Como era de esperarse, este lugar estaba lleno de personas, sin embargo, era al aire libre, por lo cual no se veía aglomeración de personas. De todos modos, me imaginaba que casi toda la escuela se encontraba aquí. Había una gran pista de baile y varias mesas a su alrededor.
Madeline y yo estábamos sirviéndonos algo de comer. Debo decir que la variedad de platos que había era sorprendente.
—Llegó —habló Madeline con emoción.
Fijé la mirada en la entrada y vi a los hermanos Hardwick entrar junto a un hombre mayor, el cual estaba vestido de forma elegante.Su cabello era negro, pero desde aquí se notaba que varias partes del mismo estaba invadido con canas.Era el director. Madeline siguió con su mirada al menor de los hermanos, por el cual tenía un flechazo. Porque sí, durante el trayecto a la fiesta ella me contó un poco más de ellos y ahora sabía cosas de ellos que no quería saber.
Ebez, 23.
Eider, 18.
Ezra, 16.
Ese era su orden. Lo cual me sorprendió, porque Eider se veía más joven que Ezra, pero no lo era. Y si se preguntaban porqué esos dos están en el mismo curso si ellos son de edades diferentes, pues resulta que Eider a sus catorces años se rompió la columna y perdió un año de escuela.
Ezra se había saltado un año. Según lo que entendí, es un genio o algo así.
Como dije, información que no quería saber.
Madeline me dijo que llevaba como tres años con su pequeño enamoramiento con Ezra, el cualle parecía más interesante de los tres.Para mí más que un enamoramiento, parecía una obsesión.Pero ¿quién soy yo para juzgarla? Después de todo, era su vida y no podía negar que ella ha sido muy amable, demasiado, diría yo, lo cual se me hacía hasta extraño. Ella ni siquiera se había despegado ni un segundo...
—Vengo ahora, voy a saludar a alguien —anunció Madeline.
Hablé muy rápido.
Ella se fue y me dejó ahí sola.
Por eso no es bueno ir a un lugar si solo conoces a una sola persona, o eso diría alguien al que le incomoda estar solo. Pero para mí era agradable.Sí, tal vez sea rara, pero así era.
Terminé de servir mi plato y me senté en una de las mesas donde no había tantas personas, para así poder disfrutar de la comida, la cual estaba exquisita.
—Tranquila, nadie va a robártela —dijo alguien, interrumpiendo ese acto tan sagrado como lo era comer para mí.
Levanté mi mirada para encontrarme con los ojos mieles de Eider. Él se sentó junto a mí y noté que llevaba en su rostro esa sonrisa que solo expresa amabilidad. ¿No se cansará de sonreír?
—Me alegra que hayas venido —comentó.
Yo no dije nada, solo asentí. Creo que debía dejar de ser amable, sino no entenderá el mensaje de que no quiero ninguna relación con él que no sea más de la que tenemos como compañeros en Biología.
—Tienes un poco...—expresó él señalando la comisura de su labio.
Él tomó una servilleta y se aproximó a mí. Conocía sus intenciones, así que rápidamente tomé la servilleta de sus manos.
—Yo lo hago —dije pasando la servilleta por mis labios para quitar cualquier residuo de comida.
Lo vi contener su risa. ¿Qué se le hacía divertido?
—Disculpa,¿te causo risa?
—No —respondió él, obligando a su rostro a volverse serio—. Solo me pareces interesante.
—¿Por qué?
—No lo sé —expuso, encogiéndose de hombros.
Ante su comentario, rodé mis ojos y él volvió a sonreír girando su cabeza hacia el lado contrario donde me encontraba. Él se quedó varios segundos mirando algo fijo y seguí su mirada para encontrarme con que estaba viendo a Ezra entrar al bosque.
—Debo irme —dijo levantándose con rapidez—. Espero poder hablar contigo después.
No dije nada, porque él se fue de inmediato, y lo vi introducirse en el bosque, justo en el mismo lugar donde se había incorporado Ezra. ¿Qué se supone que va a hacer al bosque? ¿Fumar?
«Tal vez».
Quité mi mirada de aquel lugar, le estaba dando demasiada mente.
Pero al tratar de posar mi mirada en otro lado, en ese instante me crucé con Ebez, el cual había pasado por la mesa donde me encontraba a toda prisa. No debería seguir mirándolo, pero lo hice y vi como también se introducía dentro del bosque. ¿Pero qué...?
¿Por qué los tres entraron al bosque? No entiendo.
«Eso no es de tu incumbencia».
Eso era cierto, pero entonces ¿por qué me levanté de mi asiento y me introduje en el bosque?
«Porque estás loca. Solo detente y vuelve a la fiesta».
Debí escuchar a mi conciencia, me hubiera evitado muchas cosas, pero no lo hice y seguí introduciéndome cada vez más en el bosque, siguiendo a Ebez Hardwick, manteniendo mi distancia para que no me descubriera.
Llámenlo curiosidad o estupidez, aún no lo decidí.
Me obligué a detenerme cuando las luces de las fiestas ya no alumbraban el bosque y todo había empezado a volverse oscuro, tanto que perdí de vista a Ebez.
Así que decidí hacerle caso a mi conciencia y devolverme, pero en ese preciso momento escuché un disparo que me desorientó. Todo mi cuerpo se tensó al ser recorrido por temor. Ese sonido fue suficiente para hacer que los recuerdos dolorosos que he tratado de escarbar en lo más profundo de mi cerebro, vuelvan a mí.Haciendo que mi cabeza duela. Provocando que mi corazón palpite con violencia sobre mi pecho y volviendo mi respiración un desastre.
Sabía que tenía que moverme, pero los recuerdos me dominaron, controlándome, evitando que lo haga. Entonces un segundo disparo hizo que mi corazón se moviera a mi garganta.
«Muévete».
Por fin mis pies reaccionaron y comencé a correr lo más rápido que pude. Corrí para poder llegar a la fiesta, donde se encontraba la gran multitud de estudiantes y docentes. Llegando a la parte alumbrada del bosque, escuché unos pasos detrás de mí, lo que hizo que aumente mi velocidad. Pero mis torpes pies tropezaron con algo y caí al suelo.
Mi cabeza se golpeó con algo, pero no me dio tiempo a deducir con qué, porque mis ojos se volvieron pesados y el dolor se hizo presente. Vi a alguien acercarse a mí e intenté levantar la mirada para verle el rostro, pero mis ojos pesaban demasiado y se cerraron.
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