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31🔫

Jin Min iba en dirección a la planta baja para subirse al auto. Una vez que entró  dejó sus cosas en el asiento del copiloto y se miró un poco el cabello en el espejo, se peinó con los dedos y se fijó en el blanco de su sonrisa.

Tenía que ser un buen día.

Camino a la oficina, alegre y sonriente, encendió la radio para que alguna melodía acompañara su trayecto

—And i need you, tiri ri ri ri, and i miss you... And now i wonder—se detuvo y esperó la mejor parte de la canción —IF I COULD FALL, INTO THE SKYYYY...

Cantó a todo pulmón mientras manejaba, meneando la cabeza y mirando hacia su invisible acompañante. No podía esperar para llegar al trabajo y ver la cara de todos, inclusive la de Jung Kook; deseaba verlo allí con su caja y toda la basura de su escritorio metida ahí, largándose y pidiéndole perdón de nuevo de rodillas y frente a todos sus colegas.

Era un día ideal para pensar en ascensos, claro que antes de eso le explicaría a Jin lo ocurrido en su casa. No podía dejar su imagen manchada de esa manera, por ello de camino se inventó varias cosas para darle una explicación coherente, o al menos una que sonara un poco coherente.

—Bien Ji Min, sólo debes decirle que era un pariente tuyo que sufre de...—se paró a pensar más profundamente y luego volvió a sonreír —Algún tipo de trastorno y justamente en ese momento Shung creía que era una avestruz. ¡Claro, soy un genio!

Agradecía en esos momentos haber visto varios episodios de "Mi extraña adicción" para sacar una idea basada en hechos reales. Claro que también durante el tiempo que estuvo trabajando allí y sus constantes retrasos en el horario, Ji Min se había hecho una lista de excusas en su carpeta mental llena de malas y buenas ideas. Mientras que seguía su recorrido habitual y tarareando canciones, se fijó en la gran fila de coches que se presentaban ante sus, ahora, sorprendidos ojos. Miró el reloj de su muñeca, apresurado. Había salido muy confiado sobre la hora, pero no esperaba encontrarse con tal desgracia. Calculaba una estimación de los minutos que pasaría ahí esperando el avance del atasco y sabía perfectamente que, una vez más en su vida, llegaría tarde al trabajo.

Los bocinazos y gritos comenzaron a hacer acto de presencia pasados los quince minutos. Ji Min, en ese transcurso de tiempo había avanzado treinta metros. El camino que quedaba era largo y si todo seguía a ese paso acabaría teniendo una crisis. 

Decidió avisarle a Ho Seok de su retraso, y dado que era su buen compañero se inventaria alguna de sus excusas absurdas para darle una mano.

Llamó varias veces pero no le contestó, pasó entonces a enviarle mensajes de texto pero el chico tampoco conestaba.

—Oh, vamos Ho Seok... No me traiciones tú también.

Ji Min pasó muy nervioso, mordiendo sus uñas, aquel atasco que avanzaba a pasos de tortuga. Y cuando por fin todo se iba despejando un poco se dio cuenta de que había sido debido a un accidente. Pasó lentamente con el vehículo y echó un vistazo a la escena. Un coche de color gris se había chocado con un camión. El pequeño auto estaba hecho trizas, aquello le dio un escalofrío por la nuca al imaginarse todo. Tampoco quitó la vista de los policías que estaban ahí,  uno de ellos miró en su dirección y Ji Min volvió la vista al frente y se encogió un poco en su asiento. Ya estaba paranoico otra vez.

Después de acelerar para acortar el tiempo, llegó por fin. Dejó el coche en la calle, no tenía tiempo para meterlo en el estacionamiento del edificio. Salió a toda prisa con sus cosas, pero esa vez decidió llevar sus anteojos, no los solía usar porque creía que le quedaban mal pero ya empezaba a molestarle esa leve miopía.

Llegó a las oficinas de redacción. Todo estaba silencioso, pero no le llamaba la atención. Solamente quería entrar y saber qué había sucedido con todo. Caminó hacia su escritorio pero antes de llegar Liu lo detuvo, agarrando su mano.

—Ji Min...

—Sí,  llegué tarde otra vez. Estoy maldito o algo— dicho eso rio, pero Liu no le seguió la gracia— Jin debe estar loco, lo sé. Iré a dejar mis cosas en el escritorio.

La joven delgada lo soltó y se quedó mirando cómo Ji Min se dirigía hacia su puesto. Hizo una mueca al ver cómo se dio cuenta de lo que había allí ; todas las cosas del pelirrojo estaban metidas en una de esas temidas cajas y en esta había papelitos de colores con frases.

"Hasta siempre Park"

"Adiós, traidor"

"Ji Min te extrañaré :("

La cara de Ji Min mostraba una sonrisa, una muy incómoda. No quería pensar nada ni hacer locas ideas dentro su cabeza ya que se estaba convirtiendo en un manojo de hilos enredados. Miró a su compañera totalmente perdido y está soltó aire la boca.

—¿Qué es esto...?—preguntó Ji Min acercándose a la chica.

—Es que...

—¡Ji Min!

Todos los de la oficina que estaban tecleando en sus computadoras muy disimuladamente, se detuvieron y miraron a Jin. Inclusive Ho Seok, que parecía querer esconder su rostro para que Ji Min no lo mirara, se giró sobresaltado. Su compañero pelirrojo trató de hablarle con la mirada, pero el otro agachó la cabeza con decepción porque sabía que pasó con él hacía unos minutos.

Jin entró en su despacho y tras él, Ji Min. Una vez dentro se cerró la puerta; cada uno tomó su asiento, se miraron por un rato en silencio.

El jefe de la policia estaba allí también,  le dijo algo al oído al castaño y volvió a su erguida postura, de pie junto a la mesa y con los brazos tras su espalda.

—Park Ji Min— lo nombró Jin, entrelazando sus manos y echándose un poco atrás en el asiento—Confíe demasiado en ti. No creí que fueras capaz de hacer algo así.

—¿Perdón? ¿Qué está pasando?

—No te hagas la víctima,  por favor—Nam Joon se acercó hacia el pelirrojo y posó una mano en su hombro—.Te podrías haber metido en un lío gordo.

Ji Min seguía sin entender qué era lo que pasaba. Pero suponía que Jung Kook tenía algo que ver porque no lo vio en su escritorio, y a pesar de que éste le insinuó que fue despedido todavía tenía varias cosas ahí.

—Ya sabemos lo que hiciste, Ji Min. Jung Kook me llamó tarde en la noche y me dijo todo—Jin se acomodó en la silla y luego apoyó los codos sobre el escritorio —No esperaba que los dos estuvieran compinchados para hacer eso. Pero al menos Jung Kook tuvo la decencia de confesar.

—Yo...—interrumpió Nam Joon al castaño que parecía querer seguir hablando—confíe también en que utilizarías la información de manera correcta, pero ¿decir que nosotros le dimos información y testimonios de presos falsos?

—Pero yo no tuve nada que ver sobre eso, fue Jung Kook, él robó mis archivos. Yo nunca enviaría información a otro medio—Ji Min trató de defenderse, pero parecía que todo estaba concluido.

—Tus emails programados no dicen lo mismo. No sabes el problema que tuve con el otro periódico.

El corazón de Ji Min se le subió hasta la garganta, estaba jodidamente nervioso porque no sabía cuál era la situación. Le exigió a Jin una explicación porque estaba perdido y quería entender qué pasó.  A duras penas, no creyendo que fuera inocente, Jin le explicó todo.

Jung Kook le confesó que había vendido la información a otro periódico, sí. Pero esto dijo que lo había hecho con Ji Min, que ambos lo planearon. Tenían la información y los borradores que se publicarian mas adelante listos para enviar a la otra empresa de comunicación. Jung Kook acusó a Ji Min de tener la idea dese el principio y por eso en su computadora tenía los emails listos. Entonces Jung Kook se sintió arrepentido de lo ocurrido y decidió contarle que lo hizo para poder obtener un puesto mejor, al igual que el pelirrojo.

—No, no puede ser—Ji Min comenzó a reir de los nervios— Jung Kook es un mentiroso.

—Ahí están las pruebas en tu computadora, Ji Min —Nam Joon metió las manos en los bolsillos del pantalón y se dispuso a marcharse, no tenía nada más qué decirle— Acusar a la policía de dar información falsa es muy grave,  pero llegué a un acuerdo con tu jefe y no se hará nada contra el periódico.

—Pero...

—No hay peros Ji Min —el castaño se paró del asiento y sacó un papel de una carpeta. Lo puso sobre la mesa y lo arrastro hasta el el borde del escritorio —.No esperaba decir esto, pero...

—¡No, por favor!

Jefe y empleado se miraron fijamente, la tensión se podía palpar. Y Ji Min sabía exactamente lo que le iba a decir.

—Estás despedido.

Todo alrededor de Park Ji Min se volvió negro. Las palabras de Jin viajaban sobre su cabeza haciendo movimiento elípticos como si él fuera el Sol. Se le cerró la garganta y tan sólo con pensar en su futuro le dieron ganas de llorar.

Le suplicó a Jin, pero este se vio demasiado convencido por lo que Jung Kook le contó y además de eso, tenía la prueba en la computadora de la oficina. Ji Min no podía hacer nada contra eso, y seguir arrodillado pidiendo que tratara de comprender que Jung Kook era un envidioso tampoco sirvió.

Aquel día Ji Min salió de las oficinas con su cajita y sus pertenencias, con la peor cara que jamás tuvo en su vida. Ho Seok lo acompañó a la salida y le pidió disculpas por su actitud ya que no creía posible lo que Jin les contó. Pero Ji Min no quiso escucharlo, le dijo que también era un traicionero y que no quería verlo. Después de meterse al auto golpeó el volante con violencia y maldijo mil y una vez a Jeon Jung Kook.

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