30🔫
A Yoon Gi no le dolía la cabeza, lo siguiente. Le iba a explotar en cualquier momento. Eran apenas las cinco de la mañana y el sol estaba saliendo. Abrió los ojos con dificultad y se sintió muy liviano de prendas, cuando se miró y se dio cuenta de que estaba totalmente desnudo y tirado en el piso frunció sus cejas. Las latas seguían ahí a su alrededor y Ji Min también estaba ahí, a su lado, a medio tapar con una manta.
—No lo puedo creer—murmuró y trató de sentarse pero sus sienes palpitaron con intensidad —.Mierda, no debo beber así.
Frotó su cara con ambas manos y luego miró al pelirrojo, éste se veía plácidamente dormido disfrutando en su mundo de los sueños. Yoon Gi no se sentía muy contento con lo que veía porque odiaba emborrachase, siempre le ocurrían cosas mala y solía terminar vomitando la mitad del día. Además le fastidiaba saber que el alcohol causaba malos hábitos en él, como lo que estaba observando en ese momento. Recordó muy poco de lo que hizo y suponía que Ji Min tampoco recordaría nada y en cuanto se despertara lo iba a mandar a la mismísima mierda. Demasiado bien la pasaron hablando en la noche de sus desgracias y ahora se encontraba con aquel panorama.
Ji Min hizo un ruido que llamó la atención de Yoon Gi, abrió muy despacio los ojos hasta encontrarse con los del rubio. Y al igual que hizo el otro, frunció sus cejas confundido.
—¿Mmm... Qué pasó? —el pelirrojo abrió exageradamente los ojos al notar la desnudez del rubio, después se miró y pegó un grito que obligó a Yoon Gi a cerrar los ojos y tomarse la cabeza—¡¿PERO QUÉ MIERDA?!
—Oye, no grites así joder.
—¿Qué no grite?—intentó levantarse pero le dio un calambre en las lumbares— Ahhh, maldita sea.
La música seguía sonando porque ni siquiera la habían apagado. El rubio se levantó sin importarle exhibir su cuerpo y desenchufó el aparato de golpe. Después caminó hasta el cuarto sintiendo cómo cada paso que daba le hacía eco en la cabeza; mientras tanto Ji Min seguía topándose con la manta y mirando a su alrededor, no sabía cómo sentirse. Le recorrió la vergüenza de tan solo pensar lo que habían hecho.
—Yoon Gi...—lo nombró en voz baja tartando de calmarse. El rubio se asomó por la puerta y lo miró seriamente. Ji Min esperaba que aquello que pasaba por su mente no fuera real, y era más que obvio que pasó algo entre ellos, pero lo primero que debía saber era eso—¡¿No me habrás contagiado nada?! ¡¿Habrás usado condón?! ¡Ay, Dios!
—Sí, te contagié la sarna... No fastidies—movió la cabeza negando y miró hacia arriba, luego volvió a entrar al cuarto.
El pelirrojo se levantó como pudo y lo primero que hizo fue tocar su nalga. No iba a negar que le dolía todo, era una sensación muy parecida a cuando fue al gimnasio por primera vez y luego de realizar los ejercicios no estiró. Se quejó con cada movimiento y buscó con la mirada sus prendas, pero con todo el desastre que había ahí no las podía localizar. Fue entonces hacia el cuarto y se fijó en el rubio, se tapó la cara con la manta inmediatamente cuando sus ojos se le desviaron hacia el trasero. Se maldijo muchas veces y siguió su camino a ciegas hasta tocar el armario.
—Oye, no seas idiota, no eres un adolescente para portarte así —el tono de voz de Yoon Gi sonaba molesto y claro que Ji Min también lo estaba y no permitiría que le hablara así.
—Cállate, esto es tu culpa—sin dejar de sostener la manta para cubrirse la bajó un poco para mirarlo, a los ojos, claramente—.No debí contarte nada sobre mi vida y mucho menos creer que me caías bien.
—Sí, definitivamente eres como un dolescente—Yoon Gi se colocó unos pantalones deportivos, sin nada debajo—.Tú también bebiste como condenado. Yo admito que me pasé, de hecho odio emborracharme, Ji Min. Sólo recuerdo haberte visto menear el culo sobre la mesa de la sala y me puse caliente, parecias un stripper, joder— Yoon Gi se acercó hacia el pelirrojo y puso sus manos sobre su cara apretándole las mejillas—.Nos salimos de control y simplemente tuvimos sexo. Se acabó, olvidalo.
Ante sus palabras que le sonaron más burlonas que otra cosa, se puso a pensar seriamente en eso. Se había emborrachado a causa de sus lamentos amorosos y sintió que con Yoon Gi podría desahogarse, además de que le ganó la lujuria después de tanto tiempo sin haber tenido contacto físico con alguien. El rubio tenía razón en eso, se estaba portando como un adolescente. La culpa fue de ambos, debía admitir que sólo fue una noche descabellada y nada más. Ya era un adulto, no podía comportarse así.
—Está bien—le dijo al rubio, firme como un saldado—.Por esta vez te voy a dar la razón. Se nos fue de las manos el alcohol, soy una persona adulta y responsable y me hago cargo de mis actos.
—Vale, toma tu medalla de boy scout ,chico responsable.— le dio una palmadita en la mejilla y rio al ver su repentino cambio de actitud —.Estás más bipolar que Shung.
Dicho eso, Ji Min sonrió orgulloso por sus palabras. Por supuesto, era un adulto y como tal debía tomarse las cosas seriamente. No le gustaba nada la situación pero lo admitió, se equivocó y se comportó como un imbécil. Y si lo pensaba mejor no tenía nada de malo, su cuerpo había liberado tensiones después de todo.
—Bien, ahora me daré un buena ducha y me preparé para ir al trabajo—habló Ji Min consigo mismo, tomando la ropa del armario y una toalla.
Recordaba que su situación en la oficina sería diferente después de lo que Jung Kook le contó. Pero le resultaba extraño que Jin no lo hubiese llamado, aunque por un lado suponía que debía de ser por la escena que vivió en su piso por culpa de Shung. De todos modos ese día sería diferente, lo presentía.
Y mientras que el agua se llevaba a ese alcohólico que llevaba dentro, Yoon Gi esperaba su turno tumbado en la cama tranquilamente; se le pasaban muchas cosas por la cabeza respecto a su plan de escape. Tenía que decidir su próximo destino y contar que el dinero fuera el necesario para todo lo que precisaba. El tener todas esas joyas preciosas en su bolso no le servía de nada a menos que las vendiera, pero lo veía poco probable. Su otro plan era robar un banco, la idea que más le gustaba de todas. Era un experto en robar entidades bancarias y no de la manera en la que todos lo hacían, él no era violento; pensaba una buena historia, planteaba posibles conflictos y finales y hasta dibujaba escenas como si fuera un cómic para poder ejecutarla a la perfección.
Pero si ese iba a ser su plan no podía hacerlo solo. En esa ocasión no. Recordó a Shung y se enfureció por la confusión del chino, tenía ganas de matarlo y por eso lo obligó a marcharse lejos de su presencia, pero en cualquier momento lo necesitaría, a él y a Ji Min. No podía pensar en su plan sin el pelirrojo, y aunque le parecería que estaba a un mismo nivel de idiotez que Shung, le sería muy útil por el simple hecho de ser periodista.
Sonrió ampliamente y comenzó a reírse de forma malévola, así como los villanos de las películas.
—MUA HA HA HA—rio con fuerza.
Ji Min había terminado y escuchó a la perfección esa diabólica risa, se asomó por la puerta del baño y entrecerró sus ojos.
—¿Qué significa esa risa?
—Que voy a dominar el mundo, Ji Min
—el rubio se levantó de la cama y fue hacia el otro que estaba con la toalla atada a la cintura, lo agarró por las mejillas una vez más y le tiró el aliento a alcohol mareándolo—¡Voy a dominar el mun...!
—Apestas...—le tapó la boca. En ese momento había acercado mucho más su cara que la anterior vez y el olor era notable—Me iré al trabajo, así que si me disculpas me tengo que cambiar.
—¿Qué crees que pasará hoy en tu oficina?—Yoon Gi elevó sus cejas varias veces—Seguramente te asciendan.
—¿Bromeas? Eso sería improbable. Aunque me encantaría, después de tanto me lo merezco.
Por supuesto que Ji Min quería un ascenso, hacía tiempo lo buscaba, y si no le había llegado aun era porque el destino lo quería hacer sufrir, pero él sabía que ese plan estaba en una de las páginas de su vida. Jung Kook se la había jugado y ahora pagaba las consecuencias, él no había hecho nada malo, al contrario.
Más tarde llegó la hora de salir hacia la oficina, Ji Min se tomó dos cafés y se arregló muy bien, hasta se puso sus zapatos de la suerte, nada malo le podía pasar. Tomó las llaves del auto y abrió la puerta sintiendo la ansiedad en su cuerpo.
Yoon Gi, que lo observaba desde la distancia, posó su mano sobre sus labios y le lanzó un beso despidiéndose. Ji Min se fijó en su gesto y le sacó el dedo medio para así finalmente cerrar de un portazo y largarse.
—Míralo, que mala influencia que soy—dijo Yoon Gi sintiéndose orgulloso por haber visto aquel gesto, su particular gesto.
Ya sin Ji Min a su alrededor, frotó sus manos con energía y fue en busca de papeles para así comenzar a idear su plan.
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