37🔫
Llegando a destino y con Ji Min más o menos pegado a su espalda, Yoon Gi observó el hotel. Era uno al que había ido muchas veces a esconderse, por lo que conocía al dueño. El gran letrero de luces rojas apenas se iluminaba, la letra H siempre quedaba titilando; pensaba que ese viejo era un tacaño por no querer arreglar la única luz que no funcionaba bien.
Al entrar, el olor a tabaco lo empujó hacia atrás como una fuerza sobrenatural, era nauseabundo. Se acercó con sus manos en los bolsillo hacia el mostrador, allí donde el dueño se la pasaba con el culo en la silla leyendo revistas de motos. El rubio se apoyó con un codo sobre la mesa de madera, que en ese momento relucía más que una bola de discoteca, lo cual le parecía raro porque el viejo ni se molestaba tampoco en limpiar.
—Hey...— lo llamó, con su cabeza gacha, tratando de ocultar su rostro con la gorra sólo para hacerse el misterioso.
—Ah, mira... Pero si es AgustD— el viejo de bigote asimétrico dejó la revista sobre el escritorio y abrió los ojos sorprendido de verlo por allí— ¿Por fin te dignas a venir a pagarme todo lo que me debes?
—Claro que no— Yoon Gi arrugó su cara, ni si quiera pensaba pagarle. Seguramente sus deudas sobrepasaban el millón con todos los favores que ese hombre le había hecho. Claro, él cobrara todo, incluso cuando decía que le prestaría su ayuda ya le estaba haciendo las cuentas— ¿Dónde está DF?
—¿DF?— el viejo rascó su perilla sonriendo —Eso está en México.
—No te hagas el gracioso conmigo...
El hombre vaciló, haciéndose el que no sabía y rio. Llevó luego sus manos hacia una libreta bastante gorda de tapa roja llena de stickers de motocicletas y la abrió pasando su dedo por allí.
—Hmm... Ese chino dijo que pagarías por su habitación— le sonrió y tomó un bolígrafo para anotar algo— Te lo anotaré en tu cuenta, que por cierto ya lleva como cien páginas— le aclaró, señalándolo con el objeto—. Está en la planta baja.
—Gracias— Yoon Gi le regaló una falsa sonrisa y se dispuso a bajar por las escaleras que se encontraban al fondo de un largo pasillo poco iluminado— Vamos, Ji Min.
El pelirrojo estaba muy callado, observando todo el lugar. La verdad es que era como uno de esas películas donde salían nada más que puro mafioso. Tenía miedo, pero a la vez estaba emocionado por adentrarse en otro mundo que nunca en su vida creyó que conocería. Le echó una rápida mirada al viejo del mostrador ya que éste parecía analizarlo muy detenidamente.
—Oye— dijo el hombre al ver que Yoon Gi se alejaba— ¿Y este chico quién es?
—Ah— el rubio miró a Ji Min de arriba a abajo y se encogió de hombros—. Es un prostituto.
Cuando dijo aquello, Ji Min abrió la boca y frunció las cejas totalmente indignado ¿Cómo se atrevía a tratarlo de trabajador nocturno? Se cruzó de brazos y le siguió los pasos rápidamente por el pasillo hasta bajar las escaleras.
—¡Oye, oye!— le gritó al ver que no le hacía caso a sus llamados— ¿Cómo que prostituto?
El rubio suspiró y se detuvo en medio de las escaleras. Se dio la vuelta para verlo, pero quedó más bajito que el otro dado el escalón en el que se encontraba. Alzó la mirada más arriba y le rodó los ojos. Si quería meterse en su mundo, debía de acatar sus órdenes, sus sugerencias y todo lo que le dijera. Si tenía que decirle a Ji Min que se hiciera pasar por un perro, pues éste debía hacerlo sin rechistar. Además, de esa manera, nadie se enteraría de quién era en realidad porque ahora Ji Min decidió ser otra persona, una totalmente diferente a ese fracasado periodista recientemente despedido.
—No te lo tomes a mal, pero si quieres aprender de esto, sólo haz lo que te digo y finge— dicho eso, más seco que pasa de uva, se dio la vuelta nuevamente para bajar y buscar la habitación correspondiente.
—¿Pero por qué no puedo ser otra cosa?— se quejó Ji Min, pensando mucho en si parecía realmente un muchacho de la noche— No puedo fingir ser alguien así.
—Ya, cállate un rato.
La puerta en la que se detuvo no tenía número como las otras por las que pasó. El rubio sabía que su compañero estaba allí; golpeó tres veces fuerte y rápido, luego hizo tres más lentos. Al otro lado podía escuchar un poco de música electrónica, así que supuso que los segundos que pasaban y la puerta no se abría se debían al ruido. Gruñó y volvió a golpear, pero ahora dando patadas.
—¡Abre la jodida puerta ojos de arroz!— le gritó molesto.
Segundos después de su violenta insistencia, Shung abrió la puerta, pero asomándose por la abertura tan fina que dejaba la traba con la cadenita. Observó al rubio y tras él a Ji Min, quien se veía más perdido que un niño buscando a sus padres en medio de un centro comercial. Los dejó pasar tras quitar el seguro y los dos entraron a la habitación apresurados. Todo allí estaba desordenado, la cama estaba alborotada, la ropa tirada, la comida por la mesa, el suelo... Shung no dijo una palabra, se seguía sintiendo ofendido porque su compañero lo echara de la casa del pelirrojo. En su mano sostenía un libro, el cual había estado leyendo para entretenerse mientras tanto. Fue camino al sillón donde estuvo sentado y volvió a hundir sus nalgas planas allí, abriendo el libro por dónde lo dejó antes de pararse para abrir la puerta.
—Esto es una pocilga— el rubio, asqueado con tanto desorden, paseó la mirada por todas partes. Se sentó luego de apartar un montón de bolsas de snacks del sofá y miró la indiferencia de su compinche— ¿Qué mierda lees?
—Una novela, se llama "Haciendo un pacto con el Diablo"— le dijo sin alzar la mirada, irritando aún más al rubio quien enseguida le quitó el libro de las manos— ¡Hey! ¡Que ahora voy por la mejor parte!
—Deja de leer esta basura y escúchame— Yoon Gi tiró el libro hacia su costado, sin darse cuenta de que le pegó a Ji Min en la cabeza con éste.
—¡Ay!— se quejó el pelirrojo, frotando la mano en su cabeza.
El chino frunció el ceño, estaba molesto con Yoon Gi y su trastorno bipolar no ayudaba para nada en momentos así. Lo poco que estuvo allí se la pasó generando conflictos con todos los que se le acercaban y, como el dueño sabía que se ponía muy violento cuando se le cruzaban los cables, decidió dejarle un cuarto en la planta baja ya que no solía haber gente ahí hospedada. Apoyó entonces sus codos sobre las rodillas mirando a su jefe fijamente y esperando a ver qué le decía.
—Escucha bien, ahora Ji Min será parte del equipo— lo miró de reojo y éste mostró los dientes al chino—. Pronto me enviarán el pasaporte falso, pero debo conseguir más dinero. Por eso...
—Espera, espera— lo detuvo, alzando una mano frente a su cara— ¿A dónde piensas irte?
—Aún no tengo idea— elevó sus hombros exageradamente; la primera opción que tenía era Europa, pero no estaba del todo decidido—, pero lo importante es el plan. Tengo el banco en la mira, sólo necesito que organicemos todo. Obviamente te vas a llevar a llevar tu parte y Ji Min también.
—¿Yo?— Ji Min abrió los ojos como dos tazones de sopa— Pero... Entonces ¿Yo me quedaré aquí?
Yoon Gi no tenía intención de marcharse junto a ninguno de los dos, debía de estar solo para empezar de nuevo su vida en otro lugar. Lo único que precisaba en ese momento era entrenar un poco a Ji Min para que cumpliera con éxito su papel, cual fuera que le asignara, para robar aquel gran banco. Claro que su compinche Shung tampoco estaba en sus planes de escape, el chino debía de buscarse la vida, y más aún después de haber metido tanto la pata en el barro.
Los tres se quedaron un momento en silencio, mirándose entre sí mientras la música seguía sonando de fondo. Shung se veía interesado por la reacción del jovencito pelirrojo, ya podía imaginarse la decepción que sentía en su interior; él había pasado por lo mismo cuando se conoció con el rubio, el muy cabrón la primera vez que trabajaron juntos lo dejó tirado en medio de la nada y le dijo que se buscara la vida. Yoon Gi era así, un tipo bastante interesado que conseguía la confianza de cualquiera con mucha rapidez y luego, aunque daba su respectivo crédito y parte por el trabajo realizado, dejaba a quien fuera lejos de su lado cuando todo acababa. Con Shung había sido diferente porque hicieron un trato, pero el chino sabía que pronto llegaría el momento en que no se volverían a ver.
—Yo también quiero un pasaporte...— Ji Min frunció el ceño; claro que no quería quedarse ahí después de cometer un crimen ¿Es que lo estaba tomando de estúpido?
—Oye, después diré que te hagan uno ¿Vale?— Yoon Gi le mintió para que no se sintiera tan preocupado por eso y se centrara más en el plan que contaría a continuación— Así te vas a donde se te de la gana.
—Pero— lo miró avergonzado—, quiero ir contigo.
—¡OH VAYA!— Shung alzó la voz y mostró los dientes al escuchar eso— Ya se enamoró el cabeza de cerillo.
—¡Que no es eso!— Ji Min se paró del sofá, con la cara roja y los puños apretados. Se sintió un idiota de repente por culpa de la forma en la que el chino lo miraba. Yoon Gi ni siquiera tenía una clara expresión en su rostro respecto a aquel comentario, era como si no le importase— Es que... Quiero seguir aprendiendo y yo...
—Claro, eso dicen todos.
—¡Que lo digo de verdad!
La música que estuvo sonando de repente dejó de reproducirse. Los tres movieron sus miradas hacia el aparato; junto a éste había una mujer. Era alta, con cuerpo de modelo, de pelo negro lacio y corto hasta la mitad del cuello y con un flequillo desordenado, vestía toda de negro; con un suéter ajustado de cuello de tortuga y unos pantalones de cuerina, los miraba de manera amenazante con sus finos y rasgados ojos delineados sutilmente.
En cuanto Yoon Gi la vio pegó un salto del sofá. Se acercó a la joven, la cual tenía su misma altura y la agarró del cuello del jersey negro de lana.
—¡¿Pero tú que coño haces aquí?!
—Bèn dàn*
[* Gilipollas]
Ji Min se vio algo sorprendido por la forma en la que Yoon Gi trató a la chica; le parecía un bruto sin modales, le daban ganas de pegarle una patada ¿Cómo podía tratar así a una dama?
La joven de cabello negro hizo unos movimientos rápidos con sus brazos y en menos de un parpadeo Yoon Gi estaba en el suelo con las manos tras su espalda y la cara contra el suelo, siendo presionado en su cabeza con las botas de la chica. Se quejó sonoramente tratando de mirar hacia su compinche.
—¡Shung! ¿Qué hace esta aquí?
—Apareció cuando desperté, me estaba apuntando con una pistola en la entrepierna— le comentó escogiéndose de hombros—.No pude hacer nada.
—¡Agh, jodida perra!
El pelirrojo, que no entendía nada, se acercó hacia Shung moviendo su trasero a lo largo del sillón. Se inclinó un poco para susurrarle mientras los otros dos se insultaban en mandarín.
—Psss...¿Quién es esa mujer?
—Pues— Shung la miró y tomó aire hasta inflar su pecho para después soltarlo— es la primer esposa que tuvo Yoon Gi. Le dicen la sanguijuela negra.
—¿Sanguijuela negra?
—Sí, es que te chupa hasta el alma.
