
03🔫
Sí, Ji Min era un miedoso. Siempre lo había sido. Odiaba las películas de terror y todo lo que tuviese relación con esa palabra. Lo peor de todo era que parecía que estaba dentro de una.
Se levantó con cuidado, sin hacer ruido y agarró un cuchillo de la cocina. Pero como cobarde que era, se escondió en un rincón hasta que aquella cosa que estaba usando su ducha saliera.
Esperó unos siete minutos y entonces escuchó la puerta del baño abrirse. El vapor salió de allí como si de una sauna se tratara. Ji Min se fue a esconder tras la puerta de su cuarto, esperando el momento para atacar.
Pero después de estar ahí oculto y esperando, no escuchó nada más. Se asomó entonces por el marco de la puerta y miró hacia el pasillo. Unas marcas de pies adornaban todo el suelo en dirección al living. Entonces en ese momento decidió salir fingiendo ser un policía experto, con un cuchillo en su mano, apuntando hacia adelante.
Estaba temblando como hoja. Dio unos pocos pasos más y se detuvo de sopetón cuando una mirada cruzó con la suya.
—Oh, vaya...—dijo el otro mirándolo con una sonrisa.
Unos ojos que parecían adormecidos lo observaban como con burla. Después de mirarlo a los ojos, echó un rápido vistazo a su rostro apenas redondo, con finos labios rosados; bajó hasta su cuerpo, blanco y delgado. el tipo de cabello rubio estaba medio desnudo, con una toalla atada en la cintura, mojando todo el piso.
Ji Min reaccionó un poco tarde, sabiendo que ese tipo de ahí era un total desconocido para él. Se irguió de inmediato y le apuntó con el cuchillo.
—¡¿Quién eres?!— le gritó apresurado— ¡¿Cómo entraste?! ¡¿Por qué usabas mi baño?! ¡¿Por qué estás usando mi toalla favorita y andas medio en pelotas?!
—Calma, calma— rio el otro— no me atosigues a preguntas, joder. Además, ¿no se supone que salías las 20:00?
—¿Cómo mierda sabes mi horario de trabajo?
—Lo tienes pegado en tu frigorífico, genio— le señaló el aparato y seguido se sentó con toda la desfachatez del mundo en el sillón, mojándolo.
El pelirrojo se quedó inmóvil. Era la primera vez que un ladrón (tan extraño) entraba a su casa. Se acercó un poco más hacia él con el cuchillo amenazante y lo miró fijamente.
—S-sal de mi casa ahora o llamo a la policía.
— Que chiste, Ji Min.
—¿Ji Min...?— repitió sin entender nada.
—¿No te llamas así? ¿Me equivoqué de casa?— enarcó una ceja exageradamente y lo miró, sin dejar de estar cómodo en el sillón— Ya, baja eso que es peligroso.
El rubio se levantó un poco para estirar su mano y tomar el cuchillo, pero Ji Min dio un paso atrás y corrió para buscar su teléfono y así marcar el número de la comisaría. Pero en cuanto vio que el otro ya estaba a su lado, apuntándole con un arma en la cabeza, decidió dejarlo muy lentamente a un lado.
—No me mates, por favor, soy joven, quiero tener éxito en mi jodido trabajo, por favor... Llévate lo que quieras.
— Ya, cállate —se quejó el rubio, quitando el arma de la cabeza del chico, pero sin dejar de sostenerla de forma amenazante— No tienes nada de valor en esta casa, eres un pobretón.
—P-pues vete al piso de arriba, vive un abogado— le sugirió para sacárselo de encima como pudiese.
—Sí, lo sé. Ya le robé toda la caja fuerte.
La cara del pelirrojo no podía expresar otra cosa que no fuera incredulidad. Decidió dar unos pasitos al costados sin dejar de mirar el arma que sostenía el otro. Estaba muerto de miedo.
Nunca nadie entró a su casa de esa manera tan descarada, ni tampoco nunca fue apuntado con un arma. La sensación fue extremadamente horrible.
—¿Te vas a ir?—le preguntó al rubio, esperando una afirmación.
—Por supuesto que no —le volvió a apuntar, esta vez en el entrecejo —.Seré tu nuevo compañero de piso.
—¡¿Qué?!—gritó Ji Min haciéndose a otro costado —¿Qué clase de loco eres?
—No estoy loco... Dije que me quedaré y punto.
La punta de la pistola dio unos leves toques contra su frente, mientras tanto su portador lo miraba divertido por esa cara de pánico. Siempre le entretuvo hacer ese tipo de cosas.
El cuerpo de Ji Min al sentir esos golpecitos, tembló. Creía que iba a morir si en un mal movimiento por parte del otro el gatillo se presionaba, volándole la cabeza.
—N-no hagas eso, por favor—le pidió con voz nerviosa—.Dejaré que te quedes pero no me mates.
—No te mataré, aún —le sonrió de lado y bajó el arma—.La gente como tu me resulta muy divertida.
El rubio dio media vuelta de nuevo hasta el sillón. Tenía la seguridad de que Ji Min no haría nada estúpido. Sabía cómo controlar a las personas, manipularlas, meterles miedo... Era un criminal experto, nadie nunca pudo ir en contra de sus palabras.
Ji Min ya no sabía qué mierda hacer en ese momento. Había un maldito loco en su casa, medio desnudo y con un arma. ¿Podría ser acaso una broma? Era lo más probable para él ya que en todos sus cumpleaños sucedían cosas raras.
Esperó por ese momento en que el rubio de nombre desconocido le dijera: "¡Sorpresa, te la creíste!". Pero nunca llegó.
Siguió ahí parado como un monigote e hizo una mueca al ver cómo el otro abría un paquete de papas fritas y comía sobre su limpio sillón.
—¿Te vas a quedar ahí parado?—lo miró de reojo mientras llevaba una papa a su boca.
—No... Sí, quizás.
—Si quieres que me quite la toalla, sólo dilo. Sé que me miras deseando que lo haga—rió al ver su cara sonrojarse por completo.
—¡¿Qué mierdas estás diciendo?!—alzó la voz y miró rápidamente hacia otro lado.
—Tranquilo—canturreó en un tono divertido—.Si tan nervioso te pones, ya puedes ir acostumbrándote a verme así.
—¿Qué?— parpadeó varias veces confundido—¿Cuánto piensas quedarte?¿Qué es lo que hiciste?
Parecía que su suerte estaba yendo de mal en peor. Tras una buena, siempre venía una mala. Y si ese loco exhibicionista iba a quedarse ahí, tendría que saber al menos un motivo. Quería una explicación de por qué su casa, por qué con él. Era simple periodista que intentaba hacía unos años llegar a lo más alto y, parecía que ahora tenía esa oportunidad. No quería tener problemas por culpa de ese rubio.
El otro dejó de comer papas fritas de la bolsa y miró a Ji Min con notoria seriedad; una mirada frías que cualquiera confundiría con la de un violador en serie, asesino y otras cosas más.
—Hasta que pueda salir del país.
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