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17 🔫

Cuando Ji Min pensó que su vida empezaba a tirarle oportunidades para arreglar su miseria, se dio cuenta de que efectivamente era así. Habían pasados dos largos días en los que su noticia había pasado a estar en portada. No podía creerlo, era tan irreal como el pensar que Yoon Gi en verdad parecía mujer cuando se ponía esos vestidos.

Sus compañeros lo felicitaron muy entusiasmados, Ho Seok incluso le tiró papelitos de colores sobre el escritorio y le compró un regalo como el buen amigo que era. Claro que, insistente, le pedía poder conocer mejor a su "prima" rubia a cambio de aquel suéter tan caro. Pero Ji Min, a pesar de que sabía que su compañero seguiría luchando por conseguir algo que jamás iba a pasar, se sentía feliz. Lo más sorprendente de todo era el escuchar los elogios de su tan exigente jefe.

Seok Jin estaba orgulloso del progreso que Ji Min había hecho; dejando de lado su buena redacción, también le gustaba el hecho de que aprovechó esa oportunidad que Jung Kook dejó escapar por culpa de un resfriado insignificante. Y, hablando de éste último, su cara pasó a formar parte del museo de las estatuas. Cada vez que alguien pasaba a su lado, la expresión era siempre la misma. Ceño levemente fruncido, labios apretados dibujando una línea recta y una mirada asesina que casualmente terminaba sobre su compañero pelirrojo.

—¡Ji Min, no puedo creerlo! —la secretaría de Jin, cómplice de Ho Seok, sacó del bolsillo de su falda un montón de papeles para tirarlos sobre su cabeza—¡Felicidades!

—Gracias, gracias—rio Ji Min orgulloso, apartando los papeles de su cabello—,pero tu felicitación llegó un día tarde. ¿Dónde anduviste ayer?

—Ji Min, estás tan perdido en tu orgullo que no te enteraste, ¿verdad? —Ho Seok se acercó a ambos, apoyando su trasero en el escritorio.

—¿De qué me perdí?

La castaña dibujó una sonrisa tan amplia en su rostro que Ji Min juraba que su cara empezaría a rajarse. Se quedó mirándola, esperando impaciente alguna pista aunque fuera.

—¡Estoy embarazada!—gritó, alzando sus manos hasta su cara, apretando sus propias mejillas.

—¡Oh por Dios! —Ji Min se levantó del asiento de golpe y se acercó hacia la joven— ¡No me digas que es de Jin porque me suicido!

—¡¿Estás loco?!—Ho Seok casi escupió la bebida que tomada, después empezó a reírse como desquiciado.

—Ay, Ji Min, no seas pendejo. Hace tres años estoy casada... Ya se te subió la fama a la cabeza y no recuerdas nada.

No iba a negar que no se acordaba de eso, porque ella no hablaba mucho de su vida privada. Y lo cierto es que, aunque su memoria se veía opacada por su reciente éxito, tenía la sensación de que Liu ya había sido madre.

—Espera... ¿No tenías ya una hija?

—Sí, una hermosa niña de tres años—dijo orgullosa—.Oh y ahora que lo dices... ¡Lo había olvidado!

Ho Seok, discretamente, se movió hacia el asiento para aplastar allí su culo y ponerse a trabajar en la computadora. Tenía cosas que hacer y lo cierto es que hablaba más que trabajar, y si Seok Jin pasaba por allí no quería ver su reacción.

Entretanto Liu parecía buscar algo en su teléfono, Ji Min volvió también a su asiento. Tenía algunas novedades que revisar en su correo, como ofertas de trabajo de otros periódicos. No estaba dispuesto a irse de ahí después de lo que había logrado; su trabajo anterior fue mediocre, pero eso no quería decir que el periódico para el que escribía lo fuera. Ahora era uno de los más reconocidos, incluso en el canal de televisión habían hecho grandes cambios.

—Justo lo que buscaba— Liu señaló con el dedo en la pantalla del teléfono una fecha en el calendario—.Este sábado debo ir a una cena con mi esposo por el aniversario del aeropuerto... No puedo llevar a Xiu. Ji Min, por fis. 


—¿Eh? —el pelirrojo agachó la cabeza, dejando resbalar sus anteojos por su nariz—¿Por fis qué?

Liu inclinó su cabeza hacia un costado e hizo un puchero como niña pequeña. Parpadeó muchas veces para convencer a Ji Min sin decirle una palabra.

—Necesito que alguien la cuide, por favor. Te lo ruego.

—Pero, ¿por qué yo? —se quejó —¿Tengo cara de que me guste cuidar niños? ¿Por qué no le pides a Ho Seok? —lo señaló con el mouse inalámbrico.

—Lo siento, ya le dije que no puedo—contestó el otro —.Tengo un compromiso.

—Vamos... Sólo serán tres horas. No queremos volver muy tarde a casa—le aclaró la joven a Ji Min,  sin dejar de poner ojos de cordero degollado—.Xiu se porta muy bien, por favor...

Ante esa mirada manipuladora de Liu y el pensar en que si decía que no se sentiría un desgraciado sin corazón, tuvo que aceptar el cuidar a la niña. Pero en cuanto selló el trato con ese sí  no se dio cuenta de que en realidad la pequeña tendría que quedarse en su casa, donde vivía también un delincuente al que le gustaba comerse su comida y andar vestido de mujer. ¿Qué iba a hacer respecto a eso?

Liu le agradeció mil veces por el favor, explicándole que era la única persona a quien podía acudir. Ji Min se puso nervioso durante toda la semana, pensando qué era lo que sucedería ese sábado. Además, nunca había cuidado a niños tan pequeños y tenía miedo de que se pusiera a llorar porque extrañaba a su madre y padre. Así que se puso a buscar en internet algunas ideas para tener entretenida a una pequeña de tres años. Incluso fue a comprar un pequeño juego de té de plástico que suponía que le debía gustar, porque era niña y las niñas hacían esas cosas según él.

Por otro lado, no sabía si dejarle en claro a Yoon Gi que una niña iría a su casa y que debía comportarse, o que lo tomara por sorpresa. Era un gran dilema, claro que si. ¿Qué iba a saber un delincuente de cuidar niños?  Seguro que sabía de secuestrarlos.

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Ese viernes en la tarde, casi comiendo sus dedos en vez de sus uñas, el pelirrojo llegó a casa agotado mentalmente más que de forma física. Se tiró al sillón y soltó el suspiro más largo de su vida.

—Bienvenido a casa—se escuchó la voz de Yoon Gi a lo lejos.

—Cállate.

—Que mal carácter Ji Min,  así nunca conseguirás pareja, nunca te casarás y nunca tendrás un rancho con vistas pirineas— Yoon Gi se sentó a su lado, sosteniendo una lata de cerveza y mirándolo seriamente.

—Escucha... Y escucha bien—se giró rápidamente y lo señaló con el dedo—.Debo cuidar a una niña este sábado y no quiero verte cerca de ella, mucho menos que le hables. ¿Entendiste?

—Oh... Ya veo. Dejaste embarazada a alguna joven que ahora quiere que te hagas cargo de su hija. Mmm,  Ji Min, eso está muy mal.

—¡No es eso, joder! —le gritó irritado por sus ocurrencias sin sentido—¡Además soy gay!

Como si su boca fuera un lanzallamas, Ji Min dijo aquello sin darse cuenta. Inmediatamente cerró sus labios, escondiéndolos hacia adentro. Apartó la mirada del rubio tan rápido que pensó que se había desnucado del drástico giro de cabeza.

Yoon Gi se quedó en silencio, sonrió de costado y luego bebió el último trago que le quedaba en la lata.

—Que divertido será esto—fue lo único que dijo.

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