La cara del ex periodista se tornó roja, obviamente mal pensando aquel apodo. La miró un poco disimulado porque le parecía intimidante a pesar de que era tan flaca como un fideo. Vio a Yoon Gi tratando de zafarse pero no lo lograba y gritaba cada vez que ella le torcía una mano, un dedo o le pisoteaba con más fuerza la cara contra el piso.
—¡Para, me vas a romper algo!— el rubio se retorció como si estuviera poseído por un demonio y en cuanto ella lo soltó la miró cual niño enojado—¿De dónde saliste? ¿Qué es lo quieres?
—No es muy difícil seguirte el rastro siendo amigo de ese estúpido —señaló a Shung con el mentón —.Quiero recuperar mi parte del dinero.
—¿Qué? —sin entender a qué se refería, comenzó a hacer memoria y a buscar en sus archivos mentales pasados— No me jodas... Eso fue un malentendido. Ya pasó mucho tiempo.
—¡Me importa un pito!— la pelinegra sacó una pequeña pistola que tenía escondida dentro de la bota y le apuntó a Yoon Gi en las pelotas; siempre apuntaba ahí porque sabía que todo hombre prefería perder la cabeza a perder sus genitales aún estando muerto— ¡Dame mi parte o te quedarás sin descendencia!
—Oye, oye...—Ji Min algo inquieto por la situación se levantó del sofá y muy amablemente trató de calmarla. Alzó ambas manos en señal de que era un ser inofensivo y puso su cara de cachorro adorable— No te pongas así, podemos hablar tranquilamente. Yoon Gi es un maleducado y sinvergüenza, lo sé, pero resolvamos esto de otro modo.
Shung y Yoon Gi se quedaron estupefactos mirando a Ji Min y preguntándose de dónde había sacado ese coraje para hablarle a la sanguijuela negra, aquella conocida asesina china que tenía la mecha de la paciencia muy corta.
Ella se quedó mirando esos ojitos que brillaban debido al reflejo de la tenue luz de la habitación y la sonrisa angelical de un joven hermoso que nunca antes en su vida vio; bajó el arma y Yoon Gi se levantó y corrió para refugiarse tras el pelirrojo como si fuera su guardaespaldas.
—¿Este quién es? ¿Esposo nuevo?— preguntó a Yoon Gi con una expresión furiosa, luego se dirigió a Ji Min pero le mostró una dulce sonrisa— Pobre de ti, no dejes que este hijo de puta de engatuse. Puede que sea bueno en la cama, pero...
—No es mi esposo— Yoon Gi le contestó rápidamente, señalado con su dedo a la pelinegra— Es un prostituto.
—¡Otra vez con eso!— se quejó Ji Min, dándose la vuelta para mirar la cara del rubio— No quiero ser un prostituto. Dame otro papel ¡Y no me salgas con un travesti!
—Yoon Gi, sigues siendo tan asqueroso como te recuerdo— la chica se acercó a Ji Min y lo agarró del brazo para encerrarlo entre los suyos— Este chico es adorable... Si lo vuelves a tratar mal te vuelo los testículos y los vendo por la dark web.
Ji Min se quedó quieto mientras era abrazado por una desconocida con olor a perfume de coco. La verdad es que le agradaba, se veía un poco violenta pero el cariño que sintió en ese abrazo fue como ese que su madre nunca en la vida le dio. Además parecía que Yoon Gi se veía algo sumiso cuando ella le hablaba, quizás había encontrado una mano amiga esa noche en aquel hotel de cuarta.
—Lo que me faltaba...
El plan para asaltar el banco debía de organizarse; cada uno de ellos debía de cumplir un papel vital para que todo saliera con éxito, pero ahora parecía que tenía sumar un nuevo personajes a su plan y con eso no estaba muy contento, porque sabía perfectamente que cuantos más fueran, más dinero se debía de repartir.
—Bueno...— comentó Shung, ganándose la mirada de todos— Supongo que ahora seremos un equipo de cuatro. Los cuatro fantásticos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro