06🔫
[Narra Ji Min]
Mierda, ese tipo me irritaba. Si no hubiese logrado sacarle las llaves, Jin habría llegado antes y entonces... ¡Despedido!
En cuanto llegué al edificio, estacioné en cualquier lado, ya no me interesaba si el lugar era reservado para discapacitados. Agarré mis papeles y subí por las escaleras; esperar aquel maldito ascensor era un infierno, sobre todo porque los idiotas del cuarto piso se la pasaban dándole al botoncito como si fuera un hobby. Que ineptos...
Me encontré con la mirada preocupada de Ho Seok y, un poco más distanciado, estaba Jung Kook. Me saludaron ambos con un leve movimiento de mano y siguieron a lo suyo. Por supuesto que cuando vi a Jeon, no recordé que su trabajo ahora lo tenia yo. No tenia idea si Ho Seok le había dicho algo, pero por su saludo supuse que no.
—¿Sabías que Jin llegó hace cinco minutos? —Ho Seok me miró, con el ceño fruncido.
—¡No jodas!—me puse muy nervioso y en vez de sentarme casi caigo de culo al suelo—¿Preguntó por mí?
—Le dijimos que tenías diarrea y que estarías un buen rato en el baño.
—¿Qué...?
No podía creer que le dijeran eso a mi jefe, eran realmente unos cabrones. Pero también, por muy vergonzoso que fuera, era una buena mentira. Seguramente Jin ni siquiera se asomaría por el baño para comprobarlo.
Solté aire y traté de calmarme. Me senté y, tranquilamente, coloqué mi trabajo (lo poco que hice) sobre el escritorio y de inmediato comencé a escribir. Debía presentarle a Jin la redacción y esperar su visto bueno, pero al paso que iba creía que no terminaría nunca más.
—Oigan—nos habló Kook, en voz baja—¿Escucharon lo de ese criminal que está prófugo?
—Pues obvio, trabajamos redactando noticias, ¿cómo no íbamos a saber?—Ho Seok levantó una ceja.
Yo me quedé en silencio y sólo asentí.
—Ya, me refiero a que dicen que es homosexual.
—¿De verdad?—Ho Seok pareció interesarse por eso y dibujó una pequeña sonrisa en sus labios—La verdad es que se ve atractivo, no me importaría cambiar mi orientación sexual por él.
—¿Qué diablos dices?—Jung Kook comenzó a reírse y le tiró un bollo de papel por la cabeza—Eres un cerdo ¿Verdad que sí Ji Min?
Cuando me nombró me tensé. Dejé de escribir y aunque intenté decir algo, las palabras no salían de mi boca. No quería que sospecharan nada de mí, porque era un inútil mintiendo.
Me quedé en silencio y miré fijamente la pantalla de la computadora.
—¿Ji Min?
—¡Qué!
Ambos me miraron sorprendidos. Nunca fui alguien que levantara la voz en ese tono. Estaba nervioso y molesto de tan sólo acordarme de él.
—¿Te encuentras bien?
—Sí, lo siento —les sonreí fingiendo estar a la perfección —.Debo acabar esto...
Ambos se quedaron mirándome y soltaron un largo "ok" al unísono.
Después de unas dos horas queriendo perfeccionar mis palabras y controlando todo, terminé. Y justamente cuando alejé mis manos del teclado, alguien tocó la puerta.
Una joven de cabello corto y castaño, de pasos torpes, entró. Era la secretaria de Jin. No solíamos verla porque siempre estaba ocupada realizando tareas que el tirano rey rosado le mandaba. Era una buena chica, aunque siempre creí que había nacido en el cuerpo equivocado, no era muy femenina.
—Park Ji Min, el jefecito quiere darte una paliza, preséntate de inmediato en su despacho—dijo en un tono bromista.
—Ya te dijimos que si no traes comida, no entres—Jung Kook le hizo un gesto con su mano para echarla.
—Tan amable como siempre Jeon—rio ella—Te recuerdo que me debes dinero desde hace dos semanas por la cena.
—Eso es verdad, yo estoy de testigo.
Los tres empezaron a charlar de estupideces. Eran como niños de primaria. Yo mientras tanto, mandé imprimir mis redacciones porque Jin amaba marcar con rojo en las hojas los errores y lo que no le gustaba. Era un desperdiciador de papel.
—¿Jin está enojado?—le pregunté a su secretaria.
—Puede ser. Me hizo cambiar su café como cuatro veces. Está un poco insoportable, como siempre.
—Vamos Ji Min, ánimo—Ho Seok me mostró su pulgar y me sonrió.
Me arreglé un poco la camisa y me acomodé el cabello. Tomé mis papeles y, esperando a que la joven Lee me acompañase, me quedé junto a la puerta. Le hice una seña con la cabeza, pero pareció no entender. Se suponía que ella era mi compañera y debía apoyarme ya que sabia que solía llegar tarde.
—Vamos, no me dejes solo con ese tirano—le supliqué.
Ella gruñó y cedió a acompañarme, pero de mala gana. Era tan fácil de enojar...
Caminamos por el pasillo hasta llegar a la puerta de su oficina. Lee entró primero y luego me empujó, casi dándome una patada en culo.
Me senté frente a mi jefe y le sonreí como si todo estuviese bien.
—Creí que te habías ido por el inodoro.
Solté una carcajada nerviosa y al ver que Jin no reía conmigo decidí carraspear con fuerza y ponerme serio. Le puse los papeles sobre la mesa y él los agarró, sin decir una palabra.
Leyó con calma mientras yo observaba su rostro. A veces fruncía el ceño, otras abría los ojos un poco exagerado o torcía su boca... Estaba intentando descifrar lo que pasaba por su cabeza, pero con esas expresiones creía entender que no estaba satisfecho con mi tan improvisada redacción hecha en dos horas.
Cuando terminó, me devolvió las hojas y se quedó mirándome fijamente.
—¿Cómo valorarías tu trabajo?—me preguntó serio—Del 1 al 10.
No supe si eso era una pregunta trampa o qué, pero me puse muy nervioso. Quería ponerme más que un diez, pero dado que fue tan poco profesional mi desempeño en esas pocas horas, debía serle sincero.
—Un 9—Contesté, en tono más interrogante.
—Creo que no estamos de acuerdo. Yo te podría un pobre 5... No es lo que esperaba de ti. Creí que podrías hacer un mejor trabajo que el de Jeon.
—Pero, puedo hacerlo. Esto... Es un borrador.
Creo que cuando dije eso se molestó mucho más. Se levantó de la silla y camino cerca de mí. Tenía la sensación de que me golpearía con su carpeta rosada llena de papeles.
—Si harás esto sin ganas, te advierto que volver a redactar noticias de poco interés se volverá la pesadilla de tu vida. Tómatelo con más seriedad y no vuelvas a traerme esta basura que parece escrita cinco minutos antes de haber entrado al trabajo.
Mierda, en parte eso era verdad, sólo que me llevó dos horas. Me sentía avergonzado. Asentí arrepentido de haber hecho semejante mamarracho y, después, Jin me dijo que me retirara a hacer mi trabajo.
Lo bueno es que me dio otra oportunidad. Vaya, eso sí que fue suerte. Esperaba que por lo menos nadie me molestase, aunque no iba a se nada fácil teniendo a ese idiota dentro de mi casa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro