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08 🔫

La noche cayó, y por supuesto que Ji Min debía cocinarse algo. Mejor dicho, cocinar para ambos. Después de la escena de la puerta y su bochorno, ignoró a Yoon Gi hasta dadas las nueve. En ese momento, el rubio fue a interrumpirlo y a obligarlo a cocinar, apuntándole con el arma.

—No me apuntes con eso...

Ji Min dejó su tarea a un lado y tuvo que levantarse para ir en dirección a la cocina. No es que fuera un experto en ello, la mayoría de las veces compraba comida rápida. La chatarra era parte de su alimentación diaria. Y a pesar de que se sentía bajo presión por preparar algo que le agradara a aquel maldito loco, sabia que no iba a lograr la gran cosa y, que quizás, su vida acabaría esa noche por haber cocinado algo sin sabor.

—Vamos, mi estómago ruge, Park— el rubio estaba sentado a la mesa, con sus dos pies sobre ésta mientras que se balanceaba en la silla—.Espero que tu comida no sepa como la de la cárcel porque juro que te meteré la pistola ya sabes donde.

Con tan solo imaginar el lugar, Ji Min apretó sus nalgas como reacción de defensa. Aquel tipo no bromeaba y seguramente ese "ya sabes donde" era tan obvio como lo malpensaba. Su espalda se tensó y el sudor empezó a recorrer su frente. Era como estar en una de esa competencia de chefs sabiendo que si fallaba iba a ser eliminado.

El olor a carne y verduras no tardó en formar parte del ambiente. Yoon Gi cerró sus ojos y absorbió aquel aroma con gusto. Cada minuto que pasaba su estómago rugía con más fuerza. Si bien se había estado comiendo todo lo que encontró, aun tenía apetito. En la cárcel sólo le servían sopa que parecía vómito de bebé y no tenía siquiera sabor a nada. El pan recordó que era tan duro como una piedra y tan viejo que hasta tenía moho.

—Escucha—Ji Min, quien sostenía un plato con la comida lista, parecía nervioso —.Quiero advertir, señor delincuente, que mi comida no es la más exquisita del mundo. Así que ten piedad de mí.

—Oye, eso de "Señor delincuente" no me gusta. Trátame de manera más amable— Yoon Gi tomó el plato y lo inspeccionó —.Bien, al menos no es vomito de bebé. Tiene un punto por la presentación.

Ji Min resopló aliviado por escuchar eso. No creyó que su tan precaria decoración fuera a sumarle puntos a un bistec medio seco con verduras poco cocinadas.

La tensión se hizo presente después de que el rubio probara un bocado. Lo saboreó, hizo caras extrañas y hasta ruidos. No parecía disgustarle, ya que comió todo lo del plato, incluso lo lamió como si fuera un perro.

El veredicto final del novato cocinero fue un "no estuvo mal, pero podría haber estado mejor". Con eso al menos se había salvado el culo. Claro, que aunque se libró de un problema, tenía otro que atender y ese era su trabajo. Aun tenia una pila de cosas que hacer y además estaba pensando en la próxima entrevista que tenía con el oficial Nam Joon.

La media noche llegó tan pronto como sus ganas de dormir. Iba a ser otro día que su cuerpo debía amoldarse en el sillón de la sala porque Yoon Gi se adueñó de su cama y no pensaba ir a reclamarla.

El reloj y su sonido molesto no lo dejaron dormir. Ji Min dio vueltas por la sala como un loco. Se asomó varias veces por la puerta de su habitación y sólo observó como aquel tipo dormía a sus anchas, ocupando todo el espacio. Además de eso, parecía que dormía con poca ropa y encima parte de lo que usaba era de su propiedad. Sus pantalones de dormir estaba siendo usados, al igual que sus calcetines...

—Maldito—dijo entre dientes, apretando su puño.

Se mantuvo observándolo un buen rato. Parecía un muerto. Sus ojos se desviaron hacia la mesa de luz donde pudo ver el arma. La luz se encendió dentro de su cabeza y la estupidez alimentó su idea. Estaba pensando entrar ahí y arrebatarle el arma ya que el sueño se veía bastante profundo. Cauteloso, Ji Min con su poca experiencia en sigilo, puso sus pies en punta e ingresó al cuarto. Su mano ya estaba extendida como para tomar el arma y salir de allí lo antes posible. Pero en cuanto sonrió confiado de sus acciones, sintió la mirada asesina del rubio sobre él.

—¿Qué te crees que estás haciendo?

Ji Min pegó un salto hacia atrás por el susto. Su mano no había tocado el arma y ya estaba sujeta por la del otro. Yoon Gi se levantó rápidamente y le hizo una llave al pelirrojo, haciendo sonar sus huesos.

—¡Perdón, auch!—se quejó, lloriqueando —¡No era mi intención! ¡Bueno, sí, pero me arrepiento!

—¿Eres estúpido?

—¡Sí!—volvió a lloriquear.

Los brazos de Ji Min estaban tras su espalda, Yoon Gi no lo soltó y lo empujó hasta la cama. El pelirrojo quedó boca abajo, retorciéndose por el dolor que aquella llave le provocaba mientras que el rubio se sentó sobre su trasero, aplastándolo.

—Eres un imprudente, Park Ji Min, no creas que soy alguien que baje la guardia sólo porque tengo los ojos cerrados. Siempre estoy alerta. ¿Qué haré contigo?

—Lo siento, lo siento, juro que no lo haré más.

—No te creo— Yoon Gi se levantó, soltando al pelirrojo y fue en busca de algo—.Te ataré las manos y dormirás conmigo, ¿entendido?

Ji Min no estaba de acuerdo con eso, pero se lo merecía por idiota. Sus manos quedaron atadas por una cuerda que no supo de dónde había salido. No tuvo más opción que pasar la noche al lado de aquel prófugo, aguantando sus piernas rodeándolo para que no se escapara. Y como si no fuera suficiente tortura estar atado, Yoon Gi parecía divertirse al hacerlo.

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