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10 🔫

Ji Min no había llevado nada consigo al interior del auto. Pensó en lo que había pasado hacía un momento y chilló frustrado, dejando caer su cabeza contra el volante y tocando así la bocina de éste.

—¡Mierda!

En un rápido movimiento, sus manos se sujetaron con fuerza del volante. Comenzó a respirar hondo y a tratar de alinear su chacra, porque al parecer estaba hecho un desastre. Su cabeza no quería conectar esos pequeños cables para devolverle la cordura, no. Ji Min mientras que más tomaba aire, más se desesperaba.

No sabía el día que era, ni la hora tampoco. Lo único que pasaba por su mente era aquel rubio provocador. Las ganas de volver y golpearlo eran muy fuertes, pero seguramente si hacía eso iba a ser víctima de una violación.

—Maldito hijo de puta, lo odio, casi me viola—lloriqueó pegándose en la frente con una mano.

Algo no estaba bien, obviamente. Ese tipo debía ser encerrado ya mismo y la opción de delatar su posición a las autoridades policiales no era para descartar. Seguramente volvería a ver muy pronto al oficial Kim Nam Joon, entonces podría aprovechar la situación.

Se mantuvo con la cabeza sobre el volante durante un buen rato, sumergido en el silencio de su auto. No podía ir al trabajo porque todas las cosas las dejó atrás, tampoco podía volver; en realidad no quería.

Suspiró con pesadez y levantó la cabeza para luego sacudirla. Luego movió sus hombros y sus brazos, sacando la tensión. Al menos hacer eso era lo que supuestamente lo relajaría, según Ho Seok. Pero más que relajarse se sentía ridículo.

—Ey, hola vecino.

El golpecito en el vidrio de la ventana lo dejó inmóvil. Sólo sus ojos se movieron hacia su costado, encontrándose al otro lado del cristal a su vecino Kim Tae Hyung. La sonrisa tan amplia que le regaló, era muy sospecha.

Ji Min bajó el vidrio de la ventanilla hasta la mitad de su nariz y miró al joven castaño, ese que tantas veces no lo dejó dormir en paz por el ruido de su saxofón.

—¿Qué pasa...?

—Bueno, me preguntaba si hoy podrías llevarme al estudio de música, tengo que preparar un show y mi auto se averió.

—¿Me viste cara de chofer?—preguntó indignado—Ve en transporte público.

—Pero no puedo ir con el saxofón y las otras cosas en tren o autobús...—Tae hizo un puchero como si fuera un niño pequeño —¿Qué te cuesta? No veo que estés muy ocupado.

La confianza que Tae parecía haber tomado lo dejó más que confundido, como si fuera algún pariente de esos desagradables que tenía pero no quería ver. No estaba de humor para soportar a nadie más pero si lo veía por otro lado, podía alejarse de allí. Además suponía que con lo dicho sobre ese show musical por parte de su vecino, debía ser fin de semana. Algo que sabía era que Tae Hyung siempre se iba en esas ocasiones ya que tenía algún tiempo de paz y tranquilidad sin ruidos molestos al rededor de su apartamento.

—¿Queda muy lejos?—le preguntó antes de desbloquear las puertas.

—Pues a unas hora más o menos. ¿Me llevarías tan lejos? Wow... Eres mejor persona de lo que creí. Bueno lo cierto es que siempre pensé que eras bastante mmm... ¿amargo?

—Chss... Mejor calla y sube antes de que cambie de opinión.

El joven saxofonista asintió con una sonrisa cuadrada. Llevó sus elementos al interior del auto y luego se sentó en la parte delantera.

Ji Min encendió la radio y buscó alguna música que lo calmara. El estrés que tenia debido a ese tipejo en su casa seguramente le provocaría caída de cabello. Lo único que le faltaba era quedarse pelado a su edad.

—Oye...¿Por qué estás descalzo?—preguntó el castaño frunciendo las cejas —Es ilegal, te pueden multar si te ven.

—Es una larga historia. Mejor sigue callado o te dejo a mitad de camino.

Condunciendo a la velocidad adecuada, incluso un poco más lento, pasaron veinte minutos desde que salieron. Lo cierto es que el lugar no era tan lejos como Ji Min creyó; el motivo de ir más lento era precisamente ese, que no quería volver tan rápido a casa.

Un poco más adelante, parando en un semáforo, Tae Hyung pegó un fuerte grito desde la ventana, llamando a alguien que estaba allí de pie. Ji Min dio un respingo sobre su asiento y miró a su vecino. Quien estaba parado junto a una farola, se acercó al auto rápidamente y asomó su cabeza al interior del auto, asustando al dueño de éste.

—¡Tae Hyung!—dijo en voz alta, sonriendo.

—Sung Jae, sube, voy de camino al estudio.

El joven de cabello negro, muy bien vestido, asintió y entró en la parte de atrás. Ji Min no podía creer la confianza que se tomó, entrando como si nada. Lo miró con ceño fruncido y el chico le sonrió con cara de felicidad.

—¿Disculpa?¿Quién eres?

—Es Yook Sung Jae—le dijo Tae—, él trabaja conmigo, es cantante.

—Un gusto, eh—Sung Jae le dio unas palmaditas en el hombro a Ji Min sin dejar de sonreír —No sabía que tenías chófer privado. Que cool.

—¡No soy su chófer!—negó Ji Min golpeando el volante y haciéndose daño.

—Es mi vecino, es un periodista muy famoso, ¿verdad, Ji Min?

El pelirrojo volteó su cabeza hací Tae lentamente, como si fuera un muñeco de película de terror. No le hacia gracia que lo tratara de famoso bromeando sabiendo que redactaba pura basura, y tampoco le gustaba que hubiese invitado a ese joven tan alto con cara de tonto a su auto. ¿Quién se creía que era?

Después de un rato, ya casi llegando al lugar, Ji Min tuvo que soportar al pasajero de atrás ensayando para su presentación. Su voz era maravillosa, no lo iba a negar, pero lo que se suponía que debía se un calentamiento o algo por el estilo se convirtió en un molesto ruido gutural que ni siquiera sonaba coreano.

Sino se callaba juraba que le abriría la puerta para que cayera mientras seguía en marcha.

—¡Llegamos!—gritó Tae al ver el edificio.

—Gracias chófer —Sung Jae volvió a tocar el hombro de Ji Min y éste gruñó.

Los dos se bajaron del vehículo. Ji Min, a pesar de que su humor no era bueno, se despidió. Ahora debía volver a casa y sí, enfrentar a aquel loco que, seguramente, le haría alguna cosa para molestarlo. Puso el auto en marcha nuevamente y se dispuso a dar la vuelta, pero Tae volvió rápidamente, abrió la puerta y le mostró unos papeles.

—Casi lo olvido. Son para ti.

—¿Qué es esto?

—Entradas. Me las dieron, pero mi familia no podrá asistir así que te las doy a ti como regalo por traerme—sonrió ampliamente y dejó las entradas en las manos del pelirrojo—Puedes invitar a quien quieras. ¡Espero verte!

—¡Oye!

El castaño se marchó a toda prisa para alcanzar a su amigo. Una vez que los dos entraron, Ji Min se quedó en silencio mirando las entradas. Tenía tres, lo cual lo podía llevar a invitar a Ho Seok y a Jung Kook, pero no estaba tampoco muy seguro si seria bueno asistir al show musical. De todos modos las guardó en el cajón y se dirigió de vuelta a casa.

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