Fugitivos (único)
La celebracion de esa tarde era justo lo que necesitaban, no lo más adecuado, pero si lo que necesitaban.
Apenas semanas atrás habían logrado rescatar a Felps y Cellbit del "secuestro" de La Federación, lo cual al final les dejó más dudas que respuestas... al menos por unas horas era bueno distraerse de la extraña situación que aun se vivía en Isla Quesadilla.
Y el motivo de la fiesta debía ser un motivo más para celebrar: la despedida de solteros de Roier y Cellbit
Roier jadeó cansado mientras se dejaba caer en uno de los sillones dentro de la torre de Vegetta, sonriendo ante las escenas frente a sus ojos.
Foolish estaba bailando sobre una mesa, animado por Etoiles. Forever trataba de convencer a Philza de bailar juntos la música a cargo del DJ improvisado Maximus, y ligeramente alejados en una esquina Bad le echaba un ojo a los huevitos que tenían su propia pequeña fiesta al sonar de la flauta de Tallulah.
Una de las cosas buenas que le trajo Isla Quesadilla fue sin duda las nuevas amistades, aunque Roier no podía evitar extrañar a viejos conocidos.
Miró por la ventana la oscurida de la noche, a decir verdad no tenía sueño, pero la idea de pasar un tiempo a solas en su hogar no sonaba nada mal.
Viendo que el resto estaba distraido se levantó y encaminó hacia la puerta.
- You're leaving already Roier? -Jaiden al parecer fue la única que vió sus intenciones - Want me to go with you? Or maybe call Cellbit to escort you back?
Roier miró a la mesa donde Cellbit reía a carcajadas mientras rechazaba por enésima vez la bebida que Felps trataba de obligarlo a tomar. Sonrió antes de volverse a Jaiden.
- No worries, Jaiden! Anda con sus amigos, he's with friends, tampoco quiero interrumpirlo, igual mañana nos vemos en la iglesia -tomo el picaporte- ¡O bueno! Mas bien nos vamos a ver ya toda la vida ¿no? Jajaja
Le tomo algunos segundos traducirlo, pero Jaiden no rió. Miró a Roier con preocupación.
- Roier... are you absolutely sure about--
- There you are, Jaiden!- Baghera apareció tomando a la castaña del brazo, haciendola girar su rostro y atención a la francesa - Come quickly! Pomme just drew something amazing!
- Oh! Sorry Baghera, I'll be there in a minute, I was just talking with Ro...
Pero al girarse nuevamente, Roier ya no estaba...
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Roier aspiró fuerte por la nariz, permitiendo que el fresco aire de la noche llenara sus pulmones, tendría que disculparse con Jaiden mañana por escapar así. Igual podría antes de la boda...
- ...
Metió la mano en su mochila, sus dedos rozaron la warp stone cuando de repente un extraño sentimiento le hizo reconsiderar teletranportarse, finalmente decidió soltarla, caminar un poco no le vendría mal.
Acomodando nuevamente la mochila en su espalda bajó las escaleras y cruzó el largo puente para emprender camino de vuelta a casa. Poco a poco la música de la fiesta haciendose más tenúe hasta desaparecer por completo, dejándolo solo con el silencio de aquella noche.
Si le hubieran dicho a Roier hace 3 meses todo lo que viviría, les hubiera dicho que estaban locos.
Al día de hoy aun era un misterio como había terminado en ese tren, con rostros conocidos y otros que nunca antes había visto, pero todos con un destino común, la paradisiaca Isla Quesadilla, promesa de una nueva vida, o de unas bien merecidas vacaciones, no lo tenían claro, ¿qué o quién los invitó? Nadie lo recordaba tampoco.
Luego comenzaron los sucesos, algunos buenos, otros no tanto, algunos orquestados por los mismos habitantes, mientras que otros por una entidad que al día de hoy seguía siendo desconocida, pero que tenían en común que eran todos extraños; cuidar huevos de dragón, la repentina aparición de otros habitantes a la Isla bajo circunstancias sospechosas, carreras ilegales de tortugas, ¿y acaso siempre fue tan complicado hacer un simple taco?
"Ya nada es como antes. El tiempo cambia. La gente se va, nueva gente llega..."
Al principio Roier no le prestó mucha atención a esas palabras, pero para cuando acordó, la mayoría de sus amistades de toda la vida se habían ido, incluyendo a la persona que se las dijo. Roier sin darse cuenta se quedó solo.
Aunque su propia personalidad logro que nunca estuviera solo realmente.
En Jaiden encontró un alma gemela. Un lazo tan importante como lo fue Bobby había unido sus caminos, quizas para siempre.
En Vegetta y Foolish encontró una familia, muy peculiar cabía destacar, pero que indudablemente lo querían y velaban por el
En Bad Boy Halo encontró un gran amigo con quien tenía la confianza de bromear, pero que es incondicional, ayudándole a salir del abismo al que cayó tras la muerte de Bobby.
Y en Cellbit encontró alguien que lo amaba, y que no tenía miedo de gritarlo. Un amor bonito, donde Roier por primera vez sentía que recibía mucho más de lo que daba. No dejó lugar a ninguna duda de lo fuerte e intenso de sus sentimientos por el castaño cuando, justo el día que lo rescataron, le propuso matrimonio.
La verdad es que todos, hasta cierto punto, optaron por no pensar demasiado en la forma en que regresó... y en su repentino deseo de casarse de inmediato.
Cellbit les dejó claro que su plan era ganarse la confianza de La Federación con la finalidad de entrar en sus instalaciones y obtener información, por lo cual no fue una sorpresa que en su rescate lo encontraran vistiendo el caracterísitico traje blanco, pero lo que si era extraño era por qué el brasileño seguía usando la misma vestimenta al día de hoy, casi como si se sintiera más comodo así.
Sobre el mechón blanco, al principio pensaron que era pintura, pero pronto vieron que era más bien algo cercano a las canas, Fit comentó que podía ser por el estrés de esos días, o yendo más allá, por alguna tortura a la que pudo ser sometido, sin embargo Cellbit parecía no recordar nada.
Pero era más fácil así. Sin pensar tanto las cosas.
Cellbit y Felps estaban de vuelta. Habían logrado rescatarlos, y eso era lo importante.
Roier no quería perder más de lo que ya había perdido.
Pronto llegó al muro, sacó una antorcha de su mochila para iluminar, los estragos de la explosión que provocaron el primer día seguían presentes en la zona, dejándola aun sumida en la oscuridad.
La boda tal ves podía parecer apresurada, y tenía que admitir que la reacción de sorpresa de Jaiden y Bad cuando se enteraron lo habían hecho plantearse su respuesta... no los culpaba, ellos eran los únicos en la Isla que sabían sobre sus sentimientos por cierto oso, pero ¿por qué dudar?
Spreen se había ido.
Y Cellbit estaba ahí, y era increíble. Claro, aun quedaban algunos cabos sueltos después del secuestro, lo relativamente sencillo que había sido rescatarlo y la inactividad de La Federación desde ese entonces...
Pero confiaba en el, y confiaba sus nuevos amigos que ya eran como familia.
Todo estaba bien. Todo estaría bien. Cellbit lo amaba y Roier...
- ...
Lo quería.
Lo... quería mucho.
- ...
No le tomaría mucho tiempo aprender a amarlo.
Continuó su camino repitiendose esas mismas palabras hasta que terminó por cruzar el gran hueco y el bioma nocturno se expandía frente a el, al parecer alguien había pasado por ahi antes y tuvo el buen gesto de eliminar a los mobs y de iluminar lo suficiente para evitar respawns, por lo que ya no requeriría de su antorcha, se detuvo un momento mientras la eliminaba de su inventario.
- Roier
Sus manos se detuvieron al escuchar el murmullo detrás suyo y de pronto todo desapareció de su mente. Una palabra y de pronto ya no había ni Isla, ni Federación, ni amigos, ni Cellbit, ni boda... todo había desaparecido excepto él.
-Mierda... -Roier maldijo por lo bajo tratando de ignorar la forma en que su corazón comenzó a latir con más fuerza, finalmente miró sobre su hombro y lo vió.
Spreen lo miraba fijamente, sentado en un bloque contra el muro, hacha levemente ensangrentada recargada en la pared junto a el, ahora sabía quién se había encargado de limpiar la zona.
Se maldijo a si mismo más al darse cuenta de lo rápido que notó los cambios en el híbrido, su cabello había crecido un poco, su ropa se notaba rasgada y desgastada, y había algo en su porte que lo hacía ver realmente agotado.
Ninguno de los dos se movió ni habló durante algunos minutos, solo mantenían la mirada fija en el otro. Esos minutos fueron suficientes para que Roier lograra mentalizarse.
- Eeeeh Spreen, ¿qué pasa capo? - habló, imitando la mejor versión de sí mismo -Hasta que te apareces cabrón!
Pero Spreen ni se inmutó, se limitaba solo a observarlo, buscando algo en sus ojos. Roier al notarlo desvió la mirada pero fue tarde, no alcanzó a ver la pequeña sonrisa de alivio en el rostro Spreen al encontrar un pequeño brillo aun presente en el castaño
Se levantó lento, sacudiendo la tierra de sus pantalones.
- Ya, perdón por irme así
- Fueron meses, Spreen, ¿sabes lo preocupados que estaban todos? Fit y Ramon pensaban que te había pasado algo malo, y hasta Bad creyó que fue algo que dijo o hizo en el PvP.
- ¿Y vos?
Roier metió las manos en los bolsillos frontales de su sudadera.
- Te conozco lo suficiente para saber que al menos seguías con vida.
Estupido Roier. Y estupido Spreen. Y mas estupido ese lazo invisible que seguía atrayendolos.
- ¿Y luego? ¿Donde estabas o que?
- Ya te contare en el camino - Spreen tomó el hacha, echandosela al hombro y continuó, mirando hacia el horizonte - Tenemos que irnos moviendo ya.
Roier parpadeó dos veces - ¿Ir a donde o qué?
- Salir de acá, Roier. Mirá vos no sos tonto, sé que sabes que hay algo re turbio... encontré una forma de salir de acá, pero no falta mucho para que ese oso blanco o lo que sea se de cuenta.
Spreen pareció no querer decir nada más y comenzó un lento caminar, mientras que la cabeza de Roier era una tormenta de pensamientos.
- P-pero... ¡Mariana y Missa! ¿O qué? ¿Vas a dejarlos?
- Lo saben ya
Esa respuesta no la esperaba ¿qué tan alejado de sus amigos estaba?
- Missa tiene formas de escabullirse, y suelen no verlo como una amenaza, así que no le prestan mucha atención. Y Mariana... no se cómo, pero al parecer algo en el despertó después que se le murió el huevo ese.
Roier trató de no prestarle mucha atención a la forma tan desinteresada en que Spreen se refería a Juanaflippa y se limitó a seguir escuchando.
- Ya llevamos rato viendonos y planeando, lejos de acá, ¿en verdad no te habías puesto a pensar por qué casi nunca los topabas?
- ¿A chinga? ¿Y yo qué? ¿Por qué nadie me lo dijo o me incluyó o qué?
- Porque vos sos un pelotudo - Spreen giró la cabeza para mirar un segundo a Roier por encima de su hombro - De los cuatro, eres el que ha relacionado más acá, si te lo deciamos ibas a contarselo a todos. Confiamos en vos, pero al menos yo no puedo decir lo mismo de los demás que viven acá.
No pudo decir más sobre el tema, Spreen tenía un punto bastante válido con eso.
- Justo ahora deben estar saliendo ellos - Haciendo ademán de reacomodar su mochila, Spreen dió unos pasos más, hablando mientras le daba la espalda - Dale, ya está, ¿sí? ¿podemos irnos yendo ya?
Pero así como Spreen podía ser sensato para algunas cosas, para otras realmente seguía siendo bastante idiota.
- ¿De verdad crees que es tan sencillo, ¿eh? ¿Pelotudo? Ya se te olvidó lo que pasó? ¿Cómo me trataste ese día?
Spreen se detuvo pero no se giró a mirarlo, dándole pie a continuar.
- ...me lastimaste. Y luego estabas actuando como si nada, ¿en serio? Otro putazo hubiera dolido menos.
- Roier--
- ¡Y luego te fuiste! Ni siquiera me dijiste nada, simplemente te esfumaste... y yo soy el pendejo, ¿no? Que creía que tu... que tu me--
- Lo siento.
Dos palabras.
Dos palabras y Roier sintió como se desmoronaba la pared que con tanto esfuerzo había construido alrededor de esa zona de su corazón que el recuerdo de Spreen se negaba a abandonar. Y es que, aunque el híbrido se las había dicho justo el día siguiente al suceso, esta vez eran diferentes. Había más peso en ellas, como si vertiera en esa disculpa los meses de abandono que le siguieron... y los años pasados sin atreverse a dar el siguiente paso a su ya de por sí complicada relación.
- ¿Por qué? -Fue lo único que preguntó Roier, después de unos minutos que parecieron eternos.
Spreen lo miró un segundo, antes de contarle toda la historia finalmente:
Cómo ese demonio se apareció de pronto en su casa. Cómo la apuesta le pareció al principio solo un juego divertido y cómo nunca pensó que escalaría al punto de que ese ente le susurrara matar a su perro o podría pasar algo "peor".
Cómo empezaron las voces en su mente con ese molesto "tic tac" que le presagiaba algo malo. Y cómo Spreen no tuvo otra opción más que hacerlo, hiriendo a Roier, tanto física como emocionalmente, en el proceso.
Fue una decisión de un segundo, si no lo hacía el mismo, quién sabe que podría hacerle ese demonio.
Y es que, sin importar las consecuencias, Spreen siempre pondría en primer lugar la seguridad de Roier, pero quizás fue su propio error no dejárselo lo suficientemente claro. Spreen sonrió amargamente, tal vez si no fuera un cagón con los sentimentalismos la historia hubiera sido muy diferente.
Roier pareció entender, hasta cierto punto, lo supo porque pudo ver como en sus ojos regresó una pizca más de ese brillo que estaba dedicado solo para él.
- Me puse a investigar un poco después de eso, resulta que el enemigo ni siquiera era el demonio, ese solo quería sembrar un poco el caos, pero siguen pasando cosas acá, no podes negarmelo, ¿o sí?
El castaño bajó la mirada, otro punto a favor del híbrido.
Y es que aunque prefería no pensar en ello, las dudas seguían rondando en su cabeza.
¿Por qué Quackity parecía olvidar cosas que pasaron apenas días atrás?
¿Qué era ese ente rodeado de números que atacó a Bobby y al resto de los huevos?
...¿y por qué todos parecían poco a poco resignarse a buscar respuestas?
Solo con ver su semblante, Spreen supo que Roier estaba de acuerdo en todo. Soltó el aire que no sabía estaba conteniendo en sus pulmones en señal de alivio.
A pesar de su propia estupidez, de tardar tanto en disculparse de verdad, y de seguir ignorando sus propios sentimientos, le había logrado convencer.
Con un movimiento de su cabeza le indicó a Roier que lo siguiera, se giró nuevamente.
- Spreen... no puedo ir...
- ...
Spreen se detuvo, pero no se giró a verlo, y Roier se preguntaba si debía continuar hablando o no.
La situación era muy tensa; La Federación claramente les estaba ocultando algo, los mantenían vigilados y aislados del resto del mundo, por el amor de Dios, ¿qué le iba a decir? ¿"No puedo ir, voy a casarme"? Por favor, Spreen le diría--
...es cierto, ¿cómo reaccionaría Spreen a la noticia? Tal vez Roier solo tenía miedo de escuchar su respuesta... ¿le importaría?
Pero lo siguiente que dijo el pelinegro lo dejó helado.
- ¿Por lo de tu boda? -finalmente Spreen se giró a mirarlo, quedando frente a frente, un par de metros separándolos -Porque lo sé, Roier
-¿C-cómo--?
-Capo, ¿qué crees que estuve haciendo todo este tiempo, pasear? -rascó su nuca, desviando la mirada- La Federación o como se llame está justo acá debajo de nosotros, no fue tan difícil hallar una forma de entrar... tienen cámaras y micrófonos por toda la Isla...
Nunca, en sus sueños mas locos, Roier imaginó estar teniendo esta conversación con Spreen, honestamente le sorprendía que fuera el quien sacara el tema.
- Ah, cabrón - Roier bufo - no sabía que eras así de chismoso, ¿me andabas espiando? ¿te gusto o que?
- ¿Lo amas?
Spreen no sabía que le había sorprendido más, si las palabras que acababan de salir de su boca, o lo mucho que le dolió decirlas.
Pero si Spreen estaba sorprendido, lo de Roier era otro nivel. Tardó varios segundos en encontrar su voz y poder contestarle.
- Cellbit es--
- ¿Cellbit? ¡Ah, que el boludo tiene nombre! Perdón capo me flasheé yo, es que no es así como lo llamás, ¿o sí guapito?
Roier lo miró con molestia, tratando de ignorar lo terriblemente incorrecto que se sintió escuchar a Spreen, de todas las personas, decir el sobrenombre que le había dado al brasileño.
- El me ama
- No es lo que te pregunté
Silencio. Roier desvió la mirada, sintiendo como sus orejas se iban poniendo calientes de a poco.
- Igual, no se para que preguntas si ya sabes la respuesta...
- Ya... igual quiero que me lo digas vos
- ¡¿Bueno con una chingada, acaso importa?! -gritó finalmente Roier - ¿Es relevante para ti? No puedo entenderte, y la verdad ya me cansé de fingir que no me importa ó que tu nunca me dijeras nada. ¡Si! ¡Te amo, ¿Ok?! y se que lo sabias, y lo peor es que ambos sabemos que en algun momento tu sentiste lo mis--
Roier no se dio cuenta cuando Spreen habia caminado los pasos que los separaban, ni en que momento lo había tomado de los hombros, en realidad lo olvidó todo al sentir los labios del pelinegro estamparse contra los suyos.
Era un beso desesperado, violento y demandante. Nada cerca de como Roier soñaba que podría ser un beso con él. No. Era mejor. Mil, millones de veces mejor.
Minutos después finalmente se separaron y Roier no pudo evitar preguntarse cómo un beso podía durar tanto y tan poco a la vez.
- Lo sabía... lo sé - habló Spreen tan pronto recuperó el aliento - Pero no digas que yo sentía igual... no en pasado Roier. Lo siento, siempre lo sentí, siempre lo sentiré.
Estupido Spreen.
Roier parpadeo rápido al sentir sus ojos picar por lágrimas asomandose en ellos.
- ¿Por qué ahora, Spreen? - Roier le dijo en un hilo de voz - ¿De verdad crees... que puede salir bien? Después de tanto...
El hibrido le contesto plantando otro beso corto en sus labios.
- Roier... -Spreen solté sus hombros y le tendió su mano, poniendo todo su esfuerzo y concentración en evitar que temblara - Vení conmigo... por favor.
Por segunda vez esa noche, y en todo el tiempo de conocerlo, Roier supo que Spreen vertía todos sus sentimientos en esas palabras. Palabras que siempre soñó escuchar salir de sus labios, de la vida que siempre deseó con él. Siempre.
Incluso hoy.
Pero ¿realmente podría hacerlo?
En teoría no tendría porque dudar, ya habían aclarado las cosas, ya se habían disculpado, y Roier debería estar feliz ¿no? Feliz de descubrir que el sentimiento era mutuo.
Solo tenía que dar ese paso, tomar de nuevo su mano, confiar en la promesa de que nunca mas lo soltaría.
El recuerdo fugaz del rostro de Cellbit sonriendole lo hizo suspirar, no podía hacerle esto.
- Spreen, yo--
- ¡Guapito!
La burbuja que Roier no se había percatado estaba a su alrededor se reventó en el instante que escuchó la voz de Cellbit a pocos metros, apenas alcanzo a ver como Spreen por inercia sacaba nuevamente el hacha de su inventario, alerta ante el recién llegado.
Le tomó a Cellbit unos 30 minutos descubrir que Roier se había marchado de la fiesta, se disculpó con sus amigos y salió rapidamente, pensó que si corría podría alcanzarlo justo al llegar a su casa, pero paró en seco ante la escena frente a el. Su mirada fija en el desconocido frente a su prometido quien a su vez lo miraba con sorpresa y juraría algo de ira también.
Estuvo a punto de sacar su propia espada pensando que Roier podría estar en peligro pero sus ojos se abrieron en ligera sorpresa al ver como el castaño, con un simple movimiento de su mano, logró que el pelinegro bajara su arma.
- Eh, Cellbit! - Roier ni se percató de que había usado su nombre real - ¿Qué haces aquí? ¿La Jaiden te convenció de venir? Te hubieras quedado en la fiesta
- Solo quería asegurarme de que llegaras bien - le contestó con voz suave, antes de mirar nuevamente al otro chico - ¿El es?
- ¡Ah! El es Spreen, ¿recuerdas? el otro guapito del que te hablé, no te lo había podido presentar, el estuvo... ocupado.
- Que onda pa - Spreen guardó nuevamente su hacha mientras lo saludaba alzando la mano.
Cellbit le respondió de igual manera, girandose de nuevo hacia Roier - Excelente, ¿tu amigo vino para la boda de mañana?
- Sobre eso--
- Mirá capo, la cosa es que no habrá boda
La mirada de Cellbit se torno fría - Pasa que la boda es entre Roier y yo
- Pasa que ya lo sé, y bueno, más bien era - rió
- ¡Spreen! - Roier se volvió al pelinegro con evidente molestia. Pero no negó nada.
Cellbit aprovechó la distracción de Roier para respirar profundo, intentando calmar su instinto que le gritaba abalanzarse contra el chico, a matar.
- Gua- Roier, ¿qué está pasando?
Roier lo miro con tristeza, y hasta el hibrido de oso pedante pareció entender, optando por alejarse un poco, no sin antes susurrar algo en el oído del castaño.
Roier y Cellbit quedaron solos, si bien Spreen se lo había advertido, sabía que podía confiar en Cellbit.
- Spreen estuvo un tiempo fuera investigando sobre La Federación... logró infiltrarse.
Cellbit casi gritó sorprendido, ¿qué habilidades tendría el chico para poder lograr entrar y sobre todo, salir?
- No me ha dado muchos detalles, pero nos ocultan algo, algo grande, junto con otros dos amigos encontraron una forma de irse... buscar ayuda fuera... quieren que los acompañe.
Cellbit miró de reojo a Spreen, estaba alejado varios metros, lo suficiente para no escucharlos, pero con la mirada fija en los dos, recargado en un tronco mientras sus manos parecían demasiado entretenidas jugando con... ¿era eso una amapola?
Decir que se sentía impotente, era poco. Cellbit quería lograrlo, descubrir los secretos de La Federación, poner a su nuevos amigos a salvo, y vivir felices para siempre, pero lo único que consiguió fue ser secuestrado como Felps, poner a todos en peligro al ir a rescatarlos y vivir con el latente miedo de no recordar que es lo que realmente pasó durante esos días que estuvo atrapado.
Y ese chico lo había logrado. Y encima volvió, arriesgandose a que lo atraparan, para llevarse a Roier consigo.
¿Lo dejaría ir? Cellbit no estaba seguro, por un lado por supuesto que quería protegerlo, y no había mejor lugar para mantenerlo a salvo que fuera de esa maldita Isla.
Pero por otro lado, quería estar junto a el, y resultaba que la misma maldita Isla le podía asegurar una vida a su lado, eso si se resignaban por completo, a solo "Disfrutar de la Isla"...
Le siguió un silencio incomodo. Ambos miraron hacia el suelo, finalmente Roier pareció decidir algo, rió un poco.
- ¿Sabes qué? - empezó - no importa, no le hagas caso esta loquito... si quieres ve a la casa, yo... yo hablo con el, y te alcanzo, ¿si?
Cellbit quiso decir si, porque sabía que Roier le decia la verdad. Sabía que si fingía demencia, Roier se despediría del intruso y se quedaría a su lado, y unas horas más tarde estarían casados.
Y tenía la certeza de que no tardaría en lograr que el castaño lo amara de la misma forma que el.
Pero ese era precisamente el problema. Lo amaba demasiado.
- ¿Es el a quien amas, guapito? - Cellbit aguantó una carcajada al ver a Roier sonrojarse hasta las orejas.
- ¡¿Que?! P-Pero, co-como-
- Bad - bufó
Por supuesto. El chismoso del pueblo.
Bad, junto con Jaiden, fue uno de los que mas le cuestionaron sobre sus verdaderas intenciones con Roier, Cellbit incluso tuvo una discusión fuerte con él, el demonio caído era en realidad un gran amigo para Roier y muy seguramente solo quería asegurarse de que no le haría daño. No se enorgullecia de haberle gritado en esa ocasión, pero de no haberlo hecho, Bad nunca le hubiera contado sobre el pasado de Roier.
Una discusión por un taco (nunca lo entendió realmente...), una especie de traición y la repentina desaparición de un habitante de la Isla que nunca conoció. Pero sobre todo, de como Roier estaba ocultando sus sentimientos por esa persona, diciendole a todos que lo odiaba, cuando en realidad lo quería: Spreen. No habia forma que Cellbit olvidara ese nombre.
Podían superarlo, pensó. Pero solo le bastaron pocos minutos de ver su interacción juntos para saber que no tendría oportunidad.
Roier era un ser de luz, estuvo ahi para el cuando todos los demás desconfiaban. Era tan bondadoso que sabía que no dudaría en sacrificar su propia felicidad por la promesa que tenían. Le dolería, pero se lo debía.
- Ve con el
Las palabras de Cellbit cobraron vida, y de alguna forma quitaron una carga que Roier no se había percatado tenía sobre sus hombros.
- ...Cellbit, yo... en verdad lo siento...
- No digas nada - Cellbit se acercó peligrosamente al castaño y revolvió afectuosamente su cabello, de reojo miró como el pelinegro dió un respingo ante la acción y empezó a acercarse a ellos, apretando en un puño la pobre amapola de antes. Sonrió de lado, de haberlo conocido antes se hubieran llevado bastante bien, solo Dios sabe cuanto le habría encantado molestarlo así.
- Ya, ya, ¿terminaron capo? - chocó su hombro con el de Cellbit, logrando alejarlo unos centimentros
- Tengo unas condiciones - empezó Cellbit, lamentandose de no tener una cámara, la cara que pusieron ambos chicos era oro puro - Número uno: No volveran hasta tener la certeza de que podremos irnos. Todos. Número dos: Quiero una señal de que lograron irse, no se como, no se cual, pero la quiero.
- Amigo ¿qué? - Spreen dió un paso hacia un sonriente Cellbit - Escucha, me rompe las pelotas que me digan que hacer o tal, igual vamos a hacerlo, ¿o vos te crees que soy tan pelotudo como para no tener cuidado ni corazón?
- Jajajaja, pero al menos dejame terminar, niño!
Spreen tuvo que dar todo de si mismo para no emitir sonido cuando Cellbit lo tomó del brazo agresivamente y se acercó a su oído - La más importante... jura que lo cuidarás con tu vida...
El híbrido lo miró por el rabillo del ojo, contestandole un si con la mirada, no cualquiera se atrevería a amenazarlo. Maldita sea, el brasileño hasta le caía bien.
- ¡Ya Spreen! - Roier se acercó a ambos para separarlos - Cellbit no le hagas caso, claro que vamos a volver por ustedes. No es un adiós.
Y no hubo necesidad de decir algo más. Spreen le dió una última mirada a Cellbit antes de empezar a caminar. Roier le dedicó una última sonrisa y un "obrigado" en un pésimo acento portugues antes de girarse hacia el pelinegro, alcanzandolo en un ligero trote.
Cellbit miró sus espaldas unos segundos antes de volver por el mismo camino por el que había llegado. De pronto tenía ganas de aceptar la bebida que Felps tanto le insistía...
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- Dale, te estas quedando atrás
- ¿Apoco sí? Perdoname por no tener tanta condición como antes, mejor ayudame, pelotudo
Spreen rió mientras le tendía la mano desde arriba para ayudarlo a subir la pared rocosa, dió una vista rápida a los pies del castaño para asegurarse de que no pisara mal, aun faltaba un poco para el amanecer.
Con un firme agarre lo jaló hacia arriba y Roier abrió la boca con asombro. Un campo verde se expandía frente a ellos, en una pendiente hacia abajo que terminaba en el mar, una pequeña balsa con algunos cofres y bolsos encallada entre las rocas.
Un apretón en su mano, que Spreen aun no soltaba, lo hizo volver a mirarlo.
Roier cerró los ojos un momento con el rostro hacia el cielo, dejando que los primeros rayos de Sol de esa mañana que marcaba un nuevo inicio en sus vidas calmara su corazón.
Sería díficil. Sería largo. Pero era con quien siempre debió ser.
Spreen pareció entender, le dió unos segundos antes de volver a hablarle.
- ¿Nos vamos?
Y es que no era irse.
Era regresar.
A donde empezaron, de donde nunca debieron alejarse.
- Si.
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Not me subiendo esto la noche antes de la boda porque en mi mente asi lo imagine lol
Como siempre, muchisimas gracias por leer! ❤️
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